III. 𝐄𝐋 𝐄𝐐𝐔𝐈𝐏𝐎 𝐃𝐄 𝐅𝐔́𝐓𝐁𝐎𝐋 𝐃𝐄𝐋 𝐂𝐎𝐋𝐄𝐆𝐈𝐎 𝐎𝐓𝐎𝐌𝐎
Y así su primer año de secundaria transcurrió con normalidad. Los chicos lograron aprobar el curso y pasar a segundo año. Kumiko, Nishio y Kishida no tienen problemas con ninguna asignatura, pero Nakayama y Urabe... son otra historia. Afortunadamente, lograron aprobar Matemáticas e Inglés, con la enorme ayuda de Kumiko, quien está acostumbrada a tener que ayudarlos a estudiar.
En segundo año, todos sus compañeros son los mismos, hasta el último. Les tocó en otro salón, un poco más pequeño que el que tenían en primer año, y con ventanas pequeñas. Por supuesto Urabe prefiere el salón anterior.
Urabe, Kishida, Nishio y Nakayama realizaron las pruebas para conformar el equipo de fútbol, e inmediatamente llamaron la atención del entrenador, también sus compañeros Kozo Kawada, Shingo Tadami, Toru Hiraoka, Akio Nakao, Masaki Yoshikawa, Kentaro Hirose y Masaru Goto como portero. El director pensó que sería mucho más cómodo para los muchachos si todos estaban en la misma clase.
─Cielos, este director es un genio al momento de seleccionar estudiantes para armar las listas─ comenta Urabe.
─Por cierto, ¿por qué tu voz suena más adulta?─ le pregunta Kumiko, siempre inocente.
─No sé, pubertad─ se encoge de hombros.
─Ayyy, extraño tu voz rasposa─ dice la pelirrosa con un deje de nostalgia.
─Sí, esa voz tipo Eric Cartman de South Park─ comenta Kishida, ocasionando las risas de Nishio, Nakayama y Kumiko, pero ganándose un golpe en la cabeza de parte de Urabe─. ¡Auchi! ¡No me pegues, tonto!
─Ahora voy a tener voz de hombre, no te burles.
─Ah, Urabe, respondiendo a lo del director y su buen gusto de seleccionar estudiantes para las listas, déjame decirte que solamente le falta poner chicas lindas para que tengamos novias─ opina Nakayama.
─¿Y Kumi qué es?─ señala a la pelirrosa.
Kumiko se ruboriza levemente por el comentario de Urabe.
─¡NO HAGAS SONROJAR A LA BEBÉ!─ grita Nishio─¡A lo que se refería Nakayama es que necesitamos chicas lindas para ser nuestras novias, y Kumiko es nuestra amiga de toda la vida!
─Aaaah, me parecía, pero si dicen que ella no es lo suficientemente linda para ser linda, les voy a romper la cara de una piña...
─"Suficientemente linda para ser linda"─ le repite Kishida.
Urabe puso una mueca como diciendo: "¿Qué demonios acabo de decir?".
─Ni yo me entiendo cómo hablo.
Pero la verdadera razón por la que Nishio dijo que Kumiko solamente era una amiga para ellos, es porque tanto él como Nakayama y Kishida sabían perfectamente que Urabe tiene sentimientos amorosos por la pelirrosa, incluso ellos mismos han llegado a sentir mariposas en el estómago por ella, es decir: era una niña muy bonita, con una apariencia peculiar y una personalidad supertierna e hiper inocente que enamoraría a cualquiera, pero por ser buenos amigos, dejaron que Urabe tuviera el privilegio de algún día declarársele a ella, si es que lo logra, porque él ha estado enamorado de ella desde los diez años; tienen catorce y aún nada.
Pero ellos no pierden la esperanza de que su "shipp de la infancia" se manifieste en cualquier momento.
Kumiko fue elegida por todos los jugadores del equipo para ser la mánager: encargarse de darles toallas, botellas de agua, plancharles los uniformes, todo lo que puedan necesitar, y ella con mucho gusto aceptó. Así podía ir a los torneos con todo el equipo sin gastar dinero en pasaje de autobús o tren, y más importante: estar con sus amigos y poder animarlos y ver sus partidos de entrenamiento.
Urabe fue elegido como capitán del equipo Otomo, debido a su gran capacidad de dirigir a sus demás compañeros. Estaba tan feliz que lo presumió a sus amigos:
─¡En tu cara, Takeshi! ¡Y tú diciendo que eras mejor jugador que yo!─ le echó la lengua.
─No puedo creer que el entrenador Sagawa olvidara que yo fui el capitán de la primaria Yamabuki─ dijo, totalmente indignado.
─Y nosotros nunca fuimos capitanes de nuestras escuelas, pero siempre fuimos los que más destacaban en el equipo, incluso más que el capitán, que solamente sabía decir: "¡Corran! ¡Corran!", y ya─ comentó Nishio, refiriéndose a él y a Nakayama.
─Bueno, ahora que soy el capitán, tendrán que obedecer mis órdenes─ colocó los brazos en jarra, mirándolos con superioridad.
─Viniendo de alguien tan tonto como tú, podría salir cualquier cosa─ dijo Nakayama.
─Como primera orden, quiero que vayan a la cafetería y me traigan una hamburguesa, porque es lunes de comida chatarra en la cafetería.
─¡Ah, pero...!
─Esa no es la actitud de un capitán, comer comida chatarra en vez de comida sana─ comentó Kumiko, con los brazos cruzados y con gesto de desaprobación.
─Ya escuchaste a la beba, Urabe. Si nos vas a pedir que te compremos algo que sea saludable─ le habló Kishida.
Urabe gruñó, y le hizo caso a su amor platónico:
─Entonces tráiganme una barra de cereal, o cinco.
─Ya que─ Nakayama, Nishio y Kishida fueron corriendo a comprar las dichosas barras de cereal, antes de que el entrenamiento comenzara.
Ellos tenían la costumbre de decirle "beba", "bebé", "reina", entre otras palabras similares, a Kumiko, ya que la trataban como algo sagrado, como algo intocable, algo preciado. Le tenían tanto amor y cariño, que eran muy dulces con ella.
─Serías muy buena capitana, Kumi─ le dijo Urabe.
─¿Por qué lo dices?
─Porque sabes muy bien cómo debe actuar un capitán, además, todo el mundo te hace caso─ se ruborizó bastante. Lo cierto es que Kumiko atraía siempre la mirada de los chicos, y ellos hacían lo que fuese por ella.
─No todo el mundo, ustedes nunca me escucharon cuando les dije que hablaran con el Nankatsu para no sentirse más excluidos, y así no tendrían que haberse separado...
─Kumi, créeme cuando te digo que estamos mejor así. Aquí tenemos el respeto que merecíamos desde siempre. Vamos a entrenar muy duro para poder quitarles el título al Nankatsu en el Torneo Nacional.
─Pero no me quiero sentir peleada con ellos...
─Esto no tiene nada que ver contigo. No te vamos a culpar porque te caigan bien los chicos, pero nosotros vamos a demostrarles que no somos tan inútiles como ellos creían.
─¡Pero ellos no...!
─Ya trajimos sus barras de cereal, "su majestad"─ Kishida le entregó sus tan "esperadas" barras de cereal.
─Gracias─ las toma y las guarda en su bolsillo─. Bueno, ahora, lo que vamos a hacer es correr de aquí hasta la secundaria Nankatsu, ¡Y NO QUIERO QUEJAS, ¿OYERON?!
─¡SÍIIIIIIII!─ exclamaron todos los miembros del equipo.
─¡Pero Urabe, el Nankatsu está a treinta kilómetros de aquí...!
─¡VENGA, OTOMO! ¡UNO!
─¡DOS!─ repitieron los demás, empezando a correr.
─¡UNO!
─¡DOS!
─Dios, son tan tercos─ dijo la pelirrosa, negando con la cabeza.
Desde el primer día de entrenamiento del Otomo, los chicos han estado entrenando de esa manera: corriendo treinta kilómetros todos los días. Actualmente es invierno, pero al correr tanto empezaron a sentir mucho calor. Kumiko les entregó a todos unas botellas de agua y unas galletas de avena y miel que ella misma hizo con ayuda de su madre.
─Oh, Kumiko Sakagami, eres la mejor─ dice Urabe, bebiendo desesperadamente de su botella de agua.
─Ni tanto─ ríe levemente.
─¿Podemos ir a tu casa a pasar el resto de la tarde?─ le pregunta Nishio.
─Son las seis de la tarde, si se quedan mucho rato hacemos pijamada prácticamente─ ríe.
─Un ratito, porfis─ Nakayama junta sus manos y la mira con ojitos de perro triste─. Quiero ver a tu mamá.
─Qué─ todos quedaron perturbados por lo que dijo.
─¡NO ES DE SU INCUMBENCIA!
Los cinco fueron a la casa de la pelirrosa temblando por el frío que hacía. Tomoko, al verlos así, les ofreció una frazada para que se sentaran calentitos frente a la estufa, mientras ella hacía una merienda especial...
Unos chocolates calientes con su especialidad: brownies.
Los chicos los devoraron como si no existiese un mañana. Kishida bebió de su chocolate caliente, totalmente complacido.
─Mmm.. qué rico, Tomoko─ dice, con una gran sonrisa.
─Gracias, Takeshi. Pueden comer todo lo que quieran─ responde ella, con la amabilidad que le es característica (al igual que su hija).
─¡Entonces este brownie es mío!─ Nakayama le arrebata el brownie a Urabe.
─¡HEY, ESE ERA MÍO, PEDAZO DE IDIOTA!
─Ya, no se traten mal, por favor─ les pide Tomoko.
Los demás se ríen. Es que Nakayama es SUPERFANÁTICO de los brownies de la mamá de Kumiko. Siempre que va a la casa de Kumiko, Tomoko tiene que hacer brownies porque sabe que a él le encantan, y si no come uno se pone muy furioso.
─Estos chicos son unos locos, corren treinta kilómetros todos los días y hacen que mi madre viva cocinando pasteles─ piensa Kumi, entre divertida y preocupada. Divertida porque le da gracia la energía de sus amigos, pero preocupada de que el esfuerzo que hacen les salga caro al final...
Los cinco se quedaron dormidos frente a la estufa, juntitos y calentitos.
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