09. ¿Secreto?

Capítulo nueve:

¿Secreto?



Edward había llamado a la residencia Swan para confirmar que efectivamente, Charlie Swan coordinaba un funeral. Pero no era el de su hija Isabella, sino el de su amigo Harry Clearwater.

Eso desató una serie de malentendidos y confusiones que desembocó en una ida a Volterra por parte de Edward y Alice. La confusión terminó cuando Bella apareció para salvar a Edward de la tontería que quería cometer de terminar con su vida; la manera impulsiva de actuar del lector de mentes no solo puso en riesgo su propia integridad, también la de Alice y la de Bella.

Ahora los Volturi sabían del poder de su hermana favorita convirtiéndola en objeto de deseo de Aro, el líder del Clan. También les habían dado un ultimátum respecto a la mortalidad de Bella; y lo que más le preocupaba a Edward, que Aro, Cayo y Marco conocían de la existencia de Damian.

Edward no lo había visto desde ese horrible día, tenía su mirada triste y decepcionada grabada en su mente aún cuando cerrara los ojos. Ese día llegaría a Forks junto a Esme después de la muerte de su madre y Edward tenía que admitirlo, estaba aterrado por el reencuentro.

Los demás decidieron quedarse a acompañar a Damian en ese momento tan difícil para él y habían llegado un día antes para preparar la habitación del muchacho.

Alice y Jasper discutieron como jamás lo habían hecho en todos esos años felices juntos cuando ella regresó de Volterra. Para Jasper es impensable abandonar a su hermano menor en un momento como el que estaba pasando, no solo por el desequilibrio que eso generaba en su autocontrol, también por la hermandad que sentía hacía el más joven de los Cullen.

— Lo siento Alice pero no quiero hablar ahora— Jasper se cruzó de brazos y su rostro mostraba determinación—, sigo sin comprender cómo es que ustedes se fueron como si nada cuando nos necesitaba.

— Pero Jasper, Bella corría peligro...— el puchero de Alice fue interrumpido por la voz de Rosalie bajando las escaleras principales de la residencia Cullen en Forks.

— No hay justificación que valga para que hayan abandonado a mi bebé por esa tonta psicópata.—Rosalie estaba que no la calentaba ni el sol—, ¿quién diablos se lanza de un acantilado y espera que no se piense que se trata de un suicidio?

Emmett tuvo que callarla pues Edward y Bella habían llegado después de pasar los últimos días como siameses.

Bella fue recibida de manera un tanto áspera por los Cullen, le sorprendió no ver a Esme en casa pero Edward le respondió que tuvo asuntos a tratar en su antiguo lugar de residencia. Rosalie ni siquiera le dirigió la palabra, Emmett la saludó como siempre y Jasper se mantuvo a raya. A Bella eso le parecía extraño, pero la felicidad que experimentaba al tener de nuevo a su lado a Edward la embargó al punto de ignorar lo lúgubre y tenso del ambiente.

Jasper, Rosalie y Emmett no soportaron mucho a la parejita y tuvieron que salir huyendo esparciéndose por toda la casa.

Mientras estaban en la sala esperando a la llegada de Esme y Damian, Bella le contaba a Edward todo lo ocurrido con los hombres lobo y Victoria. Edward se tensó al escuchar el nombre de la pelirroja y le prometió a su compañera que acabarían con ella de una vez por todas.

— ¡Por favor Jasper, habla conmigo!— se quejó Alice desesperada con la mirada triste en dirección al vampiro rubio que bajaba las escaleras, Bella los miró sorprendida—, ya te dije que lo lamento, tenía que hacerlo.

— Alice, no es conmigo con quien tienes que disculparte y lo sabes— respondió Jasper mientras se recargaba en la mesa—, no estoy enfadado contigo ya te lo dije, solo un poco decepcionado, él perdió a su madre.

— ¿Quién perdió a su madre?— preguntó Bella y Edward envió una mirada de advertencia a Jasper quien le respondió la mirada poco importándole la amenaza.

— ¡Ya llegaron!— gritó Emmett interrumpiendo el incómodo momento desde el segundo piso y rápidamente él junto con Rose bajaron a toda velocidad.

Pronto escucharon como las llantas del Mercedes Benz de Esme circulaban por el camino hasta llegar a la entrada de la residencia Cullen. Todos salieron a recibir a los integrantes de la familia faltantes, todos excepto Edward y Bella que se mantuvieron en la estancia principal.

— Quiero que conozcas a alguien— murmuró Edward y si hubiera sido humano su corazón estaría a mil latidos por minuto. Estaba nervioso y profundamente avergonzado pero tenía que dar la cara.

Damian miró la casa y soltó un suspiro, recibió los abrazos de todos y tuvo que sonreír para hacerlos sentir mejor, cosa que funcionó. De repente un inusual efluvio llegó a sus orificios nasales y unas extraordinarias ganas de vomitar lo atacaron, era humano pero era demasiado dulce, demasiado invasivo y demasiado repulsivo para él. Arrugó su nariz mientras era abrazado por Alice quien lo besaba por todo el rostro con cara de suplica.

— ¡Perdón, lo lamento tanto! Te doy mi más sentido pésame, lo siento mucho en verdad— decía una y otra vez pero Damian negó con media sonrisa que no llegaba a sus ojos.

— Tranquila Alice, después hablamos pero Dios, ¿Qué es ese inmundo olor?— se quejó el neófito y Rosalie no pudo contener una carcajada.

— Cariño, ese es el hedor de la mascota de Edward — dijo de manera burlona y justo en ese momento la pareja salía tomados de la mano para reunirse con los demás.

Damian sintió un profundo ardor en el pecho cuando los miró con las manos entrelazadas, era tan doloroso que no se tomó la molestia de ocultar sus emociones del lector de mentes. Miró a Bella un segundo y trató de sonreírle.

Bella miró al increíblemente bello nuevo integrante de la familia Cullen, le pareció un ángel caído del cielo. Sus facciones le resultaron igual de arrebatadoras que las de Edward, pero eran más suaves, más amigables.

Volteó a ver a su novio pero éste no la veía a ella, miraba al chico con una expresión indescifrable pero penetrante, a decir verdad ambos se miraban de ese modo y Bella sintió que ya no era parte de ese momento y que ocurría una conversación mental entre ambos.

— Soy Bella, mucho gusto. ¿Quién eres?— interrumpió esa batalla de miradas y se acercó al muchacho.

— Soy Damian Cullen, es un gusto— Damian trató de sonreír lo más sincero posible—, perdón que no me acerque a ti pero soy un tanto nuevo en tratar con humanos y no quiero lastimarte— explica el neófito como excusa para no tener que lidiar con su asqueroso olor tan de cerca.

— ¿Nuevo?— preguntó Bella y aunque para Rosalie tenía la cara, ella no era tan tonta como creía.

Edward estaba a punto de abalanzarse a su hermano adoptivo pero éste fue más rápido para responder. — Sí así es, Edward me convirtió hace seis meses.

— Espera— Bella hizo las cuentas en su cabeza y se dió cuenta de la verdad— ¡¿Lo transformaste a él y a mí no?! ¡Todo lo que me dijiste del alma era mentira!— chilló Bella en dirección a su novio y Damian la miró sorprendido de su reacción tan arrebatada, rápidamente Jasper y Rosalie se acercaron a su costado, pendientes del actuar de Edward.

— ¡Lo jodiste todo, idiota!— rugió Edward en dirección al neófito quien lo miró totalmente aturdido, Bella corrió en dirección a su camioneta con lágrimas en los ojos y fue seguida por Alice Cullen para tratar de calmarla.

Damian no soportó más esa situación y corrió hacía la casa, subió a la habitación indicada por Esme y azotó la puerta estremeciendo toda la estructura.

— ¡Ve y arréglalo cabrón o te juro que te mato!— exigió Rosalie sujetada por su marido para no abalanzarse en contra de Edward. Esme sollozó y fue abrazada por Carlisle. Jasper trato de permanecer tranquilo y no tundir a golpes a Edward, todo estaba hecho un desastre. 

El lector de mentes corrió para encarar a Damian quien estaba abrumado por la rabia y el dolor, respiraba rápidamente tratando de calmarse.

— ¡Tú transformación era secreto, tenías que haber esperado que yo hablara con ella y explicarle lo que sucedio!— gritó Edward— ¡Ahora ella pensará cosas que no son! 

— ¡¿Secreto?!— Damian abrió los ojos sin poder creer lo que escuchaba—, no sabía que debía guardar silencio mi propia existencia con tu novia, Edward. ¡Si ella tiene un problema conmigo tú debiste decírselo!

— No tenías que decírselo así, no sabes lo difícil que es convencerla de que yo no puedo transformarla; tarde cinco minutos hacer contigo lo que ha ella le he negado desde que nos conocimos—trata de explicar Edward diciéndolo entre dientes.

— Jódete Edward, yo no tengo porque cuidar mis palabras por tus mentiras y por los complejos de inferioridad de tu novia—. Damian encara a su hermano, Edward jamás lo había visto así. La mirada del más alto fue de los labios entre abiertos hasta sus ojos dorados que parecían llamas vivas—, le mentiste a esa chica y la abandonaste "por su propio bien"—hace énfasis con sus dedos—, a mi me mentiste sobre mi madre según tú eres "por mi bien". Deja de tratar a todos como ineptos, solo porque tú puedas leer la mente no quiere decir que de verdad te importe.

— Tú no sabes nada — el de cabello cobrizo apretó su mandíbula y sus puños.

Damian no habló, trató de calmarse pues la humana y su familia estaban en la planta de abajo a punto de interceder por lo fuerte de la discusión.

— No quise hacerte daño, nunca fue mi intención, hice lo que creía correcto para ti—. susurró Edward y eso avivó la furia de Damian.

— Debes estar bromeando, ¿Quieres saber por qué todo esto me está matando?— preguntó totalmente alterado—, te lo diré y que lo escuchen todos, ya ni siquiera me importa, yo ya no tengo nada que perder.

Edward trata de acercarse pero el neófito lo empuja del pecho y lo mira amenazante.

Damian sacude su cabeza con rabia y sus manos temblorosas—. Te fuiste Edward, me abandonaste cuando más te necesitaba. Me diste un puto día con mi madre y aún así te largaste sin decirme nada o darme una puta explicación. Tuve que saber por Rose todo lo que había pasado y sinceramente fue una estupidez que pudo ser evitada.

Cada una de las palabras del chico caían como potentes y mortales rayos en el pecho del lector de mentes.

— ¿Puedes...— Damian estaba destrozado—, puedes imaginar lo que sentí cuando supe lo que habías ido a hacer a Italia? ¿Sabes lo que sentí al pensar que estabas muerto? Mi madre acababa de morir y tú no estabas ahí, ¡No estabas!

— Bella estaba en peligro, ¿Querías que la dejara morir? Ella es mi vida, yo... la amo— respondió Edward con la voz entrecortada.

— ¡¿Sabes qué es lo que más me molesta?!— preguntó Damian alterado y mirándolo a los ojos—, que crees que eres un buen tipo y quieres convencer a todos de que lo eres, que haces todas tus cagadas por amor cuando en realidad eres una porquería de persona y no sabes nada de lo que es el amor.

— ¿Y tú sí?— preguntó Edward profundamente dolido.

— Por supuesto que sí, mi madre me lo enseñó—, el neófito se acerca peligrosamente a su creador—, el amor es cuidar a alguien más allá de toda racionalidad y querer que tenga todo lo que quiera aunque eso te destruya. ¡Lo sé porque es lo que sentía por ti!

Damian se apartó aterrado del cobrizo dándose cuenta de lo que acababa de decir, era el peor momento para una declaración de amor.

Jasper envió una carga de calma a Damian para que pudiera aclarar su mente y no decir cosas de las que se pudiera arrepentir, sintiendo todo su dolor.

El muchacho tomó una carga de aire profunda decidido a terminar con todo ese circo.

— Tú... tú no sabes lo devastadora que fue la experiencia, pensé que el dolor más grande que había sentido era el de la transformación pero que la persona que más importante en mi nueva vida me abandonara después de la muerte de mi madre me hizo... pedazos. Me hiciste pedazos y lo peor es que en realidad creí que cumplirías tu palabra de no abandonarme jamás...— Damian se permitió flaquear y su voz tembló, todos a excepción de Alice y Bella escucharon todo y sintieron pena por el neófito.

— Yo...— por primera vez Edward Cullen no supo qué decir.

— Quiero que te largues y te alejes de mí a partir de ahora. Ya no eres mi hermano—, Damian esquivó a Edward y abrió la puerta de su nueva habitación—, vete ya.

Silencio, nadie dijo nada. Dos corazones rotos de distintas maneras.

— No pido tu perdón, no lo merezco. No te molestaré más. Pero te pido que no te molestes con Alice, ella aprecia mucho a Bella, es su mejor amiga—. Edward sintió sus ojos arder, como si contuviera lágrimas imaginarias. Salió de ese cuarto lo más rápido posible.

No tardó en ir a buscar a la castaña y Damian se quedó mirando por donde él se había ido e inmediatamente supo que no sólo había perdido a su madre, sino también a su mejor amigo.

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