capitulo cinco


ALEX GIMIÓ CUANDO THOMAS LA DESPERTÓ POR GRITARLE A UN PÁJARO. La pequeña criatura había estado picoteando una de sus bolsas, y él estaba tratando de ahuyentarla, interrumpiendo todo su sueño en el proceso. Con los ojos aún cerrados, murmuró:—Thomas, acabamos de dejar atrás a cientos de mutantes. No creo que un pájaro sea nuestro mayor problema—.
—¿Se fueron?—preguntó Newt mientras todos los demás se movían, refiriéndose a las cosas que los persiguieron la noche anterior.
—Sí, creo que estamos a salvo—,les aseguró Thomas antes de empezar a despertar a todos. Les dio una patada en el costado para que se levantaran.—Hay que movernos. Empaquemos. Aris, vámonos. Sartén, Winston. Vámonos. Alex, golpear mi pierna no servirá de nada—.
Todos empezaron a levantarse y a recoger sus mochilas. Winston miró la venda que Alex le había puesto en la cintura la noche anterior y vio que la sangre la atravesaba. Intentó levantarse, pero lanzó un fuerte gemido de dolor. Sarten y Alex giraron la cabeza hacia él y el chico preguntó:—Oye, hermano. ¿Estás bien?—Winston se limitó a asentir, pero la chica sabía que no era así. Había visto a mucha gente sufriendo durante su estancia en el hospital y sabía cuándo mentían sobre el dolor que sentían.
—Vamos—,murmuró, extendiendo la mano para que él la tomara y lo levantara. Dejó que se apoyara en su hombro mientras caminaban porque apenas podía mantenerse en pie por sí solo. Lo último que necesitaban era quedarse rezagados, así que la muchacha se esforzó por seguir el ritmo del grupo. Gimió por lo bajo cuando sintió que él la agarraba del brazo herido, pero él no pareció oírla.
Llegaron a lo que parecía una ciudad abandonada, y había edificios semienterrados por todas partes, igual que de la que acababan de salir. Alex también supuso que eso significaba que también estaban llenos de esas cosas. Sartén preguntó:—Oigan ¿qué fue lo que pasó aquí?—.
—No lo sé—,respondió Newt mientras miraba a su alrededor. No había señales de vida, pero eso era lo que pensaban del otro lugar hasta que fueron atacados.—No creo que alguien haya venido aquí en mucho tiempo—.
—Espero que el resto del mundo no esté igual—,suspiró el cocinero.
—Alto, todos esperen—, los llamó Thomas. Todos lo miraron porque se había detenido mientras ellos seguían caminando.—¿Oyen eso?—Todos enarcaron las cejas pero, a pesar de ello, se detuvieron a escuchar. Los ojos de Alex se abrieron de par en par cuando escuchó un zumbido bajo que se hacía cada vez más fuerte como si estuviera cada vez más cerca. Thomas gritó:—¡Corran! ¡Ocúltense todos! ¡Ya! ¡Ya! Aquí. ¡Aquí, aquí!—
Todos se deslizaron por debajo de una especie de estructura de hormigón para que los helicópteros que los sobrevolaban no pudieran verlos. Observaron cómo los vehículos los sobrevolaban. No habían caminado demasiado, pero aún estaban bastante lejos de la base CRUEL en la que se encontraban o lo que fuera. Así que habían volado bastante lejos en su busca. Minho exhaló antes de preguntar:— Jamás van a dejar de buscarnos, ¿verdad?—.
Tenían que seguir avanzando, y lo peor del viaje eran las colinas. Alex tuvo que cargar con Winston para levantarlo. Se daba cuenta de que se sentía mal porque no estaba siendo de mucha ayuda, pero no lo culpaba. Tenía una herida abierta cubierta por una venda empapada en sangre. Ella lo había examinado, y los cortes eran realmente realmente profundos. Incluso podrían haber causado algún daño a algunos de sus órganos. Nada importante, sin embargo, porque habría estado muerto hace un rato.
—¿Todos bien?—Thomas los llamó, especialmente a los dos que más estaban luchando.
Alex asintió lentamente porque no era capaz de conjurar palabras debido a lo cansada que estaba. Su brazo también la estaba matando, y deseaba tener un poco de ese ungüento que Crawford le dio y que le aliviaba un poco el dolor. No quería decírselo al chico herido porque ya tenía bastante de qué preocuparse, pero no estaba segura de cuánto tiempo más podría soportarlo. Winston fue capaz de manejar un muy débil,—Sí—.
—Sólo un poco más—,les aseguró el chico cuando llegaron a la cima de otra duna de arena. Habían pasado la ciudad abandonada y ahora señalaba a lo lejos unas montañas que desde donde estaban parecían hormigas.—Deben ser esas montañas. Tenemos que ir allá—.
—Están un poco lejos—,señaló Newt, y Alex gimió. Realmente no necesitaba sus palabras pesimistas en ese momento. Necesitaba que le dijeran que no estaba tan lejos como parecía y que estarían bien, porque ésa era la única forma en que iba a lograrlo con Winston apoyado en ella. Estaba bastante segura de que la herida de su brazo se había abierto de nuevo. Probablemente necesitaría puntos, pero no tenían ni el material, ni el tiempo, ni la energía para hacerlo. Así que iba a tener que aguantarse.
Thomas asintió.—Mas vale que empecemos.—
—¡Winston!—Alex gritó porque podía sentir que el chico se desplomaba en cuanto daban un paso. Ella estaba demasiado débil para resistirlo, así que él terminó llevándola hacia abajo con él. Todos se deslizaron hacia sus lados, pero cuando intentaron comprobar cómo estaba, ella se limitó a murmurar:—Winston. Vayan por Winston. Está bastante mal—.
—¿Qué hacemos?—preguntó Teresa, sujetando la cara del chico mientras jadeaba y tosía arena. Alex aprovechó que todos estaban distraídos para revisar su brazo.
Se asomó por debajo de la chaqueta y vio que el vendaje estaba casi completamente rojo. Volvió a tapárselo y murmuró:—Mierda—.Tenían que guardar todas las vendas que le sobraran a Winston por el camino. No podían desperdiciar ninguna. Sólo tenía que esperar a llegar al Brazo Derecho y rezar para que pudieran ayudarla.
Hicieron un pequeño catre para que Winston se acurrucara y se turnaron para arrastrarlo por la arena. Aunque eran sobre todo Minho y Sartén porque eran los más fuertes, Thomas iba en cabeza y Alex se sentía a punto de desplomarse también por el cansancio y el dolor. No ayudó que el viento empezara a levantarse y la arena saliera volando por todas partes. Tuvo que escupir la tierra de su boca y espantarla como moscas.
El viento se calmó y pudieron refugiarse del calor. Alex estaba segura de que ahora estaba quemada por el sol, pero todo le dolía. No estaba segura de lo que estaba quemado y lo que sólo le dolía y lo que estaba arañado por la arena o las tres cosas a la vez. Winston dormía en el suelo y ella lo miraba con lástima en los ojos. Se sentó junto a los otros chicos mientras Thomas y Teresa se alejaban un par de metros para poder hablar y curiosear cuánto más quedaba.
—¿Cuánto falta?—preguntó Newt a Thomas.
El chico miró entre Teresa, las montañas y de nuevo a Newt antes de dar una respuesta, y ni siquiera intentó que pareciera una buena mentira. Probablemente estaba demasiado distraído con Teresa.—Un poco más—.
—No fue muy convincente—,murmuró el chico rubio, girándose hacia ellos con un suspiro.
Alex se agachó junto a Winston y le puso una de las manos en la frente. Estaba ardiendo, y probablemente había un par de docenas de factores que podían estar contribuyendo a ello. Nick fue el que habló:—¿Va a estar bien?—.
—No lo sé—,respondió ella con sinceridad, mirándolo con una expresión ligeramente sorprendida porque era la primera vez que lo oía hablar desde su pequeña conversación en la que se presentó y cómo sabía mucho de ella por alguna razón. Era una persona muy callada, y ella no estaba segura de si eso le gustaba o no. Tal vez no tenía nada que decir o tal vez tenía un secreto que estaba tratando de mantener.
De repente, se disparó un arma y todos se giraron para ver a Winston despierto que sostenía el arma de antes. Sarten le gritó a Teresa y a Thomas:—¡Ey, chicos, tiene que venir! Winston, ¿qué estás haciendo? Damela—.
—¿Qué le pasa?—preguntó Newt mientras la chica de pelo rizado se abalanzaba hacia el arma y se la arrancaba de la mano a su amigo.
La otra chica preguntó:—¿Qué pasó?—.
—No lo sé—,respondió Sartén con sinceridad mientras Alex sostenía el arma lo más lejos posible de su amigo sin dejar de consolarlo.—Tomo el arma e intentó...—.
—Devuélvemela, por favor—,suplicó el chico herido, tendiendo la mano hacia la chica que tenía el arma mientras estaba de manos y rodillas. No tardó mucho en darse cuenta de que no pensaba usarla para hacer daño a ninguno de ellos.
Quería suicidarse.
Thomas corrió hacia él y le sujetó la espalda mientras vomitaba sangre oscura, casi negra, por todo el suelo igual que las criaturas cuando Alex las vio cuando las perseguían.—Winston, ¿estás bien?—
—Está creciendo... dentro de mí—,jadeó Winston mientras caía de espaldas y se levantaba la camiseta para revelar que le faltaban trozos infectados de piel y que le corrían venas negras por todas partes. Su voz era triste, como si estuviera sollozando.—No voy a poder. Por favor, por favor. Por favor. No dejes que me transforme en una de esas cosas—.
Alex se arrodilló a su lado y le agarró la mano, apretándola reconfortantemente mientras se le formaban lágrimas en los ojos.—No, no pasa nada. Encontraremos la forma de curarte. Encontraré una manera. Tenemos que hacerlo. No puedo perderte a ti también—.
—No pasa nada, Alex—,exhaló, y las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas al oír su voz débil y moribunda.—No te atrevas a llorar porque si tú lloras, yo voy a llorar, y esa no es realmente una forma varonil de irse—.Dejó escapar una débil carcajada a través de sus lágrimas.
—Espera, Newt...—Murmuró Thomas, y ella levantó la vista para ver al chico rubio con la pistola en la mano. Ella lo miró con expresión asustada mientras él se agachaba, agarraba la otra mano de Winston y envolvía el arma con sus dedos.
—Gracias—,exhaló el chico antes de mirar entre los dos a su lado.—Ahora, váyanse de aquí—. Lentamente, uno a uno, se fueron y empezaron a alejarse, dejando sólo a Thomas y Alex con el muchacho moribundo. Winston la miró.—Eso significa que tú también, Alex—.
Su respiración era agitada mientras se inclinaba y le plantaba un beso en la frente antes de levantarse, tomar su bolso y caminar tras sus amigos. Thomas la siguió poco después. Winston había sido uno de sus mejores amigos desde que llegó al Área. Había estado ahí en las buenas y en las malas, y nunca dejaba de hacerla reír cuando tenía un mal día. Era una persona increíble.
Por eso sollozó cuando un disparo resonó en el aire.

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