𝟘𝟝

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴄɪɴᴄᴏ

LA MADRE DEL RUBIO veía tranquila la televisión, mirando de reojo como ambos adolescentes comían de sus galletas, conversando amenamente. Una sonrisa se formó en sus labios, no recordaba la última vez que había visto a su hijo tan radiante y lleno de vida.

Podía ver ese brillo especial en sus ojos azules, cosa que la llenaba de felicidad, pues sabía, que aquellos sentimientos que desprendía Vance eran sinceros y puros. Bebió de su café mirando otra vez la televisión, dio un largo y pausado suspiro, después de mucho tiempo, la casa se sentía como un hogar. Desvió sus ojos avellana hacia el reloj de pared, haciendo una mueca, parecía que ese sentimiento acabaría pronto, se bebió lo último de su café para posteriormente levantase.

—Niños, no es por molestarlos. —Se acercó, tomando los platos que había en la mesa. —Tú padre no tarda en llegar.

Vance frunció el ceño, desvió sus ojos azules a su acompañante y suspiro, para asentir. Ambos adolescentes se levantaron, limpiándose los restos de migas que tenían. Se dirigieron a la puerta, siendo seguidos por los ojos de la mujer.

—¿Te veo el Lunes? —Preguntó, recibiendo una respuesta afirmativa por parte del rubio. —Bien, entonces, nos vemos.

El pecoso dirigió sus ojos a la rubia, levantando su mano para despedirse.

—Hasta luego, señora...

—Sabrina. —Le sonrío cálida. —Cuídate mucho.

Asintió, miró de nuevo al rubio una última vez antes de comenzar a alejarse. Vance se despidió con su mano mientras lo veía irse, otro suspiro salió de sus labios mientras cerraba la puerta.

—Tú padre saldrá el otro fin de semana por trabajo. —Comentó ella, dirigiéndose a la cocina, siendo seguida por su hijo. —Es probable que deje el auto para no gastar gasolina.

Vance frunció su ceño sin comprenderla en lo absoluto, ella suspiro, no era por ser cruel, pero su hijo era algo lento con las indirectas.

—Intentó decirte que lo invites a salir el sábado por la noche. —Lo miró de reojo, lavando los platos. —Ambos están jóvenes, diviértanse, invítalo a la Feria o a un antro.

—Los antros son para mayores de edad. —Vance se cruzó de brazos.

—¿Cuando dije que necesitaban entrar a uno? —Se giró, secándose las manos.

El oji azul asintió, comprendiendo a donde quería llegar su progenitora.






Lunes por la mañana, y la primera clase de Taylor era Matemáticas, cosa que no le alegraba mucho el día. Entro al salón con normalidad, que pronto acabo cuando las miradas se fueron a él, con incomodidad camino hacia su asiento, apretó su bolso mirando los insultos y amenazas talladas en su mesa, dio un largo suspiro para sentarse, ignorando lo mejor posible los murmullos que se formaban.

Se recargó sobre su mano, esperando aburrido a que la clase diera comienzo, sería un día largo. Durante la mayor parte de la clase bolitas de papel caían sobre su cabeza, y a la hora de que el timbre sonó, tuvo que prácticamente huir del aula, no quería su cabeza metida entre el inodoro desde tan temprano. Camino a paso apresurado a Biología, suspirando con cierto alivio pues era una de las pocas clases que compartía con Vance.

Entro al salón y se posicionó en los últimos asientos, era una de las clases que más le aburría, por lo que dormirse a mitad de la lección le era fácil. Miró atento la puerta y una sonrisa se formó en sus labios, viendo al oji azul entrar, quien rápidamente notó su presencia y se apresuró a sentarse a su lado.

—Hola. —Saludó mientras se acomodaba a su lado.

—Hola. —Respondió, desviando sus ojos a alguna esquina del aula.

Desde la situación en la habitación de Hopper, no podía verlo directo a los ojos sin ponerse nervioso, Vance tampoco podía mantenerle la mirada mucho rato, pero al menos podía disimular mejor su nerviosismo. El profesor entró al salón, dando inicio a la clase, Taylor se acomodó de la mejor manera, intentando prestar atención.

Mientras tanto Vance observaba de reojo al pecoso, sus ojos bajaron a la mano del pelinegro, que descansaba en el banco que compartían, una idea surco por su mente, miró a su alrededor y con lentitud fue acercando la suya, con su meñique acaricio el dorso de la mano contraria, llamando su atención. Taylor bajo sus ojos hasta ambas manos, formando una sonrisa boba en sus labios, giró con lentitud su mano, sintiendo de inmediato cómo está se entrelazaba con la del rubio, todo aquello por debajo de la mesa.

El corazón de Hopper se aceleró de inmediato cuando su agarre fue correspondido, con su mano libre apoyó la cara, en un intento de ocultar la sonrisa que amenazaba por formarse en su rostro, las manos del pecoso eran un poco más finas que las suyas, pero eso hacía que ambas encajaran perfectamente. Durante toda la clase sus manos nunca se separaron, esto solo ocurrió cuando la campana sonó y los estudiantes se levantaron.

—Este fin de semana papá saldrá. —Comentó Vance mientras recogía sus cosas. —Pasaré por ti el sábado a las 8 pm.

Y sin decir más salió del aula, dejando a Taylor solo y un tanto aturdido, ¿Eso era una cita? Tan solo pensar eso como una posibilidad le alteraba bastante los nervios. Termino de recoger lo suyo y salió rápido del aula, en busca del salón de Ciencias.

Durante el resto del día no pudo concentrarse en algo más que no fuera aquella invitación, sonaba como una cita, ¿En serio lo era? Muchas preguntas se formulaban en su cabeza mientras iba de camino a la cafetería. Suspiro rendido, sea lo que fuese, tenía un buen presentimiento.

Durante toda la hora de almuerzo no se atrevía a tocar el tema sobre la salida, y si bien, Vance no parecía importarle en absoluto, los nervios lo carcomían por dentro, estaba realmente inquieto cuando le pidió aquella cita, así que prefirió soltarle la bomba de información y huir como todo un cobarde. Tal vez era bueno peleando, pero los temas del corazón le ganaban por completo.

Terminado el horario de clases, ambos caminaron juntos y en silencio, cuando estuvieron a una distancia considerable de la Institución, Vance volvió a tomar su mano, siendo correspondido de inmediato. El camino hasta la casa del rubio fue silencioso, pues las palabras sobraban en el ambiente, al finalizar el recorrido, se despidieron con una sonrisa, Taylor iba a irse cuando recordó algo.

—Vance. —Llamó al oji azul. —El Sábado, espérame una cuadra antes de llegar a casa, si papá se entera que saldré contigo me fulmina.

Asintió y ambos se despidieron con la mano, cualquiera que pasase pensaría que son solo dos amigos, pero sus corazones decían cosas que las palabras no podían.

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