23.- 𝗦𝗨𝗖𝗖𝗨𝗕𝗨𝗦
Era una noche común y tranquila, el cielo estaba despejado y hacía una rica brisa, Gilbert dormía plácidamente, su respiración era estable y sus ronquidos sonaban débilmente. Una ventisca entró por la ventana haciéndolo temblar y despertar por el repentino frío. Soltó un gruñido y talló sus ojos, se levantó de mala gana de la cama y fue a cerrar la cortina, dio media vuelta y un ruido lo hizo sobresaltar, miró a todas las direcciones que había en su cuarto, llegó a una de las esquinas y pudo visualizar una silueta la cual estaba cubierta por la oscuridad, se quedó congelado, sus piernas no respondían y sus manos temblaban.
—¿Q-quién está ahí? —preguntó después de unos minutos, su voz salió temblorosa y parecía estar nervioso.
Una vez más, un ruido volvió a sonar, esta vez más fuerte, el sonido de unas cadena lo hizo estremecerse y la silueta comenzó a caminar acercándose cada vez más, gracias al reflejo de la luz de la luna, Gilbert pudo divisar a la figura de una mujer, sus ojos se agrandaron tanto y un sonrojo se esparció por sus mejillas. No podía describir la belleza de ese ser, ella tenía el cabello de un tono rojo sangre y vestía una lencería del mismo color y un corsé que hacía resaltar sus atributos delanteros (los cuales ya eran demasiado grandes), tenía unas medias de red y llevaba unas botas largas negras y unos brazaletes. Su mirada seductora y sus labios gruesos despertaban algo en él. Mientras más avanzaba pudo observar que también poseía dos cuernos, una cola y dos alas negras, no tan grandes pero sí muy bonitas. Ella era perfecta.
Sus piernas parecieron por fin responderle y a paso rápido llegó a su cama, comenzaba a sudar frío y sus ojos no se despegaban del cuerpo de aquella mujer. Aclaró su garganta y volvió a preguntar.
—¿Q-quién eres y por qué e-estas aquí? —vio como una sonrisa se formaba en su rostro y una de sus manos se deslizaba por su cuerpo delineando su figura.
—¿Te gusta? —preguntaste, tú voz era dulce pero coqueta, un suspiro salió de tus labios cuando viste como te recorrió con su mirada otra vez.
—N-no respondiste a mi pregunta.
—Soy _____ y hoy vengo a complacerte —contestaste, avanzaste llegando hacía su cama y comenzaste a gatear subiéndote encima suyo sin dejar todo tú peso. Gilbert se inclinó hacia atrás cediendo ante ti. Tu nariz chocó levemente con la suya, tu lengua acarició sus labios y tus ojos se conectaron con los de él. Quedó completamente hipnotizado al ver tus iris violeta, un color de ojos que él nunca había visto. Te enderezaste quedando sentada justamente en su entrepierna, tus manos se colocaron en su pantalón de dormir. Tus caderas comenzaron a moverse haciendo un vaivén y tus ojos no se despegaban de los del ojiverde.
—¿Qué haces? No, detente —intentó pararte, aunque en el fondo sentía que no debía hacerlo.
—Oh vamos, cariño. Ambos sabemos que no deseas que me detenga, ¿O si? —un aroma embriagador inundó sus fosas nasales y vio como un destello pasó por tus ojos, negó a tu pregunta y su respiración comenzó a ser menos estable. Seguiste con tus movimientos y sentiste como un bulto se comenzó a ser presente en su entrepierna, sonreíste.
Comenzaste a bajar los tirantes de tu lencería revelando tus hermosos y grandes senos, luego quitaste el corsé dejándote completamente expuesta, pues no llevabas bragas. Gilbert suspiró profundamente y pasó su lengua por sus labios atrapando entre sus dientes el inferior, le parecías extremadamente sexy y sensual. Rápidamente bajaste su pantalón junto con su bóxer liberando su polla que ya goteaba líquido preseminal. Te pareció que tenía un miembro muy lindo y que cumplía tus estándares, pues éste era largo y de buen anchura. Besaste su punta y lamiste el presemen que se encontraba en ella. Tus manos comenzaron a descender por todo su falo mientras tu lengua hacía maravillas en su glande.
Introdujiste su polla en tu boca y una de tus manos bajó hacía sus bolas comenzando a acariciarlas, Gilbert soltaba gemidos y jadeos, sus manos acariciaron tu trasero y sus dedos dibujaban garabatos en tu piel, sujetó tus caderas y te subió en su pecho comenzando a hacer lo mismo que tú. Su lengua lamía todo tu coño y sus dedos entraban y salían de ti. este chico era muy diferente a los demás.
Por lo general, los hombres a los que visitas siempre esperan a que les des placer y los hagas llegar a su orgasmo, en cambio, tú les quitabas su energía vital e incluso llegabas a matarlos si estos no cumplían tus necesidades y expectativas. Pero Gilbert estaba devolviéndote el favor y lo estaba haciendo excelente, sonreíste dejando escapar un gemido, su lengua era maravillosa. Diste una ultima lamida a su miembro y palmeaste dos veces su muslo indicándole que dejara de comerte.
Volviste a sentarte en su miembro meneando tus caderas, torturando así a ambos, Gilbert te tomó de la cintura volteándolos quedando ahora tú debajo de él, ingresó en ti fuertemente haciendo que arquearas tu espalda y tu boca se abriera dejando soltar un fuerte gemido, sus caderas chocaban y el placer se hacía cada vez más fuerte. Volvieron a la posición anterior y comenzaste a montarlo.
Tus gemidos eran realmente armónicos y eso lo hipnotizaba completamente, te acercaste a él y tomaste su rostro para luego juntar sus labios, sentiste como sus manos se posaban en tu trasero ayudándote a saltar. Por otro lado, Gilbert se sentía en el cielo, nunca ninguna mujer lo había hecho sentir así durante el sexo, tus movimientos de caderas y tu interior se sentía tan cálido y estrecho y eso le fascinaba. Tu rostro y tu cuerpo era perfecto, toda tú era perfecto.
Se separaron por falta de aire y volvieron a juntar sus labios, sus lengua se encontraron empezando una pelea, sentiste como su mano chocó contra uno de tus glúteos dándote una nalgada. Sus besos descendieron por todo tu cuello y llegaron a tus senos, atrapó uno de tus pezones entre sus dientes y comenzó a succionarlo, echaste tu cabeza hacía atrás y comenzaste a acelerar tus movimientos. Tú orgasmo y el del ruloso estaba cada vez más cerca. Entrelazaste tus manos en su nuca obligándolo a separarse de tus senos y besaste sus labios por ultima vez, mordiste su labio inferior y juntos llegaron al orgasmo.
—Joder... —jadeó, su semen comenzó a llenarte y tus paredes apretaron su pene. Conectaron miradas, tus ojos volvieron a tener ese destello y volvió a percibir ese embriagador aroma. Una idea pasó por tu cabeza.
—¿Quieres volver a repetirlo? Volveré otra noche, si así lo deseas —tu lengua pasó por tus labios, eso llamó su atención.
—Me encantaría que vinieras otra noche —sonreíste con maldad, notaste como los parpados de Gilbert se volvían pesados, era señal de que estaba cansado, le habías quitado energía.
—Que tengas dulces sueños, cariño —susurraste en su oído antes de que el ruloso cayera en un profundo sueño del cual no despertaría jamás. Depositaste un beso en su frente, te levantas de la cama y te vestiste rápidamente. Y así como llegaste, te fuiste envolviéndote en la oscuridad y llevándote su alma.
Oh pobre, Gilbert. Sin saberlo, había aceptado ser tú esclavo sexual para toda la eternidad y tú nunca te cansarías de él.
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05/02/2024
Este one shot fue anteriormente publicado en 2022.
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