𝐋𝐀 𝐇𝐔𝐌𝐈𝐋𝐋𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐌𝐀́𝐒 𝐆𝐑𝐀𝐍𝐃𝐄. || 13

─Alex en realidad se llama Alexandra, pero todos la conocen por Alex, o «varoncita». Tenía el cabello largo hasta la cintura, pero...

─No me digas que Leiko, Aide y Shina tienen que ver con esto─ dije, temiendo lo peor.

Izawa asintió con la cabeza, apenado, y Taki continuó hablando:

─Ellas dijeron que tenían que hablar con ella de algo, y fueron al trastero.

─¿El trastero? ¿Qué es eso?─ pregunté.

─Es un cuarto de limpieza, por así decirlo─ dijo Kisugi─. También hay estudiantes que van ahí a fumar.

─Bueno, como te decía, una vez que llegaron allí, la amarraron a una silla y la amordazaron. Leiko agarró unas tijeras y empezó a cortarle el cabello...─ dijo lo último con voz ahogada, y se tapó la boca por el miedo de recordar ese momento que según él debió ser "traumático" para Alex.

─Tranquilo, Taki─ Izawa lo volvió a abrazar.

─En fin, nos enteramos de eso porque las oímos decirle: "Abres la boquita, y nos aparecemos por tu casa. Sabemos lo difíciles que pueden ser algunos embarazos. Y podría pasarte de todo si te apareces en la Dirección". Y vimos que ya no tenía su cabello largo. Su madre estaba embarazada, y era un embarazo riesgoso. Si le provocaba situaciones de estrés como esa...

A esta altura, el llanto era agudo. Me tapé la boca y abracé a Kisugi para así llorar en su pecho.

─¡Las odio! ¡Son unas putas perversas!─ grité, liberando rencor en el llanto.

─Lo sabemos─ dijo Izawa─. Fuimos unos cobardes por no decírselo a la directora, pero teníamos miedo. Si le hicieron eso a Alex, ¡¿qué nos pudo hacer a nosotros?!

─Son capaces de todo─ dijo Taki.

─Oigan, esto es gravísimo. ¿Quién sabe si hay otros alumnos además de nosotros que sufren acoso escolar? ¡Tenemos que decirle a la directora y que ella le ponga fin a esto!

─Créeme que queremos hacer eso, Abril, pero estamos en peligro de sufrir otra humillación─ dijo Kisugi.

─¡Lo sé, pero la directora o el director pueden expulsarlos del secundario si les mostramos todas las pruebas de bullying que han estado sucediendo bajo su techo!

─¿Estás segura?

─Sí. Correré el riesgo de sufrir lo que sea, pero lo haré por mi honor y mi orgullo, y por todos los estudiantes que han sufrido─ cerré el puño.

─Bien, si vas a ir a la Dirección, entonces nosotros te acompañamos─ dijo Izawa.

─¡Sí!─ dijo Taki.

El timbre de Historia suena.

─Tenemos que entrar. Mañana le pondremos fin a esto.

─¡Síiiiiiiiii!

─Abril...─ Kisugi me tomó de los hombros─Eres una mujer con agallas. A pesar de todo lo que has sufrido, no tienes miedo de ir a la Dirección y correr el peligro de que te hagan lo que sea...─ me abrazó─Eres admirable... y linda...

Me sonrojé un poco por esas palabras, e inmediatamente vi que Izawa y Taki se miraban cómplices mientras se tapaban sus bocas para ahogar sus risas.

─¿De qué se ríen?─ Kisugi los miró con seriedad.

─De nada─ dijeron al unísono con una sonrisa inocente.

Al día siguiente, fui yo sola al colegio debido a que Izawa, Taki y Kisugi tenían que encargarse de que la mamá de Izawa estuviera bien (la pobre tiene fiebre alta). Yo quería acompañarlos, pero no quería llegar tarde, pero desde que crucé las rejas, me volví el foco de atención: cada estudiante con el que me topaba me silbaba, me apuntaba con el dedo, se tapaba la boca, movía las caderas y me tiraban besos (en especial los varones). Mi rostro quemaba. Entre palabras obscenas e intentos de tocar mis partes íntimas, llegué al salón, donde no estaba la profesora de Química, y todos mis compañeros estaban amontonados mirando la pantalla de un celular.

─¡Ahí llegó la zorra del secundario!─ gritó Genji, y las risas se dejaron oír, y muy fuertes.

─¿D-de qué hablan?

─De la hermosa foto que nuestra amiga Gumi subió a nuestro grupo privado de Whatsapp─ dijo Leiko sentada sobre el escritorio.

Entonces Gumi, con una sonrisa hipócrita que no le conocía hasta entonces, se acercó a mí y me dijo:

─¿Enserio te creíste el cuentito de la amistad?─ preguntó─Jamás querría ser amiga de una asesina como tú, zorra─ acotó.

─¿C-cómo que asesina?

Genji se acercó con su celular en la mano.

─El grupo de Facebook cerrado del secundario, que tiene más de quinientos alumnos y ex alumnos, ya la tiene desde anoche. ¡No te imaginas los bellos comentarios que pusieron!─ me extendió su celular...

Lo siguiente que vi me despedazó el corazón: era una imagen manipulada. Por un lado estaba la foto de Kamiko sonriendo, en blanco y negro y con una equis encima de ella. Por el otro lado mi imagen apareció en ropa interior, y la mayoría de mis compañeros (varones) se inclinaban hacia mí frunciendo los labios, como quisiéndome dar un beso. Mis ojos aparecían tachados con un «error».

Abajo había una frase que decía: «La zorra depresiva del secundario. Quien la quiere la tiene. Fue la culpable de la muerte de esta hermosa chica. Fue ella quien la empujó para que la atropellaran. ¡Es un error! No sé por qué sus padres no la abortaron al nacer, les habrán pagado para que no lo hiciera, nadie lo sabe...».

Mi mochila cayó al piso. Me siento morir lentamente. Esa frase fue muy fuerte. No puedo imaginar la decepción que se llevarían mis conocidos, mis padres, si leyeran algo así.

─¡Mal abortada!─ gritó Leiko─Empujaste a Kusama para que la atropellaran. ¡Basura!

─¡Eres de lo peor!─ me acusó Gumi─¡Tendrías que suicidarte para que nadie más muera! Falta que Matsumoto muera por tu culpa─ siseó.

─¿O-ohana?

─Ja, mírenla cómo tartamudea... Encima, es cobarde, la nena. ¡Qué asco!

─¡Eres patéticaaaaa!─ gritó Aide desde el fondo.

Leiko sonreía mientras se limaba las uñas.

─N-no... ¡Es mentira!─ grité con una voz que no reconocí como mía.

─Ho, claro que no lo es─ dijo Leiko─. Y también andas chapándote a Kisugi cuando Gumi sufre por él. ¡Puta!

─¡E-eso es mentira! ¡Él es mi amigo y...!

─Y bla bla bla─ terminó Shina─. Miren a la foca cómo llora.

Las risas retumbaban en mi cerebro. Esto ya no podría ponerse peor...

─Bueno. En realidad jamás lo amé, y a ti nunca te quise, zorra regalada─ acotó Gumi.

─¿Q-qué?

─Nunca podría enamorarme de ese mocoso gay, y ser amiga de una chica fácil como tú.

La desilusión es aplastante, y sólo puedo llorar abrazando la mochila, mientras los demás reían y me gritaban malas palabras.

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