𝐍𝐈𝐍𝐄

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄𝐒𝐒 𝐀𝐋𝐄𝐑𝐓 | 𝐬𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝐨𝐧𝐞

❛𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀 𝐑𝐄𝐀𝐋 𝐀𝐏𝐄𝐒𝐓𝐀, ¿𝐃𝐄 𝐀𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎? 𝐍𝐎 𝐕𝐎𝐘 𝐀 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐓𝐄, 𝐏𝐄𝐑𝐎 𝐇𝐀𝐘 𝐔𝐍𝐀 𝐌𝐄𝐉𝐎𝐑 𝐅𝐎𝐑𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐓𝐑𝐀𝐕𝐄𝐒𝐀𝐑𝐋𝐀 𝐐𝐔𝐄 𝐂𝐎𝐍 𝐍𝐄𝐆𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍. 𝐘 𝐄𝐒 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐀𝐘𝐔𝐃𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀𝐒 𝐏𝐄𝐑𝐒𝐎𝐍𝐀𝐒 𝐐𝐔𝐄 𝐓𝐄 𝐐𝐔𝐈𝐄𝐑𝐄𝐍 𝐌𝐔𝐂𝐇𝐎❜

– 𝘿𝙞𝙥𝙥𝙚𝙧; 𝙂𝙧𝙖𝙫𝙞𝙩𝙮 𝙛𝙖𝙡𝙡𝙨


°𖥸°

SANGRE, GRITOS, TERROR... Todo ocurrió demasiado deprisa.

Me quedé paralizada en mi lugar mientras John B se acercaba a la sheriff, quien respiraba con dificultad. Creo que Ward recriminó a Rafe por lo que acababa de hacer, pero no estoy muy segura, pues mi atención estaba completamente sobre mi novio y Susan Peterkin.

De un segundo a otro, JB se levantó del suelo con los ojos llenos de lágrimas, disculpándose con la mujer en un susurro.

—¿A dónde vas? —vociferó Rafe intentando acercarse a él, pero conseguí salir del trance y lo detuve, colocándome frente a él.

Mi hermano me dio un empujón, provocando que terminase en el suelo. Al darse cuenta de que nada, ni nadie se interponía en su camino, comenzó a disparar en la misma dirección en la que mi novio se alejaba.

—¡Por favor, no! ¡Para! —ignoró mis gritos.

—¡Rafe, basta! ¡Por favor! —insistió Ward intentando detenerlo.

Aprovechando que nadie me prestaba atención, me acerqué a la sheriff con las mejillas empapadas en lágrimas. Ella señaló su arma con la cabeza y, tras dudarlo considerablemente, la agarré antes de dejarla junto a mí, escondida a ojos de mi padre.

—Ten cuidado —susurró agarrando mi mano.

—Lo siento —todo mi cuerpo temblaba.

Se estaba muriendo y no podía hacer nada para ayudarla.

—Esto no es culpa tuya, cariño.

—Peyton —no obtuvo respuesta—. Necesito que te calmes.

Decir que estaba furiosa era poco para describir cómo me sentí al escuchar aquello.

—¡Se está muriendo!

¿Cómo podía estar tan tranquilo?

Apreté la bandana de John B contra la herida de la sheriff, intentando de alguna manera detener la hemorragia. Sarah, en cambio, miraba la situación desde la lejanía completamente inmóvil, dejando ver el terror en sus ojos.

—¿Qué te está pasando? —el dolor era más que evidente en mi voz mientras sentía el agarre de la sheriff en mi mano perder fuerza cada segundo que pasaba.

Ward me miró con cierta pena, pero no cambió su postura. No llamó a la policía, no se acercó a ayudar, simplemente se quedó mirándome con culpa.

En ese instante me quedó una cosa muy clara:

No conocía a mi supuesta familia en absoluto. Y no tenía muy claro si quería seguir formando parte de ella.

Ward intentó acercarse a mí, pero se detuvo a causa de mis gritos. Rafe pareció cansarse de mis quejas, pues se acercó a mí y me apuntó a la cabeza con la pistola con la que había disparado a la sheriff previamente.

—Nos vamos a casa —su tono era frío, pero no pensaba permitir que siguieran tomando decisiones por mí.

Agarré la pistola de la sheriff y la levanté en su dirección.

—Baja eso —me ordenó Ward algo sorprendido.

Intentando guardar la compostura, agarré la bandana de John B del cuerpo casi sin vida de Susan y me levanté del suelo con el arma aún entre mis manos.

—Vas a tener que disparar, porque no pienso ir contigo a ninguna parte —no creí que fuera a hacerlo, pero su mirada me indicó lo contrario.

Estaba dispuesto a disparar.

—¡Peyton! —su voz me tranquilizó al segundo.

Al girar la vista hacia la verja caída que John B había destrozado con la Twinkie minutos atrás, vi a Kiara sacudiendo sus brazos para llamar mi atención.

—Déjala —ordenó Ward cuando comencé a caminar hacia ella, tras haber dejado caer la pistola. Supuse que se dirigía a Rafe.

Cuando llegué hasta mi mejor amiga dejé que me envolviera entre sus brazos con fuerza. Mi cuerpo comenzó a temblar mientras varias lágrimas rodaban por mis mejillas y varios sollozos escapaban de mis labios.

—Sácame de aquí —susurré contra su hombro.

Sin dudarlo, Kiara rodeó mis hombros con su brazo y tiró de mí hasta llegar a un pequeño vertedero, donde nos esperaban los chicos.

—Siento que hayas tenido que ver eso —masculló antes de soltarme para dejar que fuera JJ quien me abrazara.

—Siento no haberme quedado, pero tengo la condicional, cari.

—¿Qué ha pasado, Pey? ¿De quién es esa sangre? —me preguntó Pope señalando mis manos, las cuales aún sostenían la bandana de mi novio con fuerza.

—La sheriff... Rafe... —ni siquiera era capaz de decirlo.

En menos de veinticuatro horas había descubierto que tanto mi padre como mi hermano eran unos asesinos.

Un avión que reconocí a la perfección nos sobrevoló, dejándome saber que Ward había conseguido sacar el oro de la isla.

—Y ahí va el oro, mierda —exclamó mi mejor amigo furioso, pero no me soltó, siguió rodeándome con sus brazos con protección, haciéndome sentir segura.

Pope comenzó a golpear todo tipo de cosas a su alrededor mientras exclamaba maldiciones, pues había sacrificado su futuro para llegar al aeródromo.

—Me preguntaba cuándo llegaría este día —masculló JJ acercándose a él—. Toma, un porro no le viene mal a nadie.

—¡JJ!

—Tranquilízate, Pey.

¿Qué coño creía que estaba haciendo?

Suficientes problemas teníamos por el momento como para tener que preocuparnos de Pope por estar colocado.

—Sabes que él no fuma —las palabras de Kiara fueron contradichas cuando nuestro amigo agarró el porro y le dio una larga calada.

—Pope. Fumar eso no te va a hacer sentir mejor —le aseguré, pues jamás ayudó a Rafe.

—Me he quedado sin beca. Me he marchado en mitad de la entrevista, ya no me la darán. Se acabó —Otra calada.

—Bienvenido a mi mundo —JJ rodeó sus hombros con su brazo.

—JJ —le advertí empezando a enfadarme.

¿Cómo no era consciente de la gravedad de la situación?

—¿Qué, Pey? Tiene razón. Ya no importa nada —un bufido escapó de mis labios antes de divisar a John B llegando hasta nosotros.

Corrí hacia él sin pensarlo antes de abrazarlo por el cuello, aliviada de saber que se encontraba bien. Él me envolvió entre sus brazos con fuerza, como si no quisiera que acabara nunca. Escuché los pasos de los chicos acercarse a nosotros, pero ninguno se movió, de hecho, hundí mi cara en su cuello antes de sentir su agarre reforzarse a mi alrededor.

—¿De quién es la sangre de vuestras manos, chicos? —preguntó Kiara de lo más confusa, pero no obtuvo respuesta.

Supuse que al haber estado tan lejos, no había sabido divisar de quién era el cuerpo en el aeródromo.

En cuanto distinguimos sirenas de policía de fondo, acercándose a nuestra posición, JB y yo nos separamos con rapidez antes de seguir a los Pogues hacia un pequeño escondite.

Lo último que necesitábamos era que la policía nos viera cubiertos de sangre.

—Chicos ¿para qué venimos a comisaría? —el rubio seguía sin entender el motivo cuando Kie aparcó frente a ella.

—Tenemos que contarles lo que ha pasado —la tos de Pope interrumpió a mi novio.

—Con calma, Pope —le pidió JJ respecto al porro que seguía fumando antes de volver a centrar su atención en nosotros—. Una cosa es que acabes en la boca del lobo, pero no entras a propósito. Como siempre me decía mi padre: "jamás, confíes en un poli, no importan las circunstancias".

—Tu padre es un mentiroso abusivo —le recordé, lo que provocó que golpeara mi brazo a modo de queja.

—Yo estoy con JJ en esta, a la mierda la poli —habló Pope, llamando de nuevo nuestra atención.

—¿Te has pasado al lado oscuro? —nuestra mejor amiga parecía de lo más confusa.

—¿Cuándo nos ha ayudado la policía?

—Ella cuidó de mí, ¿vale? —le explicó JB con la voz quebrada—. O al menos lo intentó. Deben saberlo.

Al no escuchar protesta, abrió la puerta y me extendió la mano. Sin dudarlo un segundo la agarré antes de empezar a caminar hacia la comisaría.

No pensaba dejarlo solo en aquello.

—No es un buen momento, chicos —nos dejó saber la recepcionista al vernos entrar.

—Sabemos quién ha disparado a la sheriff —hablé, intentando tragar el nudo que se había formado en mi garganta.

Matado.

Rafe la había matado.

Aún estaba intentando procesarlo.

—Traeré un agente.

John B debió notar mi mano temblar, pues tiró de mí hacia él antes de abrazarme y depositar un beso en mi cabeza.

—Tenemos un sospechoso del 31, John Routledge escuchamos que anunciaba el agente Shoupe por la radio, poniéndonos en alerta.

—Recibido, a todas las unidades, buscamos a John Routledge.

—Varón blanco, 16 años, 1'80, vestía bermudas, una camiseta blanca y una sudadera roja palo. También ha secuestrado a una de las hijas de los Cameron, Peyton —mi corazón se aceleró ante la frase.

¿Secuestrado?

En ese instante, dos agentes entraron por la puerta trasera, la que se situaba frente a nosotros.

—No te muevas, Routledge. Tranquila, Peyton, no dejaremos que te lleve con él —su mano estaba sobre la cartuchera de su pistola, así que me giré hacia JB comenzando a asustarme.

—Corre.

No pensaba dejar que lo arrestaran por un delito que no había cometido, incluso si eso significaba que me tenía que alejar de él..

—No pienso irme sin ti.

No hizo falta que dijera nada más.

Comencé a correr agarrada de su mano hacia la furgoneta, tirando de él en el proceso.

—¡Arranca el coche, Kiara!

Ella no dudó antes de acatar mis órdenes. Puso el vehículo en marcha justo cuando JB y yo entrábamos en ella, intentando cerrar la puerta en el proceso, pero una agente comenzó a tirar de ella.

—¿Qué habéis hecho? —nos preguntó ella histérica mientras aceleraba.

—¡Abre la puerta! —nos ordenó Pope, pero dudé.

No tenía claro si debía obedecer las órdenes de un chico que iba puesto.

A diferencia de mí, John B acató al instante, provocando que la agente que tenía sujeta la puerta cayera al suelo, permitiéndonos cerrar la puerta.

Solté un suspiro de alivio antes de sentir a mi novio abrazarme con fuerza. No mucho después sentí sus lágrimas comenzar a humedecer mi camiseta, pero no podía importarme lo más mínimo.

¿Cómo había podido mi padre decirle a la policía que había sido John B el asesino? ¿Y que sobre eso, me había secuestrado?

Kiara condujo hasta un escondite donde pudimos ocultar el vehículo en mitad del bosque. Pasamos allí la noche, aunque ninguno pudo dormir demasiado, ya que las patrullas de policía pasaban cada poco tiempo por la carretera.

Me encontraba tumbada entre JJ y John B, abrazada al segundo, escuchando la radio cuando escuchamos las sirenas de los coches policiales más cerca que las anteriores veces, por lo que nos impulsamos levemente para mirar por la ventana trasera. Por suerte, los vehículos pasaron de largo.

No hay detenidos por el asesinato de la sheriff Peterkin. La policía ha emitido un comunicado en referencia a un sospechoso... —Kiara apagó la radio molesta ante la noticia.

—Pensemos. ¿A quién va a creer la policía? ¿A Ward Cameron o a nosotros? —rompió el silencio JJ y odiaba darle la razón, pero en ese caso la tenía—. Yucatán es la única opción. ¿Qué otra cosa puedes hacer?

—Para ya con lo de México, ¿vale? Peyton me ayudará —le aseguró John B harto de la idea.

—Ella estaba de testigo —le recordó Kie.

—¿Y va a delatar a su hermano? —todas las miradas cayeron en mí—. No hay ninguna posibilidad. Es nuestra mejor amiga, tu novia y todo eso, pero sigue siendo una Kook. Va a proteger a su familia.

—Vosotros sois mi familia, idiota. Ya es hora de que te entre en la cabeza —espeté furiosa.

¿Cómo debía decírselo para que le quedara claro?

Estaba harta de tanta desconfianza por su parte.

°𖥸°

No podíamos seguir escondidos para siempre, así que condujeron hasta el muelle antes de que Pope fuese a comprar tickets para el ferry, pues necesitábamos salir de la isla. 

Apenas unos segundos después volvió a entrar en el coche, provocando varios ceños fruncidos en el grupo.

No podía haberlos comprado con tanta rapidez.

—Malas noticias —me extendió un papel.

Palidecí al darme cuenta de lo que era. Se trataba de un cartel de "Se Busca" con una recompensa de veinticinco mil dólares a cambio de entregar a John B.

—Mierda.

—¿Qué es? —preguntó él quitándose la manta que se había colocado encima para no ser visto por las ventanas.

—Hay carteles de se busca con nuestras caras.

Una foto mía se situaba junto a la suya sobre un título de "secuestrada".

—Genial, la isla entera está buscando a la parejita —habló JJ con frustración—. Enhorabuena, sois famosos —Se ganó un golpe en el brazo como respuesta.

—Deberíamos ir a nuestro barco y esperar —propuso Kiara.

—Está en el château.

—La policía lo tendrá vigilado, Kie —le dejé saber antes de pasarme las manos por la cara frustrada.

¿Qué se supone que debíamos hacer?

—Dejarme pensar —pidió Pope, pues nuestros amigos comenzaron a discutir sobre lo estúpida que había sido la idea—. JJ. ¿Tu padre tiene aún ese barco? La Phantom. ¿La que usabas para competir en carreras?

—Puede ser —respondió él sin comprender por qué era importante en ese instante.

—Con él llegaríais hasta la costa.

Me alegraba saber que aunque estuviera drogado, seguía teniendo la misma capacidad para trazar planes brillantes.

—¿Llegarían? —repitió el rubio confuso.

—Todos sabemos que John B no va a irse sin Peyton —todas las miradas quedaron fijas en mí.

—¿Vendrás conmigo?

No tuve que pensar la respuesta.

—Juntos hasta el final —él sonrió antes de abrazarme con fuerza.

—No sé dónde están las llaves —nos avisó JJ.

—Pues encuéntralas. ¿Por qué aquí no se mueve nadie? —se quejó Pope alterado, señalando la carretera, que parecía estar en un atasco.

—¿Quieres tranquilizarte? ¿Cuánta hierba le has dado, JJ?

En ese instante, al mirar por la ventana, divisé varias personas señalando la furgoneta del padre de Kie, la cual le había robado, obviamente.

—Tu coche sale en el poster, Kie —llamé su atención.

Pope comenzó a pitar con el claxon, llamando aún más la atención de las personas a nuestro alrededor.

—¡Mira mamá, son los chicos del cartel, están ahí mismo! —un niño me señaló, así que me agaché, quedando abrazada a John B, quien seguía tumbado en el suelo de la furgoneta.

—Tenemos un chivato ¡Pope, arranca el coche! Chicos, no levantéis la cabeza —puso orden JJ.

Al notar que comenzaba a temblar aterrada una vez más, mi novio comenzó a acariciar mi espalda con suavidad, intentando tranquilizarme.

Cualquiera diría que era a mí a quién buscaban por asesinato y secuestro.

—¡Eh! —golpeó un hombre el cristal del vehículo—. ¡Están aquí! Los he encontrado.

JB y yo nos tapamos las caras con mi chaqueta mientras todo a nuestro alrededor se volvía un caos. Gritos por todas partes inundaron la furgoneta. Los Pogues, los ciudadanos, la policía...

Cerré mis ojos con fuerza intentando no ser envuelta por el miedo, pero un frenazo del coche dificultó la situación. Parecía que Pope había chocado con el coche que tenía enfrente, lo que provocó aún más berridos por parte de mis mejores amigos.

El vehículo comenzó a acelerar demasiado, tanto que comenzamos a preocuparnos por el exceso de velocidad que estaba tomando.

—¡Pope! —se quejó Kiara agarrada con fuerza al apoyabrazos del asiento.

—¿Qué narices haces? —añadí incorporándome.

—Es el mejor momento de mi vida —exclamó entusiasmado.

—Mi madre me va a matar —masculló Kie, pues Pope había chocado con varios buzones y una pequeña farola en el corto trayecto realizado, huyendo de la policía.

—Yo no soy el más indicado para hablar, pero no estás capacitado para conducir, Pope. ¡Para! —el coche se detuvo en seco al instante.

—John B, bájate —le ordenó nuestro amigo, provocando un ceño fruncido en el rostro del nombrado.

—Tiene razón. Nosotros distraemos a la policía, tú corres. Nos vemos mañana en el vertedero.

Sin dudarlo, mi novio acató y, al bajarse del vehículo se me quedó mirando, pero negué con la cabeza.

—No voy contigo, John B. Que vayamos los dos juntos sería muy llamativo y si realmente creen que me tienes secuestrada, no pensaran que me has dejado sola. Nos vemos mañana —no pareció convencido por la idea—. JJ cuidará de mí.

—Te lo prometo —me dio la razón—. Mañana a las 3 —tras despedirse con un casto beso, cerró la puerta y salió corriendo

—Vamos a mi casa.

—¿Estás loca? —JJ no daba crédito a lo que oía.

—Tenemos que buscar a Sarah. Ella estaba allí, puede ayudarnos —no parecieron convencidos de ello.

—Es una Kook —me recordó Pope.

—También es mi hermana —Me sorprendió que fuera Kie la primera en acceder.

—Vamos.

—¿Hablas en serio? —preguntó Pope sin creer lo que escuchaba mientras Kie conducía en dirección a Figure Eight.

—Pey tiene razón, sin la ayuda de Sarah, John B no va a salir de esta.

Agradecía mucho su apoyo, pues sabía lo duro que era para ella confiar en mi hermana después de lo que sucedió entre ellas en su año Kook.

En cuanto la furgoneta se detuvo, divisé las luces de la habitación de Sarah encendidas, así que les hice un gesto a los Pogues para salir de la furgoneta, la que acataron sin protesta.

—¿Estás segura de que puedes subir? —me preguntó Pope mirando la ventana, haciéndome sonreír.

—JJ es mi mejor amigo desde hace tres años, podría escalar cualquier cosa —susurré antes de intentar comenzar la escalada por el árbol que se situaba frente a la ventana de la habitación de mi hermana, pero el nombrado me agarró del brazo.

—Pey, si te pasa algo John B me mata.

—No hace falta que disimules, sé que sufrirías si algo me pasara —me burlé, provocando una sonrisa en sus labios.

—Ten cuidado —dio por terminada la conversación.

No tuve mucho problema en entrar al pequeño balcón que daba a la habitación de Sarah, pues estando castigada en el pasado, entraba y salía de casa por él para que Ward no supiera que había salido con los Pogues.

Al escucharme caminar, mi hermana se acercó a la ventana y soltó un suspiro de alivio al verme.

Su sonrisa se desvaneció cuando leyó el cartel que había colocado frente a ella, el de la recompensa por mí y JB.

—¿Has sido tú? —aunque sabía la respuesta, necesitaba escucharla.

—¿Crees que he sido yo?

—No —admití, pues era la razón. Ella jamás hubiera acusado a alguien inocente de algo así.

—Papá me tienen encerrada para que no hable.

—Espera aquí —le pedí antes de asomarme por el balcón—. Haced ruido.

—¿Ruido?

—Tengo que romper la ventana de Sarah, necesito algo que tape el sonido.

Kie levantó los pulgares en señal de afirmación antes de salir corriendo junto a Pope.

—Voy arrancando el coche —me dejó saber JJ antes de desaparecer de mi campo de visión.

La sirena del coche de Rafe comenzó a sonar de fondo, así que volví a la ventana de la habitación y me coloqué la ensangrentada bandana de John B como protección en la mano.

—Apártate —le ordené y, al ver que acataba la orden, golpeé el cristal con fuerza.

Le extendí la mano para ayudarla a salir antes de bajar por el árbol con sumo cuidado, pues esa vez no había nadie debajo en caso de caernos.

Kiara aceleró en cuanto estuvimos sentadas en el interior de la furgoneta con la respiración acelerada, intentando regularla.

—Necesito que mañana vengas conmigo a decir la verdad sobre lo que ha ocurrido en el aeródromo. No pueden acusar a John B de ello y pensar que saldrán impunes —rompí el silencio.

—Eso significa ir en contra de papá y Rafe —dedujo con las manos temblorosas.

—Es lo correcto, Sarah. Mi novio está huyendo de la policía por un crimen que no ha cometido —agarré su mano con fuerza.

Necesitaba que entendiera lo importante que aquello era para mí.

—Vale.

Kiara detuvo la furgoneta en un desvío de la carretera, pues mi teléfono había comenzado a sonar.

—Es Topper.

Todos se giraron hacia mí con intriga, así que contesté a la llamada antes de ponerlo en el modo "Manos libres", es decir, en altavoz.

—¿Qué pasa, Top?

¿A quién llamas? ¿Qué haces con el teléfono, Top? —Era la voz de Aaron la que se escuchaba al otro lado de la línea.

—¿Qué está pasando? —preguntó Kie en un susurro.

No estoy llamando a nadie, Ronnie. Solo estoy grabando la conversación para la policía —mintió su hermano, pero seguía sin entender por qué.

¿Crees que Peyton va a sacarte de esta, John B? Estás de mierda hasta el cuello.

—¿Acaba de decir lo que creo que acaba de decir? —preguntó JJ centrando toda su atención en la llamada.

—¿Todo esto es por ella? No te quiere, Aaron. Sé que te duele, pero cuanto antes lo superes, mejor te irá.

Era él, sin ninguna duda.

Sabías que sentía cosas por ella, ¿verdad?

Ronnie, déjalo. Kelce llegará enseguida con la policía y se lo llevarán de una vez por todas.

Por eso había llamado. Nos estaba diciendo dónde estaban.

Sin tener que explicarlo, Kiara puso en marcha la furgoneta y comenzó a conducir hacia la casa del nombrado, la cual se encontraba en la otra punta de la isla.

Necesito saberlo, Top —el silencio fue su señal para continuar con el interrogatorio—. ¿La quieres?

Es complicado —respondió mi novio y mi hermana agarró mi mano en señal de apoyo mientras JJ me miraba con incertidumbre, sin saber muy bien cómo reaccionaría ante aquella palabra.

Complicado.

Siendo honesta, esa es la palabra que mejor describía nuestra relación en aquel momento. Había sido una maldita montaña rusa de altibajos desde el inicio, así que no me molestó la respuesta.

—¡O la quieres, o no, John B! Es una respuesta sencilla.

No lo sé, Ronnie. Es mi mejor amiga, sé que la quiero de esa forma, pero somos pareja desde hace poco tiempo y aún estoy intentando entender lo que siento.

¿Qué sientes al estar con ella?

Ronnie, deja de torturarte —le pidió Topper cansado, pero no se dio por vencido.

Necesito entender porque dejó vuestro trato por él, pero no por mí. ¿Qué tiene él que no tenga yo?

La única razón por la que no había cortado la llamada hacía tiempo, era porque necesitaba cerciorarme de que no le sucediera nada a John B por culpa del hermano menor de los Thornton.

Responde, Pogue.

—Es divertido y emocionante —hubo una pequeña pausa en la que creí que no continuaría hablando, pero me equivoqué—. Siento que puedo contarle cualquier cosa y que aún así ella sonreirá mientras se ruboriza, como cada vez que se pone nerviosa.

Ella nunca se ruboriza —la confusión era más que notoria en su voz.

Sí, sí que lo hace, de hecho, cada vez que aparta la mirada para que no la veas roja como un tomate, me da un vuelco el corazón, porque no sabe lo preciosa que está cuando sonríe de manera nerviosa —JJ rodeó mis hombros con su brazo mientras una sonrisa se pintaba en sus labios.

—Te estás ruborizando —susurró contra mi oído, ganándose un golpe en el brazo en respuesta.

—No lo sé, Ronnie, a veces es como estar en una película.

—¿Cómo estar en una puta peli? ¡Eso no es amor! —vociferó furioso.

Estoy enamorado de ella —habló John B de repente, provocando que mi corazón comenzara a bombear sangre con más rapidez—. Y sé que es duro, pero llevo enamorado de ella desde el día en el que chocamos en la playa —una sonrisa se formó en mis labios al escuchar aquello.

—¿Llevas tres años enamorado de ella y no has hecho nada hasta este verano?

Yo no era la persona correcta para ella, pero aún así Peyton me eligió a mí, Aaron y siento mucho que eso te duela.

Tengo suerte entonces de que no vayas a volver a verla, porque vas a pasarte el resto de tu vida en la cárcel —estaba furioso, incluso JJ se sorprendió del tono frío que utilizó.

La llamada se cortó en ese instante, dejándome muy mal cuerpo.

—Vamos a llegar a tiempo —me aseguró el rubio antes de dejar un beso en mi frente.

Los minutos siguientes se me hicieron eternos, pero cuando nos aproximamos a la casa y vi varios coches de policía, le pedí a Kiara que frenara.

—Voy sola desde aquí —les dejé saber, provocando varios ceños fruncidos.

—Ten cuidado. Que no te vean —me pidió Kiara antes de pasar hacia la parte trasera del vehículo y abrazarme con fuerza.

—Ponte mi chaqueta, la tuya está llena de sangre —me ofreció Pope, a lo que sonreí antes de cambiarme la prenda.

—Mañana en frente del Naufragio —informé a Sarah.

—Allí nos vemos.

—Pey, si te pasa algo...

—Lo sé —le interrumpí antes de abrazar a mi mejor amigo con fuerza—. Te quiero mucho, JJ.

—Y yo a ti, cari. John B tienen mucha suerte de tenerte a su lado.

—Y yo de tenerte a ti —añadí, haciéndole sonreír.

Al salir del vehículo, me coloqué la capucha de la sudadera antes de acercarme a la casa, donde divisé a Topper.

—Pey —suspiró aliviado al envolverme entre sus brazos—. ¿Estás bien?

—Sí, gracias por llamarme.

—Salió corriendo hacia allí —me señaló la iglesia a la que JB me llevó días atrás.

—¿Por qué me ayudas?

Todo el mundo creía que John B era un asesino, así que no entendía el motivo por el cual Topper me ayudaba.

—Me llamó Sarah para contarme lo que había sucedido. Y por la preocupación en tus ojos, creo que tu versión de la historia es la misma que la suya —sus manos agarraron las mías antes de darles un pequeño apretón—. Ten cuidado.

—Gracias, Top.

Dada por terminada la conversación, salí corriendo hacia la iglesia mientras escuchaba a Topper dirigiendo a la policía en la dirección contraria.

Cuando dejemos de ser buscados por la policía, debo invitarle a comer.

Mis manos temblaban por la anticipación. Si JB no estaba dentro, no sabría dónde más buscarlo.

Subí las escaleras de mano con toda la rapidez que pude antes de abrir la trampilla, dejándome ver a John B sujetando un candelabro a modo de arma.

—Hola —mis ojos estaban cristalizados.

—¿Qué haces...? —balbuceó dejando la pieza de lado con una sonrisa que gritaba alivio.

Sin pensarlo, lo abracé con fuerza, dejando caer las lágrimas acumuladas en mis ojos. La tranquilidad que me invadió por saber que estaba a salvo no se puede expresar con palabras.

—¿Estás bien? —agarré su rostro entre mis manos.

—Sí. ¿Lo estás tú?

Asentí con la cabeza antes de juntar nuestros labios.

¿Cómo un gesto tan simple como un beso podía significar tantas cosas a la vez?

—¿Has pensado alguna vez en casarte? —pregunté de repente, haciéndole reír, que era el objetivo.

Sentí sus músculos relajarse bajo mis manos antes de apoyar mi frente contra la suya.

—Las bodas son muy caras.

—Suerte que sales con la princesa Kook —sonreí ante la idea.

—¿Me estás pidiendo matrimonio, princesa?

—Puede —admití, pues no sabía muy bien a dónde iba dirigida la conversación—. Solo sé que ya no puedo imaginar mi vida sin ti a mi lado.

Su sonrisa en ese instante, podría haber iluminado ciudades enteras.

Un ruido bajo la trampilla nos volvió a poner en alerta. John B se colocó frente a mí de manera protectora mientras alumbraba la pequeña puerta de madera con una linterna. Ronnie apareció en nuestros campos de visión pocos segundos después.

—¿Qué coño haces aquí? —gritó John B con el candelabro de nuevo en la mano, dispuesto a utilizarlo contra mi antiguo amigo Kook.

—Escúchame, tenías razón, ¿vale? Sólo necesito hablar con Pey un segundo —habló terminando de subir las escaleras, quedando a nuestra altura.

—No te muevas —le ordenó mi novio sin apartarse de mi lado.

—¿Qué quieres?

—El rumor que te jodió... Estaba enfadado y borracho, me salió sin pensar. Lo intenté solucionar al día siguiente, pero ya se había extendido por la isla. Pero no puedes culparme completamente, te advertí sobre los Pogues, ¿lo recuerdas? Mira dónde estás por su culpa —señaló a JB con la cabeza.

—Es inocente, Ronnie.

—¿Quién lo hizo, entonces? —no creía mis palabras, su tono burlón lo delataba.

—Rafe —ni siquiera lo dudé.

—¿De qué estás hablando?

—¿Por qué iba a decir que fue mi propio hermano, si no fuera cierto? Sarah y yo estábamos allí.

—No me mientas, Peyton —intentó acercarse a mí, pero John B lo detuvo al instante, colocando una mano sobre su pecho.

—La sheriff estaba intentando detener a mi padre y Rafe le disparó —pareció dolido ante la confesión, pues él y Rafe solían ser buenos amigos antes del incidente en el nido del halcón.

—No —negó con la cabeza.

—Es mi hermano, Ronnie. ¿Por qué iba a mentirte?

—Siempre has odiado a Rafe —intentó buscar alguna excusa.

—Tú mejor que nadie sabes que eso no es cierto. Me convertí en aquella asquerosa persona para intentar agradarle, pero me cansé de fingir. Es mi hermano y le quiero, pero también es un asesino.

Las sirenas de policía interrumpieron nuestra pequeña charla.

—Tenemos que irnos —habló John B, y asentí con la cabeza en respuesta.

—Pey, déjame demostrarte que lo siento —me pidió agarrando mi brazo.

Lo siguiente que sé, es que Aaron llevaba puesta la sudadera de John B y que había salido de la iglesia haciendo de cebo mientras John B y yo escapábamos por la puerta trasera.

No fue complicado huir, pues había comenzado un incendio en el edificio y pudimos escapar entre el humo y las llamas. 

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