𝟮𝟵.


Amelia se encontraba en su casa mientras veía televisión, era fin de semana y no tenía absolutamente nada que hacer. Sus padres estaban en un evento a las afueras de la ciudad y su hermano se encontraba en la casa de Nancy Wheeler, la castaña llamó a Lily pero está simplemente dijo que iba ir al cine con Marcus Jones.

De repente Amelia escucha como tocan la puerta y entre suspiros se levanta del sofá para luego caminar hacia la puerta y abrirla, la castaña se quedó estupefacta al ver a Billy delante de ella con lo que parecía ser un ramo de tulipanes blancos y un oso de felpa.

— ¿Puedo pasar? —Amelia asintió y se hizo a un lado dejando que el rubio pasara y cerró la puerta detrás de ella—. Vine a hablar contigo Amelia.

— ¿De que quieres hablar Billy? No hay nada de que hablar, te dije que no podemos estar juntos, no quiero que mi padre se entere de lo nuestro por qué es capaz hasta de matarte —Billy suspiro para luego pasar su mano por su cabello.

— Amelia se que siempre te dije que lo nuestro era solo sexo, pero créeme cuando te digo que te quiero para algo más que eso. Me encantas y no quiero perderte, de verdad no quiero —La castaña sonrió para luego abrazar al rubio y este paso su brazo por la cintura de la chica—. Resolveremos esto juntos, lo prometo.

— Tú también me encantas Billy, pero simplemente no puedo dejar que te pase nada. No me lo perdonaría —Billy le entregó el ramo de tulipanes a Amelia y está lo tomo para luego olerlo.

— También te traje un señor oso, lo llene de mi perfume para que cada vez que lo abraces o lo huelas te recuerde a mi —Billy le extendió el oso, el cual era casi más grande que ella. La castaña lo tomó para luego inhalar su aroma—. El próximo viernes es la graduación y en verdad me encantaría que fueras conmigo.

— Lo siento Bill pero sabes que no puedo, Ares ya me lo pidió y tuve que aceptar —Billy agacho la cabeza para luego asentir levemente, Amelia se acercó a él para luego levantar su cabeza y darle un beso—. Hoy no habrá nadie aquí, podemos pasar este día juntos.

— Me encantaría —Billy sonrió para luego abrazar a Amelia.


Amelia y Billy se encontraban en su habitación escuchando música, la castaña bailaba y el rubio solamente la observaba fascinado.

— No sabía que te gustaba Elvis Presley —Amelia le bajo el volumen al radio para luego tirarse arriba del chico y este la abrazó por la cintura—. Cada día me sorprendes más muñeca.

— Bueno que te puedo decir, soy una caja de sorpresas —Billy sonrió para luego asentir, Amelia se acomodó en su pecho para luego abrazarlo—. No quiero que esto acabe Bill, pero tampoco quiero que te pase absolutamente nada.

— No me pasará nada nena, mírame aquí. Estoy vivo y completamente fascinado por ti —Amelia subió su cabeza para luego besar los labios del rubio, sin duda alguna nunca había pensando que le agarraría tanto cariño al chico.

— Tienes pecas —Billy frunció el ceño mientras Amelia tocaba su cara—. Tienes 15 pecas.

— ¿Acabas de contar las pecas que tengo? —Amelia sonrió para luego asentir—. Eres increíble bonita.

— Tienes 16, ahora veo que tienes una cerca del labio.

— ¿A donde específicamente? —Amelia beso la comisura de los labios del rubio.

— Allí —Billy se volteo para luego quedar arriba de la chica y besarla.

— Te quiero Amelia —Amelia se quedó sin palabras, era la primera vez que el rubio le decía "te quiero", pero luego sonrió y volvió a besarlo, Billy le empezó a hacer cosquillas, lo que provocó que la chica se retorciera mientras reía sin parar

—¡Bill! ¡Ya déjame! —El rubio negó para luego hacerle cosquillas más fuerte.

— Claro que no, es momento del señor cosquillas. Déjate querer por el señor cosquillas —Amelia reía mientras trataba de apartarlo—. Me canse.

— Te tengo un regalo —Billy frunció el ceño viendo como la chica rebuscaba entre su armario para luego salir con una caja en la mano y sentarse al frente del rubio—. Feliz cumpleaños cariño.

— ¿Como lo supiste bonita? —Amelia se encogió de hombros con una sonrisa—. ¿A quien amenazaste?

— A nadie, cuando fui a la oficina del director vi que tú expedienté estaba arriba de todos y vi la fecha de tu cumpleaños, ¿Por qué no te gusta celebrarlo? —Billy se encogió de hombros para luego bajar la cabeza.

— Siempre lo celebraba con mi madre y desde que se fue nunca más me gusto celebrarlo porque simplemente no le encontraba la misma emoción —Amelia agarró las manos de Billy para luego besarlas, el rubio sonrió al ver el acto que acababa de hacer la chica—. Gracias por el regalo nena.

— Ábrelo, se que te va a gustar —Billy miro la caja para luego moverla, el rubio la abrió y sacó lo que había dentro, Amelia sintió ternura al ver como los ojos del chico brillaron, como si se tratase de un niño pequeño con un nuevo juguete—. Es la chaqueta de cuero que quería.

— Escuche hace unos días que querías una y bueno, moví varios contactos para conseguirla —Billy agarro la nuca de la chica para luego besarla—. ¿Te gusto?

— ¿Estás bromeando? Esta increíble, muchas gracias cariño —Billy se levantó de la cama para luego agarrar a Amelia en sus brazos y abrazarla con fuerza—. Gracias.

— Te lo mereces, pero todavía hay más en la caja —Billy la soltó lentamente para luego sentarse en la cama emocionado por encontrar que más había. El rubio sacó un anillo y una rosa—. Supongo que nunca te han regalado una.

— Nunca me habían regalado una rosa, eres muy tierna muñeca —Billy acaricio su mejilla para luego observar el anillo, el cual tenía el nombre de la chica grabado por dentro, el rubio sonrió para luego volver a besarla—. Es el mejor cumpleaños que he tenido, ¿Sabes por qué? Porque tú estás aquí, junto a mi.

Billy se puso el anillo para luego agarrar la chaqueta y guardarla dentro de la caja junto con la rosa, el chico se acostó para luego jalar a la castaña y acercarla a su pecho.

— ¿Billy? —El rubio hizo un sonido en respuesta—. Yo también te quiero, feliz cumpleaños.

— Gracias nena —Billy besó su cabeza para luego acercarla más a su pecho.


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