32 • Charlotte viaja a Londres

Harry POV'S.

Londres, Inglaterra.
19:45 pm.
Sony Music Company.

La puerta de la oficina se abrió dejádonos ver a Mackenzie y Richard ambos con la mirada serena, dirigida a mi, en especial. Me encogí en el asiento apretando el borde de los apoya brazos del sillón de terciopelo negro y esperé a que simplemente hablaran.

Una revista cayó ante mis manos, mi figura imprenta junto a la de Charlotte en Napa, Mackenzie crugió sus nudillos y al leer la portada entendí todo. Los chicos, permanecían en silencio.

"Confirmado: Harry Styles y Charlotte O'Marks han vuelto."

Inmediatamente recordé a Charlie y me pregunté que podría estar haciendo en estos momentos.

—¿Cómo puedo decirlo para qué no suene... no sé, grosero? —inhaló Richard—. ¿¡Cuándo cojones será el puto día en qué dejes de estar en boca de todos?! ¡¿Qué carajos tiene esa rubia?! Dime —escupió y me sobresaltó. Puedo permitir que mamá me regañe por entrar a la casa con los zapatos sucios, pero no iba a permitir qué este imbecil con cara de bobo me hablase de esa forma.

—Soy Harry Styles —sonreí de lado—. Vivo en boca de todos, Rich.

Mi egocentrismo hizo estallar a Richard quien lanzó al suelo su cigarro y lo pisó. Niall hizo una mueca de asco y negó despacio.

—Te pido que no nos interrumpas, Harry —habló esta vez Mackenzie, muy seria para mi gusto, y luego continuó—. Por otra parte, Liam has estado tomando muy a la ligera el tema de las salidas. Y tú Niall, hay millones de noticias que narran tus borracheras incontrolables. Y Louis, necesitas estar más despierto en los conciertos, se qué te acabas de casar y de seguro pretendes pasar tiempo con Eleanor, pero necesito compromiso, ¡por favor! Se han creado muchísimos nuevos chismes.

Mis tres amigos se quedaron en silencio mientras yo soltaba una carcajada. Mackenzie y Richard siempre dramatizaban todo.

—No le veo el chiste, Styles. Esto es serio —dijo Richard cruzándose de brazos—. Te pedí que te alejaras de esa chica de Nueva York y lo único que has hecho es desobedecer. Ya no tienes 17 años, Harry.

Tomé la revista con ambas manos y señalé la portada con mi dedo índice.

—¿Ustedes en serio esperan que me aleje de ella y me comporte? Soy joven, tengo veintiún años, una edad preciosa para disfrutar de la vida y hacer lo que se me plazca. ¿Creen que todos los artistas son correctos? Justin Bieber vive drogado, Miley Cyrus da sus conciertos desnuda, Bella Thorne se convirtió en actriz porno, ¿y yo soy un escándalo? Vamos...

—Eres joven, si, pero no eres un chico común y corriente. Grábate eso en la cabeza —habló Mackenzie sacándome la revista de las manos—. Hemos recibido muchas quejas de tu comportamiento y es hora de que te comportes como tal.

—¿No más salidas? Adelante, puedo vivir con eso.

—Harry saldrás con tu tu ex novia de la adolescencia, Phoebe Grant. Liam, tal vez deberías conversar más con Cara Delevigne y tú Niall quizá podrías salir de vez en cuando junto a Zara Larsson —corrigió Richard con una sonrisa de autosuficiencia haciendo que yo y mis amigos fruncieramos el seño extrañados.

—¿Estás loco? No haremos eso —negó Liam.

—Oh si, si, si lo harán —sonrió Mackenzie cínicamente. Odio a esta mujer.

—No no —me puse de pie al igual que Liam—. No haremos eso —dije viendo como a ambos se les acababa la poca paciencia que tenían—. ¿Qué hay de la gira? ¿El álbum? ¿Los conciertos? No tenemos tiempo para fingir, ¿creen que somos actores?

—Todo eso te importa nada, Harry. Admítelo —Richard rodó sus ojos—. Quien no haga lo que se dice, le dirá adiós a One Direction.

Abrí mis ojos como platos y no miré a mis amigos pero supuse que también estaban estupefactos.

—No puedes quitarnos la banda que nosotros mismos hemos creado —negó Louis.

—Por supuesto que puedo —carcajeo Richard—. Somos Modest! No puedo creer que aún tengan dudas de nuestras habilidades.

—¿Habilidades? —habló Niall por primera vez—. Querrás decir, maldades. No puedes obligarnos a fingir algo así.

—Pequeño Niall, mientras estés trabajando para mi... harás lo que yo diga, no me importa si estás de acuerdo o no.

Apreté mis puños y suspiré hondo.

—¿Saben qué? Hoy mismo viajaré a Nueva York, iré a visitar a Charlie y me tomaré unas semanas de descanso.

—Tú no puedes hacer eso, porque tienes una vida aquí en Londres y lamentablemente unos amigos que soportar —Louis se indignó ante el comentario de Richard y se echó hacia atrás en el sofá.

Luego de una larga charla con Modest volvimos a casa, cada cuál fue a sus respectivas habitaciones a desempacar nuestros bolsos, Madeline nos preparó sándwiches y los dejó en la sala, pero ninguno bajó, la noticia de fingir una relación con alguien que no queríamos era bastante duro, sobre todo para Liam y yo, que de verdad estábamos enamorados, Niall había aceptado finalmente, no tenía nada que perder, y Louis al estar comprometido quedó fuera de las tonterías de Modest.

El reloj marcó las 9 de la noche así que decidí bajar por los sándwiches y volver a subir a mi habitación. El frío en Londres era muy cruel por lo que me levanté de la cama y encendí el aire acondicionado en calor, cerré las cortinas de mi habitación y marqué a Charlotte, quería ver su cara un rato.
Luego de esperar unos segundos, en mi pantalla pude ver su dulce sonrisa.

—Hola mi amor —sonreí—. Ya te echo de menos, desearía que estuvieras aquí.

—También te echo de menos Hazza —hizo una mueca—. ¿Cómo estás? Te ves cansado.

—Hemos tenido una pelea con Modest.

—¿Qué ha pasado? —preguntó bostezando.

—¿Amor, por qué mejor no duermes? Son las 4 de la madrugada allí.

—No no, dime, soy toda oídos.

—Richard me pidió que finja una relación con Phoebe, le he dicho que no te haría eso jamás y me ha amenazado con One Direction —bufé acomodándome en la cama.

—Harry, sabes que quiero más que nada que estemos felices y juntos de nuevo, pero si debes elegir entre la banda y yo, ya sabrás que elegir aunque duela.

A veces amaba a Charlotte pero aún más cuando se tomaba las cosas con tanta calma y entendimiento.

—¿Sabes qué eres lo mejor del mundo, verdad?

Ella asintió riendo.

—No voy a dejarte ir, Charls... ni por Mackenzie ni por Richard ni por nadie, ¿okay?

—Okay.

—¿Tú cómo estás? —pregunté cansado.

—Bien, todo está bien. Tengo mucho por estudiar y la verdad sólo quiero estar en Nueva York. Por suerte tengo unos días libres así que de seguro volaré a la ciudad.

—Me alegro cielo, se qué extrañas mucho tu casa.

Ella asintió.

—Hay algo qué debo decirte...

—Dime Charls, ¿qué sucede?

—Mira por la ventana.

Fruncí el seño y corrí la cortina, tiritando de frío se encontraba Charlotte de pie frente al vidrio frío, me llevé las manos a la boca y rei. Inmediatamente abrí la ventana y la tomé entre mis brazos fuertemente.

—No puedo creerlo —sonreí acurrucándola en mi pecho—. ¿Qué haces aquí, Charlotte?

—Pues... el aeropuerto de Napa estaba a tan solo 15 minutos de la casa de Amy, le sugerí a Sienna y Tiffany venir y bueno... tomé el primer avión directo a Londres —rió.

—Aguarda... ¿Sienna y Tiffany?

—¿Tú qué crees? En las habitaciones de Liam y Niall —rió—. Sé que es arriesgado que esté aquí pero te extrañaba, Harry.

Sonreí sin dejar de verla, estaba hermosa y me perdía en su sonrisa.

—Gracias por venir hasta aquí —volví avabrazarla pero esta vez una lágrima se escapó por mis ojos.

—Dios, no llores cariño —negó—. Estoy aquí.

—Te necesitaba, todo está muy difícil —suspiré tirándome a la cama, ella me imitó—, me tranquiliza tenerte cerca.

Charlotte sonrió tiernamente.

—Me alegra estar aquí contigo y más me alegra que me hagas feliz Harry.

—Te amo con el alma, Charlotte. Honestamente, jamás pensé que te convertirías en alguien tan especial para mí.

—También te amo Harry, y a pesar de todo siempre estaré para ti.

La besé y abracé muy fuerte, luego de hacer el amor

caricie todo su cuerpo y besé su frente antes de que se quedase profundamente dormida, la miré dormir unos segundos y sonreí agradecido por tenerla, Charlotte es una persona increíble y de verdad nunca me había enamorado de esta forma. Me comprendía y acompañaba mejor que nadie, pues no cualquiera se toma un avión y viaja desde el otro lado del globo sólo para sacarte una sonrisa, definitivamente, yo tenía mucha suerte de verla dormir en estos momentos.

—Te amo —susurré—. Siempre lo he hecho y siempre lo haré.

Apagué el velador y la abracé fuertemente para luego quedarme dormido también.

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