15.- 𝗠𝗔𝗦𝗦𝗔𝗚𝗘
Basado en la actualidad, a Gilbert le gusta hablar sucio durante el sexo.
Allí estabas, en la habitación del apartamento que habían rentado antes del confinamiento, estabas acompañándolo mientras que él hacia su proyecto final, estabas aburrida, no tenías nada más que hacer a excepción de leer tu libro, pero tu vista ya estaba cansada, sentías tus parpados pesados y sabías que en algún momento te quedarías dormida. Paseaste tu mirada por todo el cuarto hasta que cayó en el cuerpo de tu novio sentado en la cama con su laptop enfrente de él y muchas hojas y libros regados a su alrededor. Tenía el cabello despeinado de tantas veces que jalaba sus rulos por la frustración y el cansancio.
Dejaste el libro que estabas leyendo en la mesita de noche y te acercaste a la cama posicionándote detrás de él pegando tu pecho a su espalda, depositaste un pequeño beso en su cuello, luego en su mandíbula y por ultimo en su sonrosada mejilla, pudiste sentir su sonrisa, te separaste un poco y pusiste tus manos en sus hombros haciéndole un masaje; dejó salir un suspiro y cerró sus ojos al sentir tu tacto, los músculos de su espalda se relajaron, la presión en sus hombros fue disminuyendo y solo prestaba atención a los maravillosos movimientos que tus manos hacían en su espalda.
—¿Mejor? —preguntaste, él contestó con un murmullo, sonreíste y seguiste masajeando sus omoplatos, quitaste tus manos de su espalda recibiendo un quejido de su parte, llevaste tus manos hasta el borde de tu camisón y lo empujaste hacia arriba para sacarlo y tirarlo al piso, volviste a juntar tus pechos con su espalda sintiendo como se estremecía al contacto de piel con piel, comenzaste a frotar tus senos por toda su espalda, sentía como tus pezones erectos le hacían leves cosquillas en su columna, volviste a depositar besos en su cuello mientras que la respiración de Gilbert se volvía más pesada.
Tu mano se metió por debajo de su brazo y comenzaste a acariciar su torso, deslizaste tu mano hasta llegar al elástico de su pantalón de dormir, bajaste lo suficiente para dejar ver el bulto que estaba aprisionado por la tela de su bóxer, acariciaste por arriba y el cuerpo de Gilbert volvió a temblar, masajeabas la base de su miembro y mordisqueabas su cuello dejando algunas marcas rojizas, metiste tu cuerpo por su brazo dejando que su gran mano descansara en tu espalda baja, bajaste su bóxer liberando su pene lleno de venas y con un hermoso color rosa en la punta que goteaba líquido preseminal, miraste hacia arriba conectando tu mirada con la de él pidiendo permiso.
—Abre tú linda boquita para mi y mete todo lo que puedas en esa hermosa garganta que tienes —sonreíste y enseguida metiste su miembro a tu boca, tu lengua se paseaba por su glande y delineaba sus venas, una de tus manos masajeaba sus bolas, mientras que la otra subía y bajaba por su falo.
Sentiste las uñas de sus dedos aruñar tus nalgas para luego sentir pequeños azotes, sacaste su miembro de tu boca y comenzaste a masajear, cerraste su laptop y la hiciste a un lado junto con sus papel y libros, no los iba a necesitar por un buen rato, sus dedos tomaron el elástico de tu pequeña tanga de encaje, jalándolo para luego soltarlo y golpeándote dejándote sentir un ligero ardor, lo repitió varias veces hasta que las deslizó por tus hermosas piernas quitándotelas para luego arrojarlas a un punto de la habitación, se acostó tomando tus caderas para ponerte encima de él, quedando así cara a cara contra tu feminidad.
Aún con su pene metido en tu boca, sentiste como la lengua de Gilbert comenzaba a lamerte, sus dientes mordiendo y chupando tu clítoris, su nariz rosando tus nalgas y sus dedos abriendo tus pliegues, no pudiste evitar gemir haciendo vibrar tu garganta y enviándole espasmos al cuerpo del ruloso, sacaste su polla de tu boca haciendo un pequeño chasquido debido a la saliva acumulada alrededor de la punta, tus gemidos aumentaron cuando sus dedos comenzaron a introducirse en tu coño.
Una sonrisa ganadora se formó en el rostro de Gilbert al ver como sus dedos cabían tan bien en todo tu interior, sus dedos simulaban embestidas y los abría y cerraba imitando una tijera, sus labios besaban tu nalgas y de vez en cuando las mordía. Tu trabajo en su miembro estaba por terminar, sus piernas temblaban ligeramente y sus gemidos y jadeos se volvían más fuertes, pusiste su miembro entre tus pechos y comenzaste a moverte más rápidamente, sacó los dedos de tu interior y dejó de lamerte descansando su cabeza en la almohada, sintió su orgasmo cerca y soltó un gran jadeo cuando las cuerdas de semen comenzaron a caer en tus pechos, cara y parte de su vientre.
Bajaste de él y te recostaste a su lado limpiando tus senos y cara y llevándote los dedos a la boca saboreando su semen, se acercó a ti besando tus labios, pasando sus manos por todo tu cuerpo delineando tu figura, sus manos llegaron a tus nalgas para luego dar una fuerte nalgada haciéndote exaltar. Sus besos bajaron por tu mandíbula, luego pasaron por tu cuello y subieron a tu lóbulo mordisqueándolo.
—En cuatro, ahora —susurró en tu oído, sonreíste emocionada, sabías lo que venía y eso te gustaba, te devolvió la sonrisa igual o más entusiasmado que tú, te dio un ultimo beso antes de separarse y voltearte alzando tu trasero haciendo que tu cabeza descansara en el colchón, tomó su miembro otra vez erecto y comenzó a frotarse en el medio de tus nalgas, rozando su punta con tu entrada.
—¿Vas a ser una buena chica y te vas a correr cuando yo lo diga? —dijo en tu oído sujetando tu quijada. asentiste—. Con palabras, mi amor —sonrió.
—Sí, seré buena chica —sollozaste, tomó la base de su miembro y de una sola estocada se introdujo en ti y del empuje te hiciste hacia delante.
Tus dedos se aferraron a las sabanas blancas, sentías sus grandes manos encajarse en tu cadera y escuchabas el sonido de sus pieles chocando, el golpeteo de sus testículos y como su punta alcanzaba tu punto G.
—G-Gilbert, mmm... —gemiste.
—¿Sí? —contestó sin dejar de embestirte—. Estas por llegar, ¿No es así? —asentiste con un gemido de aprobación, se detuvo un momento por cansancio, salió de ti y se acomodó a tu lado, te acercó a él quedando en la posición de cucharita, siendo él la cuchara grande, volvió a tomar la base de su miembro volviendo a introducirse—. Vamos, linda, puedes aguantar más tiempo —tomó tu muslo para empujar con mejor facilidad.
Tu cuerpo comenzó a temblar, tu vientre se tensó, estabas por llegar y no podías mantener por más tiempo tu orgasmo, Gilbert se dio cuenta de eso, la mano que sostenía tu muslo fue a tu clítoris y comenzó a masajearlo rápidamente.
—Vamos, córrete, córrete para mí —jadeó—. Se buena y córrete como la maravillosa puta que eres —eso encendió un clic en ti y con dos embestidas más lograste llegar a tu orgasmo llevando a Gilbert contigo, las mezclas de ambos fluidos cayendo por tus piernas, causó una sonrisa en él.
—Oh Dios, mira eso —introdujo dos dedos en ti regresando el semen en tu interior, sacó los dedos y los llevó a tu boca, abriste tus labios dejando que los metiera a tu cavidad bucal, con tu lengua limpiaste sus dedos dejándolo hipnotizado—. Cielos, ¿Cómo es que logras ser tan caliente sin siquiera intentarlo?
Sonreíste, te volteaste acurrucándote en su pecho negando, sus piernas enredadas entre si, sus manos en tú cintura, acariciando algunas veces la curvatura de tu trasero, maravillado con la suavidad de tu piel y enamorado de ti. Ahí estaba la respuesta.
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31/01/2024
Este one shot fue anteriormente publicado en 2021.
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