13. El intruso


Capítulo trece:

El intruso



Edward y Damian habían estado juntos todo ese día hasta el anochecer disfrutando de la compañía el uno del otro como hace mucho no lo hacían. Edward había vuelto a pedir perdón y aunque le costaría tiempo perdonarlo del todo, Damian lo hizo de corazón. Cazaron para reponer fuerzas y volvieron a Forks cerca de las siete de la noche.

Al llegar, ambos se enteraron de noticias terribles: el ataque de Bonnie y que Bella se había escapado de Alice para ir a la reservación a buscar a Jacob.

A Damian le valió un pepino el bienestar de Bella y buscó la forma de ir a la comisaría del pueblo en dónde estaba Bonnie dando su declaración según el mensaje de Jasper.

— Yo te llevo, no tiene caso que me preocupe ahora por Bella. Estoy harto de que siempre se comporte de la manera más insensata posible— Edward lo sujetó del hombro para calmarlo y apoyarlo—, vamos.

Ambos fueron en el auto del lector de mentes y llegaron a la estación de policía. Miraron con asco a los sujetos que estaban detenidos y en cuanto Damian vio a Bonnie la abrazó con fuerza cuidando no lastimarla.

— ¿Estás bien?— pregunta Damian para luego voltear la vista y ver a sus padres junto a Charlie Swan.

Edward mira la escena y se da cuenta de lo mucho que estaba perdiendo al alejar a Damian de su vida. El adolescente que tenía delante de él era una persona completamente pura y bondadosa, que tenía tanto amor para dar que no sería extraño que encontrara a una persona con quien pasar su vida pronto.

Decide salir de ahí y otorgarle intimidad a su hermano adoptivo. Recargado en el Nissan encuentra a Jasper, quien lo esperaba con un gesto tranquilo.

— ¿Todo bien? — pregunta Edward recargándose a su lado.

— Todo bien— respondió Jasper mirando al piso. Pasaron unos segundos y el rubio suspiró, resignado—. No pude evitar protegerla y lo más extraño es que ni siquiera pude sentir lo que ella sentía.

Edward alzó las cejas sorprendido,— ¿No puedes sentirla?

— No, nunca antes me había pasado.

— Tal parece que todos encontramos nuestra excepción a la regla, esa persona que hace que todo lo que conozcas carezca de sentido— dijo el lector de mentes mientras Damian salía de la Comisaría y les dedicaba una radiante sonrisa.

— Ella está mejor aunque si les importa, me gustaría ver que llegue sana y salva a casa— Edward frunce los labios, queriendo negar y llevarse a Damian a casa ahora mismo. Jasper sabe perfectamente el nombre de esa emoción: celos.

— Chicos, tengo que ver a Alice— Jasper se encogió en hombros—, creo que me espera una larga plática con ella.

Damian le ofrece su auto y Jasper desaparece por la carretera, no sin antes recibir el abrazo de su hermano favorito agradeciendo ayudar a su mejor amiga.

—¿Me llevas a casa de Bonnie?— preguntó Damian alzando las cejas.

— Claro— Edward haría lo que fuera por pasar más tiempo con él.

Estacionados, ambos vieron como Bonnie entraba a casa junto a sus padres. Escucharon con una sonrisa en la boca como la adolescente se quejaba por no encontrar una blusa morada de tirantes que juraba haber dejado en su cuarto culpando a su hermana menor de haberla tomado.

Damian mira hacía la casa de al lado y ve la camioneta vieja de Bella Swan estacionada.

— Entonces...es tu turno— susurra por lo bajo, peinando su cabello con los dedos hacia atrás pero su cabello rizado y salvaje vuelve a caer por todas partes. Edward no podía entender como ese pequeño gesto podía quitarle la respiración de la forma en la que lo hacía.

— Me estoy cansando de esto ¿Sabes?– dice Edward recargándose en su asiento y cerrando los ojos como signo de cansancio.

— ¿De qué? ¿De ser un acosador?— bromea el muchacho y consigue sacarle una sonrisa.

— De intentar explicarle a Bella con manzanas y peras que sus acciones pueden causar situaciones terribles.

— Lo sé...— Damian se recuesta igual que su hermano pero gira su cuerpo para verlo mejor en la densa oscuridad de la noche—. Rose me contó lo que sucedió con James el año pasado y Alice no deja de alabar la valentía de Bella al ir a buscarte a Volterra. Pero nada de eso hubiera sucedido si ella no se hubiera arrojado al mar embravecido o si se hubiera quedado en el hotel de Phoenix con Alice y Jasper.

Edward apretó los labios porque, maldita sea, tenía razón. Pero no estaba listo para admitirlo, simplemente no estaba listo para esa conversación.

— Lo único bueno de este día es que estás aquí—el de cabello cobrizo se giró hacía él y sonrió de lado, esa maldita sonrisa que hacía que el estómago de Damian se contrajera.

— Ve hablar con Bella, Edward— trató de sonar casual—, no porque estés aquí conmigo esa discusión no va a pasar.

— Prefiero mil veces estar en este auto contigo que discutir con ella una vez más— ¿Acaso Edward ya no tenía filtro en decir lo que pensaba? Porque estaba siendo muy sincero, demasiado.

— Andando— dice Damian tratando de ignorar el sentimiento de adrenalina en su interior, señala la casa Swan por el pulgar—, te veo en casa al amanecer.

Edward baja del auto y camina rápidamente a abrirle la puerta a su hermano adoptivo. Le dio las llaves del Volvo, caminó hasta la residencia Swan y tocó el timbre. Damian quería asegurarse de que entrara así que esperó recargado en el auto.

Bella lo recibió de inmediato y justo cuando Edward iba a iniciar la discusión sintió un efluvio desconocido. Damian escuchó inmediatamente que alguien había entrado a casa de la novia de su hermano y llamó a sus hermanos para contarles la situación.

Edward revisó toda la casa, visiblemente preocupado y salió por la puerta trasera con Bella siguiéndolo y exigiendo saber qué estaba sucediendo. En el patio trasero Damian lo alcanzó y también se percató de esa esencia desconocida.

Siguieron la pista y se dieron cuenta con temor, que el intruso también había visitado la casa de Bonnie.

Jasper y Emmett regresaron de rastrear al intruso a los alrededores de la casa de Bella y como todos lo imaginaban, no lo encontraron. Damian estaba junto a Carlisle tomando la mano de Esme para tranquilizarla.

Alice hacía lo mismo con Bella, quien estaba ahí para disgusto de Rosalie.

Todos llegaron a la misma conclusión, ninguno conocía al extraño y era muy poco probable que se tratara de un nómada pues la hermana menor de Bonnie estaba en casa sola.

Pero entonces, ¿Quién era?

— ¿Victoria?— sugiere Bella tomada de la mano de Alice, quien le informa que no es ella ya que mantiene vigiladas sus decisiones.

— Deben ser los Volturi— afirma Edward cruzándose de brazos.

— Tampoco son ellos, revisó todos los días las decisiones de Aro— vuelve a interceder Alice.

— Debemos seguir buscando...— comenta Carlisle visiblemente preocupado—, nos turnaremos.

— ¿En serio?— pregunta la rubia con cara de pocos amigos para después ser reprendida por Alice.

— La amiga de Damian también está en peligro, el visitante fue hasta su casa por una razón— acota Jasper, verdaderamente preocupado por la rubia.

— No somos suficientes papá— interviene Damian—, no podemos vigilar a Bella, al jefe Swan, a Bonnie, buscar a Victoria, a éste nuevo sujeto y además alimentarnos— Damian enlista con la ayuda de sus dedos—. Es...demasiado, somos rápidos pero no tanto.

— Propongo que nos quedemos solo con el policía y la rubia vestida de unicornio— sugiere Emmett tratando de aligerar el ambiente, pero no lo logra.

— No quedarás desprotegida— Alice aprieta la mano de su mejor amiga.

— No lo estaría, tengo a la manada— afirma Bella y Rosalie pone los ojos en blanco.

Y esas palabras desencadenaron una discusión que Bella ganó pues al otro día Jacob revisó la propiedad Swan. Los lobos cuidarían a Isabella y a Bonnie mientras los Cullen trataban de hacer todo lo demás.

Habían pasado varios días desde la discusión, Damian se encontraba leyendo algo para su clase de física en la cafetería del instituto cuando Bonnie llega botando sus cosas en la mesa, pretendiendo asustar a su amigo.

— ¿Adivina quién va a dar el discurso de final de curso en la ceremonia de graduación?— preguntó la rubia sonriendo ampliamente y sentándose junto a él y deslizando su charola de comida.

— No...— dice Damian emocionado.

— Sip...— responde ella con una sonrisa cómplice y orgullosa, abrazándolo con fuerza y otra vez, sin notar lo fría y dura de su piel, o tal vez no queriendo hacerlo evidente.

Platicaron de lo emocionada que estaba Bonnie por ese honor cuando escucharon el grito de Bella Swan al otro lado de la sala— ¡¿Puedes dejar de verlo un maldito segundo?!

Ambos se giraron y vieron como Bella los miraba con furia mientras Edward apretaba los puños. Bonnie, masticando algo de fruta del almuerzo, arrugó la frente con disgusto y levantó el dedo medio.

La castaña tomó sus cosas y salió de la cafetería seguida por Alice Cullen quien miró a Bonnie con una expresión indescifrable.

— Detesto a esa bruja— soltó de pronto Bonnie mirando a su amigo—, es odiosa y sinceramente siempre tiene cara de que tiene un gas atorado en el culo.

La risa de Jasper impide hablar cuando se sienta junto a ellos, en la misma mesa. Bonnie mira al ex soldado con los ojos abiertos pero sonriendo, sorprendida por oír su risa.

— ¿Y Alice?— preguntó Damian mirando a su hermano.

— Corriendo atrás de Bella, como siempre— replicó Jasper sin emoción alguna.

Edward se levantó de la mesa y salió de la cafetería recibiendo todos los pensamientos de los demás al ver la reacción de la castaña, Damian lo sigue con la mirada hasta que lo ve salir al pasillo.

— Ve a hablar con él— dicen Bonnie y Jasper al mismo tiempo, mirándose sorprendidos siendo la rubia con maquillaje en los ojos quien soltara una risa armoniosa, que parecía música para los oídos del vampiro.

Damian salió casi corriendo del lugar con su libro en mano.

Bonnie voltea a ver a Jasper, quien no tenía su característica cara de sufrimiento—. Te propongo que en los meses que nos quedan de clases antes de la graduación te sientes aquí con nosotros.

Jasper arruga la frente, confundido pero a la vez curioso.

— Siempre miras hacia acá deseando salir corriendo de tu mesa y no te culpo. No te ofrezco temas de conversación tan interesantes como los de Isabella Swan y sus amigos pero algo es algo ¿Aceptas?

El rubio miró a la chica de manera tímida y asintió con la cabeza, ella sonrió complacida y mordió su manzana. Él no sabía muy bien cómo iniciar una conversación, jamás se había acercado tanto a una persona que no fueran sus hermanos así que preguntó lo primero que se le vino a la cabeza—. ¿Qué vas a estudiar en la Universidad?

Bonnie parecía emocionada por el tema y se recargó en la mesa— Toda mi familia quiere que sea algo aburrido como una Contadora o una Abogada pero yo quiero maquillar, el maquillaje es un arte y es lo que más me gusta. También amo la Historia, es mi materia favorita.

El empata escuchaba con atención las palabras de Bonnie Aldrin pues eran la única forma de saber lo que sentía al no poder recibir sus emociones como las del resto. Bonnie le explicaba lo mucho que le gustaba la materia y de un momento a otro, llegaron a la época en donde el Mayor Jasper Whitlock había vivido: la Guerra Civil. Y aunque la rubia tenía una versión parcial de la historia, escucharlo de su voz fue relajante para el vampiro, tanto que olvidó un segundo dónde estaba. También Bonnie le habló de lo mucho que quería estudiar maquillaje y que había escuelas en donde podía hacerlo.

Cuando sonó el timbre ambos se levantaron y se dieron cuenta que ya no había nadie a su alrededor. Aldrin sonrió y se encaminó para ir a su salón cuando siente que es acompañada por Jasper.

— ¿Puedo acompañarte?— preguntó él con un gesto tímido que hace que el corazón de Bonnie se derrita como chocolate al fuego.

— ¡Claro que sí!

Y así, ambos caminaron al final del pasillo.

Mientras dejaba solos a su hermano favorito y a su mejor amiga, Damian alcanzó a Edward cerca del laboratorio de Biología que en ese momento no tenía clase.

— ¿Qué sucedió allá?— preguntó con curiosidad el neófito, alzando sus cejas y abriendo los ojos.

Edward lo tomó del brazo y los metió a ambos en el laboratorio.— Bella cree que te protejo demasiado, que la ignoro y está molesta de tu relación de amistad con Bonnie.

Damian arruga la frente y sacude la cabeza—. Creo que está demente pero no me interesa hablar de ella—, dice mientras se recarga en una de las mesas de trabajo—. Mejor dime si lograste hablar con Seth Clearwater.

—Sí, y hoy es el día perfecto para ayudar a su hermana— dice Edward acercándose a Damian—. El niño está desesperado y me dijo que está noche es reunión del consejo y su madre saldrá por bastante tiempo, él sacará a Leah con la ayuda de otro niño de la reservación para que la veamos en la línea divisoria, solo tú y yo.

Damian suspira y asiente con renovada esperanza, quería ayudar a los Clearwater con todas sus fuerzas.

Así lo hicieron esa noche, todos los lobos estarían ocupados en la reservación mientras Seth y Quil Ateara sacaban entre los dos a una convaleciente Leah. Su salud no mejoraba y cada día su madre estaba más angustiada; Edward y Damian los esperaban sobre la autopista.

El sanador estaba angustiado de no poder ayudarla, frotaba frenéticamente sus manos mientras esperaban.

Un auto algo viejo apareció y se estacionó junto al Nissan azul de Damian Cullen. De él bajaron dos muchachos que ayudaban a una Leah pálida y sudada a incorporarse poco a poco en el asiento trasero.

El brazo de la mujer estaba vendado; Damian se acercó rápidamente a ella pero es detenido por Quil, quien le pone una mano en el pecho que molesta de sobremanera a Edward.

— Alto ahí amigo— Quil lo detuvo y esperó a que Seth hablara, quien tenía los ojos vidriosos.

— Seth...— susurra Leah debilitada—, vámonos por favor, si Sam se entera los va a matar.

— De todas maneras se va a enterar Lee— responde Quil con cariño—, ya no tenemos nada que perder.

El más joven de los Clearwater caminó hasta él y lo miró de frente, de pronto parecía que había envejecido diez años—. Júrame...— Seth tragó saliva—, júrame que mi hermana estará bien. Quil y yo nos estamos arriesgando mucho, podemos meternos en graves problemas por esto.

Damian lo tomó del hombro y le habló con franqueza—. Lo prometo Seth, déjame ayudarla.

El neófito se acerca con lentitud a Leah, retira lentamente la venda bajo la mirada atenta de todos y ve el brazo de la loba terriblemente infectado.

Le ruega a Dios que todo vaya bien y pasa sus manos sobre la herida, que desaparece poco a poco. Los lobos jadearon sorprendidos y Edward lo mira profundamente orgulloso.

— Tu brazo ya está bien pero algo anda mal...— Damian se arrodilla junto a Leah, levita sus manos sobre la mujer y las concentra sobre su vientre, ella jadea y mira a todos con expresión de miedo.

— ¿Qué pasa?— preguntó Seth con urgencia y preocupación en el rostro.

Damian alza la mirada y encuentra sus ojos dorados con los cafés de Leah, ella no sabe porque siente tanta paz junto al vampiro así que asiente y él comienza a hablar—. Leah estaba embarazada y... perdió al bebé.

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