𝟘𝟛

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇs

TAYLOR MIRABA ATENTO cada expresión que hacía Vance, jugando al Pinball, se le hacían graciosas las caras de frustración que hacía su acompañante. Carraspeo sintiendo su garganta seca, se levantó llamando la atención del rubio, quien lo miró unos segundos y volvió a su juego.

—Compare algo para beber. —Rebuscó entre sus bolsillos unas monedas. —¿Tú quieres algo?

Hopper asintió sin despegar la vista de la máquina, se había quedado tan absorto en aquel juego, que no notó cuando Taylor estaba de vuelta con dos Sprite. Golpeó con la palma de la mano al perder y se giró, viendo al chico extenderle la botella. Al tomarla, rozo su mano con la del compañero. Cada parte de Vance se erizó ante el tacto, mirando ambas manos rozarse, se sentía suave a diferencia de las suyas. Taylor quitó su mano y se paró a su lado, mirando la máquina.

—¿Puedo intentar? —Preguntó, recibiendo una respuesta positiva de Vance, quien se apartó.

El rubio quedó embobado viéndolo jugar, miraba su rostro concentrado y el rápido movimiento de sus manos para evitar perder. Observó su rostro relajado, su piel bastante blanca como la nieve, miro más a detalle, viendo cómo en su rostro estaba invadido por las pecas, bajo sus ojos azules hasta sus labios entre abiertos, y miró fascinado el pequeño, pero solitario lunar que había bajo su labio inferior, como si alguien se hubiera detenido y lo colocase allí con un fino pincel. Paseo sus ojos hasta su cabello esponjado, miró sus ojos, tan oscuros como la misma noche, y capaces de penetrarte el alma con solo verte. Sintió un pequeño retorcijón en su estómago, y las tan alardeabas mariposas que hacían mención en las novelas Turcas de su madre. Negó sacándose de su trance, bebiendo de la botella, era imposible, Vance Hopper solo admiraba su buen físico, era solo eso, nunca había visto a un chico tan bien agraciado.

—Diablos... perdí. —Taylor bufo, apartándose de la máquina. —¿Qué le ves de entretenido?

—Es divertido si sabes jugarlo. —Río mientras bebía de su botella. —Solo eres un mal perdedor.

Taylor le soltó un pequeño empujón, siguiéndole la risa. Quien entrase a aquella tienda se quedaba asombrando viéndolos, nadie en su santo juicio empujaría a Vance Hopper, a menos de que quisiera una paliza. La joven quien atendía la tienda los miró salir entre risas, dejando todo en un silencio tenso.

Nadie jamás había visto a Vance Hopper reírse con alguien, y no de alguien. La chica de la caja miró con asombro a la niña de trenzas quien cargaba una bolsa de azúcar, la misma niña le compartió la mirada.

—Eso da miedo. —Comentó la cajera.





Ambos adolescentes se mecían con sus propios pies en los columpios donde se encontraban sentados. Miraban como el sol se ocultaba entre la lejanía, dando un efecto relajante, ninguno decía nada, pues las palabras sobraban en aquellos momentos. Taylor se giró lento, viendo la expresión tranquila del oji azul, miró a detalle como el sol hacía pequeños reflejos naranja en su cabello, dejándolo embobado, no podía negarlo, Vance era bastante atractivo a su vista. Miró al frente nuevamente, admirando cómo caía la noche.

—No quiero irme a casa... —Murmuro Taylor con suavidad.

—Tampoco yo. —Le respondió Vance, mirando el suelo pensativo. —¿Tienes hambre?

El morocho asintió, girándose a verlo.

—Conozco un buen lugar de comida rápida. —Se levantó del columpio. —Vamos, yo invito las hamburguesas.

Bartholy se levantó de un brinco.

—Solo porque tú invitas.




Los días siguientes se volvió muy común verlos juntos de un lado a otro. Pero claro, eso también trajo consecuencias grandes.

Durante la clase de Biología las cosas avanzaban como siempre, Taylor dormía plácidamente en su banca sin prestar atención en lo absoluto, pero su paz fue interrumpida cuando una bolita tras bolita se alojaban en su melena oscura, abrió sus ojos con cansancio y se enderezó, tomando las bolas de papel.

Comenzó a leer una por una y las fue apretando lentamente, trago grueso, sintiendo su mandíbula tensa. La campana de cambio de clases sonó y Bartholy fue el primero en salir, corrió a los baños y se encerró en un cubículo, arrugando los papeles en sus manos. Se tensó cuando escuchó la puerta de baño abrirse de golpe.

—Sé que estás aquí Bartholy, te vi corriendo de Biología. —Vance suspiro apoyándose en los lavados.

—Será mejor que no nos juntemos más. —Las palabras del morocho hicieron presión en el pecho de Vance. —No quiero que te molesten por mi culpa.

Hubo un gran silencio, Hopper apretó sus manos sintiendo su sangre arder en furia, se acercó hasta el cubículo cerrado y golpeó la puerta con fuerza.

—Taylor abre la maldita puerta. —La voz de Vance sonaba tensa, estaba enojado. —Abre la puerta o la tiro.

Antes de que llegase a cometer alguna locura, la puerta se abrió lento, dejando a la vista un Taylor cabizbajo. Vance miró las hojas en sus manos y se las arrebató, leyendo una por una.

—Vance. —Con miedo intento tomar el brazo del rubio, pero fue empujado bruscamente.

El oji azul salió del baño con los papeles en la mano, dejando al morocho con el corazón partido. Trago grueso sintiendo sus ojos picarle, se los froto con fuerza para evitar llorar y con valentía salió del baño.

Durante el resto del día, Taylor buscó cruzarse con Vance en algún punto, pero no ocurrió. Al llegar el final del día, y con planes de llegar a su casa para llorar tranquilo, Bartholy salió del Colegio, se disponía a caminar, pero los gritos alentando una pelea lo detuvieron.

Como todo buen adolescente, curioso se acercó para ver qué pasaba, mala idea. Dejo caer su bolso, viendo como Vance golpeaba a tres chicos a la vez, su labio y ceja estaban partidos, pero seguía de pie.

—Me llegó a enterar de que hicieron esto de nuevo. —El rubio estampó los papeles en el pecho de uno. —Y mis puños se las verán con ustedes.

Vance se enderezó y miró a su público.

—¡Eso también va para ustedes bola de idiotas! —Tomó sus cosas, caminando decidido hacia Taylor. —Nos largamos, ahora.

Bartholy alcanzó a tomar sus cosas, antes de ser jalado con brutalidad por Vance, quien caminaba apurado, dejando a los espectadores con confusión.

—Vance. —Lo llamó. —¡Vance Hopper!

A mitad de camino se detuvo, sin soltar su brazo, los labios del rubio tiritaban por la rabia que sentía. El solo recordar el montón de insultos y dibujos de mal gusto sobre ellos, le tentaban a dar la vuelta, y partirles más la cara.

—Te lastimaron... —Murmuró el morocho. —No tenías

—Si tenía. —Interrumpió girándose molesto. —¡No puedes dejar que la gente te pase por encima y no hacer nada!

Taylor guardó silencio, mirando aquellos ojos azules, bajo su mano con miedo, tomando la de Vance.

—Gracias. —Sonrío con calidez.

El rubio volvió a sentir aquel retorcijón en su estómago, cada parte de su cuerpo se erizó ante el tacto, y su pecho se invadió de un calor que no comprendía. No estaba seguro de que pasaba, pero se sentía bien.

—¿Te duelen? —Vance salió de aquel pequeño trance, prestándole atención. —Te partieron horrible la ceja.

—¿Esto? —Llegó su mano libre a su ceja. —Me he hecho peores.

—Vamos, hay que curarte eso. —Taylor comenzó a correr con él, sin soltar sus manos.

Tal vez fue por la fantasía del momento, tal vez si Vance no hubiera estado tan concentrado contando las pecas de su compañero, tal vez si Taylor no estuviera tan fascinado con los ojos azules del rubio. Solo tal vez, alguno de los dos hubiera notado que algo andaba mal, hubieran notado la camioneta negra que los seguía desde lejos.

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