𝐯. 𝗇𝗈 𝗍𝖺𝗇 𝗁𝗈𝗋𝗋𝗂𝖻𝗅𝖾 𝖼𝗈𝗆𝗉𝖺𝗇̃𝗂́𝖺
❛ 𓄼 CAPÍTULO CINCO 𓄹 ៹
°𖥸°
—¿Sabes que hay vida más allá del teléfono, verdad? —me preguntó Livy, haciéndome rodar los ojos.
—Ignorar a los hermanos pequeños es algo que viene en el manual de hermanos mayores —me aseguró Zach, haciéndome reír.
Levanté la mirada del teléfono y me quedé mirándolo divertida.
—Prueba a hacer eso cuando eres su tutor legal —le aconsejé, haciéndole reír.
—Touché.
Después de eso, no tardamos demasiado en llegar a una casa de lo más grande en mitad de más montañas nevadas.
Bajamos del coche mientras todos mirábamos la casa encantados desde fuera.
Zach sacó mi bolsa, así que le sonreír a modo de agradecimiento, antes de que sacase la pequeña de Livy.
—Gracias —le dijo ella antes de ignorarlo.
Esa era su menera de decirle que aún no confiaba en él, lo que me hizo sonreír.
Una vez todos tuvimos nuestras pertenencias, empezamos a caminar hacia la casa.
—Wow, es mejor que en las imágenes —dijo el señor Maclaren asombrado.
—Buen trabajo, cariño —le felicitó su mujer.
—Gracias.
—Esto es increíble —dije inconscientemente, sorprendida del tamaño del lugar.
—Es tan grande como un castillo —dijo Livy mirando a su alrededor con una gran sonrisa impregnada en su cara.
—Zach, ¿recuerdas lo bien que lo pasamos aquí la última vez? —le preguntó Avery.
—Eh... Sí. ¿Hemos estado aquí antes? —le preguntó confuso.
—No, chico de la memoria, estoy jugando contigo —le respondió ella—. Es un sitio de alquiler.
—Oh, Olivia, no te importa compartir habitación con Avery, ¿verdad? —le preguntó la señora Maclaren.
—¡Sí, fiesta de pijamas! —celebró Avery, haciendo sonreír a mi hermana.
—No me importa —le aseguró ella.
—Genial.
—Ey. ¿Quién quiere ir a las montañas? —preguntó el señor Maclaren, y las niñas empezaron a gritar emocionadas.
—Yo prefiero quedarme —les informé.
—¿Podrías asegurarte de que Zach no utilice pantallas? —me pidió su madre.
—No hay problema —le aseguré.
—Ten cuidado con lo que haces con mi hermana —le advirtió Livy, haciéndonos reír a los restantes.
—Lo tendré en cuenta —le prometió él, haciendo que mi hermana asintieran con la cabeza, aún con los ojos entrecerrados.
—Ve a prepararte, Livy. No te olvides del inhalador —le recordé y, sin pensarlo, subió corriendo las escaleras con su pequeña maleta.
—Ya veo que tiene el mismo carácter que tú —me dijo Zach, haciendo que le golpease el brazo divertida.
—Tú tampoco te quedas corto, Maclaren —le aseguré, haciéndole reír.
Hacía demasiado tiempo que no nos reíamos juntos y, no voy a mentir, lo había echado de menos.
—¡Ya estamos! —anunció Avery bajando las escaleras junto a Livy.
Ambas iban con chaquetas gruesas y botas de nieve, las cuales Evelyn le había prestado a Livy, ya que a su nieta le quedaban pequeñas.
—Estáis guapísimas —les aseguré, haciéndolas sonreír.
—Gracias —dijo Avery casi avergonzada.
—¿Preparadas para irnos? —les preguntó el señor Maclaren.
—¡Sí! —gritaron ambas emocionadas.
—No te preocupes, Summer, cuidaremos bien de Olivia —me aseguró la señora Maclaren.
—No tengo ninguna duda de ello —le dejé saber.
—Adiós, Summer —se despidió de mí mi hermana antes de darme un abrazo.
—Pásalo bien, mi vida.
—Te quiero —me gritó mientras salía de la casa junto a los Maclaren.
Me quedé mirando la puerta durante unos segundos antes de escuchar la voz de Zach.
—Es bonito ver cómo se preocupa por ti.
—Sí, supongo que al solo ser nosotras dos, aprendió a preocuparse por mí también, aunque ella sea la pequeña.
—Tenéis suerte de teneros la una a la otra.
—Lo sé —le aseguré con una pequeña sonrisa.
—Bueno, ¿qué te apetece hacer? —me preguntó levantándose.
—Sorpréndeme.
Zach sonrió antes de extenderme sus manos, las cuales agarré tras dudarlo unos segundos.
Él tiró de mí hasta la cocina, donde había varias bolsas llenas de comida. De una de ellas sacó una bolsa de palomitas para preparar en el microondas, lo que me hizo sonreír.
Siempre me habían encantado las palomitas, ya que me recordaban al cine, donde mis padres me llevaban mucho de pequeña.
Metió la bolsa en el microondas antes de girarse hacia mí con una botella de zumo de piña en la mano, lo que me hizo reír.
—Aún recuerdo el día que acabaste vomitando de lo mucho que bebiste zumo de piña —me recordó, haciendo que me tapase la cara con las manos avergonzada.
—Dios, no sabes cuánto te odio ahora mismo —le dije entre risas mientras negaba con la cabeza.
—Quisieras.
—¿Cuál es el plan? —le pregunté intentando dejar de sonreír.
Zach Maclaren definitivamente sabía cómo hacerme reír.
—¿Te apetece jugar al uno? —me preguntó, haciéndome sonreír.
—Sabes que sí.
—Sí, sí que lo sé —me aseguró sacando la bolsa de palomitas del microondas.
La abrió y colocó las palomitas en un pequeño bol de cristal antes de agarrar dos vasos.
Para ayudar, yo agarré la botella de zumo y las cartas, que estaban en la encimera, y nos dirigimos a la sala.
Dejamos las cosas en la pequeña mesa antes de que Zach agarrase varias mantas y las colocase en el suelo junto a unas almohadas.
Volvió a agarrar las cosas y las colocó ahí, dejándome algo confusa.
—¿No vas a sentarte? —me preguntó con el ceño fruncido y, al cabo de unos segundos, me senté frete a él en el suelo.
—¿Cómo lo recuerdas?
—En tu cumpleaños número diecisiete, cuando estabas borracha, me repetiste cincuenta veces que querías que alguien te preparase una tarde de juegos con palomitas y zumo de piña. Y que, para hacerlo aún más perfecto, teníais que jugar en el suelo, rodeados de mantas, como en las películas —me explicó, haciendo que mis ojos empezasen a llenarse de lágrimas—. ¿No te gusta? —me preguntó preocupado.
—Me encanta —le aseguré limpiándome las lágrimas de los ojos—. Gracias, Zach.
—¿Estás preparada para jugar? —me preguntó, haciéndome sonreír.
—¿Preparado para que te pateé el trasero? —le pregunté de vuelta, lo que le hizo reír.
—Eso ya lo veremos —me dijo antes de empezar a repartir las cartas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top