18. La verdad duele

Capítulo dieciocho:

La verdad duele



Las cosas pasaron muy rápido, en un segundo estaba en los brazos de Edward y al otro Damian solo podía escuchar los histéricos gritos de Bella mientras la lluvia arreciaba.

Pese a todo y que la castaña le resultaba por demás desagradable, Damian estaba empezando a preocuparse por su salud, tanto física como mental.

— ¡Dime que no es cierto! ¡Dime que lo que ví fue un error!—suplicaba Bella golpeando el pecho del vampiro telépata, con los ojos inundados de lágrimas y la voz entrecortada.

— Bella, por favor entra a la casa y hablemos con calma— gimió Edward, también preocupado porque la humana ya estaba empapada.

—¡No!—negó ella de manera frenética, completamente fuera de sí.

Edward no tuvo opción y la sujetó con fuerza para meterla a la casa. Damian corrió a velocidad sobrehumana por una toalla para envolverla pero ella se negaba a que él se acercara.

—¡Quiero que él se vaya! ¡Lárgate!— gritó la chica mientras estaba sujetada por Edward.

Damian tragó saliva, miró los angustiados ojos de Edward y asintió con cautela saliendo por uno de los ventanales—. Los dejaré a solas.

El neófito no se fue muy lejos pero les dió la intimidad necesaria para hablar. Estaba preocupado por la humana, había entrado en un estado de shock en el que podía lastimarse y eso indudablemente lastimaría a Edward.

Pasó bastante tiempo para que Bella se calmara, Edward le preparó un té e incluso tomó prendas de su hermana Rose para que la castaña no estuviera mojada.

Cuando ya no gritaba, Edward se armó de valor para hablar con ella. Bella estaba hecha ovillo sobre el sofá de la sala principal de los Cullen y el cobrizo se sentó a su lado.

— Lamento mucho lo que pasó, jamás he querido hacerte daño. Me he equivocado y no lo mereces—comienza el vampiro. La chica lo miró con expresión indescifrable y, sentándose lentamente, preguntó con voz lúgubre, rota.

— ¿Otra vez vas a dejarme?— pregunta de manera perturbadora.

—Bella, yo...— Edward se armó de valor—, yo me enamoré de él—, el vampiro traga saliva al ver su rostro descomponerse—. No espero que me perdones, solo que me entiendas y no me guardes rencor.

Bella abrió los ojos un momento y después soltó una risita seca, negó varias veces y sujetó firmemente las manos de su novio con una sonrisa.

— No Edward, estás confundido, es eso. Esto es un mal entendido que yo manejaré por los dos; tú y yo nos casaremos, me convertirás, me pagarás una universidad carísima y un auto. Estaremos juntos para toda la eternidad, siendo iguales.

Edward apartó sus manos de la de la humana y negó lentamente colocándolas en sus piernas.

— Estoy enamorado de Damian, Bella. Lo nuestro no puede seguir adelante cuando amo desesperadamente a otra persona. No es justo para ti, ni para Damian, ni para mí.

Edward se levanta y la humana lo imita.

— ¡Eso no es cierto!— Bella se alzó de puntillas para tomar su rostro y habla de manera desquiciada—. ¡Tú no puedes amarlo! Me amas a mí, muchas veces me dijiste que era tu vida, no puedes cambiarme por un hombre.

La humana lo besa de sorpresa y él se aparta como si le quemara el contacto. Jamás imaginó que los labios de Bella le supieran tan amargos como ahora.

— Esto se acabó aquí Bella, por favor no insistas.

De pronto escuchó su celular vibrar, caminó hasta la mesa en dónde lo había dejado y vió el mensaje de Alice en la pantalla.

"Se acabó, ya no veo el futuro de Bella. No quiero saber nada de ti ni de Damian, la he perdido para siempre".

Edward gira los ojos al leer la reacción exagerada de su hermana favorita, después hablaría con ella.

La castaña se levanta y envuelve la cintura de Edward con los brazos desde atrás, pegando su cabeza a la espalda del vampiro. Estaba aferrándose a él con el alma, su oportunidad para una vida mejor.

El más alto se separa de ella, Bella baja la mirada para después volver a verlo con rabia.

— ¿Desde cuándo te gustan los hombres Edward? ¿Solo fui tu pantalla?— pregunta con desprecio y burla.

— No me gustan los hombres, Bella— responde de manera dura por el agrio comentario—, amo a una sola persona y esa persona es Damian.

Bella cubre su rostro con las manos para después llevarlas a su cabello en un gesto desesperado. Edward la mira como mirando a un animal asustado y herido, no quería lastimarla pero ella era la que intentaba hacerle daño.

—Lo convertiste a él y no a mí.

—Bella, estaba muriendo. No lo convertí por capricho o por gusto.

— ¿Es por él que no quieres transformarme?

— No Bella, no lo hago porque no voy a arrancarte el alma de esa manera cuando tú sí tienes oportunidad de vivir.

— ¡Estoy harta de esa estupidez del alma! ¡No quiero esta patética vida que tengo! — exclama cansada de la actitud de Edward.

— ¡Para mí no es estupidez Bella!— el vampiro estaba molesto—. ¿Acaso no puedes entender qué ser vampiro es una blasfemia? ¿No entiendes qué es una pesadilla?

— ¡Eso no es cierto!— contestó Bella—. Ser joven y no morir nunca es maravilloso.

— ¡Bella, por Dios!— Edward trata de hacerla entender sacudiendo sus hombros—. Yo jamás te convertiré, entiéndelo.

La humana se queda callada, da dos pasos hacia atrás como si Edward la hubiera abofeteado. La humana decide cambiar de estrategia al ver que Edward no quiere ceder.

— Escúchame bien...— dice Bella de manera frenética acercándose a él de nuevo—. Puedo soportar el que no me quieras, puedo soportar compartirte con ese imbécil, puedo olvidar lo que ví, podemos irnos en cuanto nos casemos y fingir mi muerte para que la manada no tome represalias pero lo que no puedo soportar más es seguir siendo humana.

Edward la mira sin comprender la actitud de la castaña—. Bella, ¿qué estás diciendo?

— Quiero la inmortalidad, Edward. Es lo que más deseo en el mundo, quiero ser hermosa y joven por siempre.

El vampiro ahora da dos pasos para atrás, mirando el rostro desencajado de la humana. Parpadeó varias veces y entonces entendió lo que siempre le había dicho Rosalie sobre Bella, que ella solo quería algo de él y que eso era su ponzoña.

— Ni yo ni mi familia vamos a darte lo que deseas Bella, jamás— dice Edward de manera lenta y firme.

— Conviérteme en vampiro ahora Edward, está noche y dejaré a tu puta en paz—la humana sonríe de manera sombría—, de lo contrario no me tentaré el corazón en esparcir en todo el pueblo que tú y ese marica son unos asquerosos homosexuales.

— ¿Qué?

— Y también le diré a la asquerosa transexual de Bonnie lo que son. Me darás lo que quiero por las buenas o por las malas.

— Haz lo que quieras Bella, yo me acepto tal cual soy y no me importa lo que diga este pueblo al respecto— responde Edward totalmente consternado pero alerta por la amenaza en contra del hombre que ama—. A diferencia de ti y gracias al amor de una persona maravillosa, he llegado a amarme tal y como soy, no me avergüenza amar a Damian, pues es el ser más transparente y puro que he conocido. Si tú no puedes aceptarte tal y como eres, una insignificante humana promedio sin ningún tipo de talento, no es mi maldito problema.

"En cuanto a Bonnie, aléjate de ella. Es inocente de todo esto. Jasper ahora está con ella, y si actúas en contra de su compañera no lo detendré de hacerte daño esta vez.

Ahora, fuera de mi casa."

Las lágrimas empiezan a acumularse en los ojos de Bella haciendo que baje la mirada sintiéndose derrotada. Toma una respiración larga y lo mira directamente con los ojos inyectados de sangre.

—Tú y ese maldito gay van a arrepentirse de esto, te juro que me las van a pagar. ¡No voy a descansar hasta hacerlos pagar!

—A mí hazme lo que quieras Bella, lo merezco por ser tan estúpido y dejarte entrar en mi vida y en la de mi familia, pero a Damian déjalo tranquilo—Edward se acerca a Bella, amenazante—, no vas a lastimarlo.

Isabella Swan sale de la casa y cierra de un portazo su camioneta. Tenía que pensar en su próximo movimiento, pero con la amenaza de Victoria no podría volver a su casa, así que decide conducir a la Reservación.

En cuanto las llantas del viejo Chevrolet naranja no se escuchan, Damian sale de entre los árboles para abrazar a Edward en la entrada de la mansión Cullen.

Si bien el vampiro cobrizo ya no la quería, jamás imaginó llevarse tal decepción al oír que para lo único que lo quería a él y su familia era para ser inmortal.

— Oye, tranquilo. Pudo haber sido peor—soba la espalda del más alto, dándole todo su apoyo.

— ¿A qué clase de persona metí en nuestras vidas?—pregunta el telépata para sí mismo.

— No va a hacernos daño, ven...— Damian toma su rostro e imita los besos cariñosos que horas antes Edward le había dado

—Yo quería evitar todo eso— dice Edward sosteniendo al muchacho de los brazos.

—Hay cosas que no pueden evitarse, por lo menos ahora sabemos lo que quiere Bella— Damian quita de la frente de su amado unos mechones de cabello para depositar un beso.

—Soy una persona horrible.

— Estoy embarazado.

—¡¿Qué?!— pregunta Edward consternado sin soltar a Damian.

— Creí que estábamos jugando a decir cosas imposibles.

La broma de Damian logra su objetivo, hacer reír a Edward y calmarlo. Ambos acercaron sus rostros lentamente y besaron sus labios con suavidad.

— Eres un ángel— suspira el telépata separándose solo unos centímetros del más joven, acariciando su rostro—, sé que mereces a alguien mejor que yo pero quiero creer que si hay alguien diseñado para mí, eres tú. Haré lo que sea necesario, estoy dispuesto a todo para estar a tu lado.

— Ahora estamos juntos en esto— respondió Damian rozando su nariz con la de su amante—, y siento mucha pena por la persona que se atreva a intentar hacernos daño.

Damian comenzó a desabotonar la pulcra y suave camisa de Edward, maravillado por lo suave que era la piel del otro vampiro. Las yemas de los dedos del más joven hicieron estremecer a Edward Cullen al punto de soltar un jadeo.

El lector de mentes carga al estilo nupcial hasta su cuarto a velocidad sobrehumana y lo deja sobre la cama que, secretamente, había comprado para ambos. Damian ríe cuando cae sobre el blando colchón pero no pierde el tiempo cuando siente el cuerpo de Edward posarse sobre el suyo.

—Te deseo...— susurró el joven neófito cuando Edward comenzó a lamer y morder su cuello.

—Yo también, quiero hacerte mío, ahora—respondió el lector de mentes y Damian solo pudo sonreír con los ojos cerrados.

El sonido de "Boy With Luv", la canción favorita de Bonnie y que servía como tono de llamada, hizo que Damian gruñera pues su celular estaba en los pantalones tirados en el piso.

— No contestes— pidió Edward besando su espalda ocasionando que Damian se estremezca.

— Voy a ver qué quiere, espera—responde dándole un beso en los labios. Damian se arrastra por la cama hasta agarrar el celular de la bolsa trasera de su pantalón y contesta fingiendo enojo—. Voy a matarte Bonnie Aldrin, estaba en medio de algo importante. ¿Qué haces despierta a esta hora?

— Cuidado con lo que deseas...—susurró una voz al otro lado, una que no era de su mejor amiga y que heló su sangre.

— ¿Riley?— pregunta el sanador y se pone de pie, en menos de dos segundos Edward está a su lado.

— Ella está conmigo, iba en su bicicleta cuando la encontré—responde el neófito al mando de Victoria—, despídete linda.

— ¿Damian? ¿Qué sucede?—pregunta la rubia asustada, el vampiro ve con completo terror a su compañero.

— Bonnie, nena. Tranquila, todo estará bien; lo prometo— exclama su amigo.

— No prometas cosas que no vas a cumplir— responde Riley con cinismo y acaricia las últimas palabras—. Adiós, Damian Cullen.

— ¡Imbécil!—la llamada termina y Damian ya está completamente vestido a los dos segundos dispuesto a ir por él—¡Voy a matarlo!

—Tranquilízate, dame el celular— pide Edward con la computadora prendida, Damian obedece alterado—. Aunque lo destruya podemos encontrar la ubicación.

—Dame tu celular Edward— exige Damian y el lector de mentes asiente—, esto solo significa una cosa.

—¿Qué?

—Que la batalla tendrá que adelantarse.

Damian habla con Jasper de todo lo sucedido y éste le promete estar ahí pronto junto con los demás miembros de la familia Cullen lo más pronto posible.

— Lo encontré, están cerca— dice Edward levantándose con la computadora en mano—. Están en la zona industrial de Port Angeles.

— Hay que decirle a la manada, Leah tiene que explicarme porque Bonnie no estaba en la reservación.

— Ella envió un mensaje diciendo que estaría contigo, que por eso no llegó a nuestra pijamada—se defendió la loba a través de Edward una vez que la manada y los dos vampiros se reunieron en la línea divisoria. Leah estaba preocupada, se sentía culpable por no verificar que la rubia de verdad estaba con el vampiro.

— Eso no importa, tenemos que ir por Bonnie.

— Sam dice que Bella está en la reservación, en casa de los Black— Edward asiente en dirección al alfa.

— No podemos dejar desprotegido al pueblo— dice Damian acercándose a su compañero mirándolo preocupado—. Esto puede ser una trampa.

—Tendremos que arriesgarnos—responde Edward y mira al enorme lobo negro para después asentir.

— Leah y Paul nos acompañarán, la manada se quedará a proteger al pueblo en lo que llegan los demás.

No había tiempo que perder, los lobos en su forma seguían por el bosque al lujoso Volvo de Edward hasta Port Angeles. La zona industrial del pueblo aledaño a Forks quedaba en la carretera, había decenas bodegas pero gracias a la localización del celular de Bonnie.

Edward estacionó el Volvo sobre la carretera, los lobos encontraron al encargado de seguridad muerto y drenado de sangre. El olor característico de Bonnie, azaleas y menta, hicieron que los vampiros y los lobos encontraran rápidamente la bodega en dónde estaba la rubia junto con Riley Biers.

Damian y Edward entraron con precaución, mientras Leah y Paul se quedaban afuera, aullarían si algo andaba mal.

Para el mayor de los Cullen todo esto era como un Déjà Vu, hace casi dos años se encontraba en una situación similar, cuando salvó a Bella de James.

— Pase lo que pase, quiero decirte que te amo— Damian dice mentalmente, Edward voltea a mirarlo para después tomar su mano.

Caminan con lentitud, sin emitir sonido alguno. Estaban rodeados de cajas de madera enormes y maquinaría pesada.

Riley Biers estaba parado sobre una de esas enormes cajas, esperándolos mientras silbaba una canción, la última canción que recordaba oír de su vida humana.

— Los Cullen son muy predecibles— comienza a decir mientras Edward camina hacía él—, no entiendo ese extraño afecto que tienen hacia los humanos cuando solo son comida.

— Riley— el lector de mentes lo mira con precaución, al pendiente de cada movimiento de su cuerpo—. ¿Dónde está la chica?

Damian, que permanecía oculto, intenta desesperadamente encontrar a Bonnie.

— Ella huele distinto para mí que todos los demás, desde que fuí a la casa de tu noviecita quedé prendado de su olor—la ensoñación de Riley permite que Damian, agachado para que no lo vea, busque desesperadamente a Bonnie—. Huele delicioso, es mi postre personal para cuando termine con todo tu clan.

— ¿Y Victoria?

— Ella se mantiene a la sombra.

— No lo vale Riley, ella sabe que te mataré— dice Edward con la voz tranquila—. Está haciendo todo esto para vengarse de mí por matar a su pareja, a James. No porque le importen tú o los demás, no seas su títere en una venganza sin sentido.

—No jugarás con mi mente.

— No quiero hacerlo, solo piénsalo— Edward intenta hacer entrar en razón al muchacho y ganar tiempo—. Tú eres de Forks, conoces el área. Ví a tus padres en la comisaría del pueblo, no se han rendido en buscarte.

El neófito parece dudar, Edward había tocado su punto débil.

Damian encuentra a Bonnie inconsciente, amarrada y sobre el piso junto al cuerpo inerte de un hombre, el encargado de seguridad de la bodega. La toma en brazos sin dificultad y al intentar salir, se encuentra con un neófito, era un chico latino que obstruía la única puerta.

—¡Riley, quieren llevarse a tu pastelito!— gritó el neófito y sonríe al ver a Damian ponerse más pálido de lo común.

Un aullido ensordecedor alerta a los dos Cullen, el chico latino arrastra a Damian con Bonnie en brazos y Edward los cubre con su cuerpo mientras el segundo neófito se une a su líder.

— ¿No creyeron que sería tan fácil, o sí?— Biers sonríe con suficiencia mientras una decena de neófitos empieza a escalar las paredes de la bodega por afuera.

Los lobos se ven rebasados y Damian empieza a temer por la vida de las personas que más ama.












Bella: *respira*
Ustedes:

A/N: amigueeeeees, les quiero mucho. Quédense en casa medida de lo posible, les mando un abrazo.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top