𝐇𝐔𝐌𝐈𝐋𝐋𝐀𝐃𝐀. || 4
Terminé de comer y volví a mi habitación a acostarme un rato. Necesito neutralizar la tristeza que siento. Cuesta mucho conciliar el sueño cuando el corazón está sangrado de soledad y tristeza. Respiro hondo y dejo salir el aire, vuelvo a respirar y a soltar el aire. Parece que está funcionando...
En eso, mi celular suena: es un mensaje del grupo de clase. Eien faltó ayer y está pidiendo los apuntes.
Pienso escribirle, pero justo en ese momento, Aide lo hace, pero lo que puso después me partió el corazón:
"Aquí tienes, Eien. Mejor confiar en mí que en ese saco de lágrimas".
Literalmente me odia, ¡y yo no le hice nada! Me hace sentir mal. Muy mal. Extraño a Ohana y a mi antigua clase. Me siento muy sola, realmente necesito a una amiga que trabaje conmigo en clase, que juegue conmigo, que salga conmigo a algún lugar, que me ayude con esto que me está pasando.
Me toco mi zona íntima. Me siento sucia y desgraciada. Yo fui la responsable de lo que pasó con Kamiko, y de mi abuso.
Sólo quiero desaparecer del mundo...
Hoy es un nuevo día en el colegio. Me senté en mi lugar y me dispuse a prestar atención a lo que la profesora de Matemáticas estaba diciendo. Estamos dando ecuaciones de segundo grado. El año pasado y el anterior era muy buena en esta asignatura, pero desde que pasó lo que pasó, ya no puedo concentrarme en memorizarme cualquier tema. Todo el tiempo estoy tratando de contenerme para no llorar, y que Leiko, Aide y Shina no me hagan bullying. No quiero quedarme a examen de ninguna asignatura, pero prestar atención es muy difícil...
Cierro los ojos y veo al tipo que me violó, o a Kamiko desangrentada, o a mi padre abofeteando a mamá por otra pelea del empleo perdido de mi padre...
—Señorita Horie.
—¡Ah! Pe-perdón...
Los ecos de risas de las chicas se hicieron presentes en el aula.
—¿Algo gracioso para compartir, chicas?— dijo la profesora.
—No, no, profe.
—Te pido que por favor pases al pizarrón y resuelvas esta ecuación— señaló con el marcador la ecuación de segundo grado que había anotada en el pizarrón. La veo y parece una oración en chino, y yo no sé hablar chino.
—Pero yo...
—Al pizarrón, Horie. Pase al pizarrón y resuelva la ecuación.
Mi cara estaba roja por la vergüenza. Pasé caminando lentamente, las piernas me temblaban y sentía que me iba a desmayar. Voy a ser el hazmerreír de todos, estoy segura.
—Debe saber cómo se resuelve. La profesora del año pasado dijo que eras una alumna destacada en Matemáticas, y quiero ver si es verdad.
Estuve como veinte segundos tratando de resolverlo, pero la angustia me volvió a ganar. Empecé a temblar, y no me percaté que el marcador se me había caído al piso, provocando las risas de casi todos mis compañeros.
Mis manos estaban sudadas, mi cara estaba incendiada de la vergüenza que estaba pasando frente a todos, y las lágrimas trataban de escapar de mis ojos.
—Tal parece que eres un fraude— dijo Leiko.
—Señorita Horie, ¿qué acaso no sabes cómo se resuelve eso?
—E-es que...— la voz me salía rota.
—Riku, ¿qué tal si pasas tú y lo haces?— le dio el marcador a Akane.
—Sí, Yamasu-sensei— pasó al frente e hizo la cuenta en cuarenta segundos (esas cuentas son un poco largas).
—¿Viste, Abril? Resultaste ser una inútil— dijo Shina.
—Dejen de molestar a la compañera. Muy bien, quedan cinco minutos para que termine la clase, así que anoten las siguientes ecuaciones para tarea domiciliaria y...
Yo sólo me fui a sentar en mi lugar a anotar las ecuaciones. Escuché murmullos y risas ahogadas. Miro al costado y veo que Leiko me está señalando con el dedo mientras que Shina reía.
—Les dije que no quería disturbios en el salón, chicas— se volteó la profesora a mirarlas.
—Perdón, Yamasu-sensei...
—Una más y se van observadas— siguió anotando las ecuaciones.
Cuando tocó el timbre de cambio, aproveché los cinco minutos libres entre esta asignatura y la siguiente para ir al baño a encerrarme y a llorar desconsoladamente. Acabo de ser humillada otra vez por esas chicas. ¡Ya estoy harta de mi vida! No me puedo concentrar en nada, todo por mi culpa. Yo misma soy la dueña de mi futuro y de las cosas que hago.
Ya no es un "quiero morir"; es un "necesito morir".
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