Capitulo 19

El día en el que te convertirías esposa de uno de los mafiosos mas peligroso de Tokyo, Japón. Rindou Haitani. 

Te sentías nerviosa y varias preguntas pasaban por tu cabeza, Rin te había dicho de antemano que no habría una ceremonia grande y eso te reconforto. 

Solamente harían los tramites legalmente, para después ese mismo día y por la herencia que se había dejado. 

Claro, tampoco es que fue el mejor día de tu vida, Rindou era atractivo físicamente, también que aveces podía ser atento contigo, pero sentías que faltaba algo.

Estabas recién levantada, viste a un lado tuyo de la cama y estaba Rindou durmiendo tan feliz.

Te metiste a bañar y cuando saliste Rin ya estaba levantado.

—Buenos días linda~—canturreo el chico acercándose a ti

—Buenos días...

—Linda~ ¿por que tan seria~? Hoy es el día de nuestra boda, deberías estar feliz...—preguntó, solo apartaste la mirada—En fin, tu vestido esta preparado, nos vemos~

Te dio un beso en la frente y salió del lugar, tenía sus cosas por hacer.

La hora acordada para ir al registro civil (lugar donde iban a firmar los papeles para casarse) era a las cuatro de la tarde.

Claro que tenias tiempo de sobra, ya que no pensabas arreglarte mucho, mas que un maquillaje sencillo y un peinado de igual modo.

Junto a tu vestido, que sería un corte corte de te'  nada extravagante.

(para los que no saben los tipos de cortes en vestidos)

Hasta que llego la hora te arreglaste con calma. Hasta que dio la hora acordada, Ran entró a la habitación para llevarte al lugar.

—Entonces, nos vamos?—preguntó Ran

—Si...

—No te sientas así, mi hermano es un idiota pero aun así, será un buen esposo...—hablo el.

Aunque no quisiera admitirlo, esas palabras te reconfortaban de cierta manera.

—Por cierto, te ves hermosa en ese vestido—dijo el con una sonrisa.

—Gracias...

Toda aquella felicidad que no habías sentido en la mañana, se empezaba a reflejar en esos precisos momentos.

Por un momento, en tu cabeza pasó la idea de que podían ser felices.

Y sin más, fueron al registro civil, cuando llegaste, estaba Rindou con un traje hecho a la medida.

Ran te dejó a su lado, este te dedico una sonrisa y tu de igual manera.

Mentiría si dijeras que no se veía bien, hicieron todos los trámites hasta que llegó la hora de firmar.

—Oficialmente los declaró marido y mujer—habló el juez

Sonreiste de igual manera que el, el chico tomó posesión de tu cintura, y se inclino levemente hacia ti.

Tomaste su rostro para poder besarlo, el chico sonrió al ver que quedabas muy pequeña ante su altura.

—Ven para acá, mi linda esposa—dice para alzarte y besar tus labios.

Aplausos de escuchan en el lugar, simplemente de los integrantes de Bonten.

Por primera vez creías que tu vida no era una mentira.

Salieron del lugar, yendo directamente hacia el departamento, en el cual, en cuanto llegaron Rindou tomó posesión de tus labios.

Era un beso necesitado, era como si quisiera todo de ti, lleva sus manos a tu cintura y camina contigo hacia sus habitación. Y dejarte en la cama para posicionarse encima de ti sin aplastarte.

—Joder, te ves jodidamente sexy en ese vestido—murmura contra tus labios para llevar su mano a tu espalda y empezar a quitar el vestido—Más tiempo allá, y te hubiera follado enfrente del juez.

Dice para empezar a bajar más mangas de tu vestido por tus hombros, y dejar besos en tu clavícula.

Hasta que la puerta se abrió de golpe dejando ver a Ran.

—_____, disculpa que te quite a su esposo, pero lo necesito, Ahora—dijo Ran saliendo del lugar sin dar explicación alguna.

—Mierda...—murmura en un susurro para después verte a ti—Linda lo siento, prometo que volveré.

Deja un corto beso en tus labios para salir del lugar sin decir nada más. Estabas totalmente confundida.

Paso media hora y ya estabas cambiada con ropa normal, cuando Sanzu entra a tu habitación.

—Y tu esposo~?—dijo en un tono burlesco

—Se te ofrece algo Sanzu?

—Si~ solo vengo a decirte que no llevan ni un día de casados y tu querido esposo ya está haciendo lo que le plazca—canturreo el peli rosa, lo viste de mala manera—Si no me crees acompáñame, juro que no te haré nada.

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