𝐢𝐱. 𝗉𝖺𝗅𝗆𝖺𝗓𝗈 𝖾𝗑𝗍𝗋𝖾𝗆𝗈
❛ 𓄼 CAPÍTULO NUEVE 𓄹 ៹
『∞』
📌 – Nueva Delhi
REAL LIFE • Valeria
Tengo que admitir que al día siguiente me encontraba fatal de ánimo, así que me pasé el día de bajón y bastante callada.
Simplemente hice acto de presencia con los chicos, así que no creo que valga la pena contaros demasiado del día siete.
En resumen, los chicos se cortaron el pelo por un dolar, y no quedó mal del todo, la verdad, fuimos a ver un templo y después fuimos a cenar.
El problema vino al día siguiente, sobre la madrugada.
Borja se despertó con cagalera y vómitos. Adrián no tardó en empezar a vomitar, pero él no fue el único.
Cuando parecía que la cosa empezaba a calmarse, sentí un fuerte dolor en el estómago. Y, cuando sentí la cena empezar a subir, agarré una de las dos basuras que había en la habitación y eché la cena.
Dani fue rápido y me agarró el pelo antes de que empezara la vomitona. De verdad, sentía que iba a echar el estómago.
Empecé a sentir mucho frío y a estar agotada físicamente, a diferencia de los chicos, que podían reírse de la situación.
Me tumbé en la cama y me tapé con todo tipo de mantas mientras los chicos me hacían preguntas que no tenía la fuerza suficiente para responder.
—Hostia, está ardiendo —les dejó saber mi hermano tras tocarme la frente—. No sé si deberíamos ir a la actividad de hoy.
—Ve tú con Jopa, nosotros nos quedamos y si vemos que Valeria se pone peor, iremos a un hospital o algo —comentó Borja mientras sentía que el cuerpo cada vez me pesaba más.
Antes de que pudiese darme cuenta, estaba vomitando de nuevo, pero esa vez fue Adrián quien me sujetó el pelo mientras me acariciaba la espalda.
Me hizo una coleta rápida con una de mis gomas, las cuales tenía en mi neceser de la maleta.
Agradecí el gesto antes de volver a tumbarme en la cama y volver a dormirme.
REAL LIFE • Adri
Nos despertamos reventados y, tanto Borja como yo fuimos a buscar unas cuantas botellas de agua para los tres a recepción.
Una vez las tuvimos, volvimos a subir y Borja y yo nos bebimos una cada uno antes de despertar a Valeria, quién peor se había puesto con diferencia.
Pudimos comprobar eso cuando bebió agua y la vomitó ni diez segundos más tarde. Volvió a intentarlo, pero obtuvo el mismo resultado.
—Hostia, no puede ni beber agua, chaval —le dije a Borja.
—¿La llevamos al hospital? —me preguntó notoriamente preocupado por Valeria.
—Llama a Plex, a ver qué te dice.
Se alejó de nosotros para llamarlo mientras Valeria gruñía dolorida. Debía sentirse diez veces peor que nosotros.
Coloqué mi mano en su frente y, efectivamente, seguía teniendo fiebre.
—Dice que llamemos a un taxi y la llevemos al hospital —me informó Borja.
—Valeria, vamos, tenemos que ir al hospital —le dije, pero ella solo gruñó en respuesta.
Miré a Borja sin saber que hacer y él encogió los hombros.
—Su pijama es minúsculo, no creo que deba ir con él por la calle —me dejó saber.
—Joder —mascullé frustrado—. Valeria, venga arriba —le pedí tirando de ella hasta tenerla sentada frente a mí—. Pásame su ropa de ayer.
Borja no lo pensó antes de pasarme los pantalones beige de Valeria y su chaqueta negra.
Le puse la chaqueta por encima del pijama y Borja me ayudó para intentar levantarla.
—Valeria, cámbiate los pantalones —le pidió Borja.
Con la poca consciencia que tenía, se quitó sus pantalones del pijama y se colocó los de salir a la calle.
Acabé poniéndole yo los zapatos mientras Borja cogía nuestras cosas para poder salir lo antes posible.
—Gracias, Adrián —susurró antes de apoyar su cabeza en mi hombro.
Me sentía fatal por ella. Tuvo muchas dudas en si venir o no y, por ahora, las cosas estaban saliendo bastante mal para ella.
En el taxi pareció despertarse un poco y ya era consciente de lo que estaba pasando, pero se le notaba que estaba agotada y dolorida.
Al llegar al hospital, tuvimos bastantes problemas para comunicarnos, pero, al final, conseguimos entendernos.
Nos pidieron que esperásemos en una sala durante unos minutos hasta que por fin salió alguien y nos llevó a otra sala, donde tumbaron a Valeria en una camilla.
Le colocaron suero y le sacaron sangre, entre otras pruebas, para ver qué era lo que estaba ocurriendo. Aunque estaba bastante claro que era una intoxicación alimentaria.
Borja salió para llamar a Plex y comentarle un poco la situación mientras yo me quedaba en la habitación con Valeria.
—Si me muero, dile a mi hermana que la quiero —masculló medio drogada por todo lo que le habían dado para que le bajase la fiebre.
—Lo haré —le dije entre risas.
—Al menos moriría sabiendo que dejaste de ser buitre man.
—Me dijiste que me darías una oportunidad si dejaba de serlo, y una oportunidad así no se desperdicia —le respondí, lo que la hizo sonreír.
En cualquier otra circunstancia, no habría admitido eso, pero ella estaba drogada y probablemente no se acordaría de ello al día siguiente, así que, ¿por qué no?
—Ya sabía yo que entre broma y broma... —comentó cansada, con los ojos cerrados.
No quise seguir hablando porque se notaba que estaba haciendo el esfuerzo por no crear un silencio incómodo aunque estuviese cansada. Ella los odia.
Sorprendiéndome, ella extendió su mano hacia mí y la agarré con duda.
—Me alegro de que no la hayas desperdiciado —masculló antes de quedarse dormida.
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REAL LIFE • Valeria
Ni siquiera sé cuánto tiempo pasó cuando nos dejaron por fin salir del hospital, ya que estaban abarrotados y necesitaban la habitación.
Conseguí beber agua sin vomitarla y me dieron unas pastillas para el dolor estomacal y la fiebre, aunque me dijeron que tuviera cuidado con comidas fuertes durante los próximos días.
Al llegar al hotel, recogimos todo, ya que los chicos llegarían en cualquier momento y teníamos que marcharnos a por el siguiente vuelo, muy a nuestro pesar.
—Ey, ¿estás mejor? ¿Qué te han dicho? —me preguntó mi hermano mientras me abrazaba.
—Comida blanda, mucho líquido y pastillas —le avisé separándome de él.
Solo por la voz se notaba que estaba muy enferma, y que lo último que me apetecía era coger un vuelo hacia Sri Lanka.
—Gracias, tíos —les agradeció a los chicos por cuidar de mí.
—No tienes por qué darlas, no me jodas. Lo hubiésemos hecho por cualquiera de vosotros —le aseguró Borja.
Todos fuimos al aeropuerto y, como no podíamos dejar de palmar, los de seguridad nos vacilaron durante un buen rato, haciendo que tuviéramos que correr a la puerta de embarque.
—¡Me cago en la puta! —exclamé mientras corríamos, e imaginaros la gravedad de la situación que mi hermano no se quejó del vocabulario que había utilizado.
Por suerte, retrasaron el vuelo, pero para mí mala suerte, el dolor de estómago volvió y tuve que correr al baño más cercano para vomitar.
¿El qué? La verdad es que no lo tengo claro, porque hacía casi veinticuatro horas que no comía nada, pero vomité igual.
—¿Valeria? —escuché que preguntaba Adri.
Él era el único al que le daría igual entrar al baño de chicas.
—Aquí —dije como pude con el brazo apoyado en la taza del váter.
—Joder, ¿has vuelto a vomitar? —me preguntó preocupado agachándose a mi lado.
—No, he venido aquí para montar una fiesta —mascullé, haciéndole sonreír.
—Bueno, si puedes hacer bromas, significa que no estás tan mal —bromeó, haciéndome sonreír antes de que me diese otra arcada.
Por suerte esa vez no salió nada de mi estómago, aunque tampoco creo que quedase nada por salir.
—Gracias por cuidar de mí —le agradecí apartándome el pelo de la cara.
—No es nada.
—Tú también estabas enfermo y literalmente me ayudaste hasta a vestirme, así que gracias, Adri —le agradecí de corazón antes de darle un abrazo.
—Porque estás medio moribunda, que sino te hubiese soltado tremenda broma sexual —me aseguró, haciéndome reír ligeramente.
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