𝟘𝟞

Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ sᴇɪs



                                              LOS NERVIOS CARCOMÍAN a Taylor por dentro mientras se duchaba. La semana había pasado tan rápido, que no le dio tiempo de asimilar que saldría con Vance ese mismo sábado por la noche. Paso las manos por su cabello, intentando desenredarlo un poco.

No era la primera vez que se fugaba de casa a altas horas de la noche, pero si era la primera vez que lo hacía para salir con un chico, específicamente con Vance Hopper. Salió del baño para abrir su closet, no podría decir que se puso lo primero que vio, porque realmente cambió de prenda unas cuantas veces, hasta que se decidió por una. Se miró en el espejo de su cuarto y dio un largo suspiro, miró el reloj de pulsera, ya era hora.

Abrió lentamente la puerta de su habitación y con lentitud se encaminó a la sala, asomó su cabeza para ver a su padre plácidamente dormido en el sofá, retrocedió volviendo y cerrando con traba su habitación, abrió la ventana para salir. Estando a fuera miró varias direcciones antes de comenzar a caminar con paso apresurado, camino exactamente una cuadra hasta que logró divisar una persona, apoyada en un auto. Sonrió y apresuró su caminata, hasta que llegó frente al rubio.

—Hola. —Le sonrío el pelinegro.

—Te ves lindo. —Soltó Vance de imprevisto. —No digo que no te vieras lindo antes, siempre lo estás. —Hablo con rapidez, recibiendo una risa.

—También te ves lindo Vance. —Ambos se sonrieron.

Hopper luego de un rato reaccionó, apresurándose a abrirle la puerta del auto, Taylor acato de inmediato y entro, esperando a que su compañero entrase igual. Estando ambos dentro, Vance encendió el auto, empezando a manejar.

—¿A donde iremos? —Preguntó, mirándole.

—Iremos a la Feria y...luego a otro lado. —El rubio asintió, sin apartar la vista del camino.

No pregunto más, y solo se dedico a mirar por la ventana, esperando deseoso de llegar a su destino. Pasados tal vez unos 15 minutos, Vance se detuvo en el estacionamiento de una gran Feria, bajo del auto y fue a abrirle la puerta al pecoso. Quien bajo y de inmediato fue tomado de la mano, caminando en dirección hacia la Feria. Habían agarrado la costumbre de tomarse las manos para cualquier cosa, al principio solo lo hacían bajo las mesas o donde nadie los viese, pero luego, Vance empezó a tomarla de imprevisto, ya fuese para jugar con ella por aburrimiento o simplemente porque si.

Caminaron por el gran lugar, Taylor miraba todo como si fuese un niño, mientras que Vance solo lo miraba a él. El pecoso se detuvo en seco, llamando la atención del rubio, quien desvió sus ojos hacia donde veía su compañero, observando un puesto de manzanas acarameladas.

—¿Quieres una? —Preguntó, recibiendo una respuesta afirmativa. —Yo te la compro.

Bartholy no dijo nada, pues no tenía ganas de discutir sobre eso, se acercaron al puesto y Vance pidió dos, mirando la emoción del pelinegro por recibirla.

—Disculpa. —La voz de una chica llamó la atención de ambos. —Vance ¿Crees que pueda tener tu número?

Taylor trago grueso y apartó la vista, tensando la mandíbula, soltó de inmediato la mano de su acompañante, moviendo sus dedos con inquietud, podía sentir como su pecho le ardía, no sabía si se enojó o de impotencia por no poder decirle nada. Pues ellos solo eran amigos, y aunque no lo fuesen, tampoco podría hablar, sería un riesgo demasiado grande. Sus manzanas fueron entregadas y Taylor tomó la suya, comenzando a caminar con rapidez.

Aquello desconcertó a Vance, quien también tomó la suya y corrió tras su pecoso, dejando a la chica sin respuesta alguna.

—Hey, ¿A donde vas? —Se paró a su lado, mirándolo con cierta molestia.

—Estabas ocupado, y yo sobraba. —Contestó seco, haciendo que Vance frunciera más su ceño.

Estaba realmente enojado con la actitud tan extraña del pelinegro, hasta que su cerebro analizó y una idea se formó ¿Estaba celoso? No pudo evitar sonreír ante la idea. Relajó su cuerpo, pasando su brazo por los hombros del pecoso.

—Sabes que solo tengo ojos para ti, Mr.Pequitas. —Bromeó, ganándose un codazo.

—Serás idiota Vance Hopper. —Gruño, mordiendo su manzana.

El rubio soltó una risa burlona y lo jalo hasta la Rueda de la Fortuna. Taylor se negó insistentemente a subirse, pero tras la terquedad de Vance, no tuvo opción más que aceptar y subir. La Rueda comenzó a moverse, haciendo que Bartholy se tensara, cerró sus ojos de inmediato, pero al momento los abrió, tras sentir el brazo de Hopper en su cintura, abrazándolo.

—Oye. —Le llamó, ganándose su atención. —Nada podrá pasarte, si yo estoy contigo.

Asintió sin tener la valentía de mirarlo, sabía que se perdería en aquellos ojos azules que tanto le gustaban. Apoyo la cabeza en su hombro, comienzo su manzana, pero Vance no podría quedarse quieto mucho tiempo, tomó el mango que daba vueltas a la caja y miró maliciosamente al pecoso.

—No te atreverías. —Taylor trago duro al ver su sonrisa.

No tuvo tiempo de protestar, cuando empezó a girarla, haciendo que empezaran a dar vueltas. El tiempo pasó y Taylor salió tan rígido como piedra, escuchando las risas burlonas del rubio, el maldito estaba disfrutando de verlo sufrir.

—Quita esa cara Pequitas. —Lo abrazo por los hombros, alborotando su cabello.

—Vance, suéltame. —Murmuró mirando de reojo a su al rededor. —Nos están viendo mal.

Hopper miró a su al rededor y alzó sus hombros restándole importancia, comenzando a caminar sin soltarlo.

—Hablo en serio, no me agrada la forma en que nos miran.

—Tay, escucha, no me importa si toda esta gente nos está juzgando ahora mismo, es nuestra cita y no dejaré que una bola de idiotas la arruine. —Dicho eso, tomó su mano y lo arrastró a la siguiente atracción.

Las mejillas de Bartholy se calentaron por completo, entonces si era una cita.




Luego de pasar varias horas dentro de la Feria, y comer hasta reventar, ambos adolescentes iban tranquilamente en el auto, cantando Fox on the Run a todo pulmón, faltaba un cuarto para dar la 1 am, pero ese era su menor problema. Vance se desvió hasta llegar a un estacionamiento, Taylor miró por la ventana y frunció su ceño, se veía bastante abandonado.

—Antes de que preguntes, la idea era llevarte a un Antro, pero para nuestra desgracia somos menores. —Alzó sus hombros y subió el brillo de las luces, junto a la música.

Vance salió del auto, siendo seguido por Taylor. Dancing Queen comenzó a sonar, el pelinegro movió su cabeza al ritmo de la música, siendo seguido por el rubio. Hopper tomó sus manos, empezando a bailar de forma extraña, pero divertida para ambos.

Taylor río mientras lo hacía girar, el rubio cantaba sin borrar su sonrisa, durante toda la canción estuvieron bailando y riéndose de ellos mismos, hasta que aquella melodía acabó.

Ya han movido el esqueleto queridos oyentes, ahora busquen una pareja porque sigue, Can't Help Falling Love, de Elvis Presley. —Comentó el de la radio.

Taylor miró la mano extendida de Vance, invitándolo a bailar, con una sonrisa aceptó tomando su mano, la canción comenzó a sonar, el rubio puso sus manos con timidez en su cintura, y el pecoso sobre sus hombros. El mundo parecía por un momento dejar de girar, solo podían ver los ojos del otro, mientras bailaban acorde la canción.

La mano de Vance se apoyó suavemente en la mejilla del pelinegro, bajando hasta su mentón, sus frentes se juntaron, dejando que sus respiraciones se mezclaran. La tensión entre ambos ya era demasiada, Vance no se sentía capaz de resistir más.

—¿Puedo? —Preguntó en un hilo de voz.

Taylor asintió de manera positiva, y por fin pudo sentir el rose de sus labios sobre los suyos, era un beso tan torpe he inexperto, que solo demostraba la inocencia del otro. Sus labios se movían con lentitud, aquel beso estaba cargado de tantas emociones reprimidas durante tanto tiempo, era el amor mezclado con la necesidad de tener al otro cerca. Se separaron por la falta de aire y justo la melodía había acabado, todo se sumió en silencio.

—No te invite solo porque quería Taylor. —Comenzó Vance. —Hay tantas cosas que me gustaría decirte pero simplemente no se como explicarte, solo se que quiere estar contigo, quiero cuidarte y mantenerte junto a mi.

Cada palabra que decía, salía de lo profundo de su alma, pues eran verdad, desde que lo conoció, su vida, su mundo, todo había empezado a girar en torno a aquel muchacho de acento chistoso y deslumbrante sonrisa. Volvió a juntar sus frentes, mirándolo directo a los ojos.

—Y solo quiero saber, si tú también quieres lo mismo que yo. —Taylor podía ver la desesperación en sus ojos. —Porque soy capaz de mandar todo la mierda por ti.

Una sonrisa llena de ilusión se formó en los labios de Bartholy, acarició las manos de Vance, sin apartar la vista ni un solo momento.

—No hay día en que no piense en ti, Vance Hopper. —Comentó, sin borrar su sonrisa. —Y si tú me lo pides, me iría contigo hasta el fin del mundo, tal vez seamos jóvenes, pero, sin ti sería un eslabón perdido, no puedo imaginarme mi vida sin ti a mi lado.

Ambos se sonrieron, uniéndose nuevamente en un beso, dejando los miedos a un lado y disfrutando el momento, aferrándose a el otro como si fuese a desaparecer en algún momento.

Las horas comenzaron a pasar, ambos se habían quedado uno al lado del otro, abrazados, apoyados sobre el capo del auto, mirando como la luna se iba, dando paso a la mañana.

—Entonces...¿Que somos ahora? —Preguntó Taylor, mirando como el sol comenzaba a saludarlos.

—Pues...podemos ser lo que tú quieras. —La voz de Vance sonaba calmada. —¿Que quieres que seamos?

Taylor lo pensó un poco, alzó su cabeza mirándolo, admirando cada detalle de su rostro tranquilo.

—¿Entonces ya puedo llamar a tu mamá suegra? —Preguntó, sacándole una risa.

Vance bajo su cabeza, viéndolo también.

—Si, creo que ya puedes. —Asintió, besando su frente.

Ambos se acomodaron mejor, dejando que los rayos del sol tocaran su rostro. Ninguno quería irse realmente, querían que el momento durara para siempre, pero no podían, ambos debían volver.



Vance frenó el auto, una cuadra antes de llegar al hogar de su pecoso, y tomó su mano besándola.

—Nos vemos el Lunes. —Taylor asintió saliendo del auto.

Iba a volver a arrancar, cuando vio como Bartholy se volvía a subir, antes de preguntar, su compañero ya había plantado un fugaz beso sobre sus labios.

—Ahora si, nos vemos. —Y sin más, bajo del auto para después correr hacia su hogar.

Una sonrisa boba se formó en los labios del rubio, encendió de nuevo el motor, sin dejar de sonreír, no lo diría en voz alta, pero en serio, amaba a ese chico.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top