❏ » V E I N T E

Ya era un nuevo día, y con ello, seguías haciendo tu trabajo de ángel, sin sabes todo lo que llegaría ese día.

Los problemas que te darían, los líos en que te metiste con Dios.

— Buenos días angelito — canturrea Ran

— Buen día...

Como siempre dormías en en una de las ramas del frondoso árbol que estaba en aquel pueblo, el demonio se acercó a ti para tomarte de la cintura y bajarte del árbol.

Para luego depositar un beso en la comisura de tus labios. Un pequeño sonrojo se apareció en tus mejillas.

— Esta nublado... — murmuras volteando a ver el cielo.

— Si, parece que será un día triste

El día transcurrió normal, hacías tu trabajo como siempre y Ran molestando como era costumbre.

Al medio día, el sol todavía no se asomaba, y del cielo, lograste visualizar al menos unos 12 ángeles de guerra bajando hacia el pueblo que te habían asignado.

Ran al ver esto fue hacia ti y te tomó de la cintura acercándote a su cuerpo Y luego de eso, sacar su forma demonio y estar al pendiente de cualquier movimiento.

Los ángeles de guerra bajaban sin prisa del cielo, cada uno de ellos los veían con superioridad.

— ¿Qué hacen ellos aquí? — pregunta Ran

— Yo que voy a saber...

En cuando los 12 tocaron el suelo, no les quitaban los ojos de encima, y uno de ellos se posicionó enfrente de los 12.

— Si no quieren morir les sugiero que se retiren — amenaza el demonio

— Dios nos dio el poder sobre los demonios, así que cierra la boca — ordena el ángel de guerra

Cadenas de oro salen del suelo sujetando a Ran de las muñecas y tobillos.

El intenta salir pero simplemente no puede romper aquellas cadenas, el ángel de guerra se acerca a ti y te toma del brazo para alejarte de Ran

— Se solicita tu presencia en el cielo — dice el ángel para luego subir con los 13 ángeles

Una vez en cielo, te llevaron hacia el trono de Dios, donde a su diestra estaba Jesús.

Una fila de ángeles creaban un camino, por el cual estabas siendo casi que arrastrada hacia Dios.

Que en cuánto estuviste cerca de él, su presenciar era tan grande que te hizo caer de rodilla postrada a sus pies

— Señor...

— Soy un hombre justo, te di mas de una oportunidad para arrepentirte de tu pecado, pero no lo hiciste — habla con enojo Dios — Te cree con amor, un ángel al cual le encomende un pueblo al cual le tengo mucho cariño, pero no te importo nada de eso

— Lo siento...

— Tu arrepentimiento no es sincero, debería de desterrarte y encerrarte en un agujero donde no vuelvas a ver la luz del sol, fracasate en el único trabajo que te di, no fuiste como tal al mandato que te di, deshonraste el nombre de Dios, jugaste con tu posición, siendo un ser totalmente puro lejos de pecado, caíste en una tentación que no tiene perdón, no tienes mi perdón — se escuchaba enojado

Las lágrimas no dejaban de salir de tus ojos, lo único que veías era el suelo y podrías sentir una gran presencia de enojo.

Y aunque no vieras el rostro del todopoderoso, sabias que estaba en ojazos, y tal vez decepcionado.

— Pero no te encerrare, te voy a desterrar de mi presencia y para mi, dejaste de existir — termina de decir Dios

Dos ángeles de guerra van hacia ti y cada uno te toma de los brazos y te arrastran hacia fuera de la presencia de Dios

Deberías estar triste, pero al menos volverías a ver a Ran.

Estos ángeles te llevaron a la tierra nuevamente a aquel pueblo del cual tenías que cuidar

Seguías teniendo el mismo aspecto de siempre, tenías tus bellas alas, seguías siendo un ángel

Ran en cuanto te vio se acercó a ti para abrazarte y luego besarte en un cálido beso.

— ¿Estas bien? ¿No te hubieron nada? — pregunta preocupado

— Me acaban de desterrar de la jerarquía de los cielos... — murmura algo triste — Pero al menos estoy aquí, contigo

Una sonrisa aparece por tu rostro, el chico te devuelve la sonrisa para luego abrazarte.

Estabas por decir algo cuando sientes como tus alas empiezan a volar estabas a una 30 cm del suelo y veías a Ran con algo de miedo.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué estas volando angelito? — pregunta el demonio

— Ran, no soy yo...

Ran voltea a ver tus alas y como la punta de estas empezaban a desvanecerse, y de ellas caían un brillo plateado.

— Me duelen... mis alas — murmuraste

Quisiste voltear a ver tus alas pero Ran tomó tu rostro entre tus manos para besarte y distraerte.

— Ran... — pronuncias entre besos

— No voltees, solo mírame a mi

Ran junta si frente con la tuya y el dolor en tus alas empezaban a aparecer también la punta de tus pies.

Estabas muriendo

— No... no puede ser... — murmura viendo la punta de tus dedos — Ran... no no no, no puedo morir ahora

Lágrimas empezaban a salir de tus ojos mientras lo veías con una mirada de desesperación, llena de miedo y terror

La mitad de tus alas ya se habían convertido en polvo, no sabias que hacer, mucho menos por que Dios hacía esto.

— Todo estará bien ¿si angelito? tú tranquila... encontraré la manera de salvarte — dice Ran

— Ran yo... te amo...

— No, no lo hagas, no te despidas por favor, ya te dije que buscate la manera de devolverte a los brazos — dice demonio mientras empezaba a llorar

lágrimas de sangre salían de sus ojos, mientras que de los tuyos salían lágrimas de agua cristalina.

Estabas por desaparecer, y lo último que hiciste fue besar a Ran, cerrar los ojos y entre aquel beso murmurar un te amo

Y así, Ran dejo de besarte para luego ver a suelo y como de este solo había una pequeña pila de brillo plateado

Un grito desgarrador salió de los labios de Ran y luego abrió un portal hacia el infierno, tenía que hablar con satanás.

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