𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓
𝐏𝐀𝐑𝐓𝐍𝐄𝐑𝐒 𝐈𝐍 𝐂𝐑𝐈𝐌𝐄 | 𝐬𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭
❛𝐍𝐎 𝐎𝐍𝐄 𝐇𝐀𝐒 𝐄𝐕𝐄𝐑 𝐇𝐔𝐑𝐓 𝐌𝐄 𝐀𝐒 𝐌𝐔𝐂𝐇 𝐀𝐒 𝐘𝐎𝐔 𝐃𝐈𝐃❜
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—¡Cierra la puta puerta! —le ordenó Carl a Lip cuando éste entró al baño.
—Perdón —se disculpó el mayor cerrando la puerta mientras miraba a su hermano pequeño con el ceño fruncido, ya que tenía medio cuerpo fuera de la ventana—. ¿Qué haces?
—Tengo que ir a comprar unas cosas y a hablar con Lia, pero Kass ya está abajo haciendo el desayuno —le explicó el menor, ya que la rubia le había prohibido completamente ir a la escuela militar o acercarse a la latina—. Dile que estoy en la ducha.
—Sí, vale. ¿Cuánto tiempo vas...? —empezó a preguntar, pero Carl saltó por la ventana antes de que Lip pudiese acabar la frase.
El menor salió corriendo hacia la casa de Lia intentando evitar las ventanas de su casa en caso de que a Kassidi se le ocurriese mirar por ellas.
Por el camino, Carl empezó a pensar en qué podría decirle a Lia para que ésta le perdonase, pero no sirvió de mucho, ya que, al llegar a casa de las Rivera, aún estaba en blanco, sin saber qué iba a decir.
Tras respirar hondo un par de veces, con las manos temblorosas, llamó a la puerta, la cual no tardó en ser abierta por la mayor de las hermanas.
—Hola, Carl —le saludó ella con una sonrisa.
—Hola, Ju. ¿Está Lia? —le preguntó nervioso.
—¿Estás seguro de que quieres hablar con ella? No va a gustarte lo que tiene que decirte —le advirtió ella, pero Carl asintió con la cabeza.
—Necesito hablar con ella, Ju. No puedo seguir así.
—Vale, pero que conste que te he avisado —le recordó June antes de gritar el nombre de su hermana.
—¿Qué quieres? —le gritó la menor de vuelta desde la cocina.
—¡Tienes visita! —le respondió June, haciendo suspirar a Lia.
La menor caminó hasta la puerta y, al ver a Carl, se le tensó la mandíbula, gesto que no pasó desapercibido para su hermana, así que decidió quedarse cerca.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó Lia casi molesta.
—¿Puedo pasar? Tengo que hablar contigo —le pidió Carl con súplica en los ojos, pero a la latina no le importó en absoluto.
—No tenemos nada de lo que hablar, Gallagher —le aseguró ella, y Carl la miró dolido.
—Lia, por favor —le suplicó Carl, haciendo que la menor se ganase un golpe en el costillar por parte de su hermana mayor.
Lia suspiró antes de salir de la casa y cerrar la puerta a sus espaldas para que June no fuese a intentar escuchar su conversación.
—¿Qué quieres, Carl? —le preguntó cansada de aquello.
—Escúchame, necesito que me perdones. Haré lo que sea. No volveré a la escuela militar, me quedaré aquí contigo —le ofreció Carl.
—No hay nada que perdonar, Carl. Lo que está pasando aquí es que yo ya no te necesito y no puedes soportarlo —le respondió ella, y aquello fue como una patada en el estómago para Carl.
—Lia... —intentó decir él, pero la mencionada dio un paso atrás antes de interrumpirlo.
—Olvídate de mí, por favor, Carl. Jamás nadie me había hecho tanto daño como tú —le dejó saber ella con un nudo en la garganta, ya que Lia nunca expresaba sus sentimientos, pero en esa ocasión lo vio necesario—. Así que, te lo ruego, déjame en paz de una vez.
Una vez dicho eso, Lia empezó a caminar de nuevo hacia casa mientras Carl la miraba con el corazón en un puño. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras veía a su antigua mejor amiga alejarse de él.
Sus palabras se quedaron grabadas en su corazón como un puñal que no conseguía sacar, por mucho que tirase.
“Jamás nadie me había hecho tanto daño como tú”
Carl se sintió como una basura de persona y, tras unos segundos, June salió de la casa con una mueca triste.
—Me caes bien, Gallagher, pero deberías marcharte —le aconsejó ella, así que el menor se limitó a asentir con la cabeza antes de darse la vuelta y empezar a caminar hacia el centro comercial de Chicago para comprar las cosas que le faltaban para el colegio mientras intentaba deshacerse de aquel molesto nudo en el pecho.
Carl tuvo que luchar mucho para que las lágrimas no cayesen de sus ojos, ya que, cada vez que la imagen de Lia venía a su mente, sus ojos volvían a llenarse de ellas.
Mientras tanto, en casa de las Rivera, June estaba sentada frente a la puerta de Lia intentando hablar con ella, pero la menor se había encerrado, y no parecía que tuviese intención de salir de allí en un tiempo cercano.
—Lia, por favor, habla conmigo —le pidió su hermana, pero no hubo respuesta—. Sé que le quieres, mi vida, pero a veces eso no es suficiente, y sé que duele, pero no puedes encerrarte para ocultar tus sentimientos porque al final explotarán, y será mucho peor.
—Déjame en paz —le pidió Lia y, por su voz, June supo que estaba llorando.
Aunque sabía que iba a doler, la mayor supo que tenía que decirle lo siguiente, por mucho que fuese a odiarla por ello.
—Te quiero, Lia, pero no puedes seguir haciendo esto. No puedes seguir encerrándote en tu habitación como una niña pequeña por querer ignorar tus problemas. Porque, cuando salgas de esa habitación, Carl seguirá casado con Kassidi, y tú seguirás aquí deprimida y con el corazón roto.
June no obtuvo respuesta, pero pudo escuchar pequeños sollozos de su hermana al otro lado de la puerta, lo que le partió el alma.
No había nada que June deseara más que poder ayudar a su hermana, pero era demasiado complicado si ella no le dejaba hacerlo.
De repente, de la nada, la mayor escuchó el pestillo de la puerta abrirse y, tras unos segundos, abrió la puerta con lentitud, sin creer que Lia le hubiese dejado entrar.
Pudo divisar a su hermana llorando en el suelo contra la pared mientras abrazaba aquel pequeño oso de peluche que le había regalado Henry años atrás.
—Mi amor... —susurró June mientras se acercaba a ella. En cuanto llego a su lado, se agachó junto a su hermana antes de abrazarla con fuerza.
Lia se dejó envolver por los brazos de su hermana antes de empezar a sollozar entre ellos, completamente devastada.
—Te prometo que dejará de doler —volvió a susurrar June mientras acariciaba la cabeza de su hermana pequeña intentando consolarla.
Nota de la autora:
lo siento muchísimo por no haber actualizado antes, pero de verdad, el mes de exámenes es el peor y me está consumiendo :(
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