𝐄𝐒𝐏𝐄𝐂𝐈𝐀𝐋: 𝐓𝐄𝐑𝐂𝐄𝐑 𝐀𝐌𝐈𝐆𝐎

En este especial los chicos tienen once años.


Urabe y Kumiko están en el patio de la escuela, en horario de recreo. Están sentados en una banca debajo de un cerezo, hablando del nuevo episodio de Héroes de Saitama.

─¡No puedo creer que Hirari tenga una hermana gemela!─ exclama el oji-verde, totalmente sorprendido.

─Yo no puedo creer que sea tan linda─ dice la pelirrosa.

─Sí, pero no se parece en nada a Hirari. Ella es fuerte, ruda, y sabe pelear, pero Kanako es muy tranquila, sumisa y ni siquiera sabe manejar un arma.

─Existen muchos hermanos así, que uno es muy distinto al otro.

─Ejemplo, tú y Emiko. Tú me amas y ella me tiene terror─ ríe.

─Ah, sí, ella cree que eres medio loco.

─Es que lo soy. Si no le gusta, que se maneje.

─Pero no la asustes, ¿sí? Que tiene cinco años y se asusta muy fácil.

─¡Yo no la asusto! ¡Yo soy yo!

─Pero igual, bájale tres rayitas a tu locura.

─Pssh, yo tengo mi locura bajo control.

─Si tú lo dices...

─Por cierto, ¿te puedo preguntar algo?

─Por supuesto.

─¿Cómo se siente tener una hermana? 

─Creo que ya te lo he dicho varias veces, pero es muy hermoso─ muestra una cálida sonrisa.

─A ti todo te parece hermoso, Kumi.

─Lo sé, pero tener un hermanito es genial, porque puedes jugar con él cuando no puedas hacerlo con tus amigos, lo puedes ayudar con las tareas, se pueden ayudar entre sí, pueden hacer montones de cosas divertidas juntos.

─Me imagino.

─¿Por qué lo preguntas?

─Es que yo, aunque no lo parezca, siempre quise tener un hermano─ sonríe levemente.

─¿Enserio? ¿Tú, Hanji Urabe, quieres tener un hermano? ¿Tú, que odias compartir tus cosas a menos que sea conmigo? ¿Tú, que amas ser el centro de atención de tu familia? No me la creo.

─Bueno, eso sí, jaja. Pero... a veces me siento muy solo cuando no estás tú. Ya sabes que mamá y papá viven trabajando en la tienda de tofu, y muchas veces me quedo en lo de mi abuela Keiko, con ese gato que me odia.

Kumiko ríe.

─Kuro no te quiere, jiji.

─No, me detesta. El otro día casi me corta un dedo por intentar llevarlo a la caja de arena para que haga sus necesidades, ¡y la abuela estaba tejiendo y me dijo: "Es tu culpa por molestarlo"! ¡Abuela, me sangraba el dedo!

─¿Y qué hiciste? ¿Te limpiaste la herida y luego te pusiste una curita?

─Nah, me chupé el dedo.

─¡Qué asco!

─¿Qué? ¿Chuparse el dedo?

─¡Sí, te chupas tu propia sangre!

─Mi abuelo Yusuke me enseñó que para heridas: chuparse el dedo, cuando tenga hambre y no hay nada de comer: chuparse el dedo, para cuando esté aburrido: chuparse el dedo─ le da un pulgar arriba.

─Tu abuelo Yusuke es un cochino.

─Y bueno, es lo que hay, Kumi─ se encoge de hombros.

En eso suena el timbre que da por finalizado el recreo.

─¡Nooo! ¡Tenemos clase de Ciencias Sociales!─ Urabe se recuesta en el regazo de Kumiko─Me aburre esa clase, te juro.

─Ay, a mí me encanta.

─Kumi, literalmente vamos a empezar a hablar de la Segunda Guerra Mundial, o sea, habrá bombardeos, bombas atómicas, personas muertas...

─¡Noooo! ¡No quiero!

─¿Vez? Te lo dije.

─Uuuuuh, ¡miren a los novios!─ se burla un chico de su clase, al ver al oji-verde en el regazo de la pelirrosa.

─¡Cállate, Keita!─ le grita Urabe, hecho un tomate.

─¿N-novios?

─¡N-no le hagas caso, Kumi! ¡Es un tonto más como todos los de esta escuela! M-mejor vamos a clase─ la toma de la mano.

─Está bien.

Mientras los dos caminan a su salón, Urabe piensa:

─Ojalá y así fuera, porque ella es muy bonita...


Mientras el maestro Koizumi explica las causas, consecuencias y países que formaron parte de la Guerra Mundial, Urabe dibuja en las últimas hojas de su cuaderno. Cuando una clase le aburre, se pone a dibujar al angelito que siempre se sienta a su lado.

─Si dibujara mejor, podría hacerle tremendo retrato, pero para esto soy un desastre─ piensa─. Bueno, supongo que no me quedó tan mal...

─Dios, es que ella es tan hermosa, tan buena, tan angelical, tan todo...─ queda en una especie de trance, en el que solamente puede verla a ella. Para él, solamente existe ella.

─Oh, Urabe, se está viniendo feo─ señala la ventana, y efectivamente, el cielo está totalmente cubierto, y en el horizonte se aproximan nubes de tormenta.

─Oh, Kumi, yo estoy en las nubes en este momento─ dice, con los típicos ojos de corazón, la cara roja y un poquito de baba saliendo de su boca.

─Se nota─ le habla el maestro, haciendo que el niño salga de su trance.

Toda la clase se ríe de él.

─Deja de dibujar, Urabe, y presta atención a la clase, quizás te interese saber si alguno de tus antepasados murió en la explosión de la bomba atómica.

─¡Noooo! ¡No quiero pensar en eso!─ dice Kumiko, con los ojos brillosos, señal de que se puso sensible.

─Ya, Kumiko, no te pongas a llorar en medio de la clase porque me da algo...

─Pobre Kumi, me dan ganas de abrazarle y darle mimitos─ vuelve a pensar, sintiendo sus mejillas arder, y mariposas en el estómago.


Ya es la hora de la salida, y comienza a llover. Muchos estudiantes se van en auto, otros trajeron sus paraguas, pero a ellos les toca correr a la casa de Kumiko a almorzar juntos.

En una Kumiko se tropieza y cae en un charco de agua.

─¡Kumi!─ Urabe la ayuda a levantarse─¡Vamos!─ la tira del brazo y vuelven a retomar la carrera.

La lluvia es cada vez más intensa, y como aun faltan varias cuadras, los dos prefirieron esperar debajo de una parada de autobús vacía a que la lluvia pare un poco.

─Uy, Kumi, te embarraste toda─ dice con preocupación.

─E-estoy bien...─ estornuda.

─Ay no, lo que faltaba. Te resfriaste.

─S-sólo fue un simple estornudo...─ vuelve a hacerlo dos veces.

─Señorita, tome esto, o se me va a enfermar─ se quita su saco bordó y se lo coloca a ella─. Esto te protegerá.

─Gracias, Hanji─ sonríe con dientes.

─De nada─ la abraza por detrás─. Te mantendré en calorcito hasta que pare la lluvia.

─Qué bien se siente que me abracen─ la pelirrosa se estremece por el tacto de su amigo. 

Estuvieron un ratito así, hasta que pasa un niño con paraguas. Urabe y él se miran de mala manera, puesto que se conocen, pero no tienen una muy buena relación que digamos.

─Ese niño es un tonto, Kumi─ le dice.

─¿Por qué?

─Solamente es un tonto, y punto.

─No hables mal de la gente solamente porque sí, ya te lo he dicho mil ve...─ vuelve a estornudar de nueva cuenta.

─¡Kumi! ¡Maldición, lluvia de mierda!

El niño del paraguas se da cuenta de los estornudos frecuentes de Kumiko, y decide volver a donde están ellos.

─Disculpa, ¿no quieres venir a mi casa hasta que pase la lluvia? Queda a dos cuadras de aquí, es mejor a quedarte esperando aquí afuera, podrías ponerte peor...

─¡Oye, oye, ¿qué pretendes con MI Kumi?!

─Ayudarla a que deje de pasar frío por la lluvia.

─Yo iré con ella, no voy a dejar que esté a solas con un tonto como tú.

─¡Hey, mira quién lo dice! ¡El otro día me chocaste en el supermercado y ni te disculpaste!

─¡Urabe, qué maleducado!

─¡Tenía prisa!

─¡Eso no implica que seas un tonto!

─¡Takeshi Kishida, me las pagarás por arruinar mi momento con Ku...!

Kumiko empieza a toser, preocupando a los muchachos.

─Urabe, cárgala en tu espalda y yo llevaré el paraguas para protegernos a los tres.

─Está bien.

Kumiko se sube a su espalda y Kishida lleva el paraguas. 

─Maldición, ahora tenemos que ir a la casa de este tonto─ piensa.


Le avisaron a sus familias que estarán en la casa de Kishida hasta que cese la lluvia, la cual pareciera que no iba a tener fin. 

La señora Kishida le tomó la fiebre a Kumiko, y resulta que hierve a treinta y nueve grados. Ella está acostada en la cama de Takeshi.

─Kumi-chan, tendrás que quedarte aquí un rato, y cuando termine la lluvia te llevaré a casa, ¿está bien?

─Sí, gracias, señora Kishida─ muestra una débil sonrisa.

─No hay de qué. Qué bueno que la hayas traído, Takeshi.

─No podía dejar que sucumbiera bajo la lluvia, mamá.

─Obvio que no. Voy a preparar el almuerzo. Ustedes quédense con ella y si necesitas algo, Kumi, no temas en pedirlo.

─Mil gracias, jiji.

─Takeshi, eres un héroe sin capa al traer a casa una niña tan linda como ella─ piensa la mamá de Kishida, antes de irse a la cocina.

─Kumi, ¿te duele mucho la cabeza?

─Un poquito.

─Pobrecita.

─Pero estoy bien. Sigo siendo la misma─ con sus dedos índice estira su sonrisa. 

─Ella es un sol, Takeshi. Siempre sonriente.

─Ya veo. Es un placer conocerte, Kumi-chan.

─Igualmente, Takeshi-kun─ los dos se dan la mano.

A Urabe le entran "celos" al verlos llevándose tan bien.

─Esto no puede ser. Si no hago algo, Kishida se robará a mi chica─ piensa, un poco tenso─. Más vale que a Kumi no se le ocurra pedirle que sea nuestro amigo. Sería el colmo.

─Espera un segundo... ¡¿Tienes un póster de Héroes de Saitama?!─ Kumiko señala el techo de la habitación del chico.

─Sí, amo esa serie.

─¡ES NUESTRA SERIE FAVORITA!

─¡¿Enserio?!

─¿Verdad, Urabe?

─Oh, sí. La amamos desde que teníamos seis años, creo...

─Mi personaje favorito es Yumi, ¿y el tuyo?

─Creo que Inuyama, es que le es tan fiel a Kota, además es bien bonita. 

─Ella y Miu son las amigas más lindas de Kota.

─Otra que me encanta es Yuzuki, por su personalidad y forma de pelear.

─Y Hirari.

─¿Te enteraste que tiene una gemela muy diferente a ella?

─Sí, Kanako.

─Bueno, ya qué. Si le gusta Héroes de Saitama entonces supongo que puede ser nuestro amigo─ piensa Urabe─. Oye, Takeshi, ¿has jugado algún juego de la serie?

─Prácticamente todos, y tengo a mi propio personaje, se llama Yaboku.

─¡Qué lindo nombre! El mío se llama Micchan.

─Y yo soy Urabe.

─... ¿Tu personaje se llama Urabe?

─Pues sí, siempre quise estar en el mundo de Héroes de Saitama. Es buena, ¿eh?

─Supongo, pero...

─Takeshi, ¿te gustaría ser nuestro amigo?─ pregunta la pelirrosa.

─Por mí no tengo problema, pero Urabe no creo que quie...

─¿Cómo que no? Sí quiero.

─¿Qué? ¿Enserio?

─Claro, ahora que tenemos los mismos gustos, creo que te puedo tolerar un poco más.

─Gracias─ dice, un poco dudoso.

─¿Lo ven? Todos podemos ser amigos─ sonríe Kumiko.

─Lo hice más que nada para ver a Kumi feliz─ dice Urabe para sus adentros.

Los tres hablaron un buen rato, luego almorzaron sushi, y vieron un poco de televisión. A pesar de estar enferma, Kumiko se divirtió mucho, porque al final terminó consiguiendo a su tercer amigo (ya tenía a Urabe y Yoshiko, su amiga de Tokio).

Al final del día, ese trío se volvió inseparable.

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