19.- 𝗧𝗘𝗔𝗖𝗛𝗘𝗥
•Basado en la actualidad.
•Gilbert está divorciado de Anne y ambos tienen un hijo.
•No se menciona, pero se usa protección.
Los pequeños niños de los que tú te haces cargo, sorprendentemente estaban tranquilos, alguno que otro parlanchín que no dejaba concentrar a sus compañeros, pero nada fuera de control, había sido una semana agotadora y más siendo el inicio de clases, aunque pasar tiempo con tus pequeños alumnos era algo que amabas bastante, extrañaste convivir con ellos en un corto periodo de tiempo que fueron las vacaciones de verano y siempre te hacía feliz volver a verlos.
—Señorita Kahnwald —murmuró una suave voz, dejaste lo que estabas anotando en una hoja y levantaste la mirada encontrándote con un lindo niño de tez blanca, ojos verdes y rulos alborotados de un negro azabache, era realmente tierno.
—¿Qué ocurre, James? —preguntaste, el niño parecía nervioso y sus mejillas se habían sonrojado. ¿Te sientes mal? ¿Quieres que llame a tus padres?
—¿Puedo ir a lavarme las manos? —tu mirada de preocupación pasó a ser de diversión y una sonrisa se asomó por tu rostro, James Matthew Blythe era el niño más nervioso y tímido que habías conocido, siempre le daba miedo todo y se ponía a temblar como justamente estaba haciendo ahora.
—Claro que puedes ir, James —el niño te dedicó una sonrisita y tomó el pase para ir al baño y salió del salón, rodaste los ojos dejando escapar una risita.
Unas horas después, el timbre que indicaba que la jornada de clase había acabado, ordenaste a tus alumnos que guardaran sus cosas y dejaran los juguetes en su lugar, iban saliendo del salón conforme sus padres llegaban por ellos, despediste a la última niña que quedaba y seguiste con la mirada como ella y su dos madres salían de la escuela, soltaste un suspiro cansado y diste la vuelta adentrándote a tu salón de clases, llevándote una sorpresa al ver que todavía quedaba un niño.
—¡James! —el niño volteó enseguida y pudiste divisar pequeñas lágrimas en sus hermosos ojos color verde—. Oh, no llores, cielo —te acercaste a él y lo fundiste en un fuerte abrazo―. Tranquilo, James, ¿Quieres que dibujemos?
El niño asintió rápidamente y comenzó a sacar sus colores de su mochila, te levantaste y te acercaste a tu escritorio tomando dos hojas blancas que tenías apiladas y volviste con él, algo que habías notado en James es que es muy bueno para el dibujo, siempre que tocaba la clase de artes, el niño era el primero que acababa sus actividades, se esmeraba bastante y se alegraba cada que conseguía un diez de calificación. Unos veinte minutos más tarde, un toque en la puerta atrajo la atención de ambos, un hombre estaba parado bajo el umbral, extremadamente guapo y con un impresionable parecido con el niño al lado tuyo, sonrió con timidez.
—Eh...yo...amm, vengo por James —habló nerviosamente, el niño comenzó a guardar sus cosas, te paraste alisando tu vestido veraniego y te acercaste a él con curiosidad—. S-soy Gilbert Blythe, padre de James, mmm...no nos habíamos presentado, ¿Verdad? —dijo poniendo una mano en su nuca.
—Eh...no, no nos habíamos presentado —confirmaste—. Un gusto, señor Blythe, soy _____ Kahnwald, maestra de su hijo —entrelazaron sus manos dándose un apretón—. Lamento preguntar, pero, ¿por qué llegó tan tarde por su hijo? —tu voz sonó un poco molesta eso pareció hacer sentir un poco mal al ruloso, que se encogió de hombros.
—Tuve un percance en el trabajo y su madre olvidó decirme que no podría ir por él, de verdad siento la demora —contestó, el tono de arrepentimiento en su voz era notable—. ¡Hola, campeón! —exclamó cuando sintió los pequeños brazos de su hijo abrazándolo y murmurando un «Hola, papi», lo tomó en brazos y tu enojo pareció esfumarse cuando viste que el adulto llenó de besos sus mejillas regordetas.
—James, ¿ya guardaste tus cosas? —le preguntaste y el pequeño asintió sonriendo.
—Campeón, ¿podrías esperar un rato más en las bancas? Tengo que hablar con tu maestra ―James salió corriendo y lo vieron sentarse en la banca sacando su termo de agua—. Una vez más, le pido una disculpa por tardar tanto en venir por él. La madre de James y yo nos acabamos de divorciar y aún no nos acostumbramos a esta nueva rutina.
—Oh, no se preocupe, señor Blythe...
—Por favor, llámeme Gilbert, no soy tan viejo.
—...Gilbert, es muy común que eso suceda cuando hay divorcios, no tiene porqué temer, es más que suficiente saber que contamos con su apoyo en la educación de James, es un gran niño.
—Lo sé, él es la luz de mi vida —dijo—. Emm... bueno, ya nos vamos. No le robaremos más de su tiempo, vamos, James, despídete de la señorita Kahnwald —sonrió.
—Adiós, profesora —se despidió agitando su pequeña manita, le devolviste el saludo y los viste salir de la institución.
Habían pasado varias semanas desde ese día y en un abrir y cerrar de ojos te encontrabas parada enfrente de todos los papis y mamis de tus alumnos, reunidos en la primera noche de padres donde se dedicaban a hablar sobre el avance de aprendizaje que los niños han alcanzado. Entre la multitud de padres pudiste divisar esa cabellera de rulos alborotados que sobresalía y le dirigiste una sonrisa que fue devuelta.
—Como sabrán, el festival de otoño se acerca y con eso me lleva a decir que junto con los niños hemos estado preparando una sorpresa para ustedes —comentaste recibiendo varias sonrisas de los padres—. No es necesario que ustedes hagan gastos, pues la profesora Stacey y yo hemos reciclado los materiales que quedaron del año pasado y en base a ello hemos podido hacer todas las decoraciones.
Media hora más tarde, todos los padres de familia habían abandonado el salón de clases despidiéndose de ti alegremente y saliendo de la escuela, ibas a regresar a tu escritorio para guardar tus cosas cuando un carraspeo hizo que te detuvieras y voltearas.
—¡Señor Blythe! Ah, ¿Por qué no se ha ido? —preguntaste nerviosamente, la verdad es que desde el día en que se conocieron habías desarrollado un pequeño enamoramiento hacia uno de los padres de tus alumnos y cada que se encontraban a la hora de la salida tus mejillas adoptaban un tierno color rojo y tus piernas comenzaban a temblar.
—Necesitaba hablar con usted.
—Si es sobre su hijo, debo decirle que es un niño maravilloso, inteligente y muy creativo, los dibujos que hace son muy...extravagantes —comentaste con una amplia sonrisa.
—Oh, gracias, ¡Y sí!, él es muy extraordinario, pero no era de eso de lo que quería hablar.
—Oh, ¿Entonces de que...? —fuiste interrumpida por sus labios estrellándose con los tuyos, era un beso lento y tierno que con el tiempo fue volviéndose más apasionado, sus manos sujetaban tu cintura que se marcaba en ese lindo vestido de mangas cortas de color azul, tus manos subieron acomodándose en su cuello y tus dedos acariciaron los cabellos de su nuca, detuvieron el beso gracias a la falta de aire.
—Eh, yo...amm —comenzó a balbucear mirándote a los ojos con nerviosismo, lo callaste volviendo a chocar sus labios con los tuyos comenzando así otro beso que rápidamente se convirtió en uno más salvaje y caliente que el anterior, sus lenguas se enredaron causando una erótica danza, peleando para ver quien dominaría.
Terminó ganando él cuando sus dientes aprisionaron tu labio inferior y te acercó más a él pudiendo sentir ese no tan pequeño bulto que se había formado en sus pantalones; avanzó contigo hasta tu escritorio haciendo que te sentaras y enredaras tus piernas en su cintura, sus grandes manos comenzaron a acariciar tus muslos subiendo tu vestido quedando arrugado en el comienzo de tu ingle, sus beso fueron bajando hacia tu cuello donde sus dientes comenzaron a morder dejándote marcas que al día siguiente tratarías de evitar que se vean.
Sentiste sus dedos acariciar tú feminidad por encima de la tela y lo sentiste sonreír cuando dejaste escapar un gemido, siguió acariciando tú clítoris, maravillado por lo mojada que estabas. Se separó de ti y con una sonrisa lo viste arrodillándose y quedando enfrente de vagina, sus dedos tomaron el elástico de tu braga y con suavidad y lentitud comenzó a bajarla dejando a la vista a tu hermoso coño depilado, poniendo a un lado tu braga en el suelo, comenzó un recorrido de besos desde tu pierna, llegando a tus muslos internos y deteniéndose justo enfrente de tu entrepierna.
Con una mirada de aprobación de tu parte, él dio la primera lamida y comenzó a hacerte sexo oral, tus caderas se alzaron cuando sus dientes atraparon tu clítoris hinchado y sus dedos comenzaron a entrar en ti. Si hoy en la mañana alguien te hubiera dicho que en la reunión de padres de familia terminarías recibiendo el mejor sexo oral que te han dado y con el padre de uno de tus alumnos, lo tacharías de loco, aunque bueno, siempre hay que esperar lo inesperado.
—¡Joder! —gemiste, su lengua hacía maravillas en ese pequeño botón de nervios y sus dedos largos entrando y saliendo de ti, te hacían gemir tan fuerte que eso solo lo alentaba más, sacó sus dedos y dejó de lamerte haciendo que gimieras en reproche que lo hizo sonreír, acercó sus dedos bañados de tus fluidos a tu boca indicando que los chupara y eso hiciste, tu lengua recorrió sus dedos limpiándolos, probando tu sabor, viste como sus dientes mordieron su labio inferior gozando del espectáculo que estabas dándole.
Llevaste tus manos a tu espalda y bajaste el cierre de tu vestido exponiendo esos hermosos y redondos senos que tenías, su sonrisa se hizo más grande y no demoró en acercarse y tomar uno de tus pechos comenzando a jugar con ellos, su lengua se paseaba por toda tu areola y sus dientes mordisqueaban tu pezón, por tu parte, tus manos viajaron hacia la bragueta de su pantalón, acariciando ese gran y apetitoso bulto, desabrochaste su cinturón y pantalón bajando el cierre y deslizando la prenda de mezclilla, dejando a al descubierto su bóxer, metiste tu mano acariciando su miembro ansioso por ser liberado, escuchaste como soltó un gruñido siendo apagado por tus pechos con los cuales ya había llenado de marcas y chupones.
Volviendo a alejarse de ti, te miró a los ojos y te dio la vuelta quedando ambos al frente de la pizarra, sentiste como se alejaba unos centímetros para bajarse su bóxer liberando su gran polla que ya goteaba semen preseminal y pintado de un hermoso color rosa en la punta, escuchaste como escupía y con su mano esparcía toda la saliva acariciándose a si mismo un momento para después tomar tu cintura e introducirse lentamente en ti.
Abriste un poco más la pierna dándole más espacio y movilidad para empujar dentro tuyo, escuchaste un jadeo salir de su garganta y emitiste un sonoro gemido. Sus embestidas comenzaron siendo lentas y profundas para pasar a ser rápidas y extremadamente placenteras, tus gemidos casi pornográficos resonaban por todo el salón vacío, sus caderas chocando haciendo ese sonido acuoso debido al sudor y sus gruñidos y jadeos te volvían loca, podías sentir como sus dedos ejercían más fuerza en tu cadera, dio una embestida ruda ocasionándote un grito de placer y provocando que arquearas tu espalda y posicionaras tu cabeza en su hombro vestido con su playera que se pegaba a su abdomen debido al sudor.
Conectaron miradas de deseo, aún sin poder creer que el papá más guapo y jodidamente caliente que has conocido estaba follándote por atrás y en tu escritorio. No paraban de gemir y jadear, sentías como tus lágrimas de placer caían por tus mejillas, llevó una mano hacia uno de tus pechos donde comenzó a masajear y tirar de tu pezón, volvió a agarrar tu cintura y separándose un poco volvió a tomar fuerzas y empezó a empujar más fuerte haciendo sonar otra vez sus caderas.
—Mierda —gimió, sus embestidas comenzaron a ser irregulares y tus sollozos y gemidos eran erráticos, su mano que sujetaba tu cadera bajó hacia tu clítoris y comenzó a hacer rápidos círculos placenteros y con un par de embestidas más, ambos llegaron al orgasmo soltando un fuerte gemido de placer.
Minutos después de haber tenido ese tan maravilloso sexo que ambos habían tenido en años, estaban regularizando su respiración y acomodándose la ropa, ambos con las mejillas sonrojadas. Levantando las mangas de tu vestido, sentiste sus manos subiendo el cierre y abotonando el broche, depositó un beso en tu cuello.
—A-amm, ¿Quieres que te lleve a tu casa o...? —preguntó Gilbert rascando su nuca con nerviosismo.
—Me encantaría, pero...aún debo terminar de hacer algunas cosas y además traje mi coche —respondiste con timidez.
—Eh, bueno... —suspiró—. ¿Te gustaría ir a una cita conmigo el sábado en la noche? - preguntó, una sonrisa se asomó por tú rostro.
—Me encantaría.
Sonriendo salió de la escuela y corrió hacia su auto, una vez adentro, el aroma a su colonia inundó sus fosas nasales, no podía creer lo que había hecho momentos antes, pero aun así no se arrepentía, de hecho, esperaba con ansias esa cita que tendría con ella el sábado por la noche.
No podía creer que se había follado a la maestra de su hijo.
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02/02/2024
Este one shot fue anteriormente publicado en 2022.
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