𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄𝐒𝐒 𝐀𝐋𝐄𝐑𝐓 | 𝐬𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝐨𝐧𝐞

❛𝐒𝐄𝐑 𝐕𝐀𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐍𝐎 𝐒𝐈𝐆𝐍𝐈𝐅𝐈𝐂𝐀 𝐐𝐔𝐄 𝐁𝐔𝐒𝐐𝐔𝐄𝐒 𝐁𝐑𝐎𝐁𝐋𝐄𝐌𝐀𝐒❜

– 𝙈𝙪𝙛𝙖𝙨𝙖; 𝙚𝙡 𝙧𝙚𝙮 𝙡𝙚𝙤́𝙣

°𖥸°

¿CUÁNTOS LINGOTES SON? —pregunté entusiasmada mientras entrábamos al patio de mi casa.

—Había mucho barro, pero eran unos 500.

—¿500?

—No sé, podrían ser mil. Estaba todo lleno de barro. Son 400 millones de dólares, está todo ahí —aquello nos hizo sonreír.

—Que locura —exclamé aún sin creer que lo hubiéramos logrado.

—Lo conseguimos, princesa —entrelazó sus dedos con los míos—. Ahora solo hay que sacarlo de allí —Y por su tono, supe que ya tenían un plan pensado para ello.

—¿Cómo vamos a hacerlo?

—Pope tiene un plan —me dejó saber antes de comenzar a explicármelo.

—Hola —nos saludó Ward saliendo de la casa, provocando que JB dejase de relatar la idea—. ¿Qué estáis tramando?

—Lo de siempre, conquistar el mundo —respondí con una sonrisa mientras sentía como mi novio apretaba ligeramente el agarre de su mano con la mía.

—Esa es mi chica, siempre apuntando alto —una sonrisa de orgullo se instaló en sus labios—. Pero tendrá que esperar un día porque mañana me lo llevo de pesca, temprano —nos dejó saber mirando a John B.

—No, mañana no puede.

—¿Por qué?

—Porque ya tenemos planes, papá.

—¿Ah, sí? ¿Qué planes? ¿Estar en la piscina todo el día? —Su tono no me gustó en absoluto.

—No.

—Oye, ese barco —señaló el Druthers—, necesita un primer oficial y tu novio tendrá que ganarse su lugar en la casa, ¿vale?

—Papá —la advertencia en mi tono era más que evidente.

—¿Qué? Cielo, estoy bromeando. Solo me lo quiero llevar a pescar, ¿te parece bien? —Tras unos segundos, solté un suspiro, dándome por vencida.

—Vale.

—¿John B? —asintió con la cabeza en respuesta—. Muy bien, será genial.

—A veces no lo entiendo —admití cuando volvimos a estar solos, pero cuando me giré hacia JB, lo vi sonriendo—. ¿Por qué sonríes?

—Si quiero casarme contigo algún día, tendré que ganarme a mi suegro, ¿no? —eso me hizo sonreír—. Ahí está esa sonrisa que tanto me gusta.

—Que conste en acta, quiero un anillo talla princesa —bromeé, lo que le hizo sonreír a él.

—Lo tendré en cuenta —me aseguró antes de pegar sus labios a los míos.

No mucho después, John B se encontraba conduciendo hacia la casa de empeños de la isla con los Pogues en la parte trasera de la furgoneta. En cuanto aparcó, nos bajamos del vehículo con las quejas de Kiara y a JJ de fondo sobre el oro y lo mal que la morena lo había fundido.

—Lo has fundido muy bien, doctora Frankenstein —comentó mi mejor amigo con sarcasmo.

—Como si tú pudieras haberlo hecho mejor.

—Claro que sí. Di clases de soldadura.

—Suficiente —me interpuse entre ellos harta de la discusión, consiguiendo que ambos dejaran el tema.

—¿Por qué nos ha tocado a mí y a Pey vender este trozo de mierda? —preguntó JJ molesto mientras guardaba el oro en su mochila.

—Porque sois los mejores mentirosos —respondió Pope, provocando que rodase los ojos.

Los cinco entramos a la tienda y nos dispersamos en su interior. Pope y Kiara se fueron a la sección de discos mientras John B fingía mirar unas gafas de sol. Todos atentos a JJ y a mí, que nos acercamos a la dependienta.

—¿Compran oro?

—Eso dice el cartel, ¿verdad? —lo señaló con una mirada de asco.

Parecía no querer tenernos allí.

—Espero que compren mucho. Porque estamos a punto de explotar su mente —habló JJ antes de sacar el lingote fundido de oro de su mochila.

—No es real.

—¿No lo es?

—No puede serlo.

—Pruebe cuanto pesa —le pedí, así que, con dificultad, movió la pieza a la báscula.

—Tungsteno pintado —buscó ella una respuesta coherente, pues era demasiado oro para dos adolescentes.

—¿De verdad? ¿Por qué no prueba lo suave que es? —le preguntó JJ y, tras mirarnos con el ceño fruncido, la mujer agarró un pequeño martillo y golpeó el oro, donde no quedó marca alguna.

JJ sonrió de manera victoriosa, pues la mujer se estaba quedando sin excusas para darnos. Aquello era oro, por mucho que quisiera negarlo.

—Aún no hemos hecho la prueba del ácido.

Realizó la prueba, pero como todas las anteriores, solamente probó que teníamos razón.

—Oiga, ya se lo hemos dicho, es tan real como los rayos del sol.

—Parece como si hubieran intentado fundirlo.

—Nuestra madre tenía unas cuantas joyas por casa y pensó que lo mejor era fundirlo para "consolidarlo" —mentí fingiendo tristeza.

—¿Casi tres kilos? Son muchos pendientes.

—Le diré la verdad. Es muy duro ver a nuestra madre deteriorarse por el Alzheimer —me siguió la corriente JJ tapándose la cara con las manos, fingiendo estar muy afectado por ello, así que coloqué mi mano en su hombro en señal de apoyo.

—Verá, el último deseo de nuestra madre es poder salir de Outer Banks y ver mundo, por eso fundimos todas nuestras joyas de oro juntas. Ella es lo único que nos queda y queremos cumplir su deseo antes de que deje de recordar nuestros nombres —le expliqué limpiando la lágrima que había resbalado por mi mejilla.

Nos miró un segundo con duda, como si estuviera decidiendo si creernos o no, y sin decir una palabra se fue a la trastienda, dejándonos a solas.

—Eres buena —JJ me chocó los cinco.

—Aprendí del mejor.

Unos minutos después, la mujer volvió con un trozo de papel entre las manos antes de colocarse de nuevo detrás del mostrador con esa mirada de poker que nos había estado dedicando desde que habíamos llegado.

—He hablado con mi jefe y esto es lo que puedo daros.

—¿50.000? ¿Cree que no estoy informado del precio al condado? Sé que vale 140 como mínimo —se quejó JJ tras leer la cantidad que ponía en el papelito, así que le golpeé el costillar con el codo de manera disimulada.

—Cariño, estás en una casa de empeños —le recordó de manera burlona.

—90 o me voy —esa vez le pisé el pie con fuerza.

Sin ningún tipo de disimulo, mi mejor amigo me fulminó con la mirada antes de volver a centrar su atención en la dependienta.

—70. La mitad del precio y no haré preguntas sobre su procedencia —nos ofreció, así que miramos a John B en busca de confirmación y, en cuanto nos la dio, aceptamos el trato.

—Dénoslo en billetes grandes, por favor.

—Hay un problema. No tengo tanto dinero en efectivo, no aquí. Pero puedo daros un cheque —nos ofreció, pero ambos negamos con la cabeza en respuesta.

—Lo queremos en efectivo. Eso pone en el cartel —JJ lo señaló—. Oro a cambio de efectivo, y eso es lo que esperamos.

—Entonces tenéis que ir al almacén. Allí tengo el dinero. ¿Os parece bien? —fruncí el ceño desconfiada.

—¿Dónde está ese almacén?

Todos nos subimos a la furgoneta encaminados al lugar indicado. Yo no creía que hubiera ningún almacén, pero JJ estaba convencido de que era real, así que confiamos en la palabra de la mujer.

—¿Y guardan dinero por aquí? —preguntó Pope no muy convencido mientras miraba por la ventana, por la que solo se veían árboles.

—Eso dijo ella —respondió JJ y, antes de que pudiera volver a hablar, lo interrumpí.

—Ni se te ocurra sacar las segundas intenciones de esa frase —su sonrisa se borró de inmediato antes de agachar la cabeza—. Jamás he oído hablar de Resurrection Drive.

Seguía sin confiar en la mujer.

—Eso es porque eres rica —me sentí atacada ante las palabras de mi mejor amigo.

—Tú tampoco has oído hablar de ello —salió en mi defensa Kiara.

—Gracias.

—Aquí no hay más que árboles —comentó ella mirando a nuestro alrededor.

—Que solo haya árboles, no significa que... —JJ fue interrumpido por sirenas de la policía, activando todas nuestras alarmas.

—¿La poli? ¿Aquí?

—¡Joder! ¡No me lo puedo creer! —exclamó el rubio molesto.

—¿Has traído la pistola? —le preguntó John B preocupado mientras detenía la furgoneta.

—No, todos me dijisteis que la dejara en casa.

Ese no era el problema, sino que JJ tenía una cantidad insana de marihuana escondida en la furgoneta. Quise quejarme, pero en cuanto centré mi atención en mi novio, lo vi congelado a mi lado con una escopeta apuntando a su cabeza.

—Quiero ver cómo levantáis las manos —habló el enmascarado y, aterrorizados, acatamos sus órdenes.

Hicimos todo lo que nos pedía hasta que nos sacó de la furgoneta para registrarla. Nos dejó tumbados en el suelo con la cabeza agachada mientras maldecíamos por lo bajo.

—Es una trampa, chicos —masculló Kiara intentando contener las lágrimas.

—Esa vieja arpía nos ha engañado. ¡Joder! —se quejó JJ antes de empezar a golpear el suelo con los puños, mostrando su enfado.

No era el momento de decir "te lo dije", pero se lo dije.

Mientras el atracador registraba la Twinkie de arriba a abajo, John B comenzó a levantarse con lentitud, así que lo agarré del brazo intentando detenerlo.

—John B, por favor —le pedí en un susurro antes de que se soltara de mi agarre.

Ignorando mis súplicas por completo, mi novio entró en el coche del chico y se escondió en éste.

—Todo va a salir bien —me intentó tranquilizar Kiara mientras agarraba mi mano con fuerza.

—No mováis la puta cabeza —el chico salió del coche con la escopeta en mano.

La preocupación me invadió por completo al ver como el enmascarado se subía a su vehículo, donde JB lo estaba esperando. Antes de que pudiera darme cuenta, mi novio estaba fuera de éste con la escopeta entre sus manos golpeando al chico junto a JJ.

Pope, Kie y yo nos acercamos a ellos para ayudarlos, pues el chico estaba oponiendo mucha resistencia. Un par de golpes después, dejó de intentar atacarnos, por lo que mi mejor amigo se agachó junto a él y le quitó el pasamontañas que llevaba puesto.

—Conozco a este desgraciado.

¿Barry? Creo que ese era su nombre.

Me sonaba haberlo visto con mi hermano en alguna fiesta Kook.

—Es un traficante de drogas.

—Probablemente conozca a mi hermano —comenté antes de sentir las manos de JB colocarse en mis hombros.

—Le vende coca a mi padre —el desagrado en la voz de JJ era más que evidente.

—JJ, vámonos —le pedí tras ver como Barry recibía otro golpe por su parte.

—Queda una última parada. Veamos donde vive este hijo de puta.

—¡No os podéis esconder de mí! —nos advirtió Barry mientras caminábamos de vuelta a la Twinkie—. ¡Sé perfectamente quienes sois! ¡Volveremos a vernos!

John B tiró las llaves del coche del traficante al bosque antes de subirse a la furgoneta. JJ no dejó que nadie lo moviera del asiento del piloto, así que no tuvimos más remedio que darnos por vencidos y sentarnos en la parte trasera. Condujo todo el trayecto en silencio hasta llegar a una casa en el Arrabal, la cual supusimos que pertenecía a Barry.

—Bienvenidos al páramo de los coqueros.

—Esto no me gusta —comentó Pope.

—¿Qué estamos haciendo en casa de Barry? —preguntó John B algo confuso.

—Solo será un segundo —nos aseguró mi mejor amigo antes de salir de la furgoneta.

—¿A dónde vas?

I'm the justice.

—Creo que deberías ir —le pedí a mi novio y éste asintió con la cabeza sin pensarlo.

—Sí, ya voy.

John B entró a la casa siguiendo los pasos de JJ, así que Pope salió de la furgoneta soltando un suspiro cansado, dejándonos solas a Kiara y a mí.

—¿Piensas decirle la verdad sobre Topper?

—¿Por qué? ¿Crees que es importante?

—Se siente inseguro, Pey —admitió, lo que me partió el corazón—. Topper es un Kook que puede poner el mundo a tus pies y él es un Pogue que solía trabajar para tu padre, que resulta ser el rey de los Kooks.

—Él sabe que eso jamás me ha importado.

—Deberías probar a decírselo —antes de que pudiera decir nada al respecto, los chicos salieron de la casa.

—Bueno, cinco mil de indemnización para cada uno por lo que nos ha hecho. Perdón por la tardanza —interrumpió JJ nuestra conversación caminando hacia nosotras con una bolsa negra en la mano.

—¿Ahora nos dedicamos a eso? ¿A robarles a traficantes? —le preguntó mi mejor amiga molesta.

¿No era consciente del problema en el que podía meternos?

—Barry se acabará enterando y vendrá a por nosotros.

—Pey tiene razón. No es momento de hacer idioteces —coincidió conmigo Pope, molesto con nuestro amigo.

—¿Os ha gustado que os apuntara con una pistola? —nos preguntó él sin comprender nuestro comportamiento.

—JJ, relájate, tenemos que ir a por el oro, ¿lo entiendes? Dame el dinero, vamos a devolverlo —le ordenó John B, pero cuando intentó agarrar la bolsa, el rubio lo agarró del cuello y lo empujó contra la furgoneta—. ¿Te crees muy duro? ¿Qué harás cuando venga a por nosotros?

—Un puñetazo en la garganta —respondió JJ como si nada, a lo que todos negamos con la cabeza en respuesta, hartos de aquellos comportamientos impulsivos que solo nos daban problemas.

—JJ, ya basta —le pidió Kiara.

—No pienso devolverlo —dio por terminada la conversación antes de soltar a John B y subirse a la Twinkie, pero al ver que nadie lo seguía se giró hacia nosotros confuso—. ¿Qué?

—Estamos hartos de tu mierda —le dejó saber John B.

—¿Mi mierda?

—Apuntas a la gente con la pistola y actúas como un maldito inconsciente, no puedes seguir así —mis palabras solo empeoraron las cosas.

—Tú no eres la más indicada para hablar, Peyton —ahí estaba mi nombre completo de nuevo—. No eres una de los nuestros, tan solo eres una Kook que juega a ser Pogue. Pero es muy fácil ser una Pogue cuando tienes una casa en Figure Eight a la que volver cuando las cosas no salen bien —escupió con asco, formando un nudo en mi pecho.

—No le hables así —se interpuso mi novio entre nosotros dándole un empujón.

—Se me olvidaba que la princesa Kook ahora tiene un guardaespaldas. Está jugando contigo, John B y cuando se canse de ti, se irá con alguien más, al igual que hizo con Topper —tuve que detener a John B, pues se dispuso a volver a golpear a nuestro mejor amigo.

Sabía que JJ no pensaba aquellas cosas, que era la ira hablando por él, así que prefería evitar los problemas entre ellos.

—JJ, te estás pasando —habló Pope.

—No actuéis como si no pensarais exactamente lo mismo.

—JJ, cállate —se hartó John B alzando la voz.

El rubio soltó un bufido antes de apartar la mirada y alejarse de nosotros. Mi novio se acercó a mí y me abrazó mientras intentaba contener las lágrimas. Saber que no pensaba aquello, no había que doliera menos.

Intentando olvidar la reciente discusión, los cuatro fuimos al Naufragio a comer algo y a terminar de detallar el plan para sacar el oro de la propiedad Crain. No estuvimos mucho tiempo, pues Pope ya tenía casi todo planeado, y una vez terminada la comida, me despedí de Kiara con un beso en la mejilla antes de subirnos a la furgoneta. JB y yo dejamos a Pope en casa antes de empezar a dirigirnos a la mía.

—¿Cómo sienta volver a la vida Pogue? ¿No es lo que siempre habías soñado?

—Lo había echado de menos —admití con una sonrisa a lo que fingió estar sorprendido antes de ser interrumpidos por un claxon a nuestras espaldas—. Joder, es Rafe.

John B detuvo la furgoneta al ver que mi hermano detenía su moto en la carretera y cuando se dispuso a salir para encararlo, lo detuve agarrando su brazo.

—Déjame esto a mí —le pedí y al ver que no ponía quejas me bajé de la Twinkie—. ¿Se puede saber qué coño te pasa? —exclamé antes de darle un empujón.

—¡Pero si es la niña perfecta!

—Podríamos haberte atropellado —le eché en cara molesta.

—Me he enterado de lo del allanamiento —parecía realmente enfadado por ello.

—¿De qué estás hablando? —fingí no saber de lo que hablaba.

—¿Qué diría papá si supiera que le robas a los traficantes?

—No lo sé, a lo mejor me lo podrías decir si no te hubiera echado —contraataqué, lo que pareció enfurecerlo aún más.

Resulta que Ward había descubierto que Rafe había utilizado su dinero para comprar drogas y la moto y lo había echado de casa.

—Intento cuidar de mi hermana pequeña —negué con la cabeza en respuesta.

—¿Ahora resulta que soy tu hermana?

—Eres una desagradecida, como siempre—me echó en cara, lo que provocó que rodara los ojos—. Escucha, el chico al que robasteis, es mala gente.

—¡Soy consciente de ello, Rafe!

—¡Peyton! A mí me hizo esto —me enseñó una quemadura en su brazo—. Me lo hizo por retrasarme en un pago.

—¡Porque querías comprar tu estúpida moto!

—¡Le habéis robado! ¿Qué coño crees que os va a hacer a ti y a tu pequeño novio Pogue? —señaló a John B, quien hablaba con Topper en ese momento.

—¡No te atrevas! —le advertí furiosa.

—¿Crees que no sé lo que has estado haciendo con él?

Me cansé de aquello, así que intenté volver a la furgoneta, pero Rafe agarró con fuerza mi brazo antes de tirar de mí hacia él.

—¡A mí no me des la espalda!

—¡Suéltame, psicópata!

Jamás había visto esa mirada en sus ojos y, a decir verdad, estaba empezando a asustarme.

—Algún día estaré al mando de todo y descubrirás que el hecho de que tu madre se acueste con mi padre no te convierte en una Cameron.

—¿Por qué no me avisas cuando llegue? —parecía molesto ante mi indiferencia.

—Algún día papá se dará cuenta de cómo eres en realidad y dejará de admirarte tanto —apretó su agarre en mi brazo, empezando a hacerme daño.

—Me das pena, Rafe —admití antes de soltarme de su agarre y volver con John B.

Topper se volvió a colocar el casco antes de subirse a su moto, pero antes de marcharse junto a mi hermano, se detuvo a mi lado.

—Ten cuidado, Pey.

Mi novio se me acercó mientras veíamos a los Kooks alejarse de nosotros.

—¿Qué te ha dicho? —sentí sus brazos rodearme mientras lo preguntaba.

—Me ha advertido que tenga cuidado con Aaron.

—Siento todo lo que está pasando —aparté la mirada cansada de las discusiones.

—Quiero enseñarte algo —me dejó saber con una sonrisa, a lo que accedí.

Estaba dispuesta a hacer lo que fuera con tal de distraerme de aquel terrible día que habíamos tenido.

—Mira esto —me pidió cuando llegamos a una iglesia abandonada.

—¿Fuiste tú? —pregunté al ver su nombre en una de las vigas del campanario.

—Sí. Tenía 10 años, lo hicimos mi padre y yo —una sonrisa se formó en su rostro al recordarlo—. Me gusta venir aquí cuando quiero estar solo.

—¿Por qué siento que no soy la primera chica que traes aquí?

—¿Crees que traigo a cualquiera de mis ligues a mi escondite secreto? —encogí los hombros ante la pregunta.

—Yo no sé lo que haces con un ligue cualquiera —respondí con una sonrisa, contagiándosela.

—La primera vez —me aseguró, lo que provocó que un puñado de mariposas explotaran en mi interior.

John B se me quedó mirando unos segundos antes de dar un paso hacia mí y juntar nuestros labios. Al principio fue un beso tranquilo, pero no tardó en intensificarse, por lo que me aparté de él.

—Yo nunca... —admití, sin atreverme a acabar la frase.

Su cara palideció, como si no pudiera ser posible, lo que me hizo soltar un bufido antes de separarme de él y sentarme en un banco que se encontraba allí.

—Yo...

—No hace falta que digas nada, tu cara lo ha dicho todo —le interrumpí apartando la mirada.

—No me lo esperaba, eso era todo, Pey —me aseguró antes de sentarse en el suelo junto a mis piernas.

—¿En dos años y medio de relación Topper y tú nunca habéis...? —me preguntó confuso, dejando la frase al aire.

Solté un suspiro antes de sentarme junto a él en el suelo y pensar en cómo contarle aquello.

—Topper y yo nunca estuvimos juntos, John B. Tú eres mi primer novio —admití, lo que provocó que frunciera el ceño—. La madre de Top no paraba de insistir en que él tenía que buscar una novia de poder adquisitivo alto y mis padres estaban hartos de los rumores sobre mí y aquel supuesto Pogues que Ronnie extendió. Así que nos ayudamos el uno al otro fingiendo estar juntos.

—Nos lo habrías dicho —no quería creerlo.

—Nadie lo sabía, John B. Prometimos no decírselo a nadie, no queríamos arriesgar que se descubriera.

—Y creía que la actuación de hoy era la mejor que te había visto hacer —bromeó, lo que me tranquilizó bastante.

—No te mentí cuando te dije que lo habíamos terminado porque sentíamos algo por otras personas. De hecho, yo llevaba tiempo sintiendo algo por otra persona —admití, lo que le hizo sonreír.

—Vale, si me dices que esa persona no soy yo, voy a marcharme —me dejó saber con un tono divertido en su voz, haciéndome reír.

—Eres tú —le aseguré antes de darle la mano, en la que dejó un beso—. ¿Cómo fue para ti? ¿Fue especial?

—Fue super especial, sí. Con una turista de Cincinnati. Fue en una fiesta y, a los 5 minutos de conocernos, me lo propuso —le miré sorprendida.

—Sabía lo que quería.

—Sí. Fuimos a su apartamento y duró un total de 25 segundos.

—Qué maratón —comenté antes de hacer una pausa—. Y luego alardeaste de ello con JJ —supuse, pues siempre lo hacían.

—No, me sentí fatal —admitió dolido.

—Pensé que, como siempre habláis de vuestros ligues... Lo siento

—Acabé emborrachándome.

—Gracias —susurré, pues sabía que no le gustaba hablar de temas que involucraran hablar de sentimientos negativos.

—Esperaremos —me aseguró con una sonrisa.

Tras pensarlo unos segundos, me incliné hacia él y lo besé antes de colocar mis manos en su torso. John B pareció sorprendido, pero rápidamente me besó de vuelta.

—¿Estás segura?

—Positivo —susurré antes de volver a juntar nuestros labios y comenzar a levantar su camiseta.

Simplemente se sintió correcto.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top