14. Escape a Seattle

Capítulo catorce:

Escape a Seattle



Leah Clearwater había estado embarazada hace unos meses. Justo en el peor de sus días, cuando su padre acababa de morir, se enteró que en su vientre llevaba al hijo de Sam Uley, aquel que habían concebido antes de que el alfa conociera a su improta, Emily Young.

Perdió al bebé después de su primera transformación, sola en medio del bosque. Algo andaba mal en ella pues las hemorragias no la dejaban en paz y cada vez se sentía peor. Leah Clearwater jamás volvería a ser madre.

Toda la manada entendió el por qué del carácter frío y agrio de la única mujer del equipo, había sufrido muchísimo y seguía haciéndolo todos los días. Mantuvo el secreto en lo más recóndito de su mente, luchando cada vez más por no pensar en eso.

Damian Cullen la había ayudado y ahora se sentía mucho mejor, como si nada hubiera pasado. Apenas podía creer que un chupasangre hiciera posible algo tan maravilloso como sanar a la gente, era todo un milagro.

El muchacho había hablado con ella con mucha cautela y empatía, contándole que él mismo había sido un sobreviviente pues su madre había tenido un aborto antes de concebirlo y era probable que muriera.

— Mi mamá luchó con todas sus fuerzas por seguir adelante con su embarazo, aún cuando podía morir ella no desistió y mírame, más vivo que nunca— dijo Damian sonriendo cariñosamente.

— ¿De verdad?— preguntó la joven Clearwater mientras secaba las lágrimas de sus mejillas.

Damian asiente y toma con delicadeza sus manos. Leah calma su llanto, jamás había llorado así—. Tú no sabías que en tus venas corría el gen de los lobos, no fue tu culpa Leah, entiéndelo y deja de castigarte. Nadie merece vivir castigándose eternamente.

Seth abrazó a su hermana, consolando su corazón lastimado. Damian y Edward vieron como el auto con los lobos adentro se fue por la carretera.

Leah estaba en paz, sabiendo que no había sido su culpa perder a su hijo y que no tenía nada de qué avergonzarse.

Damian logró lo inimaginable: que los hermanos Clearwater y Quil Ateara lo apoyaran al alegar por él con Sam Uley y el consejo Quileute. Lograron que el muchacho de ojos dorados entrara a la reservación para curar al abuelo Ateara de su ceguera, haciéndolo volver a ver en cuestión de minutos.

Hizo lo mismo con el dulce rostro de Emily Young, al curar la horrible cicatriz que atravesaba su cara volviendo a su estado original.

La manada tenía que admitirlo, Damian Cullen no era mala persona.

El que no estaba nada feliz era Jacob Black; Bella Swan tenía días metiéndole en la cabeza que él sería un mejor alfa que Sam, que era su derecho al ser descendiente directo de Ephraim Black.

Bella odiaba con todas sus fuerzas la buena relación del hermano de su novio con los lobos; ella no sabía por qué pero detestaba al dulce y amoroso chico de cabello rizado.

Sentía que ocupaba un lugar que estaba destinado para ella, se llevaba magníficamente con Rosalie e incluso con Jasper, el más serio de la familia Cullen.

En esa casa solo tenía a una aliada verdadera, Alice. Estaba un poco harta de la vampiresa de cabello corto por su actitud tan asfixiante pues parecía perrito faldero detrás de ella pero sabía que lo mejor era tenerla de su lado.

Bella notaba a su novio raro, más de lo normal. Antes la seguridad de la humana era todo para el vampiro, incluso le quitaba los cuchillos de las manos cuando preparaba la cena; ahora parecía solo vivir por su hermano adoptivo.

Ella miraba como los ojos de Edward resplandecían como soles solo de escuchar a Damian hablar, como sus gestos parecían suavizarse cuando el muchacho aparecía en la habitación, inclusive una vez lo escuchó suspirar cuando miraba a Damian irse con Bonnie a cualquier parte.

Y luego estaba el tema de Bonnie. Isabella detestaba a la rubia, tal vez por ser tan segura de ella misma cuando la castaña se sentía inferior a todos a su alrededor, tal vez por qué era trans o tal vez solo la detestaba por qué ella también convivía con los Cullen siendo humana.

El punto a analizar era lo bien que se llevaban ella y Jasper; el ex militar se sentaba todos los días con Bonnie y Damian en la cafetería, se iban juntos...de un momento a otro parecía que Jasper solo quería estar con ellos alejándose de manera extraña de Alice.

Pero Bella no iba a perder el tiempo en eso, faltaban pocos días para la graduación y pronto dejaría la casa de su padre. La humana está ansiosa por iniciar su vida como inmortal, por eso insistía todos los días a Edward por convertirla; pensaba en todo eso mientras trataba de comer algo en la cafetería de la escuela.

En la mesa de Damian, Bonnie revisaba una y otra vez su discurso. Estaba tan nerviosa que Jasper deseó enviarle oleadas de calma sin éxito, era como si ella no estuviera ahí.

— Oh chicos...voy a vomitar— se queja Bonnie haciendo sonreír a ambos—, en serio. Usen impermeable porque no sé si pueda hacer esto.

— Lo harás bien, estoy seguro— dijo tranquilamente Jasper. Bonnie le agradeció con una sonrisa.

Ella estaba loca por él, era inevitable sucumbir a la belleza de un Cullen pero para Bonnie, Jasper era más... Era una caja de Pandora que quería abrir. Pero era consciente de que el hermano favorito de su mejor amigo salía desde hace mucho tiempo con la hermosa Alice, así que se desistió de la idea.

— Gracias por el apoyo, estoy tan feliz— la rubia soltó aire contenido y les dedicó una sonrisa—, el viernes iré a Seattle de fiesta con unas amigas que conocí en el curso de verano al que asistí el año pasado, ¿Quieren venir?

Los muchachos negaron con el rostro y Bonnie giró los ojos sin perder su buen humor—. A veces creo que ustedes tienen como cien años, en fin. Me iré en autobús, la fiesta será en el barrio donde están las residencias universitarias por si quieren alcanzarme.

La chica se levantó de repente y besó las mejillas de ambos, siendo Jasper el que se quedara estático en su lugar ante el gesto. En su pecho saltó algo, de eso estaba seguro; cuando Bonnie desapareció tragó saliva y salió por el pasillo, para después salir del edificio.

Damian rápidamente acudió ante Alice, que conversaba de trivialidades con Bella. Ese día Edward no había ido a la escuela por ir a cazar junto a Emmett y Rosalie, así que Bella no tenía que disimular su disgusto por el más joven de los Cullen.

— ¿Alice, podemos hablar?— preguntó el joven preocupado, Alice parpadeó y dijo que sí con el rostro.

Ambos caminaron alejados de que los escucharan y Damian comenzó— Jasper salió de aquí actuando raro, ¿No viste cómo salió de aquí prácticamente corriendo?

Alice suspiró y asintió—. Voy a hablar con él—, la pequeña Cullen sale en busca de su compañero.

Lo alcanza metido en el auto que ambos compartían, con las manos en el volante y la cabeza reclinada en el asiento. Alice lo ve con tristeza, era el momento de hablar.

— Jasper...— comienza la más bajita trayendo de vuelta a su compañero. Él la mira y por las emociones que emana sabe que algo va mal.

— ¿Alice, me estás ocultando algo?

— Sí...— admitió avergonzada—, desde que Damian fue a esa fiesta tu futuro ya no está ligado al mío.

— Alice, mi futuro es contigo— respondió Jasper queriendo tomarla de las manos pero ella se aleja.

— No Jazz...— la vidente lo mira con tristeza—, cada día que pasa estoy menos segura de eso.

Jasper se levanta y la mira con el ceño fruncido, siente en ella mortificación y tristeza— ¿Qué estás tratando de decirme?

La vampira de cabello corto calla y desvía la mirada, Jasper insiste— ¿Alice, qué pasa?

Alice mira al suelo y después mira el rostro de quien hasta el momento era su compañero—. Desde la fiesta de cumpleaños de Bella algo cambió en mí acerca de ti. Llevamos años juntos y jamás dudé de tí y de tu compromiso por seguir este estilo de vida hasta esa noche.

Jasper no puede creer lo que Alice estaba diciendo, negaba con la cabeza pero ella no se detuvo—. Cada día te quiero un poco menos, y un poco menos... Ya no soy feliz Jasper. Llevamos mucho tiempo juntos y necesito un tiempo para mí, ¿Vale? Descubrir quién soy fuera de esta relación, eres demasiado importante para mí pero esto no puede seguir así.

Jasper Hale no sabía quién era sin Alice, él era quien en realidad estaba perdido sin ella. Pasó sus manos sobre su cabello y exhaló el aire contenido.

— Tú eres la única que sigue recriminando en silencio lo que sucedió esa noche—, comienza a hablar—, crees que no me doy cuenta pero lo hago. Estás juzgando por un error que no demerita mi esfuerzo de años y años por no volver a ser el monstruo que fuí. Tú, mi esposa, mi compañera, me haces sentir más infeliz que nadie.

"Si quieres dejarme con ese pretexto, adelante, hazlo, pero ambos sabemos que todo el discurso que me acabas de dar es una tontería. Solo de verdad espero que valga la pena aunque ya sé la respuesta y es no".

— Jasper...— susurra Alice, dolida.

— Alice, te conozco más de lo que crees y no necesito ver el futuro o leer mentes para saber lo que sucede aquí— Jasper niega otra vez con la cabeza, apretando los ojos—. Sé que en algún momento te darás cuenta de tu error pero espero no sea demasiado tarde.

— No me odies por favor— suplica Alice. El rubio no responde y se aleja de ella.

— Jamás podría Alice, tú me enseñaste a no ser un monstruo, me enseñaste a amar.

Dicho esto, Jasper desaparece en el bosque para no volver a ser visto en días.

Damian Cullen no podía estar más enojado por la desaparición de su amado hermano y mejor amigo, lo había buscado sin éxito y temió con toda su alma que Jasper no apareciera más.

Pero lo que más había cabreado a Damian era la actitud despreocupada de Alice, quien aseguraba que el rubio solo necesitaba un momento a solas. Quería ahorcar a la pequeña vampira con sus propias manos.

Escuchó que Edward llegó con su novia y menos quiso saber de nada de nadie. Carlisle y Emmett miraban las noticias pero no le había dado importancia hasta que escuchó el más reciente reporte criminal de la zona en la televisión:

— Decenas de desaparecidos ponen en jaque al Departamento de Policía de Seattle. Los uniformados se encuentran confundidos y preocupados con la cantidad de muertos y desaparecidos. Entre las líneas de investigación se habla de un asesino serial o una pandilla.

Damian arruga la frente y saca su celular. Bonnie estaba a punto de partir a Seattle esa tarde, si corría podría alcanzarla para irse con ella. Ocuparía ese escape para ver qué demonios sucedía en la ciudad y para salir de ese lugar que en ese momento lo estaba asfixiando.

Haciendo uso de su velocidad empaca algo de ropa en su mochila y salta por la ventana utilizando como distracción que Carlisle explica a Bella su teoría de los neófitos.

Bonnie no puede evitar gritar de emoción cuando ve a Damian llegar a la estación de autobuses. Lo abraza con fuerza y ambos suben a Bus.

— ¡No puedo creer que vinieras!— exclamó sonriente, sentándose en el lugar asignado.

— Necesitaba salir de aquí por lo menos una noche— contesta Damian sonriendo igualmente al ver a su amiga tan emocionada.

— ¿Una noche? Éste fin de semana será legendario— Bonnie asiente con gesto cómplice.

— Ya veremos— respondió el vampiro.

— Ok, lo tengo que preguntar— suelta Bonnie de la nada, cuando el autobús ya iba sobre la carretera—. ¿Dónde se metió Jasper?

El sentimiento de preocupación apareció de nuevo y suspiró—. Está pasando por un mal momento.

Bonnie asintió y dijo con determinación—. Terminó con Alice, ¿Verdad?

Damian alzó las cejas sorprendido a lo que Bonnie soltó una risa seca—. Sexto sentido, cuando algo sucede en la vida de mi crush es mi deber saberlo.

— ¿Te gusta Jasper?— preguntó Damian. Bonnie asintió y contraataco con la siguiente pregunta.

— ¿Te gusta Edward?— el vampiro fingió una tos por la sorpresa—. No tienes que decirme sí o no, yo sé que babeas por el drama queen número uno y sé que él besa el piso por dónde pasas, son tan obvios, lo note cuando los sexys chicos de la reservación fueron a molestar a la escuela.

Damian giró los ojos y negó—. Edward es mi hermano, solo eso.

— Uhm, amor a la "Borgia"— se burló la rubia—, sucio pero sexi, tal vez escriba un fanfic de ustedes dos en donde tengan mucho sexo.

Damian no contestó y decidió cortar el tema. Cuando llegaron a Seattle tomaron un taxi para llegar al edificio de residencias universitarias en dónde vivían los amigos de Bonnie. Llegaron rápido pues la psicosis hacía que la gente no saliera de sus casas y hubiera menos tráfico en la noche.

Fueron recibidos por una chica morena de cabello largo y rizado y por un tipo alto y musculoso, ambos sonrientes y amables.

— Ven acá Damie, quiero usar estos glitters con esos ojos dorados— Bonnie jaló a su amigo y lo sentó frente a ella en la cocina—, te odio porque eres tan guapo y todo te queda.

Damian sonrió y cerró los ojos para que Bonnie lo maquillara. La rubia colocó glitter sin moderación en los párpados del castaño y delineó sus ojos con delineador en lápiz.

— ¡Oh! — exclamó cuando terminó el trabajo—. Si Edward estuviera aquí dejaría a Bella sin chistar, eres un sueño. Si no fueras mi casi cuñado ahora mismo te secuestraría para casarnos.

Hablando de Edward, Damian tenía quince llamadas perdidas y veinte mensajes en su mayoría de su creador, otros tantos de Rosalie y Esme. Decidió ignorarlos, solo por un momento.

La fiesta era en una bodega rediseñada. Había gente por todos lados, Damian sujetaba la mano de su amiga decidido a protegerla. En el lugar abundaban drogas y alcohol, el ruido era ensordecedor y la gente enloquecía poco a poco.

La garganta del neófito comenzó a arder, tal vez no había cazado lo suficiente como para mantenerse a raya. Bonnie le entregó una bebida con una sonrisa, Damian la aceptó y bebió todo de golpe, ocasionando los aplausos y gritos de la rubia.

Fueron bebiendo más y más tragos, Damian en verdad se estaba divirtiendo bailando con su mejor amiga y sus acompañantes. De un momento al otro la perdió pero la música era tan hipnotizante que bailaba sin parar; estaba empezando a sentirse ebrio, Emmett y Jasper le habían asegurado que los vampiros podían sentirse un poco mareados si consumían tres veces más alcohol que los humanos, cosa que estaba logrando. Había ingerido lo suficiente de alcohol adulterado como para matar a un hombre de 100 kg.

Un ser tan bello como un vampiro por supuesto que iba a ser notado, un chico rubio y ojos azules miraba embelesado al muchacho y sin saber cómo, Damian estaba besándose con él primero en la pista de baile y después en el baño de hombres.

El deseo y la sed de sangre se estaban adueñando de Damian Cullen hasta el punto de dejar libres los labios del rubio para pasar a besar su cuello mientras el chico jalaba su cabello rizado con las manos. La ponzoña se le juntó en la boca y cuando estaba a punto de morder al chico para probar su deliciosa sangre, un golpe en la puerta lo detuvo.

Damian abrió los ojos ahora negros y salió del baño, dejando al rubio deseoso de más. Al salir se encontró con Jasper, quien vestía la misma ropa del último día que lo vió pero estaba sucia y rota.

— ¿Jasper?— pregunta confundido pero lo abrazó torpemente.

— Salgamos de aquí, Bonnie y sus amigos están en el auto de Edward aquí afuera—. Informó el rubio con aspecto lúgubre.

Damian abrió los ojos y después asintió lentamente— ¿Qué sucede?

— Te lo explicaré cuando estés sobrio y Edward no quiera asesinarte.

— Oh oh...

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