La señora Choi se había encerrado en el cuarto y sus lamentos se escuchaban si pasabas cerca de su puerta.

Taehyun quería hacer lo mismo, pero pensando en que debía ser fuerte para hacer sentir mejor a Beomgyu, borró sus lágrimas camino al cuarto.

Al abrir la puerta, encontró a Beomgyu, envuelto en una toalla para que su húmedo cabello no mojara su pijama, tenía la mirada baja y perdida.

El peligris alzó la vista cuando entró, mirándolo con sus lindos y brillantes ojitos.

Y Taehyun quiso llorar de nuevo.

Con lentitud, se sentó sobre la cama donde Beomgyu dormiría, el chico se irguió un poco, sentándose de piernas cruzadas junto a él.

Taehyun tomó la mano de su novio, besando su dorso, una sonrisa penosa apareció en sus labios.

─ ¿Por qué no me dijiste? ─ preguntó Taehyun, su voz sonó ronca, algo rota, Beomgyu bajó la vista, supo que ya no podría esconderlo.

─ Tris-te. ─ dijo, bajito, señalándolo. ─ Como ma-má.

El labio de Taehyun tembló con ganas de llorar.

─ Beommie, hay cosas, que por más tristes que sean, deben saberse. ─ murmuró.

Beomgyu negó, parpadeó varias veces para despejar las lágrimas que comenzaban a crecer en sus ojos, aunque eso no impidió que comenzara a llorar.

─ No... Quiero. ─ murmuró. ─ Yo q-quiero ser fe-liz, s-sin de-cir eso, s-sin pen-sar eso... ─ habló entre sollozos e hipidos.

Y Beomgyu se rompió, desbordando en lágrimas.

Taehyun lo abrazó con fuerza, como si así pudiera arreglar las cosas, acomodando a Beomgyu contra su cuerpo.

─ Beomgyu... Tú mereces toda la felicidad del mundo. ─ murmuró el peli-rojo, carcomido por la injusticia.

editado [18.06.21]