Kumiko y Urabe están dibujando con los nuevos plumones de la pelirrosa.

─Me encantan. Tienen tantos colores hermosos. Eres el mejor, Hanji─ ella nunca deja de repetirle que le encantan sus nuevos plumones.

─No tienes que agradecer, Kumi. Es lo menos que puedo hacer. Valió cada plato grasoso y sucio, valió la pena levantarme temprano, valió la pena dedicarme más a los estudios, hasta le echo más ganas a los apuntes, gracias a que me prestas tus útiles.

─Sí. Son muy bonitos, y me encanta prestarle mis cosas a los demás.

─Eres muy generosa, pero deberías ser más cuidadoso con tus cosas, porque por ejemplo, Yukito, el grandulón de nuestra clase, vive masticando los lápices, rompiendo las gomas y las reglas, y muchas veces ha perdido útiles de los demás, y vive diciendo: "Uy, lo siento, lo traeré mañana, lo prometo", y nunca los trae. Es más: lo he visto robar la merienda de los demás.

─Eso es una falta de respeto. Voy a hablar con él mañana.

─Mejor lo hago yo, porque si te llega a golpear o algo (porque él es enorme y te puede romper la cara de un piñazo), me muero.

─Él no es violento, Hanji. No me va a pasar nada.

─De última quizás se quede embobado con ella y decida no seguir haciendo esas cosas, esa es otra posibilidad no muy descabellada, pero igual, si llega a intentar acercarse a Kumi, conocerá al verdadero Hanji Urabe─ pensó─. Bueno, si tú lo dices, pero de todas formas ten mucho cuidado.

─Claro. Por cierto, ¿te gustaron los zapatos con luces que te regalé para tu cumpleaños?

─Sí, los amo. Los uso hasta para ir a la escuela. Siempre he querido unos zapatos así, pero mamá siempre me decía: "Esos zapatos son horribles y no combinan con nada con esas luces. Tienen demasiados colores, y son mucho más cómodos unos zapatos normales", y cosas así, pero como son un regalo de ti, no me dijo nada.

─No creo en lo que piensa ella de los zapatos con luces. En la oscuridad sirven para iluminar todo, y son muy cool.

─¿Verdad que sí? Son los mejores.

─Tu cumpleaños estuvo muy divertido. Tus padres alquilaron un trampolín para saltar y los seis estuvimos ahí toda la tarde.

─Uy sí, y toda la comida que encargaron estuvo muy rica. Pero sobre todo los regalos...

─Tú sólo piensas en los regalos, jaja.

─No lo tomes a mal, pero es una de las muy pocas veces en el año en las que puedes recibir regalos.

─En tu caso recibes regalos una semana después de Navidad porque literalmente cumples en Año Nuevo, el primero de enero, o sea, te dan regalo en Navidad y en Año Nuevo al ser tu cumpleaños.

─Buen punto. En Navidad, papá me regalo mil yenes, que usé para comprar tu regalo, y mamá una camiseta azul. Y para mi cumpleaños me regalaron el segundo tomo del manga de Héroes de Saitama, y un paseo en auto, porque como es el primer día del año y todo el mundo está en casa con sus familias, casi no había comercios abiertos. Y justamente por esa razón celebré mi cumpleaños el dos de enero, porque ustedes también estaban con sus familias.

─Exacto. Yo me fui a la casa de campo de mis abuelos a pasar el día. Los pavorreales de la abuela me persiguieron, jiji.

─Esos bicharracos estaban celosos de tu belleza, por eso te perseguían.

La pelirrosa rio levemente por las palabras del oji-verde, pero en el fondo se sintió muy especial por eso.

─En fin, tengo ganas de ir a McDonald's, ¿tú no?

─Ay síiii. Quiero una hamburguesa triple con mucho quedo cheddar y panceta. Son de mis favoritas.

─Y yo tengo ganas de comerme como cinco hamburguesas.

─Tragón, jaja.

─¿Con quién vamos? ¿Con tus padres, con los míos, o nosotros solitos? Ay, ojalá que nosotros dos, así puedo estar con ella a solas en uno de mis lugares favoritos de la vida y de mi infancia─ pensó lo último.

─Preferiría ir con todos, con Takeshi, con Yoshiko, con Nishio y con Nakayama.

Esa respuesta no hizo más que romper en pedazos las ilusiones del oji-verde.

─Y si nos tiene que llevar un adulto, me da exactamente lo mismo.

─...

─¿Hanji?

─Oh, sí, claro, no tengo ningún problema con que vayan todos.

─¿Qué problema podrías tener? Si todos son nuestros amigos.

─Ya lo sé.

─Tenemos que ver qué día pueden ir todos a McDonald's, teniendo en cuenta que Yoshiko vive en Tokio.

─Claro. Mierda, ya se terminó la paz─ pensó lo último.

Al final arreglaron para ir el próximo fin de semana a McDonald's, este fin de semana se reunieron para salir a caminar por un lugar lleno de árboles y mucha naturaleza, cerca de la playa Miho no Matsubara, una de las más icónicas de Shizuoka.

─El monte Fuji es una de las cosas que más me gustan de Shizuoka─ Yoshiko no deja de sacarle fotos al lugar─. La playa es hermosa en general, creo que es más linda que las de Tokio.

─¿Te gusta más Shizuoka que Tokio?─ le pregunta Kishida.

─Las dos tienen sus cosas. Tokio, al ser la metrópolis, tiene más cosas, y amo el paisaje nocturno, lleno de luces, pero hay tráfico y bocinazos las veinticuatro horas. No es muy tranquilo que digamos, Shizuoka es bastante tranquila, tiene el monte Fuji, tiene los cerezos, que es una de las zonas en las que más crecen, y las playas. Si me dicen de mudarme aquí, lo haría, pero viajaría constantemente a Tokio porque es una ciudad a la que he pertenecido los doce años de mi vida, y le he cogido mucho cariño.

─Yo quiero vivir en Tokio, pasar por los puentes, por el túnel submarino, los barrios llenos de juegos, las luces, la torre de Tokio... Gracias a que vives en Tokio y he ido a tu casa, puedo ver cómo se ve la ciudad de mis sueños─ dice Nakayama.

─A mí me gusta Shizuoka, pero Tokio es mucho más grande─ habla Nishio.

─Yo amo mucho mi cuidad─ dice Kumiko─. Todas las ciudades son bonitas, porque cada una tiene sus distintos encantos.

─Sabía que ibas a decir eso─ ríe Kishida.

─Es que eres muy buena con todos, Kumi, y siempre le encuentras lo positivo y lo lindo a todo.

─No veo la necesidad de quejarme. Claro que me he sentido mal a veces, y he sentido que una persona no fue justa conmigo, pero no me voy a amargar por eso.

─Ojalá fuera como tú. Siento que la vida y mi mamá son muy injustas, ya que viven haciendo que pierda lo exámenes de Matemáticas, y que yo haga mal las tareas en casa y mamá se enoja conmigo.

─Oh, Nakayama. No te pongas mal por eso─ la pelirrosa lo abraza─. Cuando te sientas mal, acude a nosotros y te haremos sentir mejor.

El oji-violeta corresponde el abrazo, sintiendo cómo su cuerpo se estremece y su piel se eriza al sentir la calidez de Kumiko. Cualquiera que es abrazado por ella, se siente en el cielo.

Urabe quiere apartarlo de ella, pero tiene que controlarse.

─Chicos, ustedes son los mejores amigos que he tenido─ dice Kumiko─. Estoy muy agradecida de tenerlos. Me hacen sentir muy feliz en mi vida. Con mi familia soy muy feliz, pero con mis amigos me divierto en la escuela y en cualquier otro lugar.

─Bueno, en tu caso, el único que va a la misma escuela que tú es Urabe─ dice Nishio.

─Cierto, jaja, pero saben a lo que me refiero, ¿no?

─Sí, Kumi. Entendemos. Tú también nos haces sentir muy felices a nosotros. Transmites una alegría indescriptible y que es difícil de decir exactamente cómo se siente, pero cuando estamos contigo, sentimos puros buenos sentimientos, y también nos divertimos mucho contigo. Eres única, Kumiko Sakagami─ le dice Kishida, y el resto asiente con la cabeza, para respaldar su discurso. 

Kumiko se emociona y empieza a llorar.

─Ya, no llore─ todos la abrazan para calmarla.

─Es bueno ver que todos la quieren y harán lo que sea por protegerla, pero aun así, yo seré quien conquiste su corazón. Cuando vayamos a McDonald's, haré que me ame─ piensa el oji-verde, con determinación.