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Hoy no hubo notas. Yibo no fue al instituto.

— ¿Por qué habrá faltado Yibo? –se pregunto el castaño–

—No lo sé. Ya vendrá mañana –dijo el pálido, por décima vez–

— Es que nunca falta, sin avisar...

— ¡Ya, Zhoucheng! ¡Déjalo! Debe tener alguna razón.

Zhan también estaba preocupado. Cheng tenía razón.

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