XV.

Jungkook llegó por el pequeño peligris la tarde del sábado, este elogió al castaño por su orificio en su labio, Park juraba haberlo visto de pies a cabeza y en esos días no se dio cuenta de la perforación que tenía.

— Hay un diminuto problema — dijo Jimin, quién se encontraba sentado junto a su papá y su amigo en la mesa del comedor.

— ¿Cuál? — dijeron los dos restantes.

— No recuerdo donde vive Minho, nunca visité su casa salvo esa vez — se encogió de hombros.

— ¿Taehyung sabe? — preguntó Jungkook.

— Hmmm si, entonces subo a arreglarme y le llamo — se levantó de la silla directo a su habitación.

Cuando llegó se deshizo de sus pantalones de algodón, andando en bóxers mientras marcaba el número de Kim y se echaba en su cama. Después de tres tonos contestó.

— ¿Hola?

— ¿Hola, Jiminnie? — la voz de su amigo sonaba alegre.

— Te extraño Tae — respondió melancólico.

— Yo también amigo pero vuelvo esta semana, al parecer no me quedaré más tiempo —.

— Vaya eso es una gran noticia, adivina, ayer que estaba en la cafetería con Jeon me encontré con Minho y nos invitó a una fiesta, pero no recuerdo donde vive — se rio un poco cerrando sus ojos.

— ¿Estabas con Kook en una cafetería? — y parecía que solo eso había dicho su amigo que le llamo la atención.

— ¿Le dices Kook? — alzó una ceja por puro instinto.

— Si, hablamos un poco por mensajes de texto — afirmó su amigo de voz grave — pero contesta, te has llevado de maravilla con él, ¿no es así?

Aquella pregunta hizo que el estómago de Jimin sintiera un cosquilleo bastante molesto, sintió sus mejillas arder y sin dudarlo respondió que si. No podía ver a su amigo pero este se encontraba con una sonrisita socarrona, Jimin estaba siendo feliz poco a poco y de eso no había duda.

Después de algunos comentarios más, Taehyung le dijo que mandaría por texto la dirección, se despidieron y el peligris comenzó a escoger su ropa.

— ¿Debería darte mi número de celular? — preguntó el Señor Park rompiendo el silencio.

— ¿Jimin toma? — preguntó el castaño.

— Un poco, creo, no lo sé — su padre se rio.

— Si quiere, por mi está bien — extendió el aparato hasta dejarlo en manos del mayor, el cual tecleo rápidamente y se agendó —.

— Llévense el auto — habló de nuevo el Señor.

— No se preocupe tanto — contestó Jungkook.

— Vamos hijo no seas de esa forma — posó su mano en su hombro — ¿O no sabes manejar?

— Si pero ya es bastante molestia, aparte no debería confiar su auto con un desconocido — Jungkook vaciló y el papá de Jimin se echó a reír.

— Incluso tu apariencia es la de un chico tranquilo, no importa que tu ropa diga lo contrario — Jeon llevaba unos pantalones arremangados a la pantorrilla color negros y una camisa del mismo color de vestir, sus vans blancos y un arete en su labio inferior, se veía realmente bien. — No sé como a todos los jóvenes les gusta ese color, lucen mejor con colores claros —.

— Gra-gracias, supongo — el castaño bebió del vaso de agua que tenía de frente, la plática con el Señor era cómoda — su apariencia es todo lo contrario también — el Señor vestía de traje y se veía demasiado serio —.

— Lo sé, lo sé — sacó del bolso de su saco unas llaves — ten, ni se te ocurra negarte, solo cuida a Jimin, se ve que eres una buena persona, no hagas que me arrepienta —.

— Muy bien — Jeon hizo una reverencia y guardó las llaves esperando al peligris.

Cuando Jimin bajó ahora el que tragó en seco fue Jungkook, el pequeño llevaba unos pantalones claros demasiado ajustados, estaban un poco rasgados de las piernas, una chaqueta del mismo color cubría la sudadera que llevaba debajo color rosa pastel.

Hermoso, pensó el castaño.

— Vamos — Jimin sacó su teléfono mientras lo agitaba — tengo la dirección —.

Su sonrisa derretía al mundo entero.

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Gracias por leer, lxs amo.

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