𝐄𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥 𝐈𝐈𝐈.

Cuando a Jungwon le dijeron que trabajar era difícil, realmente temía por su vida y por sus tiempos libres.

Tal vez su empleo era sencillo o realmente era muy bueno para lidiar con el estudio y el trabajo, porque lo que imaginaba como un peso extra en los hombros, apenas eran unas cosquillas.

Algunas veces había visto a su novio quedarse toda la noche en aquel hospital, haciendo "guardia", como el mayor decía, por lo que esperó el mismo cansancio para él.

Sin embargo realizar un trabajo de secretario y recepcionista podía ser pan comido.

Si bien, salía hasta tarde, podía pasar todo el fin de semana en casa con Heeseung e incluso las noches juntos.

Era incluso más complicado ser un estudiante.

Tal vez el estudio nunca fue para él, al menos eso era lo que pensaba y estaba convencido de que así era....

Eran las siete de la noche, caminaba con su mochila colgando en el hombro y una bolsa en mano donde portaba ricas piezas de pollo bañadas en deliciosa salsa de barbacoa.

Los faros de luz, la música reproduciéndose a través de sus audífonos, las estrellas y la brillante luna le hacían compañía en esa noche frívola y oscura.

Debía decir que había apresurado el paso al sentirse constantemente vigilado y seguido, no era su culpa ser un extremista negativo y que su mente le haga creer que alguien lo secuestraría y lo vendería a la mafia rusa.

Esas cosas suceden en televisión, podrían suceder en la vida real ¿cierto?

Había volteado más de una vez para ver si había alguna persona de actitud extraña detrás suyo y no había encontrado nada fuera de lo normal.

Eso solo lo hizo temer aún más.

Tal vez algún alma en pena quería apoderarse de su pobre y débil ser y terminaría siendo la viva representación de una posesión demoníaca.

De acuerdo, debía dejar de ver tantas películas.

Pero en su defensa, esas cosas podían ser ciertas.

Y él no quería tener que ser exorcizado y hablar en latín mientras maldecía a Dios y a todo el mundo, no señores, él podía maldecir al mundo aún sin ser poseído.

Aunque temía un poco de maldecir a Dios, después de todo su madre siempre le decía que debía ser respetuoso con aquel ser de luz, que por cierto nadie era capaz de decirle si existía realmente o era un invento del gobierno para tenerlos controlados.

Y aunque no haya vuelto a ver a su madre desde hacía ya tres años, casi cuatro en realidad, seguía teniendo en cuenta todos y cada uno de sus consejos y regaños.

Porque las madres son sabias y lo creyó desde la vez en la que su madre le quería dar un impermeable suéter que terminó negando porque "el día estaba muy soleado", bien, aquella fiebre le enseñó que siempre debía hacerle caso a su madre.

Entre tantos pensamientos había llegado al departamento, adentrándose mientras verificaba que nadie lo haya seguido, nuevamente no pudo encontrar a alguien ahí cerca.

Pero seguía asustado y ahora se imaginaba escenas donde entren en la noche y saqueen su hogar y pertenencias, no, no, él no quería ser víctima de un robo.

—¡Hee, estoy aquí!— se sacó los oscuros tenis, poniéndolos ordenadamente en la entrada mientras se colocaba unas cómodas pantuflas que lo hacían sentir como si caminara en suaves nubes.—Hyung, hoy decidí ser amable y traje comi...da— su voz decayó al ver a su pareja de pie junto a aquellos señores que alguna vez llamó padres.—¿Qué hacen aquí?— su voz había salido brusca, arrepintiéndose al ver a su madre corriendo hacia él con lágrimas cayendo por su rostro.

Bien, esa no era la mujer linda y con rostro brillante que recordaba, ¿cómo pudo cambiar tanto en tres años?

Ellos llegaron y me pidieron que-

¡Lo siento tanto! Soy la peor madre que pudiste tener, lo sé.— habló la mujer, interrumpiendo a Heeseung.

Todos estos años me lamenté por no haberte defendido, mi pequeño, estuve tan asustada de que te pasara algo.

Jungwon sentía a su madre abrazar su cuerpo, pero a diferencia de otras veces donde se sentía seguro y refugiado, simplemente quiso apartarla y abrazar a Hee mientras él le decía que no había nada de lo que deba temer o llorar.

Quiso, porque no pudo hacerlo.

Pero tampoco pudo corresponder aquel abrazo.

Al darse cuenta, la señora se separó mostrando el rostro más triste y apagado que Jungwon nunca había visto en ella.

Tu padre y yo estuvimos discutiendo tanto, fue difícil estar sin ti.— al igual que su madre, el hombre se acercó posicionándose a un lado de la mujer.—Incluso fuimos a una terapia de pareja, nos dimos cuenta de nuestro error.

Jungwon, no pudimos aguantar más sin disculparnos.— dijo el señor con el rostro demostrando su lamento.—Sé que soy completamente el culpable en esto, no fui el gran padre que quise ser y terminé alejándote...— sabía que su padre no era capaz de llorar frente a cualquier persona, pero no hacía falta porque todo sonaba sincero.—Y no solo te hice sufrir a ti, también hice sufrir a tu madre y yo también lo estuve sufriendo.

Vinimos hasta acá para disculparnos contigo, por no poder apoyarte y comprenderte en el momento.— volvió a hablar la señora, mirándolo con esperanzadores ojos.

Sin saber que hacer, miró hacia su pareja que le hacía extrañas señas con el rostro para que dijera algo.

Umm... pues, no lo sé...— murmuró incómodo.—No esperaba verlos tan... pronto.— jugueteó con sus manos, demostrando su nerviosismo.—Supongo que los perdono... En realidad, he estado mejor desde que vivo con Heeseung así que...— levantó los hombros avergonzando.—Me hicieron un favor.

La pareja adulta asintió sin saber si abrazar a su hijo era una buena idea.

Jungwon pudo darse cuenta al ver las miradas que se compartían, se alejó rápidamente de ellos mientras colocaba su mochila en el sillón largo, junto al pollo, regresando con su familia.

Se sentía extraño decirles de esa forma, cuando ya no se sentía tan cómodo con su presencia.

Pero seguían siendo sus padres y, a pesar de haberlo alejado de ellos, nada cambiaría ese hecho.

Abrió un poco sus brazos, sintiendo a sus padres abrazarlo rápidamente, si bien no era algo que quería realmente, se sentía un poco mejor al ver a ambos adultos sonreír....

¿Piensas perdonarlos sinceramente?— inquirió Hee.

Eran cerca de la media noche.

Ambos habían cenado en compañía de sus padres, Jungwon diría que se colaron, pero en realidad Hee era quien los invitó a cenar para que siguieran hablando.

Claro, a Jungwon le costó acoplarse y mentalizarse del hecho que sus padres estaban ahí, cenando junto a él y su novio, hablando tranquilamente y riendo.

Y le costó aún más porque al parecer sus padres habían tomado más que bien la noticia del noviazgo entre ambos.

Bien, eso era raro, seguramente al psicólogo que los atendió le debían subir el sueldo.

Eso creo, eso me haría sentir más tranquilo, ¿cierto?

¿No querías que se disculparan contigo?Suspiró asintiendo.

Sí, pero... Nunca supe mentalizarme para eso, creí que nunca llegaría ese día. Ya sabes, el orgullo actúa por sí mismo.

Hee besó la cien de Jungwon, abrazando su cintura.

Deberías darles otra oportunidad.

Lo haré, cuando me sienta más seguro los buscaré yo mismo.— sonrió, entrelazando sus dedos con los de su pareja.—Lo prometo.

No me tienes que prometer nada... Después de todo, son tus padres, no los míos.

Entonces me lo prometo a mí mismo.— besó los labios de Heeseung, apoyando su cabeza en el pecho opuesto.—Pero ahora estoy muy cansado para pensar en eso.

De acuerdo, descansa pequeño.

No me digas eso.— Hee lo miró con confusión.

Que descanse, no digas eso... Es para los muertos.— escuchó al mayor reír, seguramente por la estupidez en sus palabras.—¡Hablo enserio!— puchereó.—Mejor di que me amas.

Hmm, te amo, aunque seas un dramático.— besó los labios del menor, moviendo sus belfos en un lento vaivén, disfrutando de la suavidad que sentía.

Ahora tú dilo.

Yo también te amo, aunque te guste el fútbol.— atacó.

Entre risas, sonrisas y besos cómplices, ambos se quedaron dormidos, deseando sentirse así de amados y felices todos los días.

Ninguno sabía cuánto duraría el amor que se entregaban, pero no se arrepentirían nunca.

Porque aquellos tiempos juntos valían y valdrán totalmente la pena.

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