𝟎𝟎𝟓.

Cuando Jungwon aceptó, no pensó que sería tan complicado.

Cada uno de los azotes era fuerte y él sólo quería gemir gustoso.

—¡Cinco!— de pronto un suave golpe aporreó su nalga izquierda, confundiéndolo, el próximo azote llegó con rapidez y fuerza.

Se-Seis.

Es el séptimo.— "¿Qué?" pensó Jungwon.—No contaste la anterior.— Hee sonreía victorioso ante la confusión del menor.—Iremos con tu segunda y última oportunidad.

N-No hyung... Duele.— seguramente amanecería con un buen dolor de trasero.—Se gentil conmigo.

Lo siento, amor... Es un castigo.— remarcó.—Cuenta.

Nuevamente aquella mano grande cayó en su trasero.

U-no...Dos... Tres... Cuatro...

Sus manos se sostenían del muslo de su mayor, apretándolo con cada azote.

La quinta nalgada llegó.

Jungwon no pudo evitar soltar aquel gemido debido al doloroso y placentero golpe.

Mierda, había sido más fuerte que la bofetada que le dio su papá cuando se enteró de que era gay.

Y poco le importaba si había perdido las oportunidades, culpaba al mayor por hacer aquello a propósito.

Una mano se metió entre su vientre, sintiendo sus caderas ser abrazadas mientras era impulsado hacia arriba.

Se levantó sentándose sobre el regazo del mayor, besándolo al instante.

Por suerte aquel beso largo y húmedo fue correspondido.

Recuéstate y ábrete, amor.

Con una extraña emoción, gateó hasta el centro de la cama, acomodándose boca arriba, avergonzado y dudoso abrió un poco sus piernas, mientras el mayor se retiraba las blanquecinas prendas y la ropa interior.

Tan obediente mi bebé.— se posicionó encima del menor, cerca de su rostro y pecho.—Aprenderás a no mentirle a tu hyung.

El mayor masturbó su miembro antes de alinearlo en la entrada del menor, adentrándose rápida y ferozmente en él.

Mierda, Jungwon sintió que pudo haberse desmayado al instante.

Sus piernas abrazaron al mayor, mientras este salía y entraba en él.

! H-Heeseung! ¡Ah~! ¡Hyung!... ¡E-Espera!— sus peticiones fueron rotundamente ignoradas, sintiendo los testículos del mayor golpeando contra su trasero.—¡A-Ah~!

Te sientes tan... bi-bien, pequeño.— balbuceó el mayor.

Dejaba el glande dentro y entraba nuevamente con rudeza, repitiendo la acción numerales veces.

Jungwon lloriqueaba excitado al sentir su cuerpo siendo maltratado, Heeseung acariciaba su cintura, e incluso la parte interna y sensible de sus muslos.

Si el castigo era tan rudo y placentero no podía imaginar lo que sería de la dichosa recompensa.

Gimió encantado cuando el mayor atrapó uno de sus pezones, lamiéndolo como un pequeño bebé siendo amamantado.

N-No hyung... No... muerda— soltó entre quejidos y jadeos.

Pero el mayor siguió haciendo de su cuerpo lo que gustase, tiroteando del pequeño botón numerales veces, hasta dejarlo erecto y sensible.

Eres tan her-hermoso, Jungwon.— habló y seguidamente delineó con su lengua el pecho del menor.

Hasta ese entonces Jungwon finalmente podía disfrutar al cien por ciento de las embestidas, incluso aquel ardor leve era provocativo para él.

Besó el cuello del mayor, ahogando algunos gemidos mientras succionaba parte de la piel de su hombro.

Para ese momento no sabía si debía agradecerle a Dios por mandarle al pelinegro mayor o al Demonio por permitirle sentir tanta lujuria y placer al mismo tiempo.

Tendría tiempo de debatirlo luego.

Las embestidas bajaron de velocidad hasta cesar y de repente sintió al mayor salirse de su interior.

Voltéate, Jungwon.— suspiraba una y otra vez.

Hee no... Hyu— sus palabras fueron cortadas por la exigente y rasposa voz de Heeseung.

Te estoy dando una orden.

Sintiéndo su pene punzando y sus piernas flaqueando por la forma en la que Heeseung se expresaba, a pura fuerza de voluntad Jungwon terminó por darse la vuelta, dejando su pecho reposar mientras levantaba el trasero.

Supo que estar de esa forma para alguien más era algo vergonzoso, es decir, aquellas veces que se masturbaba no había nadie que toque y mire su trasero al momento de levantarlo, pero en ese momento el mayor incluso había mordido una de sus nalgas, sacándole más de un jadeo.

Tan lindo, Jungwonie.— murmuró.—Y tan mío también.— el húmedo músculo sin hueso del mayor se paseó por su rojiza nalga.

Eres mío, ¿lo sabes?

Sí... tuyo.

¿Dejarás que alguien más te mire y toque de esta forma, cariño?

¡N-No! Soy sólo para ti, Hee.— el mayor sonrió complacido.

Besó la espalda baja del menor hasta llegar a su entrada, contorneándola con su lengua haciendo que el Jungwon jadee sorprendido.

—¡Hyung! ¡Dios!

Separó las nalgas del menor, exponiendo su ano que se fruncía y expandía una y otra vez.

Acercó nuevamente su rostro comenzando a lamer la circunferencia de su entrada, lamiendo el borde con suavidad y rapidez con sus manos aún amasando las enrojecidas nalgas de Jungwon.

Jungwon quien nunca en su vida había sido capaz de pensar que su mayor le haría aquel dichoso beso negro, pensaba que era algo sucio pero en ese momento le parecía algo sumamente estimulante y obseno. Simplemente le encantaba.

La lengua del mayor se presionaba una y otra vez contra el pequeño agujero, mientras el menor gemía y levantaba su culo en busca de más contacto.

Repentinamente una fuerte y excitante nalgada le fue dada.

—¡Ah! ¡Sí! Me... Me en-encanta hyung~.— juraba sentir su orgasmo más cerca.

Hasta que el mayor simuló algunas embestidas con su lengua, casi haciéndolo gritar de placer.

Fue cuestión de un par de presiones más para que Jungwon llegara a su segundo orgasmo en el día.

Heeseung se separó del trasero del menor, relamiendo sus labios antes de tomar suavemente el cabello oscuro y ondulado de Jungwon, levantando su cabeza.

—No te di permiso para que te corrieras.

—L-Lo siento hyung... No volverá a pasar.— habló en un hilo de voz.

Fue entonces cuando Hee pudo embelesarse por el rostro del menor, sus rellenos pómulos pintados en rosa y aperlados por una fina capa de sudor, con algunos caminos de lágrimas corriendo por ellos, mientras de sus labios colgaba un delgado hilo de saliva.

Sigues portándote mal... ¿Acaso quieres que siga castigándote?

Jungwon negó al instante.

Recompensa.

¿Eso quieres?— fue entonces cuando Jungwon asintió exasperado.—Aún no te la has ganado... Me temo que debo seguir con el castigo, amor.

Dejo un corto y tentador beso en los labios del menor antes de hundir su pene dentro de la apretada entrada, gimiendo junto al menor.

A diferencia de las penetraciones anteriores, ahora embestía el culo del menor suave y sensualmente, mientras este mismo apretujaba las sábanas delgadas.

Hee... ¡Oh! ¡Justo a-ahí, hyung!— lloriqueó al sentir su próstata siendo abusada.

Debía admitir que estaba encantado y sorprendido de que el mayor lo haya encontrado con tanta facilidad.

¿Te... Te gusta ahí, b-bebé?— golpeó nuevamente la próstata del menor con su hinchado glande.

¡Sí! N-No te... ¡Ah~! deten-detengas hyung.— sus ojos se apretujaban mientras los dedos en sus pies se fruncían.

Hee se inclinó hasta que su pecho tocó con la espalda del menor, embistiéndolo más rápido.

Los dos chicos gemían encantados el uno con el otro, sintiéndose tan increíblemente deseados.

Jungwon llevó su mano hasta su polla, bombeándola unas cuantas veces, algo que no pasó desapercibido para el mayor.

No cariño... N-No puedes tocarte.—atrapó las manos del menor, sosteniéndolas por encima de sus dorsos mientras las aprisionaba a los costados de su cabeza.

Hyung, por favor~ ¡Mgh~! Hee-Hee hyung.

Es... Es tu castigo.— soltó un suspiro antes de gemir con gravidez cerca del cuello de su menor.

Jungwon movía su culo de atrás hacia adelante, haciendo más contacto con el pene de Hee.

Su próstata fue encontrada nuevamente, haciéndolo gritar al instante.

—¡Hyung! ¡Sí, sí!— su mano se apretaba contra los dedos del mayor que lo sostenían.—¡Me encanta! ¡D-Dios, sí!

Abrió los ojos de golpe debido a la estimulación que su próstata recibía, su mirada aún se encontraba confusa y borrosa pero eso era lo de menos.

Tener al mayor tocando su punto más sensible en su interior lo comenzaba a volver loco.

—¡H-Heeseung! Hyung... Agh, de-déjame correrme, Hee.

Fue entonces cuando una de sus manos fue libre, mientras la del mayor se iba directamente hasta su pene, acariciando su rojizo glande.

Lo harás, amor.— besó su hombro.—Qui-Quiero que te corras en mis manos.

Las embestidas siguieron y junto a ellas los ruidosos gimoteos de ambos chicos.

A su vez luz del sol se había ido, pero aún podían mantener una gran vista gracias a la pequeña lámpara de mesa que Jungwon tenía.Jungwon llegó a su tercer orgasmo y seguidamente Hee lo hizo, llenando su trasero por completo.

Ah~ Eso fue... maravilloso.— admitió el mayor aún con la respiración agitada.

Se tiró a un lado del menor quien lo abrazó segundos después de acomodarse.

Eres realmente increíble.— besó sus labios suavemente.

Hyung... en verdad me... uh...— sus mejillas enrojecieron aún más.—Me gustas... mucho.— dijo apenado.

No recibió una respuesta instantánea pero el pico depositado en sus labios le hizo saber que no iba a ser rechazado.

Tú me gustas mucho más.— acarició los oscuros cabellos del menor.—En realidad, estoy seguro de que te amo.

Y fue ahora Jungwon el que besó los labios del mayor, abrazando aún más su cuerpo.

—¡¿En serio?! Yo iba a decir lo mismo, pero creí que iba a sonar muy apresurado y no quería asustarlo, además no estaba seguro de si le gustaba o simplemente se había acostado conmigo por puro placer, pero yo— sus atropelladas y rápidas palabras fueron detenidas.

Ya entendí, cariño.— Jungwon se avergonzó nuevamente.—No puedo creer que no te hayas dado cuenta.

Tú tampoco te diste cuenta de que me gustabas.— puchereó.

—¿Quién dice?— el menor lo miró confundido.—Eso de que tu amigo te tire piropos y te comiera con la mirada no es muy normal, Jungwonnie.

Vio cómo el menor se ocultaba entre su pecho al instante, sacándole una sonrisa enternecida.

Creí que no se notaba...

Créeme, hasta Jake y Sunghoon lo notaron.— el menor rió nervioso.—No importa, pudiste enamorarme incluso antes de comenzar a ser atrevido.— besó las hebras oscuras de Jungwon.

Bien, Jungwon había comprendido que masturbarse en un hogar que compartía con la persona que amaba no era una muy buena idea.

Pero al menos aquel acto no tuvo malas consecuencias.

En realidad, estaba seguro de volver a querer jugar con el mayor... Después de todo, aún debía conseguir una recompensa.

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