23 ⌇ DO YOU STILL LIKE PEDRI?
━━━━━ 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐈𝐃𝐈𝐒𝐓𝐀;
❛¿TODAVÍA TE GUSTA PEDRI?❜
𝐃𝐄𝐃𝐈𝐂𝐀𝐃𝐎 𝐀
-jerseytrioo
—OLVÍDALO, YA ME DIO VERGÜENZA —Fiorella quiso devolverse pero Pablo soltó una risita, abrazándola por detrás mientras que apoyaba su mentón entre el hombro y el cuello de ella, evitando su escape y causando que la piel de la castaña se erizara al sentir el aliento del futbolista chocar contra su piel, cuando él se acercó a su oreja a susurrarle.
—Oh vamos Fiore, ya habíamos quedado en que te venías conmigo —se quejó.
—O sea sí, ya sé lo que dije pero... no quiero molestar, mejor me voy a casa.
Los dos habían sido los últimos en salir del aeropuerto esperando a que el papá de Pablo pasara en busca de ellos, todos los demás futbolistas se habían ido a sus respectivas casas, Isabella se había ido junto a Eric y eso justamente era un tema de conversación que Fiorella tendría después con su mejor amiga. A Pedri no lo había visto por ningún lado, y si era sincera era mejor así porque no quería ni verlo a la cara.
Pablo y ella estaban fuera del aeropuerto, en el parqueadero esperando a que fuesen a buscarles.
—Ya te dije que no molestas Fiore, además de que no puedes rechazarme, ya le dije a mis papás y a Aurora que ibas a hacer pijamada en casa y están encantados, fueron en busca de hamburguesas que es tú comida favorita —besó su mejilla, Fiorella sintió las mismas arder, mientras que se giraba a verlo sin romper el abrazo.
Eso había sido muy tierno.
—Oh Pablo... ¿me lo dices de verdad?
—Yo siempre te hablo con sinceridad, princesa —puso las manos de ella en el hombro de él mientras que él ponía las suyas en su cintura, apegándola más a sí.
Lo increíblemente nerviosa que Fiorella se ponía cada vez que Pablo se acercaba era tremendo, y a pesar de que tenía una confusión con el sevillano y cierto canario que la acababa de besar, le gustaba tener esas cercanías con Pablo que, a diferencia con Pedri, ya no le estaban gustando tanto.
Quería decir, ya no le estaban gustando nada. Sus cercanías con Pedri habían pasado de ser bonitas, a ser incómodas, no sabía ni como explicarse, lo único que sí sabía, era que el único chico que ella quería que se le acercara rompiendo el espacio personal entre ambos, fuese Pablo Gavi.
Pablo Gavi nada más.
—Fiore.
—¿Sí?
—¿Te había dicho que... eres preciosa?
Sus ojos ya no estaban mirando los café de Fiorella, sino que estaban en dirección a sus labios y eso fue lo que provocó que el nerviosismo se incrementara en la castaña.
—Varias veces...—logró responder sin tropezarse con las palabras, Pablo quitó una mano de su cintura para ponerla en su mejilla y acariciar la misma con delicadeza.
Tenía el hoodie sobre su cabeza como era de costumbre, y eso a Fiorella le parecía tan atractivo, Pablo lo era. Admirar sus facciones a centímetros de su rostro le encantaba, la hacía sentir como no quería admitir desde que Pablo y ella habían empezado a ser amigos... la hacía sentir...
Enamorada.
—Te lo repito entonces, eres preciosa Fiorella Fernández.
—Tú también eres precioso Pablo Gavi.
Aunque estaba temblando de los nervios, había un sentimiento cómplice que ambos querían: unir sus labios en un beso. Pero justamente en esos momentos, un auto tocando bocina les hizo separarse, sus padres habían llegado, Fiorella empezó a sentir la vergüenza agolparse en sus mejillas, oh por Dios.
Aurora tenía la boca abierta al ver a su hermano menor y a la chica que le gustaba desde que la conoció en esas cercanías, y no se contuvo de soltar un grito de emoción que por suerte no se escuchó, su madre bajó la ventana, agitando su mano en señal de saludo mientras que miraba a Fiorella con una sonrisa.
—¡Hola, chicos! Disculpen la tardanza es que queríamos que las hamburguesas fuesen recién hechas.
Y la castaña se dió cuenta de que era verdad lo que Pablo le había dicho, se sentía más avergonzada aún.
—Oh Pablo, no era necesario que—
—No vayas a empezar —la miró con una ceja alzada, entrelazando sus dedos mientras que abría la puerta— no se preocupen, de todas maneras no se tardaron mucho tampoco, hola Aurora.
Su hermana mayor subió sus cejas de arriba a abajo.
—Bueno, si querías que nos tardaramos más hubieses avisado...
Y Pablo entendió a la perfección su comentario, soltó una risita mientras que se palmeaba la frente y le hacía una seña a Fiorella de que se subiera al auto y ella así lo hizo.
—Buenos días, siento que hayan tenido que ir a comprar hamburguesas, lo que menos quiero es molestar...
—Ay cariño, no molestas, al contrario —la mamá de Pablo le sonrió—. Para nosotros es un placer conocerte, Pablo no para de hablar de ti.
—¡Mamá! —el sevillano se quejó, Aurora soltó una risita divertida, Fiorella se giró a verlo con una ceja alzada y le causó ternura verlo sonrojado hasta las orejas.
—El placer es mío, y supongo que... ¿Habla cosas buenas no? —carraspeó, mientras que todos soltaban una risita y la madre del castaño que cerró la puerta del auto mientras que se tapaba la cara con ambas manos, asentía.
—Cosas excelentes a decir verdad.
—Pero bueno ¿quién quiere hablar de lo que uno menciona en casa, no mami? ¿Me extrañaron? —Pablo cambió el tema de conversación y Fiorella soltó una risita ante eso porque ya lo molestaría con el tema.
Apenas su padre arrancó, Pablo buscó su manos para entrelazar sus dedos y no tardó mucho en conseguirla, su mano izquierda se junto con la derecha de Fiorella, los dos se vieron con una sonrisa y ella se puso nerviosa.
Aurora le comenzó a sacar tema de conversación a la castaña y para ser sincera, era una chica bastante agradable. Ya sabía que Pablo tenía una hermana mayor que él pero no se había tomado el tiempo de conocerla y hablar más a fondo con ella personalmente.
La llegada a casa de los Páez–Gavira fue divertida, todos se bajaron del auto mientras que el papá de Pablo ayudaba con el equipaje que habían llevado, y aunque Fiorella había ofrecido su ayuda ellos se habían negado porque era la visita.
Entraron a la casa, la castaña ya la había visto incontables veces por fuera pero no había entrado así que al hacerlo, Aurora y Pablo le dieron la bienvenida.
—Bueno Fiore, bienvenida a nuestro hogar.
Ella sonrió encantada.
—Muchísimas gracias...
—Ven que dejamos tus cosas en la habitación de invitados —le dijo Aurora, quitándole el bolso que tenía en las manos para luego verlos a ambos— ¿O se va a quedar en tú habitación?
La cara que hizo fue bastante fácil de descifrar y por eso, Pablo y Fiorella estaban bastante sonrojados. El sevillano pasó su mano derecha por el hombro de la castaña mientras que la apegaba a él y Fiorella de recargaba sobre sí, mientras que Pablo retaba a su hermana con la mirada, lo menos que quería era que Fiorella se sintiese incómoda.
—Dónde Fiorella se sienta más a gusto —le respondió, ella miró a Aurora.
—Yo no sé, donde ustedes quieran. Si me dicen que me toca dormir en el sofá yo acepto sin problemas —los dos soltaron una risita divertida, Aurora negó.
—Ay no mi niña ¿cómo crees? Bueno, lo dejaré en tú habitación —miró a Pablo para luego continuar— y ya después ustedes verán ¿vale?
Ambos asintieron, Aurora subió las escaleras y Pablo junto con Fiorella hicieron lo mismo aún tomados de la mano, la casa de Pablo era bastante linda a decir verdad, Fiorella sonrió al ver los cuadros que estaban de él con su familia, los dos se detuvieron en una de las primeras puertas, Pablo puso su mano en el pomo de la misma.
—Bienvenida a mi habitación, bonita.
La abrió, mientras que Fiorella entraba con vergüenza y Pablo cerraba la puerta tras sí, y entonces los nervios de Fiorella aparecieron, era inevitable ponerse nerviosa cada que estaba sola con Pablo, y ya sabía perfectamente que eso le estaba pasando porque le estaba empezando a gustar.
Y decir que le estaba comenzando a gustar poquito, era mentir.
Miró la habitación del mencionado, estaba completamente ordenada y le causó ternura ver cómo tenía enmarcada la camisa del Barcelona con su dorsal treinta, y la de la selección Española con la dorsal número nueve. Tenía trofeos ganados a lo largo de su carrera futbolística, balones de fútbol, libros, y eso era genial.
—Disculpa el desorden —Pablo agregó mientras que caminaba para acercarse a la cama y palmeaba la misma—. Puedes sentarte si quieres mientras que yo voy en busca de comida para que empecemos nuestra maratón de películas ¿vale?
Fiorella asintió, mirándolo embobada.
—No hay ningún desorden aquí...
Él soltó una risita divertida.
—Aquí en la habitación como tal no —se encogió de hombros, acercándose a ella y deteniéndose bastante cerca, Fiorella subió la mirada para verlo— ¿Sabes dónde sí? —la castaña se puso nerviosa, tragó grueso mientras que negaba, Pablo puso una mano en su corazón— aquí, y la culpable eres tú.
Los dos se vieron fijamente, y de no ser porque Aurora llamó a Pablo, el castaño se hubiese acercado a Fiorella muchísimo más. Besó su mejilla, mientras que le susurraba un "ya vuelvo" y salía de la habitacion, dejando a la castaña completamente estática, pensando en ¿¡Qué rayos había significado eso?!
Es decir, Fiorella siempre había sido bastante pésima para entender indirectas, pero esa... tampoco la había entendido, sin embargo se puso bastante nerviosa, sonriendo como una tonta.
Y esa sonrisa se desapareció al ver como Pedri empezaba a llamarle, soltó un resoplido, cortando la llamada mientras que se quedaba ahí parada porque todavía le daba pena sentarse en la cama de Pablo sin que él estuviese presente.
Pero la curiosidad le ganó y fue inevitable que se acercara a ver una de las fotos que tenía de chiquito junto a su lámpara de noche, y se derritió de amor; Pablo salía con uniforme verde y viendo a la cámara mientras que sonreía ligeramente, tenía su cabello despeinado y estaba recargado de la pared, se veía tan lindo.
De hecho, siempre lo había sido. Pablo tenía unas facciones tiernas, aunque en el campo era todo un odioso fuera del mismo era un amor. Ya sabía que Pablo era tímido, y todavía le costaba dar entrevistas a la cámara, esa era una de las cosas que los dos tenían en común —sin contar las demás—, pero en parte a Fiorella le daba gracia porque la timidez aparentemente se le iba cuando se acercaba a ella para decirle cosas bonitas.
Dió un salto del susto cuando la puerta se abrió, dejó la foto en donde estaba, mientras que Pablo llegaba con bandejas de comida y la veía divertido, alzando una ceja.
—¿Qué hacías, princesa?
—Nada, yo... sólo estaba viendo esta foto —le señaló la mesa de noche, Pablo sonrió de lado, mientras que se acercaba a su cama a dejar todo— eras muy bonito.
Le mencionó, el de ojos café claro soltó una risita mientras que se giraba a verla y alzaba una ceja.
—¿Qué ya no lo soy?
—Mhmm —ella se hizo la pensativa, mientras que fruncía su nariz y negaba— nah.
—Ah... ¿no? —dejó todo en la cama para acercarse a ella, poniéndola más nerviosa de lo que ya estaba, el sevillano se inclinó hacía ella, quedando a una cercanía bastante peligrosa, y Fiorella admitió lo que no quería desde hacía semanas.
Pablo Gavi le gustaba, bastante.
—Ya sabes que sí —ella soltó una risita, mientras que tocaba el puente de su nariz y los dos se veían fijamente.
—¿Que sí qué?
—Que sí eres bonito...
—¿Sí? —bajó la mirada a sus labios, para subirla lentamente a sus ojos y provocar que Fiorella sintiese hasta sus piernas temblar.
—Bien sabes que sí Pablo Martín...
Él soltó una pequeña risa que fue bastante melodiosa para Fiorella, sí, definitivamente Pablo le gustaba y no podía entender cómo es que había pasado de odiarse y llevarse bastante mal con él, a estar admitiendo internamente que el sevillano le gustaba. ¡Pero es que no había podido evitarlo!
—¿Sabes qué también sé? —Fiorella negó, los dos se sentaron en la cama del sevillano, mientras que él posicionaba una mano en la pierna de la castaña, acariciando la misma tiernamente para verla, y agregar —que la única bonita acá, eres tú —quitó la mano de su pierna para ponerla en su mejilla y acariciar la misma con delicadeza, Fiorella bajó la mirada a los labios del centrocampista, para luego subir la mirada lentamente a los ojos de él, que sintió una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal al notar a Fiorella mirarle los labios.
Ella no respondió, y Pablo se acercó, siendo interrumpido por el tono del celular de la castaña, que estaba tan nerviosa que fue inevitable que reaccionara dando un salto del susto, Pedri llamándole, otra vez.
—Agh, que fastidio de verdad.
—Puedes atender si quieres...
—No, no quiero atender —ella resopló, cortando la llamada—. Es Pedri ¿que no le queda claro que no quiero hablar con él?
Pablo alzó ambas cejas, ah. Hasta sin estar junto a ellos el canario los interrumpía, que oportuno.
—¿Todavía están molestos, no?
Fiorella hizo una mueca, asintió.
—Sí, es que yo... no lo entiendo Pablo ¿sabes? El día del partido me...—hizo silencio inmediato, casi metía la pata diciendo que Pedri y ella se habían besado, nadie sabía eso, siquiera Isabella, nadie tenía porqué saberlo y Pablo no iba a ser la excepción.
—¿Te...? —la alentó a continuar.
—Me estaba buscando para que hablemos, pero no sé qué es lo qué quiere. Me ha rechazado, me ignora, y de repente ¿quiere hablarme otra vez? ¡No lo entiendo!
—Bueno pero, quizá quiere que hablen para recuperar su amistad ¿no crees?
¡Ja! ¿Y cómo iba Pedri a recuperar su amistad, besándola? ¡Porque así no se recuperaban las amistades!
—Eh... no lo sé, pero estoy de buenas y no quiero ponerme de mal genio solamente por el idiota de Pedro —se quejó, y aunque Pablo no quería afrontar la respuesta de la pregunta que iba a hacer, se tomó el atrevimiento de hacerlo.
—Fiore —le llamó, sacudiendo sus manos debido a la galleta que había estado con anterioridad— ¿Me respondes con sinceridad si te pregunto algo?
—Ajá, claro —ella asintió.
—¿Todavía te gusta Pedri?
Uh.
𝐌𝐈𝐍𝐈–𝐌𝐀𝐑𝐀𝐓𝐎𝐍
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏/𝟐
Prepárense hermanas, AHORA SI SE VIENE LO CHIDOOOOOO 😳😳
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