𝐐𝐮𝐚𝐭𝐭𝐮𝐨𝐫
IV
La casa Featherington estaba exactamente a 30 pasos de la residencia Bridgerton, pues eran vecinos; Alex estaba segura de eso porque los contó mientras conversaba animadamente con Benedict, quien se había encargado de escoltar a ambas señoritas hasta la puerta, hacer un saludo cortés a la matriarca de las hijas debutantes, y después marcharse por el mismo camino.
Portia Featherington se asomó en el umbral de la puerta con una pomposa sonrisa fingida y un vestido tan amarillo como la yema de un huevo. Sus tres hijas habían heredado el gen de ser pelirrojas, lo cual era una bendición porque podían destacarse entre las damas por lo mismo, pero parecía que su asesor de imagen estaba de vacaciones. En cualquier caso, Alex intentó entablar una conversación con Prudence en la sala que no resultó del todo favorable. La señorita era completamente hueca, y vaya que a Lady Spinster no le gustaba usar ese adjetivo.
La sonrisa bonachona de Penélope al ver a Eloise se desencajó completamente al ver a Alex a su lado, pero intentó recomponerse rápidamente. Para este punto, Alex pudo percatarse de que la sonrisa fingida de Penélope era muy parecida a Lady Portia, y que se diferenciaba en gran medida de la normal.
—¿Cómo estás? —le pregunta Eloise, tomando asiento al lado de Alex y encontrándose frente a Penélope—. Leí el boletín de Lady Wistledown, lamento que no te haya favorecido.
—Esperaba ya un comentario de ese tipo por parte de ella—murmuró la pelirroja encogiéndose de hombres. La futura duquesa pensó que estaba siendo muy madura al afrontarlo de esa forma. — Tampoco ha sido muy buena con usted, ¿no es así?
—No es como que la opinión de una escritora anónima me sea relevante—dijo Alex rápidamente. Penélope alzó una ceja y Eloise aplaudió en su lugar por sus palabras—. Pero por favor, apenas nos llevamos unos años, soy Alex.
—Penélope, pero eso usted ya lo sabe.
—Penn—la regañó Eloise por la arrebatada respuesta—. Lo siento Alex, de verdad creo que está de mal humor por lo que escribió Wistledown.
—¡Que me tiene sin cuidado! —Penélope se cruzó de brazos y lanzó un bufido—. De cualquier forma, si se me permite preguntar y esperando no ser grosera, ¿por qué ha venido a Londres justo ahora?, ¿qué es lo que busca?
Eloise enmarcó las cejas ante el atrevimiento de semejante pregunta, estaba por salir en favor de su amiga pero esta suavizó el rostro. Alex pensó que finalmente había dado en el clavo. La señorita estaba renuente con ella porque era su "competencia" directa, pero la verdad era que ya se esperaba ese tipo de comentarios y desdenes, así que con su característica sonrisa tranquila, le indicó sus intereses.
—...y es por eso que solo necesito un esposo para reclamar mi título de duquesa, nada más.
—¿Solo eso? —Penélope estaba petrificada, quizá se había dejado llevar por los comentarios que escuchaba del resto de sus hermanas y principalmente de su madre, en lugar de tomar su propio juicio—. Debe ser horrible depender de un hombre de esa forma.
—En este mundo dependes de un hombre en cualquier etapa de tu vida, es horrible—murmuró Eloise echando la cabeza para atrás.
—Hoy es el primer baile de la temporada, mamá ha estado como loca sobre nosotras— murmura de igual manera la joven Featherington con notable angustia en su voz—. ¿Cómo lo llevan en tu casa, Eloise?
—Mamá debe de estar muy agradecida de su decisión de atrasar mi debut un año, sino estaría presentando a tres señoritas en sociedad justo ahora.
—Ojalá me hubieran permitido hacer lo mismo—exclama con tristeza. Alex, quien no está tan acostumbrada a ese tipo de drama, no sabe cómo reaccionar—. Ahora madre va a presentar a cuatro, como si buscar esposo para una de nosotras no fuera lo suficientemente difícil. Estoy segura que nadie me sacará a bailar esta noche.
—Pues yo no estaría tan segura sobre eso—afirma Alex—. Allá afuera hay un montón de hombres que matarían por bailar contigo, Penélope, eres muy bonita, y tu conversación también es muy agradable, yo estoy segura de que alguien en esa multitud se dará cuenta.
Y como si fuera una premonición, se escucha que la puerta es tocada en dos ocasiones y después se asoma la cabeza de Colin Bridgerton, buscando a las jóvenes acompaño de una de las doncellas de la casa Featherington. Traía consigo una bandeja repleta de bocadillos que degustaba gustoso, le extendió uno a Alex que le rechazó educadamente y luego lo metió a la fuerza en su boca.
—¡Para! —dijo en medio de risas y dándole un manotazo, Colin, sin embargo, volvió en su tarea hasta que lo logró.
—¿Verdad que está rico? —preguntó con toda la intención de volver a forzarla a comer otro—. Debes estar bien alimentada para la noche, ya quiero ver qué tipo de hombres te sacan a bailar hoy. El primer baile debe estar reservado para mí, por supuesto...
Ambos bajan las grandes escaleras de caracol compartiendo risas y chistes. Eloise y Penélope van por detrás, esta última, ha cambiado drásticamente su cara a una de profundo enojo ante las acciones del Bridgerton con la señorita Spinster, teniendo ideas completamente equivocadas al verlos tan felices de esa forma, más aún, la sangre le hierve cuando Colin le quita de la mejilla un poco de crema que él mismo puso y se lo lleva a la boca.
Esa mujer estaba acabada.
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Benedict se despide con su mano al igual que el resto de sus hermanas afuera de la fachada Bridgerton, pues son el clan AC los encargados de ser los chaperones esa noche de las jovencitas. Daphne lucía espectacular, y Alex no se quedaba atrás. Había optado por el vestido azul celeste, pero el tiempo era tan corto que tuvo que colocarse apresuradamente los zapatos y las joyas de camino, incluso debido al fuerte viento de la noche (y que Colin prefería viajar con la ventana del carruaje abierta), casi se le salen volando los guantes.
—Lady Danbury—hacen la referencia las jóvenes, seguidas por los hermanos de Daphne que se han quedado unos pasos atrás.
—Alex Juliette Spinster, qué alegría tenerte por aquí—su sonrisa de lado que resulta cómplice ha activado una alerta roja en la joven, a quien conoce muy bien, pues estaba planeando algo—. Debo admitir que al principio pensé que solo eran rumores de mercado, pero veo que te has convertido en una señorita hermosa.
—Muchas gracias, Lady Danbury—Alex hace una pequeña reverencia agradeciendo las palabras—. No me cabe ninguna duda de que esta será una velada magnífica.
—Espero que así sea—y con eso último dicho, los jóvenes ingresan al recinto.
La decoración es exquisita, y no se esperaba menos. Hay un atiborramiento de gente y madres que se muestran desesperadas por presentar a sus hijas, a las cuales han vestido con las mejores joyas que pudieron encontrar. Alex entonces se siente pequeña por un microsegundo, dudando si en verdad lo que necesitaba era codearse en ese ambiente. Mira hacia su derecha, ve a los padres también conversando animadamente con los pretendientes de sus hijas y los ojos se le empañan de lágrimas.
Está en la misma situación que Daphne, se recuerda para sus adentros, pero incluso ella tiene la fuerza de sus hermanos de su lado. Anthony nota el cambio de actitud de la futura duquesa, y por debajo de las miradas de sus hermanos, une sus manos y le da un apretón en señal de apoyo. Colin se percata de la acción, y entiende que lo mejor es sacar a Alex de esa burbuja de sentimientos en la que está ensoñando.
—Creo que será mejor dispersarnos—indica, tomando de la mano a Alex—, nos vemos en un rato.
—Buena suerte— se dicen ambas jóvenes, y vaya que la iban a necesitar.
La multitud de hombres rápidamente la divisan, a lo lejos, se percataba que preferían dirigirse a la joven Spinster (y no porque Daphne no estuviera deslumbrante, sino porque Anthony no les permitía hablar con ella en ningún momento).
—Lady Spinster, Lord Bridgerton— hace una reverencia un hombre de aproximadamente la edad de Anthony—, intuyo que usted estará efectuando de su chaperón esta noche.
—Y no se equivoca, Barón Bannister— dice Colin, haciendo junto con Alex las reverencias de etiqueta antes de que este tome su mano y la bese delicadamente.
—La joya de esta cosecha— Alex no puede permitirse reír, pero vaya que quiere dejar escapar una carcajada abierta al ser comparada con una col de Bruselas—. Creo que muchas personas se están preguntando por qué está aquí, en el baile.
—Creo que es obvio, milord, me gusta bailar y la buena compañía.
—Entonces creo que soy perfecto para cumplir con la tarea, Lord Bridgerton, ¿me concedería un baile con la señorita Spinster?
Colin mira de reojo a Alex, quien disimuladamente le guiña el ojo en señal de asentimiento. A pesar de que no se encuentra atraída por el Barón Bannister, sí que disfruta de moverse abiertamente en la pista de baile, eso antes de que el joven abriera su boca nuevamente.
—¿Sabe Lady Spinster? —en medio de un giro en el baile, Alex le prestó toda la atención que tenía—. Mi hermano me habló mucho de sus años en Oxford, creo que compartían clase.
—¿Cuál es el nombre de su hermano? —cuestionó, notando levemente que la mano del Barón descendía con cada vuelta completa que le daban a la pista.
—William Bannister, claro está—y el pecho se le llenó de orgullo, Alex no podía creer lo que estaba escuchando, pues él había sido un busca-problemas—. Una mente muy brillante, si se me permite decirlo.
—Sí, claro...
—Ha dicho que sus años en Oxford fueron muy productivos, pero creo que estamos de acuerdo en que para usted no ha sido más que una pérdida de tiempo—Alex lo miró profundamente ofendida, incluso se detuvo un segundo antes de seguir con el baile, pues necesitaba terminar la canción para largarse—. Quiero decir, y espero no ofenderla con esto, pero ¿una mujer estudiando? ¡Por favor! Es un hecho que no resultó de todo, si no, no estaría aquí, buscando un duque para York.
—Un duque consorte—lo corrigió Alex—. La duquesa de York sería yo.
—¿Qué está diciendo? —la cuestionó rápidamente—. ¿No se escucharía bien el apellido Bannister como nueva línea de sucesión de los duques de York?
—Mis hijos llevarán el apellido Spinster—aclaró Alex con un claro desagrado hacia su persona—. A menos que ostente un título superior al mío, el cual no creo que lleve, "Barón".
—Creo entonces que tenemos ideas muy contrariadas, le deseo suerte en su búsqueda de esposo, Lady Spinster— ambos hicieron las reverencias finales y Alex huyó de ese lugar en la búsqueda de Colin, mirando con el rabillo del ojo que el Barón Bannister hacía lo mismo, pero dirigiéndose hacia Daphne.
—¿Cómo ha resultado? —le preguntó Colin, obteniendo un bufido en respuesta—Veo que nada bien, de cualquier forma, es un Barón caído en desgracia, no te convenía en lo absoluto.
—¡Entonces por qué me permitiste bailar con él! —lo reta su amiga, dándole un severo manotazo—. El siguiente baile vendré con Benedict.
—Por lo menos lo estás pasando mejor que Daphne—le dice Colin, señalando al otro lado de la pista donde la hermana de su amigo se encuentra con una cara afligida y un severo Anthony que parece buscar a alguien entre la multitud, pero tan pronto como una idea cruza su mente, su vista es nublada por la presencia de alguien muchísimo más alto que ella.
Se trata del conde Berrycloth, según se presenta apenas llega. Invita a Alex a un baile, y como verdaderamente no tiene otra cosa mejor que hacer, vuelve a la pista. El conde tiene un aliento apestosos, como si hubiera comido mil ajos y no se lavara la boca hacía más de 10 años, además, es tan torpe para bailar que pisa a Alex en constantes ocasiones, terminando en un desastre del que la señorita prefiere huir excusándose con que desea algo de tomar, y antes de obtener una respuesta, se pierde entra la multitud.
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Alex
En mi camino a la huida logro divisar a Penélope Featherington escondida hecha un ovillo detrás de una gran columna, mirando atentamente a todos los invitados con ojos soñadores. Siento pena por ella, porque parece tan ajena a la situación que en verdad concuerdo con ella cuando mencionó que deseaba atrasar su debut un año.
Quizá yo hubiera hecho lo mismo, y no lanzarme al mercado matrimonial en medio del duelo por el fallecimiento de mi padre.
Choco con un gran cuerpo, hace que me trastabille unos segundos y justo cuando estoy girando con toda la actitud de reclamar por agredir a una señorita, me encuentro con unos ojos sumamente conocidos acompañado de Daphne, quien no se ve nada feliz.
—Basset—hago una reverencia y una pequeña sonrisa.
—Duquesa Spinster—hace lo mismo, al percatarse de quién había sido la impropia que había chocado con él, luego señala a Daphne con la cabeza y vuelve a mirarme—. Perdone, la he confundido con una de las lanzadas de esta noche. Es bueno mirar un rostro conocido por este lugar.
—Creo que se está equivocando en grandes cosas esta noche, excelencia—le digo, recordando la relación de amistad que tiene con Anthony Bridgerton—. La primera es que aún no soy duquesa.
—¿Es por eso que está aquí esta noche? —alza una ceja—. No me diga que también está buscando un esposo.
—El destino es cruel y mi papel en sociedad me lo exigen, excelencia—hago una mueca y él me mira con compasión.
—Escuché lo de su padre— decimos ambos rápidamente después de unos segundos de silencio, sacando una risa en ambos—. Primero usted.
—Me gustaría decir que lo lamento, pero conocí a su padre en múltiples ocasiones, como recordará muy bien—. Simon hace una mueca, y asiente complacido. La relación con su padre siempre fue inexistente.
—Yo sí lo siento, de todo corazón, por la pérdida del duque—comenta, y sé que es sincero porque lo veo en sus ojos—. Pero York se ha quedado al cargo de una magnífica duquesa.
—Semi-duquesa—murmuro, encogiéndome levemente de hombros.
—No necesita de ningún hombre para ostentar un título que es su derecho de nacimiento—argumenta mirándola de arriba abajo—. Las leyes tan anticuadas deberían de tener una actualización.
—Paso a paso—murmura Alex, pero no podría estar más de acuerdo con él—. Su excelencia, me parece que lo buscan.
El encuentro entre Anthony Bridgerton y Simon Basset es tan efusivo como el de dos hermanos que no se han visto en mucho tiempo, disfruté mucho de la cara del nuevo duque de Hastings cuando se enteró de que Daphne era la hermana menor del joven Bridgerton, y aún más cuando esta le recordó su falta de valores.
—Lady Spinster—dice Simon haciendo una reverencia, intuyo que quiere marcharse, pero en su lugar toma mi mano—. Debo pedirle un favor y es la única mujer en este salón como para hacerlo.
—Por supuesto, Su excelencia.
—Simon, creí que después de años de conocernos podríamos tutearnos como el primer día.
—Meras formalidades que me exige el protocolo.
—Lo entiendo—dice sonriendo—. Lady Danbury ha sido muy persuasiva sobre que encuentre una dama para ofrecer por lo menos un baile antes de marcharme el día de hoy, y no me dejará hacerlo hasta que mi firma aparezca en el papel que llevan en la muñeca.
—¿Me estás pidiendo un baile? —levanto una ceja, incrédula de la situación—. ¿Eso no marcará algo? Quiero decir, no somos cualquier persona.
—Como si a cualquiera de los dos le importara la opinión pública—soltó sin disimular su fastidio—. Solo quiero que las madres dejen de acosarme por lo que queda de la noche, ya sabes mi deseo de no casarme.
—Es algo que tenemos en común, supongo—y encogiéndome de hombros, tomo la mano que el duque me había extendido hasta colocarnos en el centro de la pista.
Las personas nos miran anonadadas, pues estamos a punto de dar un espectáculo. Incluso la orquesta que toca hace una canción diferente, y las parejas se despejan un poco, permitiéndonos movernos con mayor agilidad y destreza a lo largo de la pista. El agarre del duque es fuerte, y no es necesario hacer nada más que sonreír hacia todos los presentes.
La pieza acaba más temprano que tarde, el duque murmura un gracias y se retira posiblemente a dirigirse a algún club para hombres. Ahora cuando camino las madres me miran con desaprobación, murmurando en torno a mí y abriéndose el paso para no tener que chocar conmigo.
Colin no está por ninguna parte, estoy casi segura de que se quedó dormido en algún rincón o está comiendo bocadillos. Cerca de la estatua de hielo están Daphne y Anthony, este último me hace una seña con la mano, así que me dirijo hacia ese lugar.
Daphne me pide auxilio con la mirada, he notado que ha estado aislada completamente, pues Anthony no le permite que nadie se le acerque. Murmura pidiendo ayuda, y le asiento levemente al posicionarme a su lado.
—¿Qué ha sido ese espectáculo? —cuestiona Anthony—. Colin no debió de aprobarlo.
—Colin desapareció—contesto encogiéndome de hombros—. De cualquier forma, solo hemos sido un par de amigos bailando, no veo el escándalo del asunto.
—¿Amigos bailando? —pregunta—. Estamos en un baile que sirve para iniciar un cortejo Alex, pensé que mamá te había entrenado mucho mejor que eso.
Giro los ojos ignorando su grosería y con mi mano le resto importancia.
—A ti también te vendría bien estirar un poco las piernas y bailar, ¿no has encontrado a una jovencita digna de Lord Bridgerton? —ataco.
—Estoy aquí para cuidar de mi hermana, no para buscar esposa, Alex.
—Oh, ya veo—muevo la cabeza levemente, intentando entrar a su cabeza y atacar su ego—. Es porque nadie quiere bailar contigo.
—¿Perdona? —justo lo que quería—. Muchas personas en este lugar estarían encantadas de que las sacara a bailar.
—Las desesperadas quizá sí—sonrío con gracia, por detrás veo a Colin acercarse y sé que es mi oportunidad de ayudar a mi amiga—. Debo suponer que eres pésimo bailando, y nunca me equivoco.
—Cuando bailamos en el salón de casa no lo hice mal.
—Colin lo hizo mejor.
—¿Pero qué...?—su boca se abre levemente, me mira de pies a cabeza y antes de que pueda decir algo que lo haga enfadar un poco más, toma mi mano y nos conduce al centro de la pista—. Te voy a enseñar que el baile es lo mío.
Con mi mano que se encuentra colocada en su hombro, levanto el pulgar hacia Daphne que me devuelve un "gracias", toma a Colin de la mano, y se pierde en la multitud hasta que es interceptada por Nigel Berbroke, con quien apenas crucé unas palabras casi al arribar.
Entonces el baile comienza, es mi cuarto baile de la noche y sin duda va a ser el último porque los pies me están matando, pero cuando Anthony gira la cabeza y sus ojos se encuentran con los míos, lo que menos puedo pensar es el dolor de pies, o que el corset me está dejando sin respiración.
Porque es el corset, ¿no es así?
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