❝ Diablo ❞
—Me gustan estos momentos así —comenzó a hablar Jimin, al tiempo que mordía su manzana—. En los que estamos los dos solos y pasamos un tiempo agradable juntos.
—Se sincero y di que solo me quieres para ti, niño egoísta —dijo el mayor con burla.
Jimin rió y besó la mejilla de Yoongi, apoyándose en su pecho y siguiendo con su fruta, —Eso también. Eres mío, Lucifer.
—Estás muy pecador últimamente, Dios me va a matar si se entera.
—¿Y por qué se tendría que enterar mi madre? Si nadie se lo dice, entonces no hay problema...
—Maldición, Jiminie, eres todo un Ángel del infierno.
Jimin acercó sus labios a los de Yoongi, rozándolos levemente, y sonrió por lo tentado que había dejado al mayor por un beso que nunca llegó. Sin separarse, susurró: —Soy el novio de Lucifer, ¿Qué esperabas?
Yoongi, sonriendo complacido, unió sus labios en un apasionado beso en donde sus lenguas se encontraban y sus sentimientos se ponían a flor de piel. Abrazó la pequeña cintura de su precioso Ángel, y lo acercó más a si, sintiendo como sus cuerpos se apegaban más y las sensaciones los recorrían enteros.
Un enorme gruñido los trajo a la realidad, haciendo que de separan avergonzados y miraran a la enorme criatura que los miraba con desaprobación.
—¡Lo sentimos tanto, Tragus! —exclamó un apenado Jimin.
—Yo no lo siento —habló Yoongi sin respeto—. No interrumpas, gato.
—¡Yoongi!
«Lo que les falta en estatura, lo tienen de sinvergüenzas»
—¡Hey! —se quejaron al mismo tiempo, e ignoraron la mirada burlona del imponente Tragus.
Como muy pocas veces sucedía, —debido a su trabajo— Yoongi y Jimin tenían una especie de cita en el infierno. Esta vez, el Ángel quería visitar al peculiar amigo de Yoongi, a quien tenía muchísimo tiempo sin ver.
Habían tomado una canasta y metido comida en ella para pasar el rato, y no tener que devolverse después por más.
Jimin tomó otra manzana y la mordió, gimiendo de gusto cuando su paladar se llenó de aquel dulce sabor que tanto le encantaba.
—Y pensar que al principio no querías ni ver una manzana roja, y ahora ya vas por la quinta —dijo Yoongi, viendo como su novio disfrutaba de la fruta. Jimin había hecho un drama cuando le había ofrecido una manzana por primera vez, y ahora no podía vivir sin una de ella—. Menos mal y empaqué varias para ti.
—Mi madre no las permite en el cielo, ¡Y son tan deliciosas! —habló el ángel con la boca llena. Tragó todo y miró el fruto con admiración—. Yo pecaría mil veces por ti...
Yoongi frunció el ceño, —¿Hablas de Adán y Eva? —miró a Jimin asentir e hizo una mueca con los labios—. Ellos no pecaron por una manzana.
—¿Ah? Pero eso lo dice la biblia...
—Yo estuve ahí, y la manzana no era el problema. La fruta prohibida la tenía Eva, y Adán simplemente la comió —explicó de manera sencilla, aguantando las ganas de reír por la expresión confundida de Jimin—. En la biblia quedaba mejor echarle la culpa a la manzana y no al deseo carnal por el cual sucumbieron ambos.
—No puede ser... ¡Quedé como un idiota!
Las enormes carcajadas de Yoongi se escucharon por todo el lugar, incluso Tragus se miraba divertido por la situación. Jimin miró su manzana a medio comer y se sintió aún más tonto por el recelo que le tenía hacia la pobre fruta.
—Ya, no te sientas así, no todos lo saben —consoló Yoongi, atrayendo a Jimin en un enorme abrazo—. Existen cosas que es mejor mantenerlas en secreto.
La frente del rubio se arrugó, y levantó su mirada curiosa hasta Yoongi, —¿Por qué dices eso?
Luego de un gran suspiro, Yoongi miró a Jimin, —Porque yo también te he ocultado cosas por miedo a que te alejes de mi.
De manera lenta, el Ángel se separó de Yoongi y lo miró por un largo tiempo. En sus ojos no había más que curiosidad, ni siquiera se sentía molesto por el hecho de que su novio le había ocultado cosas, porque no era el más idóneo para eso.
Tomó sus manos, fijando sus ojos en los contratos, intentando hacerle entender a Yoongi que podía confiar en él, que no estaba molesto, y que esperaría de igual forma como lo hacía con él.
—No temas, ¿Sí? Porque siempre estaré para ti. Te amo, Yoongi, y nada me alejará de ti, lo juro.
—Lo sé, amor. Por eso es que te voy a decir mi mayor secreto —habló firme y respiró hondo—. Mira a Tragus, y dime a quién se parece.
Jimin parpadeó un par de veces, y se giró a ver al enorme animal, encontrándolo algo inquieto y mirándolos con atención. Desde el primer momento en que lo vio, Jimin sabía que se le hacía parecido. La forma de su rostro, sus labios, y especial sus ojos, le recordaban a alguien.
Miró nuevamente a Yoongi, ladeando su cabeza y detallando cada facción de su hermoso rostro. Quedando enganchado en los ojos de su amado, susurrando de manera inconsciente: —Tragus se parece a ti...
Yoongi asintió despacio y miró al animal, fijando su mirada en los rojizos ojos de Tragus. Podía sentir lo ansioso que estaba, así que le sonrió tranquilizadoramente. «Todo estará bien» le dijo, antes de volver su mirada a Jimin.
—Tragus se parece a mi... porque es mi creación.
『 °*• ♡ •*°』
La chica llevaba la enorme montaña de papeles al escritorio de su jefe. Sus pies dolían un infierno entero, y estaba sumamente agotada, por hacer el trabajo que le correspondía a la pareja del Señor.
Jeongyeon respiraba con rapidez, producto del esfuerzo que ponía para cargar los pesados documentos. Era la secretaria de Lucifer, ¿Por qué tenía que hacer el trabajo del odioso Jimin?
Para nadie era un secreto que el Ángel no era del agrado de la joven, ni siquiera él mismo, pero no había mucho que hacer; servía a su jefe y, por desgracia, también lo tenía que hacer con su pareja.
—Mierda, esto pesa horrores... —dijo entre dientes, intentando abrir la puerta de la oficina principal y colocando todos los papeles en un solo brazo.
Logrando abrirla, se adentró al lugar y corrió hasta el escritorio de madera oscura, tirando los papeles y apoyándose agotada en el mismo, intentando recuperar las fuerzas perdidas.
Respiró hondo y caminó nuevamente hasta la puerta para cerrarla, y volver al mismo sitio, bufando cansada cuando miró que algunos de los papeles habían caído al piso.
—Jodido Jimin —maldijo en voz baja, y comenzó a recoger uno por uno los papeles, encontrando un sobre abierto y sin el contenido adentro—. Ahora a saber cuál de todos estos papeles es la carta que enviaron.
Revisó más a fondo el sobre, y se dió cuenta de que era uno más formal, con una exquisita caligrafía de Lucifer, detalles de oro y olor a rosas.
—Una carta del cielo... —miró por encima los papeles, viendo a lo lejos una hoja con la misma caligrafía del sobre. La tomó en sus manos y comenzó a leer su contenido, sorprendiéndose notablemente por todo lo que leía.
Dios le intentaba explicar a Yoongi todo lo sucedido con Jimin para que no hubiese mal entendido. Sin embargo, la carta no llegaría a las manos correspondientes.
Con una sonrisa maligna, Jeongyeon metió la carta en el sobre, y la dobló más, guardándola dentro de su camisa y acomodando lo que quedaba, dejando el escritorio ordenado.
—Quien lo hubiese imaginado, Jimin... —murmuró a la nada—. Sería una lástima que Yoongi se entere de todo antes de que tú mismo se lo digas. Más lástima aún es que se enterará de la peor versión de todas.
Sin más nada que hacer, salió del lugar, con la mente maquinando sus próximas acciones. Había buscado manera alguna de deshacerse del Ángel, y quién diría que la misma Dios la ayudaría a conseguirlo.
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