━Capítulo Ocho
❝𝐓𝐄 𝐐𝐔𝐈𝐄𝐑𝐎. 𝐓𝐎𝐃𝐀 𝐔𝐍𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀 𝐋𝐎 𝐇𝐄 𝐄𝐂𝐇𝐎❞
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〘 ✰.༄ ☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟖 ☼︎༄.✰ 〙
—– sentimientos —–
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08 de Noviembre, 1976
S
exto Año.
AQUELLA MAÑANA NO INICIABA
TAN MAL, O ESO PENSABA ADELAIDE. Su primera clase fue Encantamientos y ahora junto a su pequeña pandilla se dirigía a la aula de Defensa contra las Artes Oscuras.
Llegaron al lugar entre juegos y risas, llamando la atención del resto de los alumnos que esperaban pacientemente la llegada del profesor. Esta vez compartían clase con Raveclaw.
La pelirroja dejó sus cosas en uno de
los pupitres de la parte delantera y tomó asiento a un lado de Remus, quien desde su cumpleaños había estado actuando un poco extraño, al menos con ella. A como diera lugar la esquivaba o buscaba la manera de no dirigirle la palabra y sinceramente estaba arta de eso.
Mientras James y Sirius estaban en los otros pupitres –James coqueteando con Lily y Sirius probablemente tirandole la onda a cualquier chica linda – hablando con sus compañeras, Peter comía un par de golosinas y Addy observaba inquita a Remus, quien apuntaba algunas tareas.
—Estas ignorandome...
—No te estoy ignorando —respondió
el chico concentrado en lo que estaba escribiendo en el pergamino.
—Si lo haces, desde hace días —
contestó ella quitandole los papeles de un jalón y sorprendiendolo —. ¿Vas a decirme por qué me estás ignorando
o acaso voy a seguirte rogando?
—Addy, no...
Pero en ese momento solo se escuchó un ruidoso "uh" cuando James Potter con un solo movimiento hizo aparecer un bello ramo de lirios rosas y se lo entregó a Lily Evans, quien no dudó en aceptarlo.
—Entonces Evans, ¿alguno de estos días saldrías conmigo?
—Lo pensaré, Potter.
Después de eso James le dedicó una frase cursí que hizo a la pelirroja ponerse tan roja como su cabello y caminó de nuevo a su pupitre con esa cara de enamorado que tenía cada que veía a su Lily flor.
—Ella dijo que lo pensará...
—Sí, James. Todos lo oímos —comentó Addy arisca sacando sus libros de mala gana, ganandose la mirada juzgona de su amigo.
—¿Y a tí quien te hizo tanto daño?
Adelaide no contestó solo pudó mirarlo como si lo quisiera asesinar –porque eso quería, obviamente – y continuar en lo suyo. Pero James sabía por los rostros de Addy y Remus que algo había sucedido.
Desde aquella fiesta aquellos dos no se hablaban para nada a menos que fuera por alguna tarea y sabía bien que algo
se traían pero no sabía que era.
—¡Ey, arriba esas caras! —animó el míope alzando sus manos una y otra vez, llamando la atención de sus amigos —. Hoy es la final de la temporada de Quidditch y no quiero ver esas caras largas. ¡Arriba los animos chicos!
—Uy si, mira como me retuerzo
de felicidad —respondió Adelaide arrastrando las palabras con una sonrisa de medio lado.
—Más te vale volver a la normalidad Adelaide Black —advirtió James serio a su amiga, señalandola con diversión.
—Sácate de aquí, Jamie.
—Eso dolio, rojita...
Mientras el de gafas y la pelirrija iniciaban una boba guerra de insultos que terminaban en carcajadas, Sirius se mantenía quieto en su púpitre pensando en quien sabe que pues ni el lo sabía.
—Ey, Canuto. Estamos aquí —anunció James pasando su mano repetidas veces por la cara de Sirius, llamando su atención —. ¿En que tanto piensas?
Sirius rápidamente reaccionó como si nada y de la nada una enorme sonrisa ladeada pero coqueta tan suya apareció en su rostro como por arte de magia.
—¿Cómo que en qué pienso? —
preguntó incredulo, estrujando los hombros de su amigo —. En el partido, ¿en que más? ¡Esta tarde patearemos
el trasero de esos odiosos Slytherins!
Addy solo pudó hacer una mueca de cansancio y aburrimiento mientras se hundía en su pupitre, echandole una que otra mirada fugaz a Remus en lo que duró de la clase de Defensa contra las Artes Oscuras.
Mientras lo hacía notó un par de cosas a las que nunca prestó suficiente atención del segundo mejor amigo de su hermano mayor. La primera eran esos graciosos gestos que Remus solía hacer cada vez que estaba nervioso.
Arrugaba el entrecejo para luego morder su labio un par de veces antes
de rascar su cuello nervioso o pasar
sus manos por su cabello. Un gesto que despertaba un coquilleo extraño en
Adelaide.
La segunda cosa que notó fue su sonrisa, algo estúpido que después de casi siete largos años de amistad la notará. Cada vez que hablaba sonreía y esa sonrisa se ensanchaba si las personas con las que hablaba eran sus amigos y... ¿con ella?
La tercera cosa y última cosa que notó fue que cuando ella volteaba a verlo él tambien lo hacía e intercambiaban una que otra mirada acompañada de una absurda sonrisa para nada incomoda.
Estúpido cosquilleo, repetía Addy
en su cabeza cada que vez sus ojos
se encontraban con los avellanas
de Remus Jonh Lupin.
—¿Tengo algo en la cara, Lupin?
—Lo mismo podría preguntarte,
rojita —comenzó a decir Remus con
una sonrisa socarrona, esperando no
ser escuchado por sus amigos —. ¿Por qué no dejas de verme, eh? ¿Debería comenzar a sentirme acosado, bonita?
—No digas tonterias, Remus —contratacó Adelaide disimulando el sonrojo en sus mejillas y el temblor en sus manos —. De seguro tantos libros
te dejaron un poco o bastante tarado.
Así me traes tú, pensó Remus para sus adentros riendo con fuerza. Agradeció que no existiera un lector de mentes o algo así.
¡Por Merlín, Remus! ¡Control hombre!
—Probablemente.
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Las clases transcurrieron con rápidez
o al menos eso sentío Addy, quien luego de lo ocurrido con cierta persona había estado bastante quieta en su lugar y su cuerpo quería saltar como desquiciada pero a la vez ir al baño y desechar todo
lo que llevaba en su estomago. Era una sensación de nervios y emoción.
Ya en el comedor los merodeadores tomaban su almuerzo en su respectiva mesa y mientras lo hacían hablaban sobre las tecnicas que usarían para la tarde del partido de Quidditch.
Aunque tecnicamente quien no paraba de hablar era James seguido de Sirius y Peter, quien los escuchaba atentamente mientras se llenaba con pastelillos.
La pelirroja del grupo jugueteaba
con su comida absorta de la realidad, pensando. Las voces de los chicos
eran solo un murmullo de fondo.
—¡Adelaide!
La chica casi saltó de su asiento asustada por aquel grito e instantaneamente miró de mala a su queridísimo hermananito.
—No tenías por qué gritarme, no estoy sorda.
—Pues parece —respondió Sirius haciendo una mueca, ella solo rodó los ojos divertida —. ¿En que tanto piensas, mujer?
—¡Tal vez solo está enamorada!
Todos en la mesa hasta Remus que estaba tan sumergido en su lectura se giraron a ver al pobre Peter, quien no dejó su pastelillo y solo pudo encogerse de hombros.
—Parece que Peter sabe cosas...
—¿Qué? ¡No, estás loco! —exclamó Adelaide ligeramente sonrojada, alzando sus manos al aire —. ¿Yo? Pff, jamás.
—Eso dicen todas al principio —
comentó James como no queriendo, mirando distraidamente sus uñas.
Fue así como por segunda vez en el día Adelaide Black deseo poder ahorcar a su mejor amigo o al menos darle un zape tan fuerte que se le acomodaran bien las neuronas que aún le quedaban buenas.
—¿Es eso? ¿Un chico? —soltó Sirius
casi a gritos bastante confundido, pero solo recibía balbuceos —. ¡Adelaide Calypso Black!
—¿Quieres callarte? —pidió Addy avergonzada en susurros, molesta
—. Todos nos están viendo raro.
—¿Hay algo que no me estes diciendo, Adelaide?
—No tengo nada que contarte, Sirius. No estoy enamorada ni lo estaré. Fin de la historia.
—Esperaré con ansias ver a una Addy completamente loca de amor —comentó James con una sonrisa enorme, riendo para sus adrentros.
—Pues te quedaras con las ganas
porque eso no pasará —respondió ella con una falsa sonrisa antes de girarse hacia su hermano —. ¿No tienes algo que decirme, Sirius Orion?
Sirius pareció meditarlo por un par de segundos hasta que terminó por mirar a su hermana con una sonrisa cínica.
—No, ¿por qué?
—Porque quisiera saber que es tan importante para mi hermano como
para abandonarme por las noches —soltó Adelaide cruzandose se brazos, mirandolo con dureza.
—Estoy recibiendo asesorías...
—Ajá, ¿qué más?
Todos estaban en completo silencio escuchando la pequeña discusión de los hermanos Black. Remus seguía en lo suyo, estaba tan sumergido en el libro que ya casi lo acababa. Por otro lado James y Peter comían a la par algunos dulces disfrutando de la escena.
—Es como ver una novela de las que
ve mi mamá —soltó Peter, metiendose un puño de dulces a la boca.
—Yo solo se que amo el chisme.
—¿Y quien las imparte?
—Una chica de Gryffindor —continuó explicando el pelinegro algo nervioso pero por alguna razón una sonrisa se dibujó en su rostro —. Podría decirse que es una cerebrito. Ya sabes el otro año es el EXTASIS y quiero estar listo.
No me vendría mal una ayudadita...
—Bueno, te creo. ¿Y se puede saber quien es la chica?
—Ya la conoceras —respondió Sirius, haciendo a la pelirroja hacer una mueca de clara de desconcierto.
Oh, genial. Otro enigma, pensó Adelaide algo molesta por la falta de información por parte de su hermano mayor.
No pasó mucho de eso y a los pocos minutos llegó una lechuza con un sobre en el pico perfectamente pulcro para la pelirroja y lo dejó frente a ella.
—¿Correspondencia para Addy?
La chica lo tomó con cuidado y
comenzó a buscar el remitente solo para saber de quien provenía. Walburga Black. Solo con leer el nombre sabía
que algo andaba mal. En ese momento sintió una sensación de nervios en su estómago.
"Querida Adelaide:
Es mi deber informarte que se acercan las vacaciones de invierno. Por tu bien espero que vengas a pasarlas con tu familia y no con el desagradable de un hermano mayor o sufriras llevarme la contraria jovencita.
Tu padre y yo tenemos un par de noticias que seguro te encantaran y que queremos compartir con los sagrados 28 en una cena.
Sin más que decir doy por finalizada esta carta.
Atentamente
Tu amada madre"
Sirius, que estaba de chismoso leyendo la carta, casi se parte de risa con lo último.
—¿Amada madre? —soltó seguido de una carcajada limpia, señalando aquel sobre —. Esa vieja arpía no tiene nada de madre. No se como puede aguantarle sus caprichos, Regulus. ¡Esta loca!
Addy ignoró las burlas de su hermano
y se concentró en la carta, intentando darle significado a lo que informaba.
¿Una noticia para anunciar en una cena junto a los sagrados 28? Entonces sería algo muy importante, aunque por lo que estaba sucediendo afuera de Hogwarts no esperaba que fuera nada bueno.
——— ✮✧☾✧✮ ———
Finalmente llegó la tarde, pero aún faltaban unas pocas horas para que comenzara el partido que decidiría que casa se llevaba la copa de Quidditch.
Y podría ser Gryffindor o Slytherin.
Mientras tanto Adelaide caminaba
porel pasillo de la planta baja pues acababa de terminar de darle asesorías a Lily Evans, quien estuvó algo distraida por alguna extraña razón y cuando
Addy le preguntó el porqué solo sonrió y dijo: no es nada.
Estaba segura que en unos pocos
meses Lily Evans se integraría a su grupo de amigos y Jily sería real.
Después de todo el hecho de que Lily pasará tiempo con Adelaide por culpa de las asesorías hacía que támbien pasará tiempo con los merodeadores y James
no perdía el tiempo cada que podía.
Mientras un amor florecía otros dos corazones comenzaban a dejar caer
su dura armadura. Tal vez no lo sabían con exactitud pero algo surgía ahí.
Se dirigía a el dormitorio de chicas
para preparse antes del partido cuando a un par de metros venía el heredero menor de los Black escoltado de su grupo: Adrian Avery, Evan Rosier y nada mas y nada menos que Severus Snape.
La pelirrija rodó los ojos y estuvó dispuesta a darse la vuelta con tal de
no verlo pero Regulus fue más rápido
y corrió hacía ella, deteniendola.
—¿A que se debe esto?
—Necesito decirte algo —explicó Regulus suplicante, antes de girarse en dirección a sus amigos —. A solas si nos permiten.
Los tres slytherins acataron el mensaje al instante y se pasaron de largo sin detenerse. Pero algo que Addy notó al instante fue la mirada llena de deseo que Evan Rosier le daba siempre que la veía, cosa que la incomodaba bastante.
Snape por su parte solamente la miró con odio. Estaba claro que jamás iba a superar la broma de mal gusto que los merodeadores había decidido jugarle.
Cuando estuvieron completamente a solas en el pasillo, Adelaide se cruzó de brazos y esperó con el ceño fruncido lo que sea que tenía que decirle el chico.
—¿Vas a hablar o solo te quedarás ahí parado?
—¿Recibiste alguna carta hoy?
—¿Eso importa?
—Adelaide...
—Sí, recibí una carta. Era de mamá —explicó la chica confusa, mirandolo con aburrimiento —. Lo de todos los años. Tu familia te espera para vacaciones, más te vale estar. ¿Pero ya lo sabes tú, no?
—Mamá esta planeado algo grande
que de alguna manera te relaciona —comenzó a decir en susurros, mirando a todos lados con temor —. Aunque no lo parezca me importas, Adelaide.
—Me ha echo cosas peores, las
cicatrices en mi espalda lo prueban. ¿Qué más podría hacerme? —soltó
la pelirroja seguida de una risa falsa.
—Comprometerte con un sangre pura...
En cuanto aquellas palabras salieron
de la boca de Regulus, Adelaide perdió el color de la cara y sintió los latidos de su corazón repiquetear en sus oídos. De pronto no hubo ningún sonido, solo el silencio envolviendolos.
—¿Q-Qué dijiste?
—Escuché a mamá y papá hablar del tema antes de iniciar el curso —susurró Regulus bastante serio ante el transe de su hermana —. No creí que lo hicieran pero parece que se salieron con la suya. Mamá ha estado enviandome cartas y menciona mucho a los Rosier. Tal vez...
—¡Cállate! ¡No sigas! —exclamó Addy negando con la cabeza repetidas veces, sintiendo sus ojos escozer —. Debe ser otra cosa. Me niego a aceptarlo.
—¿Y qué tal si es eso?
—No piensi seguir con esto, Reg —musitó Adelaide colerica, antes de alejarse con los ojos llorosos a la torre
de gryffindor —. Mamá, papá y todos
los puristas pueden irse a la mierda pero a mi no van a comprometerme con alguien a quien no amo.
——— ✮✧☾✧✮ ———
Ni siquiera llegó a su dormitorio si no que se pasó de largo al de los chicos. No había nadie a ecepción de cierto chico que al verla dejó los libros a un lado de la cama y corrió a ella para abrazarla con fuerza. Pues sus ojos llorosos decían lo mal que la estaba pasando.
—Remus...
—Addy, ¿qué paso? —cuestionó
Remus sosteniendo su rostro entre sus manos con delicadeza viendo sus ojos cristalizados —. ¿Por qué lloras?
Pero Adelaide solo hipaba en su pecho recordando las palabras de Regulus y la crueldad con la que sus padres había hablado de ella como si fuera un objeto al que podían canjear como no valiera.
—Dime que te pasa, bonita.
—No es nada, me encontre con Reg y dijo un par de cosas que me molestaron —comentó la pelirroja tragandose la verdad, a la vez que secaba sus lagrimas con su uniforme —. Eso es todo...
Remus no tuvó la valentía para ayudarla porque claramente no era normal lo mal que se veía solo por una palabras pero solo pudó apretar los puños conteniendo la rabia que sentía.
—Solo ignoralo. No creo que haya querido lastimarte.
La chica asintió no tan convencida buscando estar cerca de él, sintiendo
su espalda rodeada por su brazos y
un peculiar y embriagante aroma a
chocolate inundandola por completo.
—Eres tan lindo al estar consolandome, Remus —musitó ella aún envuelta en el cálido abrazo del castaño —. Si algo amo de tí es la manera en que apoyas a los demás. Quisiera tenerte en una cajita de cristal y protegerte de el resto.
Después de eso la pelirroja se separó
un poco de tal manera que sus rostros enfocaban perfectamente el otro y sus ojos se encontraron. Bien dicen que los ojos son la ventana del corazón y ahora sus corazones colapsaban.
El ambiente melancolico empezó a
ser remplazado por una tensión tan fuerte pero a la vez tan frágil que se podía cortar con un cuchillo. El más
mínimo movimiento en falso los haría retroceder asustados.
—Se que está mal, porque eres la hermana de uno de mis mejores amigos pero Addy te juró que son tantas las ganas de besarte ahora mismo que
no se como evitarlo —empezó a decirle poniendo una mano en su mejilla con suavidad, rozando su pulgar contra la comisura de los labios de la jóven.
—Entonces hazlo. Besáme, Remus...
Después de eso Remus se acercó lentamente al rostro de la pelirroja de tal modo que sus respiraciones eran
una sola y posó sus labios suavemente sobre los de ella. Adelaide no tardó en corresponder al beso, creando un lento
y torturoso vaiven.
La pelirroja estaba ansiosa y se notaba en sus movimientos. Siendo ella la que hacia que el beso fuese más intenso. Y es que llevaba meses pensando en ello y al fin estaba pasando.
Esta vez ninguno estaba ebrio y lo que sea que pasará lo recordarían siempre. Pero ahora mismo les daba igual porque eran dos jovenes enamorados. Y si había alguna prohibición con respecto a quien besaban les daba igual.
Si mamá supiera con quien estoy liandome ya le habría dado algo, pensó Adelaide riendo para sus adentros con maldad.
Estaba enamorada de un mestizo y encima un hombre lobo, personas que eran repudiadas por los sangre pura y ella era uno de ellos. Una sangre pura que iba en contra de los ideales puristas.
Amaba a Remus. Tal vez fue
demasido lenta para descubrír que
su enamoramiento por el chico
siempre estuvó presente pero ahora
lo tenía consigo y no iba a dejar que
su madre lo apartará de su lado.
—Addy, acabamos de besarnos —anunció Remus con la respiración algo acelerada, separandose de ella —. ¿Eres conciente de lo que va a pasar ahora con nosotros?
—Soy más que conciente de ello, Rem —susurró la pelirroja apoyando su frente contra la de él con amor —. Eres lo mejor que me pudo pasar, Remus John Lupin.
Remus con una sonrisita nerviosa apartó un rebelde mechón del rostro de la joven frente a él.
—Prometeme Remus que después de este beso no me evitarás más —susurró Adelaide sobre los labios del chico, con la mirada enfocada solamente en él —. Tienes que prometermelo, por favor.
—Aunque quisiera evitarte no podría. Eres irresistible y me tienes a tus pies —comentó el castaño sintiendo la sangre subir a sus mejillas —. Realmente me tienes atrapado, Adelaide Black. Se que me arrepentiré luego por esto pero no me importa. Te quiero, Addy. Toda una vida lo he echo.
—Solo guarda silencio y olvidate de todo, cariño. Hablaremos luego de esto —pidió Adelaide en susurros antes de robarle un lento beso que fue correspondido al instante —. Necesitaré apoyo, ¿no crees, lobito? ¿Qué tal si vas a animarme para el partido?
—¿Quieres saber algo? —cuestionó Remus recibiendo un asentimiento
por parte de la chica —. Si iba todas las tardes a los entrenamientos no era porque me gustará el quidditch si no porque me gusta verte jugar.
—Aw, que cursi —soltó la pelirroja arrugando la nariz de forma graciosa antes de ponerse de pie —. Anda vamos antes de que empieze el partido.
—Es hora de poner en su lugar a esas serpientes.
Creditos a nyktennant
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OCTAVO CAPÍTULO PUBLICADO
¿Cuanto tiempo, no? Una disculpa
si tienen tiempo esperando actualizacion del fic. Supongo que mi única y verdadera excusa es mi falta de imaginación y a veces tiempo. ¡PERO AQUÍ ANDAMOOS!
Espero les haya gustado tanto como
a mí. No espere que llegara el momento de las confesiones de estos dos tortolitos pero surgió y ahi tienen. En fin, el amor puro y sincero.
Solo dire que a partir de aquí las cosas entre nuestra parejita de alguna manera se complicaran, osea muy bonito su amor pero no todo es color de rosa. Y ojito con ese Sirius, uno nunca sabe con él 😶🌫️
Eso sería todo por el momento. No se olviden VOTAR Y COMENTAR, si les gusto verdad. Me ayudarían un montón con eso. Si desean agregar el fic a sus listas de lectura para saber cada que actualizo estaría genial. Es opcional pero dejaré mis redes sociales aqui abajito por si gustan seguirme y ayudar a crecer como escritora. Besitos <3
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