❝ Anjo ❞

Yoongi delineó el rostro de Jimin con sus dedos, apreciando lo precioso que era su Ángel. Aún se encontraban acostados, uno al lado del otro, disfrutando de su compañía.

Jimin se dejaba hacer, con sus ojos cerrados y suspirando de gozo al sentir el tacto de su amado. Tenía apoyada su cabeza en el brazo del contrario, uniéndolos en un cálido abrazo.

—Jiminie... —llamó el mayor, deteniendo sus movimientos y haciendo que Jimin abriera los ojos, prestándole atención—. Debemos resolver este asunto.

—¿A qué te refieres?

Suspiró. —Jeongyeon. Fue ella quien me dijo todo sobre ti.

—¿Cómo se enteró de algo así?

—No estoy seguro, Jihyo no me explicó esa parte. Solo sé que ella fue quien ocasionó todo esto.

—Siempre me trató mal, y te lo dije en más de una ocasión, pero nunca me haces caso —reclamó Jimin, arrugando su frente.

—Siempre ha sido mi secretaria, Minnie, y le tenía confianza. Además, pensé que solo decías esas cosas de ella por celos.

—¿Y por qué yo sentiría celos de ella? ¿Acaso se te insinuaba y yo no lo sabía?

Bien, Yoongi ya empezaba a sentirse intimidado por la mirada tan intensa que le daba Jimin. Se separó del Ángel y se sentó en la cama, siendo seguido por Jimin que no dejó de cuestionarlo con la mirada durante todo ese rato.

—Ella nunca intentó nada conmigo, cálmate. Por eso es que decidí que la volvería mi secretaria, porque no buscaba otras intenciones.

—No lo sé, no te creo.

—Jimin, n-

—Es que piénsalo, Yoongi —interrumpió Jimin—. Ha estado trabajando por años contigo, y me odia a mi cuando yo nunca le he hecho algo. Quizás si quería algo contigo pero nunca la tomaste en cuenta, o no te diste cuenta.

Yoongi pensó en las palabras de Jimin, pero seguía algo dudoso al respecto. Nunca vio algo que le hiciese pensar lo contrario con respecto a Jeongyeon, y su relación con la chica era sumamente laboral.

—¿Sigue siendo tu secretaria? —preguntó Jimin al ver la mirada tan pensativa de Yoongi.

El mayor negó. —Luego de que me hablase sobre ti, le di unas vacaciones. No quería verla y recordar todo lo que me había dicho.

Jimin apretó sus labios, y tomó las manos de Yoongi entre las suyas. —¿Qué piensas hacer con ella?

—No puedo dejarla ir tan fácil, no cuando estuvo a punto de separarnos —hizo una pequeña pausa—. Tragus se encargará de ella.

—¿No crees que es algo drástico enviarla con Tragus? Él solo la matará y lo sabes —Yoongi lo miró con asombro ante su pregunta. Jimin sonrió—. Aún sigo siendo un Ángel, amor, a pesar de que viva aquí, así que es inevitable no sentir empatía, incluso cuando es una persona que me haya hecho daño.

Yoongi miró con adoración a Jimin, y se acercó a él para unir sus labios, siendo correspondido con gusto.

—Jeongyeon también era un Ángel, y no reparó en hacerte daño —murmuró Yoongi cuando se separó de Jimin.

—No me importa lo que haya sido. Ángel o demonio. Son mis sentimientos y mi manera de pensar los que me hacen ser como soy. Yoonie, todos pueden ser como quieran, yo me encargaré de mantener mi esencia.

—Te amo, mi Ángel —dijo Yoongi, sonriendo complacido con la respuesta de Jimin.

El menor sonrió, haciendo desaparecer sus ojos en dos medialunas. —Y yo te amo a ti, Señor del Infierno.

『 °*• ♡ •*°』

—Oh, Dios...

—¡Ya dejen de mirarme! —se quejó la mujer con las mejillas encendidas de la vergüenza.

—Es que... woah.

Yoongi rió al ver a Seokjin, Jimin, Namjoon y Hoseok mirar a Jihyo con mucho asombro, logrando intimidarla.

—Te ves preciosa, Jihyo. Te luce el vestirte con colores oscuros —habló Yoongi con una sonrisa en su rostro.

Sonrisa que borró al percatarse de la mirada filosa de Jimin sobre él. Al parecer ese tema no había sido superado del todo.

—Estoy de acuerdo con Yoongi —intervino Namjoon—. Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida.

Hoseok no se quedó atrás, corriendo a abrazar a su madre, cosa que no había dejado de hacer desde que la vio. —¡Hermosa~!

—Mi Hobi, sigues siendo igual de dulce que siempre —habló con cariño Jihyo, correspondiendo el abrazo de su hijo—. Aunque ya me dijeron que también sigues siendo igual de curioso, eh.

El Ángel sonrió apenado y se alejó de la mujer.

—Se ve muy bien, Madre —apoyó Seokjin, sonriendo complacido al verla.

Jihyo había cambiado su pulcro atuendo por uno completamente negro, y aunque al principio se sentía algo insegura por ello, todos estuvieron de acuerdo de que se veía igual de hermosa que siempre.

—Namjoonie, estoy feliz de verlo otra vez. ¿Cómo están sus heridas?

El moreno sonrió y despeinó los rubios cabellos de Jimin. —Estoy bien, Jimin. También me siento feliz de verte.

—¿Seguro estás bien? No creo que deberías estar de pie aún.

—Estoy bien, Yoongi. No te preocupes. Ya estoy cansado de estar en mi habitación sin hacer nada. Además de que me estoy haciendo una idea de lo que harán hoy y debo entretener a cierto Ángel —miró de reojo a Hoseok, quien solo abrió la boca con emoción.

—¿Qué harán hoy? ¡Quiero ir! —exclamó el chico, saltando en su lugar.

Namjoon rodó los ojos. —Irán a darle de comer a Tragus algunos ángeles curiosos, ¿Quieres ser una bocadillo hoy?

—¿¡Eh!? ¡Yoongi! ¡Namjoon me está molestando!

El nombrado suspiró y negó. Miró a Jihyo y le murmuró: —¿No te los quieres llevar?

—Son todos tuyos, enano —rió al ver la cara fea de Yoongi por ese apodo que solía usar para él. Miró a sus hijos y se sintió feliz al verlos bromear entre ellos.

—Tú los creaste y ahora me tengo yo que hacer cargo. Eres una madre irresponsable.

—Ni tanto. Seokjin —llamó al Ángel—. Tú irás con Namjoon y Hoseok también.

—¿Ah? ¿Y eso por qué?

—Cariño, eres muy delicado. Te estoy protegiendo.

Seokjin iba a reclamar, pero Namjoon tomó su mano y entrelazó sus dedos, haciendo que sus mejillas se calentaran con rapidez. —¿¡Q-qué haces!?

—Nuestra madre ya dijo que venías conmigo, así que vamos. Tú también, Hobi, vámonos.

El Ángel curioso asintió y caminó a la par de Namjoon, mientras este tiraba de la mano a Seokjin, haciéndolo caminar junto a él con la mirada gacha, queriendo ocultar sus rojas mejillas.

—Namjoon es un buen chico —comentó Jihyo al verlos.

—Sí, le gusta proteger a Hoseok de todo. Lo ve como un hermano menor —siguió Yoongi. Miró a Jimin y dejó un beso en su frente antes de tomar su mano y entrelazar sus dedos—. Ya debemos irnos.

—Uh, sí. Quiero conocer a Tragus, tengo curiosidad de cómo es él.

—Tragus es hermoso —intervino Jimin, sonriendo al recordar al enorme animal—. La creación más hermosa.

—Creo que él opina lo mismo de ti, Jiminie. Te adora —dejó un beso en su mejilla. Miró a Jihyo y respiró hondo—. ¿Vamos?

La mujer asintió y los tres se encaminaron por los pasillos del lugar, hasta llegar a la zona en donde vivían la mayoría de las personas que trabajaban en el infierno.

Muchas miradas estaban posadas en ellos, y es que no era muy común de ver a Lucifer en ese lugar al ser tan público.

Yoongi tocó la puerta que correspondía a la habitación de Jeongyeon y esperó a que abriera.

Jihyo miró el lugar y sus alrededores cuando escuchó la puerta ser abierta, haciendo que girara su rostro y se encontrara con el rostro de la chica. —Jeongyeon... —murmuró asombrada.

—¿M-madre? —la chica no salía de su asombro al ver a Dios en ese lugar, al frente de su puerta.

—Creo que no has cambiado. Sigues siendo el mismo Ángel malicioso y envidioso que desterré del cielo —estaba decepcionada. Pensó que su hija cambiaría, pero seguía siendo la de siempre.

—Madre, n-no diga eso.

Yoongi vio lo afectada que estaba Jihyo por la situación, así que miró seriamente a Jeongyeon. —Ven con nosotros. Y no digas ni una palabra más.

『 °*• ♡ •*°』

La cuarta zona del infierno era un lugar desconocido para ambas mujeres, aún cuando una de ellas vivía en el lugar. Jimin y Yoongi por otro lado, estaban más que acostumbrados al lugar, así que sin más, las guiaron por el lugar sin mencionar ni una sola palabra.

Jimin tomó la mano de su madre al pasar por ese lugar en donde se escuchaban tantos lamentos de animales y humanos, dándole fuerzas para atravesarlo. Sabía lo impactante que era en un principio, así que quiso mostrarle su apoyo.

Yoongi abrió la puerta del lugar de Tragus, y dejó pasar a todos para después hacerlo él.

El lugar estaba en completa oscuridad, alterando los nervios de Jeongyeon que no sabía qué esperar exactamente. Una enorme llamarada de fuego atravesó el lugar, y gritó desgarradoramente por el miedo que la embargó por completo.

Unos rojizos puntos se vieron en la nada, y de pronto un enorme animal se hizo ver en el lugar, mirándola con intensidad, logrando que Jeongyeon comenzara a llorar desconsoladamente. Se giró hacía Dios y corrió hasta ella, tirándose a sus pies y abrazando sus piernas con miedo.

—¡Madre, por favor! ¡No dejes que me hagan daño! ¡Ayúdame, te lo ruego, madre! —imploró la joven, aferrándose a las piernas de la mujer.

Jihyo tragó en seco, y su corazón dolió por la forma tan desgarradora en la que lloraba su hija.

—¿Cómo te enteraste sobre lo de Jimin? —preguntó Yoongi, sin inmutarse ante la escena.

Jimin mordía sus labios con nerviosismo, así que se acercó a Tragus para tranquilizarlo y que no se fuese en contra ella, comenzando a acariciar su rostro y hocico, logrando su cometido.

—Y-yo, mhm, leí una carta que le enviaron del cielo, ahí me enteré de todo.

Yoongi frunció el ceño y miró a Jihyo. —¿De qué carta habla?

—Seokjin me comentó que Jimin tenía miedo de contarte el porqué estaba aquí, así que te escribí una carta en dónde te explicaba todo lo que había sucedido, tanto la verdad como lo que me habían dicho a mi —miró a Jeongyeon—. Ahora veo que mi carta nunca llegó a tus manos.

—¿Por qué lo hiciste, Jeongyeon? ¿Qué planeabas con toda esta mierda? —estaba furioso, y sus ojos rojizos lo demostraban.

—¡Odio a Jimin! ¡Siempre ha sido lo mismo! ¡En el infierno y en el cielo es lo mismo! —exclamó la chica con furia—. En el cielo todo era él. El Ángel perfecto, el preferido de Dios. Dios no amaba a nadie más que a él.

—Jeongyeon... —jadeó sorprendida Jihyo—. Yo amo a todos mis hijos por igual, ¿Cómo puedes decir eso?

La chica se levantó del piso y miró a Dios con rencor. —¿Cómo puedo decir eso? ¡Tú misma te encargaste de eso! Y te puedo asegurar que no soy la única que lo piensa, porque más de uno está de acuerdo conmigo. Jimin siempre ha sido tu luz, y los demás somos parte del montón. Eres una mala madre, dices que nos amas a todos pero a Jimin siempre lo querrás más.

Jihyo tapó su boca con sus manos, impidiendo que los sollozos salieran de ella. Se sentía tan dolida, y se cuestionaba a sí misma si lo que decía Jeongyeon era verdad. Jimin era su consentido, no lo iba a negar, pero el amor desbordante que sentía por cada uno de sus hijos era inmensurable.

¿Tan mala madre había sido todo este tiempo? ¿Merecía realmente ser llamada "madre"?

Tragus comenzó a gruñir al ver a su madre sufrir de tal manera, e intentó arremeter contra esa joven que la lastimaba, pero Jimin volvió a detenerlo, pidiéndole que no hiciese nada.

—Llegué aquí y todo estaba bien. Me gusta este lugar, y no se me hizo tan difícil acostumbrarme. Pero entonces llegó él, y como una maldita broma comenzó a tener todos los privilegios que existían —siguió hablando Jeongyeon—. Todos adoraban a Jimin, hasta el propio Lucifer se derretía por el jodido Ángel. ¡No sabía que para vivir bien en este lugar debía dejarme comer el culo como una prostituta!

De manera rápida, Yoongi tomó del cuello a Jeongyeon y la acercó a su rostro con enojo. —No hables así de Jimin, maldita envidiosa.

Sin embargo, la chica ya no sentía miedo. —¿Si me dejo coger como una puta, me dejaría libre, Señor? Venga, jódame el culo a su antojo. Hoy seré su putita personal, tal como lo es Jimin siempre.

Esto fue el colmo para Yoongi, quien la empujó y la hizo caer al piso. —Eres una perra envidiosa, que nunca está satisfecha con lo que tiene, queriendo siempre lo de alguien más. Jimin es mucho mejor que tú, y de solo pensar en ti hace que mi estómago se revuelva de asco. Vive con eso, nunca podrás ser mejor que él. Tendrías que volver a nacer y, si eso llega a suceder, no creo que sea suficiente —miró a Tragus y le hizo señas—. Es toda tuya. Mátala.

El enorme animal se alejó de Jimin y se acercó de manera lenta a la chica que seguía en el piso, temblando inevitablemente. 

Jihyo, quien no había querido intervenir nuevamente, apretó sus manos con nerviosismo, sufriendo por su hija. Antes de ser Dios, también era madre, y no podía soportar algo como esto. Sus piernas se debilitaron y cayó al piso, sintiendo como toda su fuerza se esfumada, siendo incapaz de sostenerse a sí misma. —Por favor, no... —murmuró.

El animal abrió la boca, dispuesto a tragarse a Jeongyeon, pero el grito de Jimin llamó la atención de todos. —¡Tragus, no! —exclamó con fuerza. El Ángel miró a Yoongi y unió sus manos a modo se súplica—. No es necesario esto, Yoongi. No lo hagas.

—Jimin, esta solo quiere verte mal, ¿Cómo me pides que no lo haga?

—Nuestra relación ya está solucionada, y aprendimos de nuestros errores. Sé que hablarás conmigo cuando tengas alguna duda, y sé que debo tenerte confianza para contarte mis cosas. Amor, tú me protegerás siempre, independientemente si nos quieren juntos o no, porque nuestro amor es mas fuerte que lo demás —tomó las manos de Yoongi entre las suyas—. Esto no es necesario, no lo hagas.

Yoongi miró a Jimin y respiró hondo. Llevó su mirada a Jihyo, encontrándola desplomada en el piso, mirando fijamente a Jeongyeon, con los ojos llenos de lágrimas. Volvió su vista a Jimin y suspiró. —¿Cuándo aprenderás a no ir en contra de las reglas?

El Ángel sonrió. —Mientras pueda intervenir; nunca.

—Tragus, déjala —el animal a regañadientes se alejó de la chica. Yoongi la miró con indiferencia—. Jimin acaba de salvar tu asquerosa vida, deberías de agradecerle luego de ser una hija de puta con él. 

—Lucifer... —amenazó Jihyo, mirándolo mal.

—Lo siento, no quería ofenderte a ti —chasqueó la lengua y se acercó hasta Jeongyeon, agachándose a su altura—. No pretendas que vivirás igual que siempre. De ahora en adelante no serás residente, sino que ahora estarás con los humanos que reciben castigos, y los más sádicos de ser posible. Me encargaré de que así sea. Perderás tu habitación, tus comidas y tu vida aquí. Despídete de tu vida cómoda, y dale la bienvenida a tu vida en el propio Infierno —murmuró con voz lenta pero intensa, haciéndole saber a la chica que su vida sería un verdadero martirio en el lugar—. Lárgate de aquí antes de que me arrepienta y te mate yo mismo. Hace poco descubrí que me puedo convertir en una bestia y creéme, por ti no lo voy a detener.

Jeongyeon abrió sus ojos con miedo y, sin pensarlo mucho, salió corriendo del lugar, alejándose lo más rápido que podía. 

Jihyo la miró irse, sintiéndose un poco aliviada de que estaba viva. Sin embargo, aún había tristeza en ella, y es que las palabras dichas por su hija calaron en lo más profundo de su alma.

«Madre...»

Una voz en su mente la hizo saltar en su lugar y miró al frente, encontrándose al enorme puma mirarla con tanto interés. Limpió sus mejillas de las lágrimas que había soltado y se levantó del piso, caminando lentamente hasta estar al frente de la imponente criatura.

—Hola, Tragus —murmuró con nerviosismo. Tragus la intimidaba—. Al fin te conozco, hijo.

El animal acercó su nariz a ella y comenzó a olfatearla, llenándose de ese dulce aroma que desprendía su Madre. Ronroneó con gusto, y tal cachorrito, se acostó en el lugar boca arriba, mostrando su panza con confianza.

Normalmente, los felinos no se muestran de esa manera hacia los demás, puesto que en la zona del estómago están órganos vitales, sin embargo, cuando existe confianza, suelen mostrarse de esa forma para demostrar que están cómodos con la persona. Por eso, cuando Tragus estuvo cerca de su madre, se mostró ante ella de la manera más vulnerable, haciéndole saber que la amaba y confiaba en ella.

—Eres una criatura hermosa, estoy enamorada de solo verte —comentó Jihyo, acercando su mano hasta el animal y comenzando a acariciarlo, ganándose más ronroneos de su parte, olvidándo un poco su tristeza—. Eres el hijo más lindo, eres muy, muy lindo. Estoy tan feliz de verte.

Yoongi y Jimin miraban la escena con una sonrisa en sus rostros, ya que Tragus dejaba de verse atemorizante con la sola presencia de su Madre. 

—Creo que ya no eres el hijo preferido de mamá —dijo Yoongi con gracia, mirando a Jihyo dejar incontables besos en la cabeza de Tragus. 

El Ángel se encogió de hombros, y se abrazó a Yoongi. —Mientras siga siendo tu favorito, puedo superarlo.

Yoongi rió y dejó un corto beso en los labios de Jimin, abrazándolo más a si, alegre de saber que todo estaba en paz, y volvía a tener a su pequeño Ángel con él. Teniendo la certeza que nada ni nadie los separaría otra vez.

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