VIII. 𝐔𝐍𝐀 𝐂𝐈𝐓𝐀
Hanji y Kumiko estuvieron juntos durante toda la jornada escolar. En clase de Educación sexual hicieron un trabajo de a dos, en el que tenían que leer un texto acerca del aparato reproductor de ambos sexos, y completar un cuadro con ellos.
Mientras Kumiko coloreaba el trabajo con sus resaltadores con escarcha, el oji-verde pensaba en ella. Se veía tan linda poniéndole color a sus apuntes. Ella siempre se veía linda haciendo lo que sea.
Entonces, de la nada, recordó algo que le dejaba roja la cara de tan sólo pensar en eso. Fue una clase de Educación sexual, hace ya bastante tiempo, en la que estaban hablando del desarrollo de los órganos genitales, el crecimiento de vello, entre otras cosas. Hanji estaba pensando en algo que había pasado el día anterior a esa clase, que era que le había dado curiosidad esos "bultos" que tenía Kumiko a la altura del pecho, entonces, sin más, los agarró entre sus manos y los empezó a presionar como si fuesen dos boligomas.
─Uuuuh, esto calma el estrés, perfecto para cuando tenga un examen de Inglés o de lo que sea─ dijo Hanji ese día.
Kumiko no entendía nada de lo que estaba pasando, pero se le hacía raro.
Al día siguiente, en la clase de Educación sexual, la maestra les estaba explicando acerca del crecimiento de los pechos en la pubertad a las niñas, y que ellos son los que les promueven el alimento a los bebés durante sus primeros meses de nacidos.
Cuando Hanji se enteró de la función de los pechos, se puso rojo como una langosta. Esas cosas enormes que le provocaron "calma", en realidad son las que usaba su mamá para alimentarlo cuando era un bebé. Sintió tanta vergüenza, que salió corriendo del salón directo al baño.
─¡PERDÓNAME, KUMI!
Por supuesto que ella lo perdonó, puesto que no lo hizo con mala intención, pero también se puso roja al aprender ese detalle, y más porque sus pechos son realmente grandes para una niña de su edad. No son los más grandes del mundo, pero son más grandes que los de una niña de su edad.
Hanji vuelve a la realidad, justo a tiempo cuando Kumiko le empieza a hablar.
─Ya terminé de colorear todo.
─Oh, m-me alegro.
─¿Estás bien? Estás un poco rojo─ le toca la frente─. ¿Acaso tienes fiebre?
El sonrojo aumenta al sentir la mano de su amor platónico en la frente.
─E-está fría... se siente tan bien─ se estremece al sentir ese frío en su cara hirviendo.
─Ten, te presto mi botella. Está bastante fría, la verdad─ le pasa su botella de agua, la cual Urabe se pone en la frente, en las mejillas, en todas las partes de la cara, y le genera un enorme placer.
─¡Aaaaah! ¡Qué rico se sienteee!
Todos los niños de la clase los observan extrañados.
─Urabe, ¿estás bien?
─Pareces un tomate.
─O una langosta.
Entre otros comentario más, pero Kumiko simplemente se dedica a reír levemente al ver la cara de placer de su amigo.
Más tarde, en el recreo, fueron a sentarse debajo del árbol, y se pusieron a jugar a Héroes de Saitama desde sus celulares.
─Seré un desastre en el UNO, ¡pero no perderé en este juego, Kumi!
─¡Eso ya lo veremos! ¡Micchan te ganará!
Pero luego de intercambiar varios golpes y patadas, Urabe logró ganarle a Kumiko con un combo de triple patada. El personaje de Kumiko se llama Micchan, y el de Hanji, Urabe. Sí, le puso su mismo nombre, y su apariencia lo más parecida posible, como se lo permita el juego, según él, para "estar dentro del mundo de Héroes de Saitama".
─¡WIIIII! ¡NADIE LE GANA A HANJI URABE!
La pelirrosa empieza a lagrimear.
─Mierda, me dejé llevar─ piensa, con ganas de estampar su cabeza contra la pared─. Escucha, Kumi, te voy a llevar a donde quieras a la salida de la escuela, ¿te parece?
─B-bueno.
─¿Pero por qué lloras? Perdiste un juego, tampoco es que te vayas a morir o se acabe el mundo.
─E-es que... me dio penita que se muriera Micchan. Ella es tan bonita─ sigue sollozando.
─Ella no está muerta, va a seguir jugando en cada ronda del juego.
Kumiko sigue con lágrimas en los ojos. El oji-verde suspira.
─Dios, es demasiado sensible. Hasta una vez lloró en el zoológico porque los elefantes estaban atados con una soga en la pata, o porque las serpientes no tienen brazos. Pero en fin, qué se le va a hacer.
A la salida, a Hanji se le ocurre cómo estar más tiempo con ella a solas.
─Kumi.
─¿Qué pasa?
─¿Viste que mañana no hay clases porque es día de muertos?
─Uy sí, es verdad.
─Qué lindo. Al fin un fin de semana largo─ Hanji coloca los brazos detrás de su cuello mientras camina─. Hubiera preferido que cayera un lunes, pero un viernes también me sirve.
─¿Por qué preguntabas?
─Porque...─ se arregla la garganta─Quería invitarte a salir.
─¿Salir? ¿A dónde?
─No sé, a donde tú quieras. Lo que sí, necesito dinero, jeje.
─Yo gasté los quinientos yenes del concurso de disfraces de ayer en la subasta de la torta, jaja, pero si le pido a mamá o papá, de seguro me dan un poco.
─No, no, no, señorita. Yo pago todo. La idea es que usted disfrute de la cita, yo me haré cargo de los gastos, aun si tengo que vender mi páncreas para conseguir todo lo que quieras.
─¿D-dijiste cita?
─Es una cita, ¿no?
─Supongo─ responde, un poco dudosa.
─Cuando llegue a casa le pido dinero a mamá, y luego te aviso por mensaje a qué hora y en qué lugar será, ¿te parece?
─Síp. No puedo esperar a que sea mañana.
─Qué lindo, mañana voy a dormir como hasta las tres de la tarde, más o menos.
─¡Tampoco duermas mucho o te convertirás en un búho!
Urabe ríe.
─Era broma, me voy a acostar temprano y me voy a despertar a las nueve de la mañana, como cada fin de semana.
─Es raro que Hanji se acueste tan temprano (siendo que te quedas despierto como hasta las seis) y te despiertes a las nueve de la mañana (y eso que te despiertas como a las tres como muy tarde).
─Es por algo muy especial, no te puedo decir porque sino no tiene gracia─ le guiña el ojo.
─Jiji, ya veo. Pero...─ se acerca más a él─me alegra que hayas decidido hacer esos cambios. Si tienes algún otro mal hábito y lo cambias, verás que con el paso del tiempo, te sentirás mejor y serás otra persona por completo.
─Y bueno, el Hanji irresponsable, perezoso y dormilón no puede quedarse para siempre─ se encoge de hombros, para disimular los nervios que le generan tener a Kumi tan cerca.
─No, y me orgullece que estés cambiando algunas cosas─ le da un beso en la frente.
Urabe se queda estático en su lugar. Con los ojos duros y el rostro apenas enrojecido.
─¿Hanji?
─¡AAAAAAAAAAAAH!─ se fue corriendo con los brazos levantados.
─Jeje, creo que tiene un poco de prisa.
Milagrosamente, Sakana le dio quinientos yenes para la cita a su hijo.
─Como te has estado portando muy bien estos días, te mereces esto. El dinero correspondiente a las labores domésticas te lo voy a dar después cuando un cliente me pague lo que quedó debiendo, pero estos quinientos, gástalos en esa cita con tu chica.
─¡Gracias, mami!─ le da un enorme abrazo─Eres la mejor.
─De nada, querido hijo. Te lo mereces por ser cada día un mejor hijo, y por ser tan lindo con tu amiga. Tienes todo mi apoyo para ganarte su corazón.
─Mami, muchas veces digo que eres una bruja, pero eres una bruja buena.
─¡¿CÓMO?!
─Jaja, era broma. Eres más que una bruja. Eres la mejor mamá de todas.
─Aww, mi niño─ estuvieron un largo rato abrazados.
Primer paso para la misión "Primera cita", completado. Ahora queda el paso dos: escribirle a Kumiko para organizar la cita.
Urabe: Kumiiiii
Urabe: Tengo dinero 🤑🤑🤑
Kumiko: Qué buenooo :D
Kumiko: Yo voy a llevar un poco por las dudas
Urabe: Señorita, de qué hablamos?? 👀
Urabe: Yo soy el que paga, usted la que come de arriba
Urabe: Digo- usted es la que disfruta XD
Kumiko: 😂😂😂
Kumiko: Qué malo eres Hanji :'3
Urabe: En fin, a qué hora puedes??
Kumiko: Yo a la hora que sea, de preferencia después de la una de la tarde, porque antes de eso ayudo a mi mami con las tareas, y también tengo que almorzar
Urabe: A las tres te parece??
Kumiko: Mejor, así me baño y me arreglo
Urabe: x2
Urabe: Estaba pensando en llevarte a una sala de juegos nueva que abrió en el centro comercial, y después a un puesto de paletas de helado muy lindas y ricas
Urabe: Te gusta??
Kumiko: SÍIIIII HELADO :D
Urabe: Genial, quedamos así entonces 🐴🤝🏻🐴
Kumiko: Jiji, okey :3
Kumiko: Besitos (〃` 3′〃)
Urabe: u///w///u
Finalmente llegó el día de la cita. Urabe decidió ponerse su mejor ropa, unos jeans grises, unos zapatos blancos y una camiseta blanca que dice "You're the best" en letras rojas. Se bañó, se peinó, se comió unas mentitas y guardó más en su mochila, junto con sus auriculares, su celular, el dinero y una botella de agua con unas papas fritas y unas galletitas que compró para invitar a Kumiko, sin tener que gastar dinero en eso.
─Listo. Hoy vas a brillar como las estrellas, Hanji Urabe─ se dice a sí mismo en el espejo─. Tú puedes, hermano.
Y sale de su casa, dispuesto a triunfar.
Kumiko está a la entrada del centro comercial, vistiendo la ropa que le compró Tomoko el otro día. Se veía tan... sensual...
─¡Hanji!─ se acerca corriendo a él y lo abraza con fuerza─Te estaba esperando.
─Gracias. Te ves preciosa.
─Lo mismo digo de ti. Siempre trae el uniforme de fútbol del Nishigaoka, jaja.
─¿No crees que el bordó me queda bien?
─Pues sí, creo que es el color que mejor te queda, pero el blanco se te ve bien también─ sonríe.
─El café te queda genial a ti.
─Gracias, jiji. Bueno, ¿vamos?─ le da la mano.
─Sípi.
Los dos caminaron de la mano todo el tiempo, hasta que Hanji decidió ir un poco más lejos: enganchó su brazo con el de la pelirrosa.
─Ahora eres mía, Kumi.
─Jiji, parecemos pareja, ¿no lo crees?
─Sí, pareja...
Fueron a la sala de juegos. Jugaron dos partidos de tejo, uno ganado por cada uno, después al boliche una vez, ganó Urabe, luego al billar, y ganó Kumiko, y por último al baloncesto, y con los boletos que ganaron, Urabe le compró a Kumiko un gatito de peluche que había de premio.
─¡Nyaaa! ¡Me encanta! ¡Gracias, Hanji!
─Un gatito para otra gatita.
─Miau─ puso una carita muy tierna.
─¡Awww Kumi! Te quiero adoptar─ le acarició la cabeza, a la vez que ella hacía ronroneos de gato.
Más tarde hicieron un mini picnic en la plaza de comidas con las papas fritas, las galletitas y el agua que trajo Urabe, Kumiko trajo un poco de pastel de chocolate hecho por su mamá. Recorrieron el centro comercial hasta que sus estómagos se vaciaron lo suficiente como para comprar los helados.
Kumiko pidió uno de carita feliz, y Hanji uno con forma de patita de perro.
─Me divertí mucho contigo, Hanji.
─Me alegro, Kumi. ¿Está rico el helado?
─Síp. Me encantan las caritas felices, jiji.
─Tenemos que salir más seguido nosotros dos, ¿no piensas eso?
─Sí, pero la próxima quiero que sea con todos los demás.
─Oh, entiendo...
Fue una linda cita para el oji-verde, pero quiere repetirla, y que nadie más se interponga entre los dos.
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