Basado en la actualidad.

Algo que te gustaba hacer era molestar a las personas, más que nada a las que les tenías cariño, era satisfactorio ver su cara de frustración y como se hartaban tan rápido, era tu forma de demostrar que les tenías un gran aprecio; te gustaba molestar a Gilbert, era una de las pocas personas que soportaban tus maldades, sí, había veces en donde se enojaba contigo pero no se podía resistir a tus encantos, según él, tienes un no sé qué que le atrae mucho.

Las clases en línea no era algo que a los dos les gustara mucho, se la pasaban sentados frente a una pantalla y era algo realmente molesto, se preocupaban más por entregar las tareas a tiempo que prestar atención a las explicaciones de sus profesores, aunque tu carrera era fácil odiabas participar en clase mientras que, a Gilbert le fascinaba, era ese típico alumno que prendía su cámara y participaba en clase porque empatizaba con el profesor y entendía que era molesto ese silencio incómodo cuando preguntaba algo. Estabas harta de la voz ronca de tu profesora, era una señora sesentona que por alguna extraña razón le gustaba hablar gritando, utilizaste la vieja confiable y pusiste la excusa de que se te había ido el internet. Un hechizo fácil pero inquebrantable.

Saliste de la habitación que compartías con Blythe y fuiste directo al baño a lavarte la cara, tenías grandes bolsas debajo de tus ojos por estar haciendo tarea hasta tarde y alguno que otro chupón en tú cuello y senos, cortesía de Gilbert, al salir te dirigiste hasta la sala de estar en donde se encontraba tu novio atento a lo que explicaba el profesor Longbottom, era uno de los mejores profesores del campus, entendías el porqué a Blythe le gustaba mucho tomar su clase.

—Entonces, ¿Entendimos que es un tumor cerebral? —preguntó, dos o tres voces se hicieron presentes diciéndole «Sí»—. Okay, sabemos que es cuando un grupo de células anormales crecen en el cerebro o alrededor de él.

Pasaste a un lado de él y revolviste sus rulos color azabache, te sentaste a su lado y posaste tus largas y perfectas piernas en su regazo, le guiñaste un ojo y relamiste tus labios, sonrió y comenzó a acariciar tus piernas, sus dedos se deslizaban hacía arriba y abajo tocando delicadamente tú piel, alzó levemente la camisa que llevabas puesta, era de él y le encantaba como se veía en ti, notó que llevabas unas bragas blancas de encaje, soltó un pequeño jadeo al percatarse de lo pequeñas que eran, pasó su pulgar tocando tú clítoris por encima de la tela, te mordiste el labio inferior ante su toque y apretaste tus piernas sintiendo placer.

Sonreíste maliciosa y te levantaste del sofá, tomaste el dobladillo de la camiseta y la empujaste hacia arriba dejando a su vista tus senos aprisionados en se sujetador diminuto; sintió endurecerse allí abajo. «Maldición, ese conjunto le queda endemoniadamente bien», pensó. Tú cabello castaño caía en ondas por tus hombros y sus ojos verdes te miraban atentamente, te metiste debajo de la mesa dedicándole una sonrisa inocente, comenzaste a acariciar su miembro por encima de la tela, trataba de concentrarse en la clase pero tú ahí abajo no ayudaba de mucho; sintió como tus manos tomaban el elástico de los pantaloncillos de dormir y lo bajaban junto con su ropa interior.

—¿Alguien me podría decir cuales son los síntomas de un tumor cerebral? —de nuevo el silencio incómodo se hizo presente—. Oigan, tampoco es para que se peleen por participar —rio, tú mano comenzó a acariciar su polla erecta, era grueso y algunas venas sobresalían dando a entender lo excitado que estaba—. ¿Gilbert, estás aquí? Sí, ya te vi —en ese momento sintió como lo introducías a tú boca—. ¿Podrías decirme cuáles son los síntomas?

—¿Eh?... Sí, uh diablos —susurró cerrando sus ojos, tú lengua pasaba por su punta, el placer era inevitable—. C-comúnmente son dolores de cabeza, convulsiones...mierda —susurró lo último, sacaste su polla de tú boca y lamiste llegando hasta sus testículos, los lamiste y chupaste, tú mano subía y bajaba por su longitud acariciando—Convulsiones, desmayos, c-cambios de memoria y c-co-comportamiento —tartamudeó, su respiración estaba agitada, posó su mano en tú cabeza y te acercó más hacía él cuando lo volviste a meter a tu cavidad bucal, movía su cadera embistiendo tú garganta provocándote una pequeña arcada, te detuviste un momento para respirar y volviste a lamer, pasaste tú lengua por su glande y la movías en círculos, apagó la cámara, el micrófono también y echó su cabeza hacía atrás disfrutando de tu oral, soltó un gemido y jadeó cuando apretaste una de sus bolas.

—Oh, nena —murmuró, volvió a mover sus caderas y soltó un fuerte gemido al llegar a su clímax en tú boca. Le pareciste tan sexy bebiendo de su semen y eso causo que se mordiera el labio inferior, tragaste lo que pudiste y con el torso de tú mano te limpiaste los restos de su semen en tu labios, te levantaste y comenzaste a quitarte el sostén lentamente, bajaste primero un tirante y después el otro sentándote en su regazo.—. Te portaste mal, hermosa. Eso no se hace.

—¿A no? —canturreaste—. Pereciste disfrutarlo mucho.

—Oh, lo hice. Pero no te salvarás de un castigo ―acarició tú nariz con la suya, sonreíste y comenzaste a moverte en círculos, su miembro volvió a ponerse duro, lo sentiste en tu trasero palpitar y te mordiste el labio ante su tamaño.

—¿Qué me vas a hacer?

—Tengo pensado en hacerte muchas cosas —la clase había terminado ya que la voz del profesor se esfumó y se levantó del sofá contigo en brazos llevándote a su habitación compartida. Te dejó en la cama y gateaste hasta la mesita de noche y abriste uno de los cajones. Todavía llevabas puestas las bragas, se volteó a mirarte y con esa visual solo hizo endurecerse más.

Siempre sabes como ponerlo duro.

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27/01/2024

Este one shot fue anteriormente publicado en 2021.