XII. 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐌𝐏𝐑𝐀𝐒

Eran exactamente las diez de la mañana. Emiko y Kaori estaban jugando con las muñecas de la pelirrosa en su propia habitación. La noche les sirvió para conocerse más a fondo y hacerse buenas amigas. 

─Mi hermana y sus amigos anduvieron toda la noche a los gritos─ rio Emiko.

─Son muy escandalosos, no como Onii-chan─ dijo Kaori, refiriéndose a Nitta. Onii-chan es una manera tierna que tienen los niños de decirle hermano a sus hermanos mayores.

─¿Le dices Onii-chan? Yo siempre le digo Kumi en vez de Onee-chan (hermana mayor). 

─Él es muy tierno conmigo. Siempre que me ve triste hace lo que puede por animarme, me ayuda con los deberes de la escuela, me lleva a pasear mientras nuestros padres están trabajando...

─Más o menos como Kumi y yo, sólo que siempre están sus amigos, no es que me moleste, al contrario, me caen bien, pero realmente hemos tenido muy pocos momentos de hermanas. Recuerdo que cuando tenía entre tres y cuatro años le tenía miedo a Urabe─ rio─. Era muy tímida, y la locura de ese niño no ayudaba, pero cuando me di cuenta de que hacía muy feliz a mi hermana, me empecé a llevar bien con él, y más porque con mi hermana me enseñó Héroes de Saitama, y se volvió la serie de mi infancia...

─Nunca la vi, ya que nunca tuvimos cable para ver tele, porque podemos ver de todo por nuestra computadora, y nunca supimos de la existencia de ese programa. 

─Un día te mostraré la serie. Te va a encantar.

─Eso espero, porque quisiera ver alguna serie, pero no sé cuál.

─Bueno, ya tienes una buenísima. 

─Jaja, gracias por recomendármela.

─De nada. Por cierto, ¿quieres ir a ver qué están haciendo los demás?

─Okis.

Los demás seguían durmiendo, bueno... Sólo una había despertado.

Yoshiko.

Y al ver a Urabe profundamente dormido, terminó con lo que había dejado inconcluso toda la noche: dibujarle un enorme mostacho. 

Kumiko despertó y se dio cuenta de que Urabe la estaba abrazando de la cintura.

─¿Otra vez? Siempre lo hace. Lo ha hecho desde los diez años...

─Uuuuuh, ¿qué hicieron ustedes dos anoche?─ la oji-verdeagua la estaba mirando con perversión.

─Shh, nada─ le respondió en un susurro, con el rostro ardiendo. 

En eso, el chico de la cicatriz abrió los ojos, se desperezó y observó a ambas chicas.

─Buenas, Kumi-chan, demonio infernal.

Las dos soltaron una carcajada, no sólo por el apodo de Yoshiko, sino por el mostacho.

─U-urabe, t-tienes algo en la cara─ le dijo la castaña, tratando de contener la risa.

Urabe puso la cámara de su celular para verse... y lo que vio lo dejó horrorizado, tanto que pegó un grito que despertó a los demás.

─¡Urabe!

─¡¿Qué te pasa?!

─¡PAREZCO UN MAFIOSO!

Todos rieron con ganas, incluso Ai, a pesar de lo que pasó anoche.

─¡YOSHIKO, VAS A DESEAR NUNCA HABER APRENDIDO A DIBUJAR EN TU VIDA!─ la persiguió por toda la habitación de su amiga, hasta que ella decidió salir, y el oji-verde la persiguió por todo el pasillo.

─Justo íbamos a abrir la puerta cuando salieron ellos dos─ dijo Emiko.

─¿Cómo estuvo tu noche, hermanita?─ le preguntó Nitta a Kaori.

─Emiko y yo nos hicimos mejores amigas─ dijo alegremente.

─Pero qué bien, ya tienes a una amiga para jugar cuando yo tenga planes─ dijo con una sonrisa que denotaba alivio.

─Síp.

─¡Chicos, el desayuno está listo!─ gritó Tomoko.

─¡Ya vamos!

─¡EL PRIMER TROZO DE PASTEL SERÁ MÍO!─ Nakayama corrió a la cocina, pero se encontró con Yoshiko y Urabe en la mesa─Pero...

─Ellos estaban correteando por toda la casa, pero al escuchar mi llamado vinieron como Flash─ rio la señora Sakagami.

─Y de paso chocaron conmigo─ dijo Daichi.

─¡Lo siento!─ se disculparon los dos.

─No se preocupen.

El resto llegó a la cocina, Kumiko y Nitta se sentaron en la mesa con Yoshiko y Urabe, y el resto se sentó en el sillón grande, apretados, pero dio el espacio para todos. Tenían una porción de pastel de chocolate y una taza de café.

─Dios, qué placer da despertar así─ comentó Nakayama, totalmente complacido por el desayuno de Tomoko─. Mi mamá me hubiera dado pan con manteca y un vaso de leche normal.

─Masao, aprende que no siempre vas a tener desayunos así, tienes que aprender a comer variado, y a valorar otras comidas porque yo no voy a estar para siempre a hacerte los brownies.

─¡NOOOOOOO! ¡TOMOKO, TÚ VAS A VIVIR MUCHOS AÑOS!

─Alguien sintió el verdadero temor─ comentó Kishida.

─¡Cállate!

Mientras los demás reían, por la mente de Ai pasaban muchas cosas...

─Pude dormir al lado de Nitta-sempai... Pude tomar su mano, pude reír con otras personas, pude sonreír...


Cuando todos estaban yéndose a sus casas, Kumiko le pidió a Ai si podían hablar un poco las dos solas.

─¿Ocurre algo, Kumi?

─Estuve pensando... ¿Te gustaría ir esta tarde a ir de compras las dos solas? Tengo ganas de salir contigo a solas, para... digamos, hacernos más amigas, no sé si me explico.

─Sisi, entiendo, y me gustaría (a pesar de que aún sigo un poco cansada, jaja), lo único es que tendría que ir a mi casa y volver para cambiarme y buscar dinero.

─Está bien, ¿te parece volver a las tres? 

─Síp. A las tres estaré aquí de nuevo.

─Ah, antes de que te vayas, ¿te parece si vamos en bicicleta?

─¿Bicicleta?

─Yo tengo una bicicleta en mi garaje. Digo para no gastar dinero en el autobús, porque estoy ahorrando dinero para algo especial...

─¿Pero entro en la bicicleta?

─Es de asiento extra, y no tienes por qué pedalear. Yo te llevaré, querida Ai.

─Jaja, okey.

La peliblanca se fue a su casa, y Kumiko se puso a ordenar su cuarto, de lo sucio que lo dejaron sus amigos, también se bañó, almorzó y preparó su outfit para salir. Optó por una camiseta blanca, unos pantalones rojos y unos botines marrón oscuro.

Ai volvió a la residencia Sakagami, lista para salir con su amiga, pero algo en ella era sospechoso, y era que tenía una bandita en su mejilla.

─¿Qué te pasó, Ai?─ preguntó con preocupación la pelirrosa.

─Nada del otro mundo, me corté con una rama, eso es todo, jeje.

─Oh, prometo no andar por los árboles, para no lastimarte. Bueno, ¿nos vamos?

─Okey─ sonrió de oreja a oreja.

Las dos se pusieron un casco y se subieron a la bicicleta para ir al Centro Comercial, que quedaba a unas veinte cuadras.

Mientras Kumiko pedaleaba, Ai observaba su entorno, y a la vez se dio cuenta de que estas eran experiencias totalmente nuevas en su vida: jamás tuvo amigos para salir en bicicleta con ellos, es más, nunca aprendió a andar en bici, debido a que sus padres nunca le enseñaron, y le hicieron creer que no era algo necesario en la vida, aunque ella siempre quiso aprender.

─E-esto es... muy divertido...

─Me alegra que te diviertas─ sonrió su amiga.

Llegaron al Centro Comercial. Kumiko trancó la bicicleta en la zona donde se colocan las bicicletas, y entraron al lugar.

─Mmmm no hay tanta gente como comúnmente suele haber los domingos...

─Mejor, detesto a la gente─ dijo Ai.

─¿Enserio? ¿Por qué?

─Porque es molesta, no sé.

─¿Y nosotros qué somos?─ preguntó entre risas.

─Ustedes no, jaja. Digo la gente en general.

─A mí me encanta la gente, porque es increíble que haya más personas como tú. Nunca me siento sola. Me horrorizaría vivir sola en este planeta─ se abrazó a sí misma, con una cara que denotaba pánico.

─Tienes una filosofía increíble para todo, Kumi─ dijo, realmente sorprendida.

─Yo siempre trato de amar lo que me rodea, pero hay cosas que simplemente no puedo amar.

─Como todo. Es bueno que tengas consciencia de que no todo es bueno...

─Sí. Por cierto, ¿qué te gustaría comprar?

─Lo que sea, algo que realmente vaya a usar...─ se detuvo frente a una tienda de ropa, que tenía tres maniquíes en vidriera. Uno de ellos tenía una camiseta blanca con un saco negro y un collar, unos jeans azules y unas botas negras─De ese conjunto, tengo todo menos el saco negro y las botas. Me voy a comprar eso.

─Te quedaría muy bien. Yo creo que me voy a comprar el buzo verde de ese otro conjunto─ dijo, señalando otro de los maniquíes, que tenía un buzo verde, unos jeans blancos y unas botas negras. Ella tenía todo menos el buzo.

─También te quedaría bien, Kumi.

─Gracias. Bueno, ¿entramos?

─Sí, antes de que se lleven todo.

Ambas rieron e ingresaron al local de ropa. Se probaron la ropa, totalmente satisfechas.

─Me gusta─ dijo Kumiko.

─A mí igual, es literalmente una de las primeras veces en mi vida que realmente me siento hermosa.

─Tú eres hermosa siempre, Ai-chan. ¿Por qué dices eso?

─Situaciones de la vida... Tú no lo entenderías porque nunca viviste lo que yo vivo...

─No, no sé cómo se siente, pero me lo imagino y debe ser horrible, pero recuerda esto: la amargura no es la solución.

Ai la miró con seriedad unos segundos, y luego suspiró.

─Ojalá hubiera tenido esa seguridad y fe toda mi vida. Si no te tuviera, Kumi, me querría matar.

─¡No lo hagas! ¡Eso es horrible! Y te arrepentirás para siempre de haber hecho eso. A pesar de las adversidades, la vida es hermosa. Necesito que lo creas─ le dijo, tomándola de los hombros.

─No te preocupes, Kumi, no lo voy a hacer. Te lo prometo.

─Más vale que cumplas tu palabra.

Hubo un silencio incómodo entre las dos, pero Ai lo rompió:

─No sé qué hacemos hablando de estas cosas. ¿Vamos a pagar esto y nos vamos a comer algo?

─Okis─ las dos salieron de los vestidores para ir a pagar su ropa, y luego ir a alguna cafetería a merendar.

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