06. Donde el corazón te lleva


Capítulo seis:

Donde el corazón te lleva



Las vacaciones de invierno habían pasado en un abrir y cerrar de ojos. Damian había ocupado todo ese tiempo para pasar el tiempo con sus padres y con sus hermanos adoptivos. Las relaciones con cada integrante de su familia se habían fortalecido y afianzado; era sorprendente el cariño que todos le sentían al muchacho pero es que era adorable en todos los sentidos. Terminó con las lecciones de idiomas y ahora quería tomar lecciones de guitarra o ukulele, y para eso quería la ayuda de Edward.

Damian estaba empezando a asustarse, ese cariño que sentía por su hermano adoptivo no era normal, sabía que los sentimientos que estaba desarrollado por el cobrizo no eran nada parecidos a la camaradería que tenía con los demás. Si le preguntaran fácilmente podría contestar que solo vivía por hacer sentir mejor a su atormentado hermano, que con solo sacarle esa sonrisa de medio lado podía alegrarle el día.

Edward Cullen había dejado muy claro que a la única que podía considerar como compañera era Isabella Swan, la chica humana con la que había desarrollado una intensa relación en el pasado. Pese a lo mucho que le habían contado de ella tanto Rose (con recelo y fastidio) como el mismo Edward, no podía odiarla, no estaba en su naturaleza aunque le doliera tanto lo mal que ponía su solo recuerdo a su hermano favorito.

Tanto Rosalie como Jasper, los más cercanos al neófito, comenzaron a darse cuenta de esa situación; Rosalie por su infalible intuición y Jasper por su don.

— Díselo— dijo Rosalie en una sesión de caza en la cual habían ido junto a Jasper.

— ¿Decir qué, Rose?— preguntó Damian alzando sus cejas, pero sabía perfectamente a qué se refería su intuitiva hermana.

— Cariño, te amo, pero no me quieras ver la cara de estúpida— esta vez Rosalie es la que levanta la ceja—, hasta Jasper lo nota.

El aludido frunció los labios y asiente con el rostro, sintiéndose un poco incómodo por esa conversación. — Sus emociones son muy...confusas. Debo aceptar que me sacan de órbita pero creo que Rosalie tiene razón, deberías hablar con Edward de lo que sientes.

— Chicos, no— Damian niega rápidamente—, ¿Qué creen que piense de mí? Todos ustedes nacieron y vivieron en épocas en donde era mal visto.

— Damian, acabas de ser transformado en un maldito vampiro— acotó Rosalie limpiando su atuendo lleno de tierra—, y no me cambies el tema. Yo te amo muchísimo tonto, estoy segura de que si yo hubiera tenido la posibilidad de tener un hijo me hubiera gustado que se pareciera a ti; eres cariñoso, leal, bellísimo... solo un tonto no te amaría.

Damian le sonríe enternecido y si hubiera tenido la posibilidad de soltar un par de lágrimas lo hubiera hecho.

— Tú sabes cuanto es mi aprecio y respeto por ti—, siguió Jasper—. No voy a negar que son emociones nuevas, diferentes a lo que he captado en mucho tiempo. Y yo menos que nadie tiene derecho de juzgarte, mucho menos por la persona que amas.

Damian no dijo nada, solo regresó a beber del cuello de su presa, un ciervo ya muerto. Pero por supuesto Rosalie no se daría por vencida. — ¿Por qué no le dices que te estás enamorando? Él te adora, no trata a nadie con tanto cariño como te trata a ti, eso es verdad como que yo soy la persona más bella del planeta— insiste Rosalie pavoneándose.

— Nop, para ese tren del pensamiento Rose— niega Damian mientras se limpia la boca de la sangre con un pañuelo—, no me estoy "enamorando" de nadie, mucho menos de Edward. Solo le estoy infinitamente agradecido por lo que hizo por mí, tal vez es platónico. Ya se me pasará cuando vuelva a salir al mundo y vea a más personas.

—Damian Cullen, he visto a Edward cuando están juntos y jamás lo vi así con la insípida y aburrida Isabella—Rosalie no se daría por vencida— , jamás lo ví sonreír como cuando lo hace cuando estás cerca. Parecían siameses pero dios, esa chica le dió más problemas al idiota de mi hermano que felicidad.

— Rose, déjalo ya— interviene Jasper ladeando su rostro, evaluando lo dicho por su hermana.

— Rosalie, por favor— Damian se acerca a ella y toma sus manos para besarlas con sus fríos labios—, apenas estoy acostumbrándome a esta nueva vida y pensar en eso solo empeora todo. No sé si seguir pensando en esto me ayude o me hunda, dejémoslo así por favor.

Y con eso dieron por terminada esa conversación.

Recordaba esa situación mientras practicaba con el ukelele cuando es llamado por su padre Carlisle para que bajara a la estancia. Rápidamente el muchacho baja y ve a todos reunidos. Todos lo miraban con una sonrisa en el rostro, Carlisle sostenía un sobre y Esme una pequeña caja de terciopelo negro.

— ¿Qué es esto? ¿Es una intervención?— Damian es interrumpido por su madre, que levanta la mano para interrumpirlo.

— Carlisle tiene algo para ti— interfiere Rosalie y el nombrado se acerca entregando a Damian el sobre amarillo, éste lo abre y encuentra documentos que necesita leer para entender. Se trataba de un acta de nacimiento (falsa) en la cual formalmente llevaba el apellido Cullen, había también pasaporte, número de seguro social y un permiso para conducir, en todas aparecía su nombre como Damian Cullen.

Eso lo hacía feliz, ya no había vuelta atrás y no quería regresar. Sonrió ampliamente y no tuvo que explicar sus sentimientos, tanto Edward como Jasper lo sabían.

Esme se acercó a él y le entregó la cajita de terciopelo, al abrirla se encontró con una muñequera de fino cuero con el emblema de plata de la familia al centro, igual a la que usaban todos los varones Cullen.

— ¿Puedo? — pidió Esme y Damian aceptó con la cabeza, la vampiresa colocó la muñequera en la mano izquierda de su hijo y cerró los broches.

— No sé qué decir, creí que este día no llegaría nunca— admite avergonzado—, solo puedo agradecer al destino por poner a Edward en mi camino y que pudiera salvarme, los quiero mucho.

A Edward esas palabras se le clavaron en el pecho como filosas dagas, pero trató de no descomponerse.

— Eres formalmente parte de esta familia, aunque desde que llegaste a casa ya lo eres— respondió Alice y acude a abrazar a su hermano por la cintura.

— ¿Qué esperan para venir?— pregunta Damian y poco a poco sus hermanos y padres se acercan, creando un abrazo colectivo.

Después de eso, sus padres decidieron ir a cazar junto a Rosalie. Cuando se fueron, Edward caminó hasta sentarse en el banquillo que estaba en frente del piano de cola y comenzó a entonar una melodía desconocida para sus hermanos que sabían perfectamente cada nana compuesta por Edward. Damian se acerca al piano y se recarga sin perder de vista los elegantes movimientos de los dedos del pianista.

— ¿Eh, chicos?— habla Alice, ambos voltean— iremos a la ciudad de compras, ¿Quieren venir?— Alice sujeta la mano de Jasper, Emmett estaba junto a ellos.

— ¿Compras con Alice? ¿En serio Emmett?— pregunta el neófito de pelo oscuro en tono sarcástico, Alice daba miedo cuando de compras se trataba.

— Apuesta— Emmett se encogió en hombros—. Perdí la última apuesta con el señor todo lo gano de Jasper, aunque he de decir que es un tramposo hijo de perra, pero de todas maneras cargaré decenas de bolsas, siempre cumplo con los castigos.

Tanto Edward como Damian sonríen divertidos, niegan ante el ofrecimiento y se despiden de sus hermanos desde la puerta. El estar solos aún era algo extraño para ambos, así que Damian se gira para ir a su habitación pero es tomado con delicadeza del brazo por Edward.

— Espera, ¿Puedes ayudarme con algo?— pregunta el lector de mentes soltando el brazo del muchacho.

— Uhm, claro— Damian se aclara la garganta—, ¿Qué puedo hacer por ti?

— Es sobre la pieza que he estado componiendo— Edward se sienta en el banquillo y deja un espacio esperando a que Damian se siente. Damian siente como algo perfora su pecho pero logra recomponerse y le dedicó una sonrisa, se sienta a su lado y tiene cuidado de no estar demasiado cerca de Edward.

El lector de mentes le pregunta si está listo, comienza a tocar la canción con sus expertos manos de pianista y Damian no puede evitar cerrar los ojos en cierto punto, la música entraba por sus oídos pero llegaba directamente a su corazón. Pese a no haber oído nunca esa melodía, el vampiro la sentía familiar.

— ¿Te gusta?— pregunta Edward y Damian abre los ojos sin creer que don perfecto le preguntara eso.

— ¿Bromeas? Es genial, deberías estar dando conciertos y no recluirte a solo esta sala— el neófito ríe negando recargándose en su brazo apoyado en el piano.

— Es tú culpa— suelta Edward de la nada ocasionando que Damian casi caiga de su lugar—, empecé escribiendo algo totalmente diferente pero me inspiraste.

— Es increíble, tienes demasiado talento— Damian suelta una risa nerviosa—, ¿Puedo intentar tocarla contigo? Sabes que no soy tan bueno pero tenme paciencia.

Edward sonríe ante el gesto tímido de Damian pero asiente. El canadiense coloca sus manos sobre las teclas pero sus dedos son re-acomodados por las manos de Edward. Eso era exactamente lo que no tenía que pasar, Damian sintió una extraña electricidad que el mismo Edward no pasó desapercibida aclarándose la garganta.

— ¿Listo?— pregunta y el neófito asiente.

— Sí.

Comenzaron a tocar con lentitud pero perfectamente sincronizados, Damian mantuvo la mirada al frente para no perder la concentración y Edward bajó la mirada a sus dedos. Hubo un instante en el cual sus dedos chocaron ante la inexperiencia de Damian y de nuevo estuvo ahí esa corriente eléctrica pero a un nivel superior, casi doloroso, que hizo que el muchacho se levantara excusándose para ir a su habitación.

Damian posó sus manos en sus ojos, cubriéndose y bajo sus párpados cerrados solo pudo ver sus recuerdos de ese primer día de su nueva vida.

¿Cómo no sentir tantas cosas en tan poco tiempo por el extraordinario ser que le dió una segunda oportunidad?

Damian se sentó en el piso, a las orillas de su cama y abrazó sus piernas. Edward tuvo que armarse de todo su autocontrol y no escuchar los confusos pensamientos desde el otro lado de la puerta, dudando en tocar para entrar para cerciorarse de que estaba bien. Todos tenían razón, el lector de mentes no trataba al joven neófito como a todos los demás y justo en ese momento, tendría que tener cuidado con cada palabra que saliera de su boca para no lastimarlo.

— ¿Qué haces afuera?— pregunta Damian sin cambiar de posición—, pasa.

Edward gira el picaporte de la puerta y la abre, ve al muchacho sentado en el piso, Damian lo invita a sentarse y Edward accede sentándose a su lado, recogiendo sus piernas.

— Lo que pasó allá abajo, yo...— Damian no termina al ser interrumpido por Edward mientras levanta una mano.

— Yo también lo sentí... no sé qué sucedió pero si te hice sentir incómodo de algún modo, lo siento, no quiero lastimarte.— Damian no había levantado su mirada por la vergüenza.

— No te disculpes, mejor...—el muchacho tiene que idear una forma de dejar de hablar sobre lo sucedido y enterrar los sentimientos tan confusos que estaban en su interior.

— ¿Qué deseas?— preguntó el lector de mentes de inmediato.

— Según los cálculos de Jasper y Carlisle en unas semanas podré salir al mundo exterior, convivir con humanos. Quiero pedirte tu ayuda para localizar a mi familia— Edward lo voltea a ver alarmado—, sé que ya habíamos dado por terminado el tema pero en mi interior sé que alguien está esperándome, es un sentimiento que no desaparece. Solo de esa forma podré darle la vuelta a la hoja y estar con ustedes por la eternidad. Te necesito...

Damian no puede evitar abrazar a su hermano, colocando su rostro en el pecho de Edward, sintiéndose totalmente vulnerable. El cobrizo corresponde al abrazo rodeándolo con sus brazos y se da cuenta del terror que siente de perder al adorable muchacho que estaba entre sus brazos, del pánico que le producía el hecho de que Damian supiera la verdad y lo odiara, aunque lo mereciera.

Edward cerró los ojos para controlar el auto desprecio que sentía en ese momento—. Voy a ayudarte, te lo prometo.

Después de unos momentos aferrados el uno al otro, se separaron lentamente. Damian trató de despejar su mente de los complicados pensamientos que sentía en ese momento e intentó bromear con Edward contándole la broma que le quería jugar a Emmett. El lector de mentes entendió lo que pretendía hacer su hermano y le siguió la corriente.

Siguieron riendo y charlando a los pies de la cama del neófito, Edward de un momento a otro solo puede pensar en lo afortunado que es al tener a alguien como Damian en su vida, una persona con la que podía ser él mismo sin la necesidad de esconderse como lo había hecho toda su vida. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top