19. Pandemónium
Capítulo diecinueve:
Pandemónium
Damian y Edward se vieron rodeados por una docena de neófitos contando a Riley y a su segundo al mando, todos ellos a la espera de la señal para atacar a la inusual pareja que estaba espalda con espalda, protegiéndose mutuamente.
Paul había salido del lugar para avisarle a la manada, sin saber que el grupo de neófitos de Victoria se había dividido para atacar los dos puntos, Port Angeles y Forks, de manera simultánea. Leah estaba desesperada por entrar, pero la puerta estaba bloqueada por vampiros, era una auténtica pesadilla.
Damian estaba aterrado, mientras tuviera a Bonnie en brazos no podría luchar y Edward no podría solo con tantos rivales tan fuertes pese a que dominaba perfectamente las maniobras enseñadas por Jasper.
—Damian, saca a Bonnie de aquí— susurra Edward por lo bajo, el chico de cabello rizado niega varias veces—, Leah puede llevarla a casa.
—No voy a dejarte solo ni un segundo— Damian sabía que dejar solo a su amado creador era un suicidio y no iba a hacerlo.
—Si me hacen daño puedes curarme con tu don.
— Jamás lo he usado en vampiros, no sabemos si funcionará.
—Tendremos que averiguarlo.
Damian intenta dar un paso hacia la puerta pero dos jóvenes mujeres de ojos carmesí le bloquean la entrada.
—¡Traigan a mi caramelito!— Riley brama con dirección al neófito con Bonnie en brazos. Damian toma la decisión de entregarle a su amiga, de todas maneras si ellos morían también lo haría Bonnie y al escuchar que por el momento no le haría daño, pudo entregarla.
El joven latino apegado a Riley la saca de sus brazos y la acuesta a los pies de su líder sobre una superficie elevada de la estructura de la bodega. Los neófitos se van acercando a los amantes; Edward toma la mano de Damian un segundo, confiado de que todo saldrá bien, no por hacer uso de su telepatía, sino porque el destino no podía quitarle la posibilidad de ser feliz con el hombre que amaba.
—Riley, es tú última oportunidad— el líder sonríe de manera sarcástica, demostrando todo su exceso de confianza al oír a Edward—, la de todos ustedes. No son más que las fichas de un juego que Victoria no va a ganar.
—Morirás— sentencia y esa es la señal para que la primera tanda de vampiros se lancen en contra de los dos jóvenes Cullen, desatando un pandemónium en el lugar.
Leah Clearwater logra romper con la puerta de entrada y se abalanza con destreza en contra de tres neófitos a la vez sorprendiendo a Riley, que esperaba que los lobos abandonaran a los Cullen.
Damian y Edward se enfrentan a personas de todo tipo: mujeres jóvenes, hombres de mediana edad, incluso un jovencito de la edad de Seth al que matan con facilidad. Cualquiera que los viera pensaría que llevaban años luchando juntos, pues se cuidaban y complementaban de manera increíble, espalda con espalda, codo a codo. La velocidad de Edward y la fuerza de Damian parecían ser una combinación letal.
Leah jadea al advertir, gracias a su fuerte vínculo con su hermano Seth, que las cosas en Forks no estaban mejor, pues la manada junto con Rosalie Hale, Carlisle, Esme y Emmett Cullen estaban peleando en el campo de entrenamiento con los neófitos restantes.
Todo era un desastre.
Jacob y Seth corrían a toda velocidad por el bosque en camino a Port Angeles, tan rápido como jamás lo habían hecho para ayudar a la única mujer de la manada. A su lado corrían Alice y Jasper, angustiados por la seguridad de sus hermanos y de la pareja humana del rubio.
Edward queda estático al leer los pensamientos caóticos de Leah, un descuido que aprovecha una adolescente de quince años para aventarlo contra una de las enormes cajas de madera donde es tomado de los brazos por dos neófitos y llevado ante Riley al otro lado de la bodega. Era su regalo para Victoria.
— ¡Edward!— el grito sofocado de Damian retumba en sus oídos. Aunque el adorable muchacho odiaba tener que hacerlo, mató a la chica arrancando su cabeza y corre hasta él, totalmente desesperado.
Bonnie comienza a despertar por los terroríficos sonidos que se estaban produciendo. Parpadea tratando de ver lo que estaba pasando pero todo era un caos sin sentido, pero abre los ojos al ver a un enorme lobo devorar a un tipo corpulento.
Niega en repetidas ocasiones, creyendo que ha enloquecido, pero al abrir los ojos de nuevo vuelve a ver al lobo destrozar a una persona. Bonnie se incorpora poco a poco para hacerse ovillo contra la reja más cercana, totalmente aterrada.
El hombre que la había secuestrado la había cargado como si no pesara nada cuando iba en camino a la Reservación, era joven y guapo, pálido como el papel, pero lo peor eran sus ojos, rojos como rubíes. Había matado al encargado de seguridad de la bodega en tan solo un parpadeó y lo drenó, había bebido su sangre y ella lo presenció todo aterrada.
No tenía que pensar demasiado para entender que era un ser sobrenatural, un vampiro.
Su atención vuelve hasta Edward Cullen que era detenido por dos personas con ropas desgastadas, un hombre y una mujer sin expresión alguna en el rostro.
El enorme lobo gris es lanzado por el chico latino que estaba pegado a Riley. Él mismo toma a Damian del cuello y lo arrastra ante el neófito al mando.
Los dos Cullen se encuentran arrodillados ante Riley Biers, quien sonríe con suficiencia.
— ¡Victoria!— exclama Edward mirando hacia el piso— ¡Sé que estás aquí! ¡Ya me tienes!
— Primero lo primero— responde Riley y chasquea la lengua—. Diego, haz los honores con el otro.
— ¡No!— jadea Edward tratando de zafarse del agarre de los dos neófitos pero estos lo sostienen con fuerza—. Mátame a mí pero por favor no le hagas nada, por favor.
El neófito nombrado Diego toma de los cabellos a Damian y justo cuando le arrancaría la cabeza, Riley le pide que pare.
— ¿Qué tenemos aquí?— la peligrosa pelirroja aparece saliendo de la oscuridad, alzando una de sus cejas.
Victoria se acerca al joven Damian Cullen agachándose para estar a su altura y acaricia su rostro, por una fracción de segundos éste y Edward comparten una mirada.
La pelirroja abrió los ojos, sorprendida y después suelta una perturbadora risa. Edward lee sus pensamientos, ella ahora sabe que Bella no es la persona a quien ama el vampiro, sino que es Damian.
— La muerte de éste niño iba a ser rápida, pensé que solo era uno de tus hermanos pero al ver cómo lo miras creo que me equivoqué de objetivo. Ahora voy a matarlo tan lentamente y lo que más voy a disfrutar es que tú lo vas a mirar de inicio a fin.
Edward le gruñe y ella lo abofeteó con fuerza. Se acerca de nuevo a Damian sujetado por Diego, lo mira con superioridad y se prepara para comenzar a torturarlo.
La respiración de Bonnie comienza a acelerarse. Se levanta aprovechando que nadie le presta atención y baja de la plataforma, buscando desesperadamente algo para llevar a cabo lo primero que se le viene a la mente.
Encuentra un pedazo de los vidrios que los neófitos rompieron al entrar, y antes de clavarlo sobre su delicada y pálida piel del brazo, carraspeó su garganta para llamar la atención de todos.
Jadeó al sentir la punta gruesa del vidrio entrar a su piel en esa zona tan familiar para ella, conocía la sensación pues muchas veces se había cortado en su adolescencia más temprana. Al instante un hilo de sangre recorre su brazo llamando la atención de todos los incontrolables neófitos convertidos por Riley, ocasionando que estos suelten a Edward y a Damian, acercándose a Bonnie con sed descontrolada.
La chica cierra los ojos, esperando un golpe o impacto pero es acogida por unos brazos calientes y delgados, los de Leah Clearwater en su forma humana.
— ¡Sácala de aquí!— gritó Jasper exigente mientras tomaba la mano derecha de Riley, Diego, y lo decapita rápidamente.
Leah asiente y toma en brazos a la esbelta chica, quien la abraza con fuerza.
Jasper y Alice aparecen junto con los lobos para deshacerse de los neófitos mientras Edward va tras Victoria y Damian por Riley.
El vampiro vegetariano más reciente de los Cullen tomó del brazo a Riley Biers, ambos eran igual de fuertes pero Damian tenía la instrucción de Jasper en combate, una ventaja que hizo que le arrancara la extremidad, ocasionando que gritara de dolor.
Victoria, al verse sobrepasada, trata de huir atendiendo a su especial instinto de supervivencia pero la voz de Edward lo detiene—. ¡Acabemos esto de una vez, tú y yo!
La mujer pelirroja se gira lentamente, mirándolo con asco y desprecio, temblando de odio.
— James era tan débil— Edward estaba provocando a la mujer—, fue tan fácil hacerlo pedazos y convertirlo en cenizas. James no era nada.
Victoria se arroja a Edward con fuerza cayendo ambos al suelo. Ambos se enfrascan en una serie de golpes y gruñidos.
Damian por su parte sigue batallando para deshacerse de Riley, aprovecha que al parecer Jacob Black convertido en lobo viene hacia ellos.
— Te metiste con la chica equivocada, esto es por Bonnie— Damian lanza al neófito hasta el lobo y éste es destruido por Jacob con sus dientes.
Edward toma el rojo y rizado cabello de Victoria, muerde su cuello provocando que la mujer gimiera de dolor.
— ¡Los Volturi! ¡Ellos me dejaron hacer esto!— gritó la mujer antes de que con otro mordisco, Edward le arrancara la cabeza. El telépata entiende a que se refiere, pues en la mente de la pelirroja ve el encuentro entre ella y los miembros de guardia.
El lector de mentes cae al piso, con la respiración agitada y la mirada en el cuerpo de la mujer. Reacciona hasta que los brazos de alguien lo intentan levantar después de prenderle fuego a los restos de Victoria.
Edward parpadea y abraza con fuerza a Damian, enterrando su rostro en el cabello rizado del muchacho. Si fuera humano, hubiera estado llorando al pensar que pudo haber muerto.
— Estoy bien Edward, estoy bien. Te amo, mírame— lo ojos negros del muchacho lo miran con preocupación mientras sujeta su rostro.
— Creí que te perdería, no te vayas ¿De acuerdo?
— ¿A dónde más iría?— ambos se abrazan con desesperación de sentirse a salvo, siendo interrumpidos por Alice que los abraza a ambos.
— Chicos, lo siento tanto. Yo jamás...— la pequeña vampiresa suspira mirando a sus hermanos—, jamás quise decirte eso Edward, lo lamento tanto.
— Hablaremos después Alice—. Damian paro sus disculpas y los tres salieron del lugar, no sin antes prenderle fuego.
Bonnie estaba recargada en el auto de Edward entre los brazos de Leah. Tenía los ojos cerrados y respiraba profundamente. Jasper se acerca a ella, al igual que Damian. Bonnie abre los ojos y sin pensarlo dos veces, abraza al rubio con fuerza siendo correspondida.
— Lamento no estar ahí para protegerte— Jasper se culpaba a él mismo. Parecía que auto culparse era una característica típica de los hermanos Cullen.
Bonnie niega con el rostro, Jasper se aleja un poco pues el brazo de la chica aún sangraba. Damian se acerca a su amiga y, sin mediar palabra, cura la cortada de su brazo con tan solo pasar su mano.
La agradable chica en lugar de sorprenderse se suelta a llorar y abraza a su mejor amigo con fuerza, dejando ver toda su preocupación y el miedo que tuvo por la vida de todos ellos. Aprieta sus labios tratando de acallar sus sollozos, Jasper le ofrece un pañuelo y Bonnie no puede evitar reír un segundo, estaba cada vez más enamorada de él.
El amanecer había llegado desde hace unas horas y aunque estaba nublado, el sol ocasionó que las pieles de los vampiros brillen haciendo que Bonnie exclamé por la sorpresa.
— Siento interrumpir pero, tenemos complicaciones— informa Alice y Edward se tensó inmediatamente. Jasper también lo siente y mira a los hermanos Clearwater.
— Lleven a Bonnie a la Reservación por favor, pueden llevarse el auto de Edward para que vayan más cómodos.
— No sé conducir— Leah muerde su labio inferior, Seth alza las manos.
— Yo sí— habla Jacob por primera vez y todos están de acuerdo.
Los Cullen se reúnen en el campo de entrenamiento a petición de Alice, quien había visto en su visión que la guardia Vulturi llegaría hasta ese lugar.
Damian es abrazado por Esme y Rosalie. También recibe muestras de afecto por parte de Carlisle y Emmett.
Después de su encuentro, todos ven acercarse a las características figuras negras hasta ellos.
— Increíble. Nunca ví a un clan salir intacto de un ataque como este— Jane miró con atención a cada uno de los Cullen, para después mostrar su decepción al verlos a todos en una pieza.
— Tuvimos suerte— Carlisle luce tranquilo, sin dejarse intimidar por la pequeña vampira.
— Eso lo dudo.
Damian los mira con atención, manteniendo su postura erguida.
— Parece que nos perdimos una buena pelea— Alec habla haciendo sonreír a su hermana gemela.
— Sí, con poca frecuencia somos innecesarios.
Edward ve claramente en sus pensamientos que Victoria tenía razón, ellos la dejaron seguir con su plan buscando crear estragos en su familia.
— Si hubieran llegado una hora antes hubieran podido ayudar.
Jane entrecierra los ojos y sonríe de lado—. Sí, que pena.
La poderosa inmortal recorre la mirada hasta una chica que se encontraba unos pasos atrás de los Cullen—. Les faltó una.
Damian gira para ver a la niña asustada, era tan solo una chica de catorce o quince años. Jasper se acerca a la chica, con la mirada al pendiente de los miembros de la guardia.
Carlisle comenta que le ofrecieron asilo y Jane muestra su disgusto al oírlo.
—¿Por qué viniste?— la neófita no responde y segundos después cae al suelo chillando de dolor.
— ¿Quién te creó?
La recién nacida vuelve a gritar por el dolor, Damian no resiste y se acerca a ella, interponiéndose entre ella y Jane, creando así una barrera para que la chica pueda responder.
— Riley, él me convirtió pero sé que una mujer le ordenó hacerlo— responde, jadeando aún por la aterradora sensación que acababa de experimentar—, dijo que nuestros pensamientos no estaban seguros porque los Cullen pueden leer nuestras mentes.
La mirada de Jane vuelve a Edward y regresa a la neófita, haciéndola sufrir de nuevo.
— No tienes que hacer eso, ya basta— Damian logra envolver con su poder a la neófita que sonríe al sentir una inusual sensación de alivio, haciendo que Jane ya no pueda hacerle daño. Alec da un paso pero es detenido por su hermana aún sorprendida por qué si infalible don es confrontado por ese insignificante neófito.
Dolor contra placer; ella parpadea un instante con inseguridad, mirando a Damian con curiosidad.
— Su nombre era Victoria, yo la asesine. La chica no sabía nada de lo que ocurría a su alrededor, dale la oportunidad— Edward toma del brazo a Damian, sabiendo que el que hubiera defendido a la chica y enfrentarse al terrible don de Jane había sido un error.
— Los Volturi no damos segundas oportunidades, ya deberían saberlo— recuerda Jane centrando su mirada en Damian—, encárgate Félix, quiero ir a casa.
Damian alza la mirada y encuentra sus ojos negros con los escarlata de Jane, sintiendo una sensación rara y desagradable.
El neófito mira a Edward y no tiene que leer su mente para saber que interponerse era un suicidio. El sanador baja la mirada y musita un "lo siento". Edward lo abraza por los hombros y el chico cierra los ojos al escuchar el sonido del cristal romperse.
Jasper y Damian regresaban de casa de Bonnie en el Nissan del más joven. A la adolescente la habían dejado después de recogerla de la reservación, entrando con la aprobación de Sam Uley.
Damian había aprovechado la oportunidad de estar tan cerca de Billy Black para, con la ayuda de su don, hacerlo caminar de nuevo. Jacob Black, con el rostro empapado de lágrimas y totalmente agradecido, había abrazado al vampiro de quién tan mal Bella le había hablado.
Bonnie les había pedido algo de tiempo a ambos para asimilar la información que tanto su novio como su mejor amigo le habían dado. Les prometió que no estaba asustada, que solo necesitaba pensar.
Damian y Jasper entran a la casa Cullen, en donde Rosalie discute con Edward por darle unas prendas a Bella.
— Los pantalones eran Chanel y la sudadera era Gucci, Edward— la rubia se queja, ocasionando que Edward gire los ojos—, la marginal de Bella los va a vender por dos centavos.
— Por décima vez, ya te dije que lo siento.
Damian entra a la casa y va directamente de los brazos de su compañero, quien lo recibe gustoso en un abrazo para nada fraternal. Ambos recuerdan en dónde están y voltean a ver a su familia, que los miran con sonrisas socarronas y expectantes. Edward suspira y toma la mano de Damian para mirar a su familia.
— Damian y yo estamos juntos.
— ¡Al fin!— exclaman en unísono, sorprendiendo a los vampiros haciendo que sonrían sorprendidos.
Todos se acercaron a felicitarlos, Emmett abraza a Damian—. ¡Sabía que el agujero en tu habitación no era por una ardilla, cochinotes!
— ¡Emmett!— Damian niega girando los ojos y golpeó su hombro.
Alice, quien permanecía callada y alejada, se acerca a ellos con una sonrisa avergonzada que no le llega a los ojos.
— Quiero disculparme con los tres— la voz de Alice sonaba arrepentida, y dolida—. Jamás he querido lastimar a ninguno de ustedes y eso también te incluye a ti Jasper, son mi familia y el que estuvieran en riesgo me hizo entrar en razón. Ver la posible muerte de los tres en una visión me hizo replantear muchas cosas, son mi familia y debo protegerlos.
Su ex pareja asiente con aspecto tranquilo. Damian la abraza con fuerza, amaba a su hermana.
— Te prometo jamás volver a fallarte Damian, no he sido la hermana que necesitas y lo lamento mucho.
Edward también la abraza, y le dice que todo estará bien, que no tiene nada que perdonarle.
A/N: ¿Qué piensan que Bella hubiera sido #eliminada de la batalla?
Yo amé no saber de ella por el momento xd.
Iniciamos nuevo acto, estoy emocionada.
Les quiero.
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