27. Destinados a encontrarse

Capítulo veintisiete:

Destinados a encontrarse.



El día estaba nublado en Forks, nada raro en el lugar más lluvioso de los Estados Unidos. Bonnie preparaba su maleta para su viaje a la ciudad de Los Ángeles en compañía de sus padres y de su hermana. El viaje y la estancia eran cortesía de su novio y de su mejor amigo, pasaría Navidad en California y se quedaría en la ciudad hasta después de año nuevo.

Se sentía culpable de sentirse tan emocionada, pero realmente no lo podía evitar. Su próximo destino turístico era conocida como la ciudad de los sueños y ella estaba lista para conocer si existía la posibilidad de realizar los suyos. La situación no era la ideal, la familia de las personas que más amaba estaba en peligro y ella junto a su familia saldrían del pueblo como medida de protección, estaría a miles de kilómetros en el momento en el que Damian y Jasper se enfrentarían a un peligro inmenso.

Cerró su maleta y se recostó en su cama; miró su fondo de pantalla y llevó su celular a su pecho. En su pantalla estaba una foto de ella besando la mejilla de Jasper; estaba leal y completamente enamorada de él y una parte de ella quería quedarse a esperarlo, poniendo toda su fe en que saldrían victoriosos del peligro al que se enfrentaría.

El timbre de su casa suena y tiene que bajar a abrir la puerta pues su familia había ido de compras a Port Angeles por el viaje. Una sonrisa deslumbrante aparece en su cara cuando ve quién es la persona que está detrás de la puerta: era su mejor amigo, Damian Cullen.

El vampiro venía de la reservación de los Quileutes ya había dejado a Alexander en casa de los Clearwater para poder realizar la tarea que Alice le había encomendado al irse, buscar al hombre anotado en el libro. No confiaba en nadie que no fuera Edward o Leah para cuidar a su hijo, y como el primero había ido a cazar, le encomendó a la mujer Quileute esa tarea.

— ¡Hola!— gritó Bonnie abrazando y besando el rostro de Damian. Él sonríe y corresponde a sus muestras de afecto.— No sabes cuánto te he extrañado, pasa.

El adolescente se mantiene sonriente mientras entra a la acogedora casa de los Aldrin.— Claro que sé cuánto me echas de menos, te extraño enloquecidamente.— Los amigos suben a la habitación de la joven rubia y Damian no puede evitar ampliar los ojos al ver el desorden en la pieza de su amiga.

— No tanto como yo, estoy enloqueciendo sin verte a ti y a Jasper. Leah ha venido un par de ocasiones y extraño mucho a la enana.— Bonnie hablaba en serio, desde la visión de Alice no había puesto pie en la casa Cullen y había visto en solo una ocasión a Jasper, cuando le había pedido que no fuera a la casa por la presencia de los testigos que no compartían su modo pacífico de vida.— Pero bueno, yo entiendo la situación y ese viaje compensa todo— bromeó mientras se sentaba en su cama llena de cosas.

El vampiro se sienta junto a Bonnie y suspiró—. Lo sé, sacarte de Forks es importante, espero que tu familia y tú la pasen muy bien.

— ¿Cómo va todo en el Hotel Transilvania?— preguntó la adolescente sonriendo y haciendo referencia a la película animada en donde el dueño del hotel era nada más ni nada menos que Conde Drácula.

Cullen vuelve a suspirar y suelta una risa seca—. Tenso, todos quieren ayudar pero ellos saben que pueden pagar caro su apoyo a mi familia.— Bonnie abrazó a su amigo y entrelazo sus dedos de las manos.— Edward y yo tuvimos una discusión hace un par de noches, me estaba comportando como estúpido con él y no lo merece.

— Me imagino, y el verte hoy es un bálsamo para mi corazón— la rubia lleva su mano libre a su pecho—, pero escúchame bien, Damian Cullen, si alguien puede con esto y mucho más eres tú, te admiro y amo muchísimo. Yo sé que harás que escuchen, eres un ser maravilloso y mereces una vida maravillosa.

Damian sabe que si pudiera llorar, lo hubiera hecho en ese momento.— Quisiera que tuviéramos más tiempo— dice el muchacho mientras vuelve a abrazarla.— Y si vuelves y no estoy, solo quiero decirte que...

— ¡No digas eso ni de puta broma! Jamás vuelvas a decir algo como eso— exclama la chica negando con la cabeza e hincándose sobre el colchón para ver de frente a su amigo—. Antes de que digas cosas tristes, pásame la bolsa azul que está abajo de esa montaña de ropa.— Bonnie señala el montículo de ropa y seca las pocas lagrimas que salieron de sus ojos—. Como no voy a verlos en navidad, quiero darte tu obsequio, el del drama queen y el de bebé Alex. El de Jasper se lo daré personalmente esta noche.

El vampiro obedeció y en un parpadeo ya estaba en la cama de nuevo. Bonnie suspira y le da un paquete del tamaño de una caja de zapatos.— Puedes esperar a la navidad o puedes abrirlo aquí. Como pista te digo que es como yo te veo en el futuro, so...—, la chica baja y sube sus cejas y sonríe.

El vampiro le informa que esperará hasta las fiestas y que ahora es turno de ella abrir su obsequio. Saca una caja violeta del tamaño de la palma de la mano de la bolsa de su abrigo negro de diseñador y se la da a Bonnie. — Ábrela, es mi regalo de navidad para ti.

La chica lo hace y se encuentra con una fina cadena de oro blanco y una pequeña piedra colgando de ella. Era redonda y casi transparente, Bonnie podía jurar que era un diamante, por la parte de atrás estaba grabado sobre la base del mismo material de la cadena una frase en francés: destinés à se rencontrer.— No me jodas, es hermoso.— los labios de la humana se fruncen en una mueca para evitar que llore.

— Ahora donde quiera que estés sabrás que estaré contigo y te querré siempre— Damian sonrió y acarició la espalda de Bonnie pues se habían fundido en un abrazo de nueva cuenta y se separa levantándose de la cama.— Tengo que irme, estoy haciendo las compras de navidad para Alex y tengo que ir a Seattle.

— Dale un abrazo a nuestro Cedric Diggory de mi parte— dice Bonnie haciendo alusión a Edward, mientras se recarga en la ventana del Nissan. Damian sonríe asintiendo y enciende su auto a punto de partir a su encuentro con J. Jenks en la ciudad.

El joven vampiro miró por el retrovisor a Bonnie, sonriente y bella como siempre y solo pudo pedirle a Dios o al destino que le permitiera verla y abrazarla de nuevo.

Edward escuchaba las voces de Eleazar y Garrett hablar mientras miraba la chimenea ardiente de la sala principal de la casa Cullen. Esperaba el regreso de Damian y Alexander con desespero; jamás había estado tantas horas lejos de su hijo y de su compañero. Eleazar pregunta algo al lector de mentes y éste no responde al estar ensimismado en sus pensamientos.

— ¿Edward?— lo llama su primo de Denali de manera sonriente, como adivinando sus pensamientos.

— Perdón, es solo que...— el grito de Alexander diciendo "papá" interrumpe al muchacho y en cuanto Edward abrió los brazos para recibirlo, el niño ya estaba en ellos.— ¡Hola! Te extrañé mucho—. Edward alzó la vista y miró a Damian sonreírle, pero la sonrisa no le llegó a los ojos y eso inquietó al lector de mentes. El vampiro sanador le hace señas de que va a subir a la planta de arriba.

— Y yo— responde Alex mientras le enseña la figura de madera en forma de lobo que talló junto a Jacob Black y Leah en su estancia en la reserva.— Mira lo que me enseñó a hacer el tío Jacob.

— ¿Tío Jacob?— Edward frunció el ceño al escuchar nombrar así al joven lobo y arruga su perfecta nariz al oler el penetrante olor tan característico de los lobos.— Alex, vamos a darte un baño de muchas horas, el polvo y los gérmenes te hacen decir cosas muy raras.

Mientras, en la parte de arriba de la residencia, Damian busca en su vieja habitación una mochila y mete en ella los documentos que J. Jenkis le había dado. Eran dos juegos de documentos de identidad falsos en los que estaban los nombres y fotografías de Alexander y de Leah. Eso solo significaba una cosa, que Alex tendría un futuro, pero que ni Damian ni Edward formarían parte de él. Metió fajos de billetes y demás neceseres para que su bebé y su amiga no tuvieran que padecer incomodidades. Mientras escribe una carta para Alex, Alistair entra a su antigua habitación.— Reconozco esa mirada cuando la veo— dice mientras toma un adorno de una mesa pegada a la puerta—, es derrota. Es un poco descorazonador sabes, pues estabas me estabas convenciendo de que esto tenía un propósito.

— Tú puedes creer lo que quieras— Damian contesta de vuelta mientras se levanta sin mirarlo de su escritorio y deposita la carta dentro de la maleta. Busca algo en su armario y continua—. Aunque yo muera, si mi hijo vive, yo habré ganado. También te he visto desde que llegaste y he escuchado cada comentario saliente de tus labios y el que está derrotado de los dos eres tú, yo tengo razones para luchar: el amor de mi vida y mi familia, ¿qué tienes tú, Alistair?

Dicho esto y sin tener la más mínima intención de perder el tiempo, Damian sale de su antigua habitación y en el pasillo antes de bajar las escaleras, se encuentra con Erick Volkov. El adolescente gira los ojos y suspira—. Hoy sí que se pusieron de acuerdo para arruinarme el día.

— ¿Cuándo hablaré con él?— pregunta el longevo vampiro alzando su rostro. Tenía las manos metidas en las bolsas laterales de su abrigo y se recarga en la pared.

— Mañana, medio día en mi casa— responde a secas pasando a su lado—, mi esposo y yo estaremos en todo momento con él, jamás lo dejaría solo con alguien como tú.

— ¿Alguien cómo yo?— pregunta Erick entrecerrando sus ojos.— ¿Cómo crees que me siento al ver que dos desviados crían a mi hijo? Hace no mucho tiempo quemaban a los enfermos como ustedes dos.

Damian pierde la paciencia y lo estampa contra la pared.— Hago esto por mí hijo, porque merece saber que no vino de la nada ni fue un error, pero te aseguro que si vuelves a decir algo como eso los Volturis serán el menor de tus putos problemas.

— Puedes jugar a la casita feliz todo lo que quieras, ambos sabemos la verdad.

— La única verdad aquí es que eres una puta basura que tuvo la enorme fortuna de que alguien tan puro e increíble como mi hijo naciera de ti— El muchacho lo suelta con asco y aún puede escuchar la risa asquerosa del Rumano mientras baja hasta la estancia, temblando de rabia, pero cuando ve a Edward hablar con Eleazar y besar la frente de su hijo en sus brazos, la calma regresa a él.

Ya en casa y después de acostar a Alexander en cama, Damian entra a su habitación y, al no ver a Edward y escuchar la llave de agua, entra al baño encontrando a su esposo sentado a la orilla de la bañera.

— Así que no te gustó la idea de que Alex llamara tío a Jacob — comenta el muchacho haciendo sonreír a Edward.

— Descubrí que mi aversión respecto a él no tenía nada que ver con Bella ni por su condición de lobo— el lector de mentes se acerca a Damian y éste lo envuelve de la cintura con sus brazos.

— ¿Vas a darte un baño?— Edward acarició el rostro del chico y asiente.

— ¿Quieres acompañarme?— Damian asiente al escuchar la voz de seda de Edward y en cuestión de segundos ya estaban desnudos y en la bañera gracias a la condición sobrenatural de ambos.

— Escuché tu intercambio con Erick— comenta Edward a espaldas de Damian, besando su hombro mojado—, de no ser por Alex lo hubiera matado con mis propias manos.

— No vale la pena, créeme— responde el chico girando su rostro para mirarlo.— Te amo Edward, lamento que nuestro primer año de casados sea tan complicado.

— Dicen que en el primer año se sientan las bases de un matrimonio sólido y duradero— Edward toma la barbilla de su compañero y deposita un beso casto sobre sus labios rosados—. No cambiaría ni por un segundo todo lo que hemos vivido, incluso los momentos malos, porque todos lo he vivido contigo.— Damian gira su cuerpo causando algo de revuelo en el agua de la bañera. Acerca sus labios a los de Edward y al besarlos, saborea lo dulces que son. El contacto, primero inocente, se vuelve más juguetón cuando el menor de los vampiros trata de meter su lengua a la boca del mayor para degustarla.

Las caricias entre ambos se intensifican, Damian se despega unos momentos de los labios de Edward para besar su cuello largo y delgado hasta su clavícula. El lector de mentes cierra los ojos disfrutando, sabiendo que es cuestión de unas pocas caricias en puntos estratégicos para que tome en brazos al muchacho y vayan a la cama.— Mis pensamientos no son capaces de expresar cuánto te deseo— susurra Damian contra la pálida y dura piel del pecho de Edward para después besarlo, pasando sus labios a los pezones, volviendo loco a su compañero y ocasionando que emita un jadeo.

— Tendrás que demostrarlo entonces— responde Edward excitado y lo toma en brazos para sacarlo de la bañera. Se asegura que la puerta de la alcoba esté cerrada y deposita a Damian en su cama. El muchacho y él se miran directamente a los ojos y sucede algo curioso, a ambos se les han oscurecido los iris dorados de los ojos a un negro profundo como el carbón, como cuando están terriblemente sedientos. Y de cierta manera lo estaban, hundidos en el desespero de sentirse el uno al otro.

Vuelven a besarse con la misma ansiedad del principio, Damian ignora la urgente necesidad de ser acariciado por Edward y recorre su escultural torso a través de besos con un destino muy claro para ambos. Aunque el lector de mentes puede adivinar las intenciones del muchacho, se deja maravillar por sus arrebatos, y arquea la espalda cuando siente la presencia de la mano de su esposo sobre su miembro estremecido. Edward busca la mirada de Damian, encontrandola y dándole la aprobación que necesitaba para comenzar el movimiento ascendente y descendente de su mano. La tortura es lenta al principio, pero al ser consciente de las sensaciones que causaba en su compañero, Damian comienza a hacerlo cada vez más rápido y acalla sus gemidos con sus labios. El más joven se atreve a ir más allá y Edward no puede evitar exclamar de la sorpresa al sentir la calidez húmeda de la boca de Damian en su hombría; en algún momento la espalda de Edward toca el colchón y se arquea jalando las sábanas con las manos cuando siente el inminente descenso al orgasmo.

Su padre tenía razón al decir que las relaciones sexuales eran aún más adictivas que la sangre humana para los vampiros, Edward había probado ambas y definitivamente podía vivir sin sangre el resto de su vida; cuando ha terminado y Damian ha limpiado las comisuras de sus labios mirándolo directamente a los ojos, el lector de mentes no puede pensar en algo más erótico que esa escena.

— Eso fue un terremoto de ocho grados en escala Richter— comenta Edward a Damian mientras gatea a través de la cama para ser envuelto en sus brazos.

— Completamente— Damian sonrió y beso los deseables labios de su compañero con vehemencia.— Pero definitivamente no hemos acabado.

— Saca los grilletes, soy tu prisionero— responde Edward mientras quita los cabellos húmedos de la frente del más joven. Damian no puede evitar reír al escucharlo y alza su ceja al sentir que el miembro de su compañero está listo para un segundo round. al igual que él.

Un pensamiento fugaz lo alcanza, llega a la conclusión de que no solo su amistad con Bonnie estaba destinada a suceder, también no fue casualidad encontrar a Edward en su camino y caer irremediablemente enamorado de él, estaba escrito. 










a/n: amigues, quedan 3 capítulos de la historia y no sé cómo le diré adiós a chiquito  Damian, a mi Edward no tan tóxico y a mi Bonnie preciosa, mis bebés preciosos.

Publicaré un bonus adivinen de quién uwu. 

Gracias por sus votos y sus comentarios. gracias por las más de 80k leídas, les quiero muchísimo. 

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