━Capítulo Catorce
















❝ 𝐍𝐎 𝐃𝐄𝐉𝐄𝐒 𝐐𝐔𝐄 𝐓𝐄 𝐃𝐀Ñ𝐄𝐍 𝐌Á𝐒 ❞





















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〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟒☼︎༄.✰ 〙
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25 de Diciembre, 1976
VACACIONES
Sexto Año.

SIN PENSARLO LOS DÍAS RESTANTES SE PASARON VOLANDO Y CUANDO MENOS lo imaginaban ya era 25 de Diciembre. Aquello claramente no era una buena señal al menos para Addy, quien sus padres estaban a punto de arruinar su vida atandola a alguien a quien jamás iba a tolerar.

La heredera Black permanecía en su habitación arreglandose para cuando la reunión comenzara. Todo el día se la pasó yendo de un lugar a otro o de igual forma recibiendo ordenes por parte de su madre y sinceramente era molesto.

El día anterior ella en compañía de Walburga fueron a una tienda de ropa magica en la que encontraron un vestido y algunos accesorios para que luciera en dicho evento. Ya estaba maquillada, tal como le ordenó su madre. No de alguna manera tan tan excesivo pero que sus labios resaltaran con un tono rojo.

Mientras que el peinado consistía
de un recogido formal, dejando algunos mechones ahora rizados sueltos.

El vestido era lo único con lo que aún
no terminaba de ponerse era el jodido vestido. Peleaba para ponerse la parte de abajo de este y ni siquiera podía sola atarse el corset del mismo.

Para su fortuna o su desgraciada Walburga pasaba por ahí puesto que quería asegurarse que todo estuviera donde debería para que en un par de minutos los invitados llegaran y vió a su hija pelear y maldeciar a un vestido.

Rodó los ojos y entró molesta a la habitación.

—Claramente te dije que te quería lista para antes de las ocho —mencionó ella tomando los cordones del corset para empezar a apretarlos —. Casi es la hora y tú ni arreglada estás, Adelaide.

—Pues abrocharse un corset sola no
es algo que digamos muy sencillo —masculló entre dientes soltando un leve quejido cuando sintió que el aire estaba faltabandole por tanta presión —. Creo que está algo apretado.

Walburga podía ser el ser mas maldoso del mundo pero támpoco era un monstruo y le soltó un poco al corset al menos para que pudiera respirar. Si no fuera en aquella ocación con una boda respirandole en la nuca, Addy estaría mas o menos feliz de que su madre la tratará un poco mejor que de costumbre.

Con su ayuda se pusó el vestido, que por cierto llevaba algo de crinolina para que se esponjara un poco y unos cuantos minutos después estuvó lista.

Walburga la vió de arriba abajo sorprendiendose por lo hermosa que
era su niña apesar de sus conflictos. Ella era preciosa y entre más la veía más notaba su enorme parecido con ella. Aún seguía lamentandose por ello y verla crecer solo la seguía atormentando.

Quitandose esos absurdos pensamientos de la cabeza sonrió un poco lo que hizó que la menor abriera la boca confusa.

—Te ves bien, tu padre y yo te esperaremos abajo —mencionó volviendo a su postura seria antes
de darse la vuelta e irse del lugar.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó para
si misma alisandose la falta del vestido sin quitarse de la cabeza la imagen de
su madre sonriendole —. Ojala pasará con más frecuencia eso.






















































































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Las fiestas que solía dar la familia Black eran preciosas. Siempre la mansión se llenaba de luces, decoración, comida y en cada rincón y mesa te encontrarías a un cumulo de personas enfundados en trajes oscuros y vestidos exóticos que hablaban entre si de temas que para nada le gustaban a Adelaide Black.

Adelaide conocía perfectamente lo que pasaba en estas fiestas como támbien sabia que el día que en su infancia deseaba que llegará ahora solo lo detestaba. Si bien no era algo que una niña de entre diez y doce quisiera ella anhelaba que algún día algún chico de sangre pura se fijará en ella y quisiera tomarla por esposa en un futuro.

Después de conocer a sus amigos,
vivir hrandes experiencias en Hogwarts y descubrir que le tenía un cariño a Remus que iba más allá de una amistad desde que era más pequeña sus tontos sueños de niña tonta eran una basura.

No quería casarse; al menos no con un hombre purista, clasista, involucrado en cosas malas y que odiaba a las personas que no eran igual a él. Támpoco quería que decidieran por ella que seria de su vida. No quería ser como su familia y al hacer esto sería una de ellos.

Al bajar las escaleras se sentía rara, como si de pronto le faltara el aire y esto solo incrementó al notar las miradas de los sagrados veintiocho sobre ella.

Con el paso de los años la única hija del matrimonio Black había pasado de ser esa adorable niña pelirroja a convertirse en una joven deseada por los hombres de linaje puro y de familias adineradas.

Con una sonrisa timida se acercó a sus padres, quienes conversaban animados con la familia Mulciber. En cuanto se acercó hizo una pequeña reverencia.

—Debo elogiarte, Walburga —empezó a decirle el señor Mulciber en cuanto pusó su mirada en la jovencita —. Tienes unos hijos perfectamente educados y no cabe duda que esta jovencita es preciosa.

—¿Qué puedo decir? Es herencia, querido.

La pelirroja se disculpó enseguida
y se dirigió a una mesa en la que se encontraban las hermanas Black.

La primera en ponerse de pie e ir a abrazarla fue Andromeda, o como ella
le decía de cariño Andy. No era secreto que Addy tenía cierto favoritismo por
la hermana del medio. Siempre fue su prima favorita, la prima que nunca le pegó ni la juzgó por sus decisiones y la que siempre estuvó apoyandola.

Cissy támbien era su favorita pero a diferencia de Andromeda era mucho más callada y prefería no hablar si no era necesario. Además de que solía ser influenciada por su hermana mayor, Bellatrix.

—Mirate, Adelaide —decía Andromeda tomandola de las manos con una sonrisa —. Estás preciosa. Parece que fue ayer cuando jugabamos a las muñecas. No cabe duda que has crecido bastante.

—Gracias, Andy —musitó ella con los ojos ligeramente cristalizados antes de volver a abrazarla —. Realmente te he extrañado, prima.

En el fondo no solo lloraba porque ambas se entendían a la perfección, odiaban ser parte de la familia Black. Sin embargo támbien se desahogaba
con respecto a lo de su compromiso.

Narcissa se acercó a saludar a su prima una vez su hermana la dejó tranquila. Ella támbien la quería pero a diferencia de Andromeda ella preferia no ser tan efusiva con su prima. La rubia venia de la mano de su prometido, Lucius Malfoy.

No era secreto que se conocieron en Hogwarts y se enamoraron. A diferencia de lo suyo con Remus en cuanto vieron los padres de Narcissa a Lucius le dieron el visto bueno por ser sangre pura y de familia adinerada. Lastima que con ella no pudó ser lo mismo.

—¿Eres tú, pecas? —soltó Lucius
viendo a la chica de arriba abajo con una sonrisa fastidiosa —. Tiempo sin vernos, ¿eh? ¿Todavia sigues juntandote con ese grupo de zoquetes?

Adelaide se tragó las ganas de soltarle una palabrota por respeto a su madre y a los invitados pero ganas no faltaban.

Narcissa le dió un ligero codazo a su prometido, haciendolo soltar un quejido.

—Me disculpo por el comportamiento
de Lucius —respondió la rubia con una sonrisa timida mirandola a los ojos —. Ambos estamos contentos de tenerte de vuelta en casa. ¿Cómo te ha ido en tu penúltimo año escolar?

—Bien, todo marcha de maravilla.

Lucius rodó los ojos cansado y le
susurró algo a su prometida antes de darle una rápida mirada a la pelirroja e irse dejandolas a ambas solas.

—En serio no se como soportas a ese idiota, Cissy —reclamó Adelaide a su prima señalando al hombre a varios metros con desdén —. Creo que mereces algo mejor que eso.

—Lucius puede ser un idiota a veces pero que puedo decirte es mi idiota —respondió Narcissa con un tonillo de voz propio de una enamorada viendolo —. Cuando en realidad amas a alguien no te importan sus defectos en cambio amas todas sus cualidades apesar de todo.

—Debes estar muy enamorada para decir todo eso de Malfoy.

—No tienes idea de cuanto, Addy.

Bellatrix no se indignó en levantarse de su asiento y saludar. Aunque támpoco era como si ambas primas se llevaran tan bien, al menos no después de que la pelirroja junto a su hermano mayor quedaran en Gryffindor. La pelinegra creía que era una desgracia a escala mayor para toda la familia Black.

Aunque desde pequeñas no solían tratarse como tal. Bellatrix siempre la molestaba ya fuese haciendo cosas que
a Adelaide le molestaban o diciendole cosas. Realmente resultada exasperante.

Adelaide solo la miró fugazmente y
se dió la vuelta con dirección a uno de los sofás de la enorme sala cuando una mano fría la tomó de la muñeca.

—Definitivamente te vas más hermosa que de costumbre —comentó Evan con una sonrisita picara mirando su atuendo —. Me encanta como se te ve ese vestido.

—¿En serio? —exclamó Addy con una sonrisa aparentemente realista antes de poner cara seria y mirarlo mal —. Yo lo odio, si pudiera lo quemaría en aquella chimenea y a ti con él.

—Cuanta agresividad, preciosura. Solo soy amable.

—Tu idea de amabilidad la detesto, largate de mi vida y dejame tranquila —pidió con furia caminando lejos antes de volver a ser retenida por él —. He dicho que me sueltes, pedazo de poco hombre.

—Como me hagas uno de tus shows enfrente de todas estas personas yo mismo me encargaré de ponerte en tu lugar —informó Evan a su oído con una sonrisa para disimular su pelea —. Tú decides. Ahora muevete y vamos con mis padres. Es una maldita orden.

Evan la tomó de la mano y la llevó consigo por todo el salón en busca de
sus padres. Ambos tenían una sonrisa amplia en sus rostros, aunque la de ella claramente era fingida para no levantar sospechas de cualquier invitado. Evan deseaba esto pero ella para nada.





























































































































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El resto de la noche transcurrió con tranquilidad. Parecía una fiesta como todas las que organizaban los Black. Sin embargo, alrededor de las diez de la noche Orion golpeó unaa copa con una cucharita llevando la atención de todos los presentes para hacer un anuncio.

Definitivamente Adelaide quería salir corriendo de aquel lugar para no volver jamás.

Sentía su corazón querersele salir del pecho y de pronto se sintió asfixiada de algún modo. El lugar se hacia cada vez más pequeño o tal vez ella se encogía.

—Damas y caballeros es para mi un honor decir que la familia Black tiene un anuncio importante —informó Orion con una maravillosa sonrisa plasmada en sus labios —. Adelante, muchachos.

Aún con eso, Evan la tomó de la mano entrelanzando delicadamente sus dedos entre los suyos. Sorpresivamente eso la tranquilizó un poco, o al menos lo hizó al pensar que Remus solía hacer eso con ella. Remus, su Remus Lupin.

—Cuando conocí a Adelaide supe al instante que era la mujer ideal para una pobre alma como yo —empezó a relatar Evan con un tono de enamorado y de melancolía, aunque todo era mentira —. Adelaide es la mujer más maravillosa y perfecta que he conocido. Estoy bastante agradecido con la vida y con los Black por dejarme ser parte de su vida. Por eso esta noche quiero preguntarle algo.

En ese momento el rubio se incó frente a ella sacando de su bolsillo una elegante cajita de terceopelo negro que cuando la abrió dejó a la vista de todos un hermoso anillo de oro blanco en el que resaltaba un precioso rubi atado por un infinito.

—Adelaide Calypso Black, ¿aceptarías ser mi esposa?

La pelirroja casi al borde de un ataque de pánico miró en todas direcciones en busca de respuestas. Cuando miró a su madre supó que tenía que hacerlo, por Remus. Lo amaba y si eso implicaba su felicidad con tal de mantenerlo a salvo lo haría sin dudar un instante.

—Yo... acepto casarme contigo...

Evan le colocó el anillo en el dedo anular izquiero y se pusó de pie para darle un delicado beso en los labios, logrando que todos estallaran en aplausos por lo bello que había sido el momento para ellos.

No había vuelta atrás. Ahora era oficial en unos meses Adelaide Black pasaría a ser la señora Rosier y nadie la salvaría.

Después del anuncio, la pelirroja quería irse a su habitación y fingir que se sentía cansada o algo por el estilo cuando una de las hermanas Black la interceptó.

—Oye, no me habías dicho que ibas a casarte —comentó ella con una sonrisa pícara dandole un suave codazo —. Y menos con Evan Rosier. Creí que odiabas a ese chico. A menos que sea cierto eso de que del odio al amor solo hay un paso.

—Lo detesto como no tienes idea —
soltó ella agarrandose el cabello en un arranque de ira —. A él y a todos.

—¿Qué tienes? ¿Estás llorando?

Andromeda se acercó a ella asustada al ver un par de lagrimas descender por sus mejillas.

—No lo amo. El amor de mi vida ahora mismo está destrozado pensando en las posibles razones de porque lo deje —empezó a explicarle entre sollozos y hipidos, mientras tomaba asiento lejos del resto —. Tal vez me odie, tal vez mi hermano me odie. ¿Está mal que ame a una persona que esta prohibida? Andy, no se que hacer. Amo a un mestizo y me da igual lo que piensen de eso pero no puedo dejar que hagan una miseria de su vida solo porque yo estoy con él. Lo deje por mi familia, lo perdí...

—Te comprendo perfectamente —respondió la castaña dandole suaves palmaditas en la espalda —. Tal vez mis hermanas y mi familia no lo sepan pero desde hace un tiempo salgo con un chico nacido de padres muggles. Quiero irme con él pronto y dejar a esta familia de una vez por todas. Adelaide si de verdad amas a ese chico vas a decir no a toda esta mierda que mi tía te impuso. Todo esta en que tu decidas.

—No es tán fácil, Andy... no lo es...




































































































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Para eso de medianoche, Evan Rosier ya estaba un tanto desorientado por todo el alcohol que ingirió en la cena. Incluso se andaba tropezando con sus propios pies.

Adelaide decidió llevarlo a su habitación y dejarlo ahí para que así ella durmiera en otra habitación sola. De esa forma les daría a los demás la impresión de que era una buena prometida.

Al llegar a la habitación Rosier cayó rendido a la cama mientras Adelaide aprovechaba esos minutos para darse una ducha con agua caliente.

Al salir tomó un par de cosas para dormir y estaba a punto de irse a la habitación de Regulus pensando que quizás la dejaría dormir con él porque la cama era espaciosa y usualmente no le negaba nada. Evan la tomó de la mano con fuerza y de un tirón la lanzó a la cama, sus cosas fueron a parar al suelo.

—¿Qué demonios te sucede, Rosier? —exclamó furiosa intentando levantarse pero él la volvió a empujar a la cama —. Más te vale que dejes de colmar mi paciencia de una buena vez.

—¿Qué me pasa? Pasa que quiero a mi prometida conmigo ahora.

La mirada oscurecida del rubio en serio estaba alarmando a la chica, quien solo lo miraba asustada a la espera de que se calmará un poco y la dejara ir.

—Evan, tomaste mucho. No estás en tus cinco sentidos, dejame ir...

—No te voy a dejar, ir —exclamó Rosier acercandose a ella para después dejar un beso en sus labios —. Quiero a mi futura esposa aquí y ahora. Adelaide solo necesito tenerte esta noche...

Después de eso el chico empezó a besar su cuello lentamente, el lobulo de su oreja. Lugares sencibles a decir verdad.

—Evan, pará. Prometiste que ibamos a esperar a la...

Sin proponerselo soltó un jadeo que fue música para los oidos del rubio. Tal vez no quería hacerlo pero su cuerpo decía otra cosa diferente.

—Detente, por favor...

—Son solo caricias, Addy —susurró
el rubio mosdisqueando el lóbulo de su oreja, ganandose otro jadeo —. No me vas a negar que se siente bien, ¿cierto? Solo dejate llevar por esto.

De pronto una de sus manos frías se
coló por la camiseta de resaque de la pelirroja. Mientras jugueteaba con su oreja una de sus manos tocaba la piel
de su perfecto estómago queriendo ir a explorar más terreno alto.

—¡Dije que no quiero! —exclamó Addy al sentir su mano subir a su sosten —. Dejame ir, Rosier. No quiero hacer nada contigo ni con nadie aún, ¿entiendes?

—Pero con tu maldito mestizo, ¿sí? —respondió con el mismo tono enojado mientras rompía la camiseta de ella
—. Ya me canse de intentar ser bueno contigo. Esta noche me vas a conocer.

Al estar sin camiseta se sintió visiblemente expuesta. Pedirle que parara no funcionó gritar solo iba a empeorarlo todo. ¿Y si su madre venia
y los veía? Pensaría lo peor y como ya era costumbre la culparían por ser una maldita provocativa. No tenía caso.

Evan no tuvó problema para quitarle
el sujetador dejandola ahora si a su merced. Ella se cubrió asustada y le impidió el paso pero él fue más fuerte y quitó sus manos. Solo quería verla.

—¿Quién diría que esa niña pecosa y chiflada se convertiría en semejante mujer? —soltó Rosier con diversión admirando sus atributos fascinado —. Ahora veo porque los hermanitos Black se esmeraban en cuidarte tanto, eres un tesoro. Ahora si puedo decir que me voy a dar un festin contigo, mi amor.

El rubio se inclinó y comenzó a tocar
sus senos; sintiendolos en sus manos, apretando un poco antes de llevarse uno a la boca y lograr que la pelirroja, quien se removía inquieta por liberarse de su agarre soltará un gemido de placer.

Aunque esto no estuviera bien y su mente lo odiara no podía evitar sentir y que su cuerpo pidiera eso a gritos.

—¿Te gusta esto, pelirroja? Puedo ver la expresión en tu rostro —decía Rosier mirandola sin dejar de juguetear con sus perfectos atributos —. Apuesto que ese idiota ni sabia como tocarte como debe.

—Basta, detente... p-para...

Fue casi inútil suplicar y pelear con un borracho. Era la primera vez que iba a hacerlo pero no era como se lo esperaba ni con quien imaginaba. No pensaba en nadie más que en Remus para aquella situación y ahora un hombre a quien no amaba estaba tocandola a su gusto.

Por más que quisiera detenerse a si misma su cuepo reaccionaba por si solo a las caricias del rubio, logrando darle luz verde a sus perversidades.

Cuando menos lo imaginaba la había dejado sin los shorts que llevaba para dormir y comenzó a tocarla por encima de la tela de sus bragas de algodón.

—¡Evan, no quiero! ¡No estoy
lista, dejame! —exclamó asustada removiendose con inquietud de la
cama alterando al chico —. ¡Reggie! ¡Alguien por favor, ayudeme!

—Te estoy diciendo que te calles —respondió exaltado topandole la boca con la mano para acallar sus gritos —. No queremos despertar a tus padres, ¿verdad? Ahora vas a callarte y a disfrutar de lo que te doy.

Adelaide odió ese día.

Odió a su cuerpo por traicionarla de una manera tan vil.

Odió a sus padres por obligarla a comprometerse y ponerla entre la espada y la pared con Remus.

Odió a Evan Rosier y a todos los malditos hombres asquerosos que solo buscaban pareja para satisfacer sus deseos carnales.

Deseaba ayudarse a si misma pero su mente ni siquiera respondía, su cuerpo lo hacía. Si pasó algo ella no recordaba, solo se veía a si misma pidiendo que la dejará tranquila cosa que no pasó.

Se sintió traicionada pero sobre todo usada y sucia. Tal vez era algo sin tanta importancia pero Adelaide queria que
el primero en tener todo de ella fuera Remus y solo él. Ahora ni siquiera sabía como la vería después de eso.

Remus, mi amor no sabes como desearía tenerte aquí conmigo.
































































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"

Querida Addy:

Se que tal vez no quieras saber más de mí, lo sé. Soy solo un estorbo en tu vida y probablemente en tus planes.

Maldita sea, llevó apenas unos días sin
ti y estoy volviendome loco. En serio no puedo creer que haya terminado la historia más feliz de mi vida.

Adelaide Black tú eres y serás por siempre mi historia favorita de amor.

Contigo las historias de Romeo y Julieta dejan de ser buenas, tú haces que mis espectativas en el amor se vuelvan realidad.

Me has enseñado que no tengo que cambiar quien soy para ser amado y te lo agradezco.

Te agradezco amarme por quien soy, porque se que me amas con locura de la misma manera en que yo lo hago.

Te escribo mientras escucho a mis padres cantar abajo mientras hornean galletas con delicioso chocolate juntos.

Eatar frente al calor de la chimenea me hace recordar a ti. Esa melena rojiza que tanto me fascina. Ese coraje digno de una Gryffindor como tú.

Te extraño mucho y quiero que sepas que no me importa lo que opine tu familia voy a pelear por ti.

Peleare por nosotros.

Te ama con locura,
tu Romeo.

PDT: Los chicos te envían tu regalo de Navidad, esperamos te guste. Es pequeño pero es algo de nosotros."

Remus terminó su carta y guardó esta
en un sobre perfectamente pulcro. Una vez estuvó todo en orden ató la carta a una ave mensajera para que le llevara
la nota a su amada pelirroja.

Habían pasado pocos días desde la última vez que la vió y ya se sentía desesperado y a la vez angustiado pues algo dentro de él le decía que algo andaba mal con Adelaide.

Realmente la había pasado mal estos últimos días. Era como si sus amigos solo vieran a un alma vacía vagar con ellos a su alrededor. Además de que acababa de pasar por su transformacion. Volver a casa y ver a sus padres era lo que seguía manteniendolo tranquilo por lo visto.

Mientras tanto en alguna otra parte la familia Potter junto a Sirius disfrutaban de una perfecta noche de Navidad, como solo eran dos jovencitos y los señores Potter los adoraban apesar de que casi fueran adultos les compraron tanto a James como a Sirius regalos.

Definitivamente vivir con los Potter era una experiencia maravillosa. Era como si fuera parte de esa familia sin serlo.

—¿Crees que Addy este bien?

Sirius quien estaba casi durmiendose miraba al techo de la habitación callado y pensando una posible respuesta.

—Debe estarlo, sabe como arreglarselas sola —respondió antes de soltar un bostezo cansado y taparse con las mantas —. Es fuerte. Si sabe lo que quiere va a poner en su lugar a esos malditos viejos.

Lo que Sirius no sabía era la difícil situación en la que su hermana se encontraba y el complicado camino que impusieron en ella para remediar sus errores.

Addy, hermana. Por favor no dejes que te dañen más lo que estás. Eres fuerte.
































































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CAPÍTULO CATORCE PUBLICADO

AHHHHH, NO ME LINCHEN POR FAVOOOOR. Nos vamos a calmar todos por favor, ¿si? Antes que nada buenos días (aquí en México son casi las 3am), ¿cómo están? Espero y bien. Ahora si empezemos.

Este es el final del primer acto,
el segundo acto empieza a mitad de su sexto año y veremos a una Addy mas rota por la vida. *Spoiler*. Estos últimos capítulos fueron planeados desde hace muchísimo. Esto refleja la maldad de las personas ante la vulnerabilidad de otras y la toma de decisiones incorrectas al ver solo un camino disponible. Lamento que leyeran esa escena *cry* yo me sentí mal escribiendola pero seguimos.

No me quiero imaginar que
desmadre se va a armar cuando se enteren los merodeadores de esto.

Les encargo voten y comenten, para apoyar el fic. Ya saben si quieren agregar el fic a sus listas de lecturas perfecto. De igual forma mis redes sociales aparecen en mi bio por si quieren seguirme aquí o en las demás. Eso seria todo por hoy, gracias por leer y continuar conmigo hasta aquí. LXS VEO EN EL ACTO DOS, besitoos <3




























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