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Petey estaba tirado en su guarida con los brazos cruzados detrás de la cabeza, mirando al techo con una mueca de frustración.

—Tch… ese paseo fue una pérdida de tiempo…

Intentó convencerse de eso.

Pero por alguna razón, seguía pensando en Dog Man.

No en el idiota desastre que arruinó todo en el parque.

Sino en cómo lo miró cuando le preguntó de que hablaba.

Petey sacudió la cabeza.

—¡No, no, no! ¡No pienses en eso! ¡Concéntrate en lo importante!

Se levantó de un salto y fue a su pizarra malvada.

En ella tenía escrito con letras grandes:

"PLANES PARA DOMINAR AL MUNDO Y DESTRUIR A DOG MAN"

Había tachado cinco ideas anteriores que terminaron en fracaso.

—Maldición, ese perro siempre arruina mis planes…

Pero entonces, una idea malvada iluminó su mente.

—¡Eso es! ¡Voy a clonarme!

Si uno de él era un genio, imagina dos.

Podría entrenar a su clon para ser igual de malvado.

Juntos dominarían el mundo y destruirían a Dog Man.

Era el plan perfecto.

Sonriendo con malicia, sacó su computadora y buscó en internet.

—Veamos… Máquina clonadora… ¡Ajá!

Encontró una que tenía buenas reseñas.

Petey sonrió satisfecho.

—¡Lo compro!

Hizo clic en "Compra Express".

Y en cuestión de minutos…

DING DONG

—¿Tan rápido?

Fue a la puerta, y ahí estaba una caja enorme

—¡Perfecto!

Petey abrió la caja con emoción.

Adentro había una máquina metálica con una pantalla y un compartimento para ADN.

El manual decía:

"Solo coloque una muestra de ADN y presione el botón ‘Clonar’."

Petey sonrió confiado.

—Esto será pan comido.

Se arrancó un poco de su pelaje y lo colocó en la máquina.

Luego presionó el botón.

La máquina empezó a vibrar y emitir luces extrañas.

—Je, je… pronto conoceré a mi clon malvado…

Después de unos segundos, la máquina emitió un sonido de confirmación.

BEEP BEEP – CLONACIÓN COMPLETA

Petey sonrió con satisfacción.

Tomó la manija de la puerta de la máquina y la abrió con emoción.

—¡Bienvenido al mundo, yo 2.0!

Pero cuando la puerta se abrió por completo…

No había un clon malvado.

Había un pequeño gatito naranja con ojos grandes verdes y brillantes.

El minino parpadeó y sonrió ampliamente.

—¡Hola, papá!

Petey se quedó paralizado.

—…

—…

—…

Cerró la puerta de golpe.

—Esto no puede estar pasando.

Esperó tres segundos.

Abrió la puerta otra vez.

El gatito seguía ahí.

—¡Papá!

Petey cerró la puerta otra vez.

—NO, NO, NO, NO.

Esto no podía ser real.

Algo salió mal.

MUY MAL.

El clon no era un clon.

Era un gatito bebé.

Y peor aún…

—¡¿Por qué me está llamando "papá"?!

Respiró hondo y abrió la puerta de nuevo.

El gatito lo miraba con curiosidad, moviendo la colita.

—¡Hola, papá! ¡Soy Li’l Petey!

Petey sintió un escalofrío.

—… ¿Qué?

Li’l Petey sonrió.

—¡Sí! ¡Tú me creaste! ¡Eso significa que eres mi papá!

Petey se agarró la cara.

—¡Esto no puede estar pasando!

Se suponía que tendría un clon malvado.

¡No un hijo!

Pero ahí estaba.

Pequeño. Esponjoso.

Llamándolo papá.

— Quiero mi dinero de vuelta...

Y, por primera vez en mucho tiempo…

Petey no tenía idea de qué hacer.

Li'l Petey mi bebé