𝐅𝐎𝐑𝐓𝐘 𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍
𝐏𝐀𝐑𝐓𝐍𝐄𝐑𝐒 𝐈𝐍 𝐂𝐑𝐈𝐌𝐄 | 𝐬𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝐭𝐞𝐧
❛𝐓𝐎𝐔𝐂𝐇 𝐌𝐄 𝐀𝐍𝐃 𝐈'𝐋𝐋 𝐅𝐔𝐂𝐊 𝐘𝐎𝐔 𝐔𝐏❜
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Lia entró en casa de los Gallagher bostezando antes de que una sonrisa se formase en su cara.
—Hola, Sasha —la saludó Lia.
—¿Cómo estás, cariño? A parte de enorme, Dios, hace años que no te veía —comentó con pena y alegría antes de abrazarla.
June sabía lo increíble que Sasha había sido con Lia en el pasado cuando cuidaba de ella, así que decidió contratarla para que cuidara de Henry mientras ella y Lip trabajaban, pues no podían confiar siempre en que sus hermanos fueran a estar en casa.
—Mucho mejor —respondió la menor.
—Me alegro mucho, corazón —le aseguró antes de darle un beso en la frente y seguir haciendo el desayuno.
—Buenos días —saludó Lia a Ian, Liam y Carl, quienes estaban sentados en la mesa de la cocina.
—Buenos días —respondieron los tres al unísono antes de que la latina se sentara en el regazo de su novio.
—Hola —susurró ella antes de darle un beso.
—Aquí tenéis. Un desayuno en condiciones —anunció Sasha colocando un plato frente a Liam y un café frente a Lia—. Este azúcar y los cereales os matarán.
—¿Era Mickey está mañana? —le preguntó Carl a su hermano.
—Sí.
—¿No vivía con vosotros? —preguntó Natalia perdida.
—Lo han dejado —le informó Liam.
—¿Qué? ¿Qué más me he perdido mientras no estaba?
—Luego te pongo al día —le susurró Carl y ella asintió con la cabeza.
—¿Dónde ha estado? —le preguntó Lia.
—Con Byron, un chico con mucha pluma.
—¿Pluma? —preguntó Liam confuso.
—Ya sabes, como el hijo de la señora Del Rey. Pantalones de yoga y purpurina —le explicó Carl.
—No siempre —le corrigió su novia.
—Pero sí —respondió Ian mientras Sasha colocaba otro plato frente a Lia y a Carl bastante más grande que el de Liam, con dos tenedores para que pudieran compartir el plato.
—¿Así que si le dices a alguien que no te vas a casar con ellos, significa que pueden acostarse con otras personas? —le preguntó el menor.
—Lia me dijo que no se iba a casar conmigo todavía.
—Y si se acuesta con otra persona pienso colgarlo del techo por los pies hasta que muera —le dejó saber ella antes de darle un trago a su café.
—No —respondió Ian llamando la atención de sus hermanos—. Pero el IQ emocional de Mickey es más bajo el IQ real de Carl.
—Mierda, estás jodido —comentó Carl antes de darle un mordisco a su desayuno.
—No quiero ser yo quien le dé la razón en algo así, pero tiene razón. Estás jodido —le apoyó Lia.
—No, lo sacará de su sistema y hablaremos de ello como adultos. Estará bien —les aseguró el pelirrojo antes de que June y Lip entrasen en la casa.
—Ahí está una de mis chicas favoritas. ¿Cómo estás, preciosa? —le preguntó Sasha antes de abrazarla.
—Cansada. Henry se ha pasado la noche llorando —explicó antes de servirse un café.
—¿He escuchado una scooter venir aquí está mañana? —preguntó Lip.
—Mickey —respondió Ian tras suspirar.
—Está saliendo con un chico con pluma —añadió Liam, haciendo sonreír a Lia.
—¿Oh, así que lo dejaste tirado en el altar?
—No lo dejé tirado en el altar —se defendió Ian, pero todos le llevaron la contraria—. Era el ayuntamiento. Solo nos íbamos a casar para librarnos de la policía.
—¿Qué es ese olor? —preguntó June con su hijo en brazos.
—Superioridad moral —respondió el pelirrojo frustrado.
—No, el aire huele... limpio.
—¿Dónde está Frank? No lo he visto en un tiempo —preguntó Liam.
—Disfrutad mientras dure. No tardará en volver a atufar el aire —les aconsejó Lip dejando a Henry en su cuna.
Todos acabaron marchándose a trabajar menos Lia, quien se quedó con Ian en la casa para intentar animarle.
—¿Sabes que la mitad de los matrimonios acaban en divorcio?
—Deja de leer esa mierda, Ian.
—La mitad, Lia. ¿Para qué sirve entonces?
—Ayuda con los impuestos —respondió ella encogiendo los hombros.
—Solo ayuda si pagas impuestos —le recordó Ian.
—¡La ley! ¡Las manos donde pueda verlas! —gritó Carl tras abrir la puerta de golpe, lo que hizo rodar los ojos de Lia.
—Dios mío —murmuró exageradamente.
—Tenemos un hombre blanco, una mujer de nacionalidad de habla hispana y un menor en la cocina, señor —le informó una chica.
—Los tres al suelo ahora —les ordenó Carl.
—No —respondió Liam.
—Cállate la puta boca —le pidió Ian y su hermano miró a Lia.
—Ni lo sueñes, mi amor.
—Me estáis haciendo quedar mal delante de los cadetes —se quejó, así que Ian le dio un puñetazo en el estómago como respuesta.
—Vuelve a pegarle y te romperé la otra pierna, Zanahoria —le advirtió la latina, haciendo sonreír a Liam antes de que June volviese a entrar en la casa.
—Aidan, cachéala —le ordenó Carl.
—Tócame y te parto la cara.
—Aidan, déjalo. Señora, ¿a dónde va?
—A aguantar idiotas en el hospital, cuñi —le respondió mientras abría la nevera para coger su comida.
—¿Te importa si usamos la caravana para asuntos policiales?
June y Lip estaban viviendo en una autocaravana, ya que desde el accidente de Lia y Marcus, June se negó en rotundo a vivir allí. Sobre todo después de descubrir que los padres de las latinas le habían dejado la casa a Lia.
Y como Lip no quería ser un mantenido, se negaba a que June pagase una casa para ambos que él no pudiera permitirse.
—No tienes permitido hurgar entre mis cosas —le advirtió.
—Solo necesito un lugar pequeño y deprimente, algún sitio que rompa el espíritu de un hombre.
—Suena como tu habitación —comentó Lia, haciendo reír a sus hermanos.
—Creía que te encantaba mi habitación —se quejó ofendido.
—No, me encantas tú. Son dos cosas diferentes.
—Cadetes, al piso de arriba para el entrenamiento de interrogación oficial —les ordenó Carl antes de acercarse a su novia y darle un rápido beso.
—Ey —saludó Debbie entrando a la cocina, lo que volvió el ambiente incómodo, pues Lia y ella seguían estando mal.
—Hola —le saludó Ian mientras Carl y sus enanitos subían al segundo piso.
—¿Sabéis que las personas ricas cuentan el número de hilos en sus sábanas?
—Que le jodan a eso. Yo ni siquiera puedo contar cuantas manchas tengo en las mías.
—¿Has dormido en la casa de esa señora? —le preguntó Liam.
—Sí, tiene un jacuzzi en la habitación principal —alardeó la pelirroja—. Creo que podría estar enamorada.
—Hagas lo que hagas, no te cases con ella. El cincuenta por ciento de los matrimonios terminan en divorcio.
—Suficiente internet por hoy —anunció Lia antes de quitarle el teléfono.
—¿Por qué estás mirando estadísticas de matrimonios? —le preguntó Debs.
—Porque Mickey es un idiota y ha decidido que va a acostarse con otras personas si no me caso con él —le explicó Ian deprimido.
—Un chico purpurinoso con pluma que se llama Byron —añadió Liam.
—Mira las estadísticas. ¿Para qué hacerlo?
—Suena a que estás asustado —le dejó saber su hermana.
—¿De qué? —le preguntó Ian a la defensiva.
—Lo quieres, ¿verdad?
—Sí.
—¿Entonces, por qué no quieres hacerlo? Sabes que le haría feliz. Si tenéis que divorciaros en cinco años, hacedlo. Pasarás página, pero al menos serás feliz durante un tiempo. Voy a cambiarme, tengo que ir a recoger a mi futura hijastra.
—¿Hijastra? —le preguntó Liam confuso, pero ella lo ignoró.
—No le hagas ni puto caso. Cásate cuando tú estés preparado para casarte, no cuando a Mickey le haga feliz.
—No estoy asustado —les dejó saber Ian, ignorando a la latina.
—Vale —comentó Liam de manera sarcástica.
—No lo estoy. A la mierda, ayúdame a hacer un recado —le pidió al menor mientras bajaba su pierna rota de la silla.
—Te vas a arrepentir —canturreó Lia mientras los hermanos Gallagher salían de la casa.
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