03
Capítulo tres
Cuando era niña, mi madre se dedicó un año entero a crear un libro infantil que rescatara las leyendas de nuestros antepasados que al contarse a una niña como yo, se pudiera entender la magia y la importancia que tenía la sangre para nosotros.
Helena, mi madre, lo había escrito e ilustrado ella misma con acuarelas. Mi padre decía que heredé de mamá la habilidad artística del dibujo, la pintura y una increíble facilidad de aprender rápido.
Me leía todas las noches antes de dormir hasta que enfermó de cáncer cuando tenía 10 años, así que era yo la que tomaba el libro de mi librero y se lo leía mientras ella estaba en cama.
La magia se despertaba cada que una gran amenaza se acercaba y ahora una nueva generación de lobos nos protegería de lo que sea que estuviera a punto de pasar.
Después de la revelación de Leah, nuestra amistad más o menos había regresado a la normalidad; Aunque ahora ya no me ocultaba la verdad pocas veces podíamos vernos.
Leah me contó que estaban cazando a la vampiresa que había matado a su padre. La muy maldita se paseaba entre la zona que protegía la manada y el área que le pertenecía a los Cullen.
Vaya sorpresa que me lleve cuando supe que la infumable Isabella Swan salía con un jodido vampiro y que por su culpa, tanto la manada como el clan de vampiros estaban cazando a la chupasangre corredora. Obviamente me valía un pepino lo que sucediera con los vampiros pero la manada estaba conformada por la mayoría de personas que estimaba: Leah, Seth, Quil y Jacob; simplemente me aterraba la idea de perder a alguno de ellos, sobretodo a Jake, por muy estúpido que se estuviera comportando.
Leah se estaba metiendo en problemas por contarme a mí todo lo que pasaba con la manada, tenía que hablar con el dichoso consejo para que a ella no la reprendieran de ninguna manera.
Estaba pensando en todo eso cuando mi profesora de artes, la señorita Collins, me estaba llamando.
– Denahi, ¿Todo bien? No has empezado tu proyecto de acuarela y no veo tus bocetos.
Mire el papel completamente en blanco sobre la mesa.
– Sí, todo perfecto, solo que no me llega la inspiración, estoy trabada con esto. Empiezo el boceto, lo veo horrendo y lo desecho, es todo un ciclo interminable – tuerzo la boca y suspiro.
– Tienes que darte prisa, es el proyecto final y sabes que el director del instituto fue muy estricto con que tú tomaras las clases de arte aquí sin estar matriculada.
– Ya sé – suspire cansada. Toda esta mierda de mi madre loba, la manada y los vampiros ocupaban mi cabeza mucho tiempo. Puse mis manos en mis sienes e hice un pequeño masaje.
Al acabar la clase, tomé mis cosas y salí del Instituto de Forks. Yo estudiaba la preparatoria en la reservación pero esta no contaba con la asignatura de artes, así que armé toda una revolución para estudiar el curso de arte en el pueblo sin estar matriculada.
Ese día mi profesora, la señorita Collins, me había pedido ir en la mañana ya que saldría de la ciudad y no podría darme la clase como de costumbre en la tarde. Era una maestra genial, tenía la paciencia de un santo.
Saliendo de la puerta del instituto puedo ver la espalda de Jacob que vestía una playera negra y estaba mojado por la lluvia.
Pude percatarme también que Isabella Swan se acercaba junto con un chico más pálido que un enfermo terminal. Debía ser Edwin, ¿Así se llamaba?
Veo que estos tres se encaran y la tensión entre ellos es notable. Me acerco a ellos para saber porque demonios pelean y la verdad, aprovechando que Jake anda por aquí, para que me lleve a casa.
– Quería ver si aún eres humana – dice el vampiro junto con una expresión amarga, al parecer están discutiendo por Bella.
– Jacob, ¿Qué carajos haces aquí? Este es territorio de los Cullen.
El mencionado me mira y noto su sorpresa, aunque también creo que se eleva su mal humor. Bella me dedicó una mirada amarga y el vampiro frunce su frente, me dan ganas de levantarles el dedo medio a los tres por sus expresiones tan agrias, mi presencia ilumina sus estúpidas vidas.
– Solo quería advertirles – Jacob mira al chupasangre – si tu especie vuelve a pisar nuestras tierras...
– ¿Qué sucederá? – pregunta Swan.
– ¿Pues qué crees que sucederá niña lista? Es obvio que el tratado se anula, aunque deberían estar más agradecidos, este maldito problema ustedes lo causaron – contesto poniéndome a la defensiva. Leah ya me había soltado toda la sopa de la razón por la cual la vampiresa loca estaba acechando, creo que a mi amiga se le había pegado lo chismosa de su hermano.
Bella me mira sin comprender y su vampiro me ve molesto.
– No le dijiste...– dice Jacob.
– ¿Decirme que?
– Emmett y Paul tuvieron un mal entendido, no fue nada. – el vampiro le miente a su novia, interesante.
– Vámonos Jacob, ahora – le digo tomándolo del brazo.
– Mira eso, le mientes para sacarla de la ciudad, tiene derecho a saberlo, es a ella a quien quiere la pelirroja – Jake se encara al vampiro ignorándome completamente y soltándose de mi agarre.
– ¿Victoria? – Bella se ve consternada y mira a su chupasangre – La visión de Alice...
– Trataba de protegerte – Cullen se ve incómodo y esta situación se está volviendo precisamente eso, incómoda.
– ¿Mintiéndome? – pregunta molesta. Esto es un avance, en lo que llevo de conocer a Isabella Swan he llegado a pensar que no tiene expresión facial.
Su pálido novio se queda callado. Que situación más infantil, es claro que los 3 son unos idiotas, Bella quiere saber santo y seña de lo que ocurre a su alrededor, el vampiro quiere protegerla a toda costa (a costa de los lobos puedo apostar) y Jacob, esta enamorado de la boba, auch.
Me debato entre actuar o no pero teniendo en cuenta que mamá fue una de las precursoras del tratado no puedo dejar que estos tres idiotas arruinen lo que ella logró.
– El tratado se creó para que tanto los Cullen como los Quileutes pudieran tener una convivencia más o menos cordial y defender al pueblo y a la reservac de amenazas que los superarían en todos los aspectos. Mi madre no hizo que los lobos y los vampiros convivieran en paz para que todo se vaya a la mierda por un estúpido e innecesario triángulo amoroso así que tú, Bella Swan, debes de dejar de actuar como idiota ya que cada estupidez que haces es como escupirle a la memoria de mi madre y tú Jacob, a la de tu ancestro Ephraim Black, ni que decir de ti Edward Cullen, tienes como 200 años y actúas como un idiota niño de secundaria, estas celoso de Jake y te importa un carajo la seguridad de la manada.
Los tres se me quedaron viendo como si me hubiera salido una segunda cabeza.
Edward me miró y fue el único capaz de articular una frase.
– ¿Tu madre era Helena? – cuestiona y su voz sale con un tono melodioso que no me gusta ni tantito, como si se tratara del nombre más bello del mundo.
– Así es, por eso les exijo se comporten. Mi madre luchó toda su vida por crear un vínculo para defender la zona y están comportándose como pendejos todos ustedes.
Los tres me miran directamente, cada uno con emociones muy distintas. Bella totalmente colérica, Jacob furioso de seguramente no permitirle hacer su espectáculo como hubiera querido y Edward con curiosidad.
– Jacob, vamos a casa por favor – suspiro cansada, lo tomo del brazo e increíblemente él no aparta mi mano.
Me monto en la motocicleta y él me ofrece el casco protector.
Miro a la pareja por unos segundos y me encuentro con la mirada enfurecida de Swan. No puedo evitar sonreír mientras abrazo la cintura de Jake y recargo mi rostro en su espalda.
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