𝟘𝟚

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅᴏs


                            TAYLOR MIRÓ A AMBAS direcciones antes de abrir la puerta de hogar y entrar junto a Vance. Este escaneo la casa y un escalofrío corrió por su espalda, muy a pesar de la sonrisa cálida que le trasmitía el pelinegro, su casa se sentía fría.

—La puerta de allá, da al patio trasero, espérame allí. —Dijo el Ruso, desapareciendo al entrar a la cocina.

Vance sin decir nada fue hasta la puerta, mirando el extenso patio, salió sentándose en el suelo, esperando. Taylor salió a los minutos y se sentó a su lado, entregándole una botella de refresco.

—Mi padre vendrá hasta tarde, así que no hay prisa. —Bebió de la botella, mirando al frente.

El rubio imitó su acción, y luego miró la botella del refresco, buscando algún tema de conversación.

—¿Siempre estás solo? —Preguntó mirándolo, volviendo a beber.

—Casi siempre, Papá trabaja demasiado y mamá viene... —Pensó un poco. —Viene cuando ella quiere.

Volvieron a quedarse en silencio, uno bastante incómodo para ambos. Vance movía sus dedos en un compás rápido, reflexionando.

—¿Quién demonios se roba una Coca-Cola? —Preguntó sacándole una risa a su contrario.

—¡Ya supéralo! —Río mirándolo, bebiendo de la botella. —Al menos no le grito a máquinas.

El de ojos azules con molestia lo empujó, haciéndole reír más, se le hacía divertido hacerlo enojar. Vance continuó con su semblante molesto hasta que no aguantó más y cubrió su boca con la mano, reteniendo las carcajadas.

Continuaron molestándose mutuamente, sin notar que el tiempo avanzaba bastante rápido. Taylor miraba de reojo el semblante tranquilo de su compañero, siempre estaba con las cejas fruncidas.

—Te ves menos... amenazante sin fruncir las cejas todo el tiempo. —Comentó, empujándolo suave. —Te queda mejor.

Vance analizó el comentario y tocó su entre cejo, ¿En serio siempre fruncía la cara? Iba a hablar, pero una voz más grave lo detuvo, no pudo entender lo que decía el hombre detrás de él, solo vio el semblante asustado del oji negro y entendió, era su padre.

Taylor se giró lento y soltó varios comentarios temblorosos sin mirar al hombre, dejando a un Hopper más confundido que antes. El morocho se giró a él sin verlo directo a la cara.

—Creo que es mejor que te vayas Vance... Nos vemos en clases mañana. —Soltó en un murmuró mientras se levantaba.

Repitió su acción y lo siguió hasta la puerta principal, no dijo nada, solo alzó su cabeza como despedida y salió de la casa, quedando parado en el porche. Se giró viendo como la puerta era cerrada y no tardo mucho antes de que una discusión dentro de la casa se desatara.

Vance retrocedió tres pasos, tragando grueso, escuchando los gritos, no entendía absolutamente nada de lo que decían, pero por el tono sabía que Bartholy estaba en problemas, en los cuales estaría él si no llegaba a su casa rápido. Miro una última vez la casa y salió corriendo.

Dentro de la casa ambos hombres se gritaban, pero eran gritos muy diferentes, el adulto le hablaba con enojo y el adolescente con desespero.

—¡Ya te dije! ¡No hicimos nada! —Grito con miedo el oji negro.

—¿Cómo putas puedo creerte, si había alguien en mi patio, contigo? —El hombre lo tomó de la camiseta. —¡Entiende, tú estás enfermo!

—¡Te dije; que no hicimos nada maldita sea! —Entre la desesperación empujó a su padre, retrocediendo, pegándose a la pared. —Papá no... L-Lo siento mucho.

El adulto suspiro, sacando su cinturón.

—Taylor, hago esto porque te quiero, y no me dejas de otra, es la única manera de curarte. —El mencionado cerró sus ojos, listo para recibir el golpe.





Era la hora del almuerzo, los estudiantes se empujaban por buscar un campo en las mesas que quedaban vacías. El rubio pudo ver un suéter rojo de tejido, y una cabellera negra bastante esponjada. Camino hacia la mesa sin problema alguno, pues quien lo veía pasar se quitaba de inmediato. Se sentó, azotando su bandeja de comida en la mesa, sin recibir alguna mirada a cambio.

Los minutos pasaron y la paciencia de Vance se agotaba, odiaba que lo ignoraran, frunció más su cara, empujando la cabeza de Taylor con los dedos. El morocho alzó su cara con levedad y la volvió a bajar con vergüenza. Hopper logró ver un ojo morado en la cara del chico, y movió su pierna con nervios ¿Lo habían golpeado por su culpa?

—Oye, si lo piensas bien, te ves como todo un malandro. —Bromeó sacándole una risa.

Alzó su cabeza por completo viéndolo, Vance asintió y revolvió su puré.

—En definitiva, te ves como un delincuente. —Llevo un poco de puré a su boca, dándole minoría al mal sabor que tenía. —Atraerás a muchas chicas con eso.

Negó con diversión y jugó con su puré, con un gesto un tanto desanimado. Se removió incómodo, era pésimo animando a la gente.

—Iré a la tienda a jugar en la máquina de Pinball, ¿Vienes? —Cambió de tema mientras comía.

—¿Crees que nos dejen entrar? —Alzó su ceja con diversión.

Vance alzo sus hombros sin importancia alguna.

—Es la segunda vez que me detienen por lo mismo, da igual.

Taylor río y asintió, sería divertido verlo pelear con una máquina de juegos. La conversación continuó con bastante fluidez, causando murmullos en la mayoría de mesas, ¿Desde cuándo Vance el malandro era tan amigo del estudiante Ruso?

Al terminar el almuerzo y más tarde las clases, la mayoría de miradas se iban a ambos adolescentes, que se iban caminando mientras conversaban amenamente. Ninguno era estúpido, podían escuchar los murmullos de los otros por los pasillos.

—¿Ya los viste? ¿Cómo puede estar con alguien como Vance Hopper?

—Escuche que se los llevaron a comisaría, y el mismo día.

—¿Ya vieron su ojo? ¿Se abra metido a alguna pelea?

—No me sorprende, siendo amigo de Vance.

Taylor acomodó su cabello, buscando tapar el morado, casi llegando a negro de su ojo izquierdo. Salieron de aquellas instalaciones, yendo rumbo a la tienda.

—Te dije, tu ojo te haría ver genial. —Comentó el rubio. —Claro, más genial que yo no.

Bartholy puso sus ojos en blanco, soltando una carcajada.

—No seas tan engreído, ya quisieras ser tan genial como yo. —Vance gruño, golpeando su hombro.

Taylor en lugar de quejarse, se rio más, dándole curiosidad al rubio, hasta ahora notaba que solía reírse por cualquier estupidez que hacía o decía. Sonrió mirando al frente, sin detener su caminata.

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