[1]
Era un día soleado de otoño. El clima era perfecto para salir. Había personas de acá para allá, comprando y degustando cosas dulces, como es el antojo de la mayoría de las personas de Tokio.
En el colegio Toho, todos estaban emocionados porque era el último día antes de las vacaciones de turismo, y los estudiantes corrían de un lado para el otro por sus salones, se arrojaban cosas como papeles y lápices y se subían a los escritorios de la emoción que sentían.
El portero del equipo de fútbol de ese colegio, Ken Wakashimazu, se encontraba escribiendo en su cuaderno, cuando sintió que alguien le tocaba un mechón de su suave cabellera negra
─¿Y este cabello de la señora Barbie?─ le preguntó su amigo Kazuki Sorimachi en tono burlón.
─Mira quién lo dice, el señor come plastilina─ le dijo con los brazos cruzados.
─No hay nada más rico que comer plastilina.
─Te va a hacer mal y yo no me voy a hacer cargo.
─Auch, mi kokoro─ se tocó el lado del pecho donde se encontraba su corazón y simuló una mueca de dolor─. Eso fue durísimo, querido amigo.
─¿Qué hacen, chicos?─ apareció el capitán del equipo, Kojiro Hyuga.
─Estamos hablando de plastilina─ le respondió el joven de ojos azules.
─Técnicamente que si sigue comiendo plastilina se nos va a morir─ dijo Ken.
─Tampoco es para tanto─ Kazuki hizo un ademán con la mano.
─Si te nos mueres nadie se va a hacer cargo.
─¿Por qué no me quieres, Barbie?─ torció los labios, como haciendo puchero.
─¡Ayy, Dios! ¡Estos idiotas me irritan con sus gritos!─ dijo Hyuga, paspado por los gritos de sus compañeros─¡HABER, SILENCIO!─ el salón retumbó por la voz del joven moreno. Todos voltearon, intimidados, a mirarlo.
En ese momento, el profesor entró al salón, dando inicio a la clase.
Sonó el timbre de salida, y todos salieron como si fuese una maratón.
Los tres esperaron afuera a que su amigo de primer grado, Takeshi Sawada, saliera para que pudieran irse juntos a la casa de Sorimachi.
─¡Chicos!─ la voz del menor apenas podía oírse por los gritos de la gente.
─¡Takeshi!─ los chicos levantaron los brazos para que él los pudiese localizar.
─¡Los encontré!─ con mucho sacrificio, pudo salir de esa multitud.
─Bueno, ¿nos vamos?─ dijo Sorimachi, y todos lo siguieron hasta la casa del recién mencionado.
Unos días después, Takeshi llamó a Kazuki para una tarea importante: llevar a su cachorro a pasear. Sawada tenía que hacer un proyecto para Informática con la ayuda de sus compañeros, y le pidió a Sorimachi que lo paseara por él.
─No olvides darle de comer cuando vuelvan─ le da al cachorro, quien estaba atado con su correa.
─Okey, cuídate en lo de tus compañero, y suerte con el proyecto.
─Gracias─ le sonrió y cargó a su cachorro para que le lamiera la cara─. Voy a extrañarte, Coco─ decía mientras reía por las muestras de afecto de su mascota─. Nos vemos, Sorimachi─ dijo, y se fue a lo de su compañero de trabajo.
Sorimachi estaba paseando a Coco por una calle poco transitada.
─Qué día más tranquilo─ dijo para sus adentros el joven oji- azul. Luego observó al cachorro orinando una moto estacionada─. ¡Eu, no hagas eso, o me golpearán!─ cargó al cachorro, cosa que fue un gran error: Coco orinó sus brazos─¡Coco, perro malcriado!─ lo volvió a bajar y se sacudió un poco, pero justo en ese momento pasó una moto donde viajaba un joven de esos que hacen trucos peligrosos. Coco lo persiguió hasta una esquina─¡Coco, regresa!
De repente, un camión apareció en esa esquina. No podía frenar.
─¡COCOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
La moto pasó justo a tiempo, pero Coco...fue brutalmente atropellado por el camión.
Sorimachi quedó en shock al ver el cadáver ensangrentado del pobre cachorro.
─N- no...Coco...¿Cómo se lo diré a Takeshi...?
Takeshi se encontraba llorando desconsoladamente en su cuarto tras escuchar la noticia de la muerte de su mascota. Hyuga se encontraba con él tratando de apaciguarlo, pero era en vano.
─Y esa es la historia...
─Tú...dejaste que eso le pasara...solamente por dejar que orinara donde se le plazca...─ dijo Ken entrecortadamente.
─Ken...
─¡Sorimachi! ¡No puedo creer que dejaras que Coco muriera así!─ lo agarró de la camiseta.
─É- él se me escapó...
─¡NO QUIERO OÍRTE MÁS!─ lo tiró al piso con violencia─¡ERES UN INÚTIL QUE NO SIRVE NADA MÁS QUE PARA ESTORBAR! ¡PUSISTE EN PELIGRO LA VIDA DE LA MASCOTA DE TU AMIGO SOLAMENTE POR TU TORPEZA! Tendrías que morir y volver a nacer...
Esas palabras atravesaron el alma del joven oji- azul como dagas. No resistió más la culpa y salió corriendo de la casa de Sawada con cascadas saliendo de sus ojos.
─Hijo de puta...Todo es tu culpa.
Sorimachi se encontraba corriendo entre los árboles hacia su casa luego de que Ken le dijera esas palabras tan duras.
─¡Y- yo...soy un estorbo! ¡YO SOY UN ESTORBOOO...!
Tropezó con una piedra pequeña, provocando que cayera por un acantilado muy alto y se golpeara la cabeza fuertemente contra una piedra enorme hasta tocar finalmente el suelo.
Todo su cuerpo comenzó a sangrar mientras sentía algo raro en su cabeza.
Contusión cerebral, ese fuerte golpe fue lo que ocasionó eso.
Estuvo ahí varias horas sin nadie a su alrededor quien lo ayudara.
No podía hablar y mucho menos mover un músculo.
Y cesó, finalmente.
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