02. El despertar

Capítulo dos:

El despertar



Edward no se separó ni un momento de Damian durante toda su transformación pese a las insistencias de su familia para que fuera a cazar. Los integrantes de la familia Cullen parecían aceptar la decisión de Edward, todos excepto Rosalie, por supuesto. Pero hubo algo diferente en su reacción que sorprendió a todos, el aparente apego que tuvo con el chico tendido en la cama.

— Es guapo, sus facciones son bellas. Cuando despierte será arrebatador— dijo mientras peinaba su cabello rizado con un peine. Rosalie lo vistió con ropa nueva, una camisa y un pantalón a juego de color azul, y limpió su cuerpo y rostro de la sangre que lo bañaba. Edward no pudo evitar sorprenderse de la reacción de su vanidosa hermana,verla al pendiente de otra persona era algo nuevo. Damian debía ser especial para que ella reaccionara de ese modo.

— Sus ojos eran avellana— comenta el vampiro sin interés, recargado en la ventana en lo que su hermana realizaba tales tareas.

— Me hubiera gustado verlos, seguro estaba lleno de vida— responde Rosalie mientras ve a su hermano, se detiene de decir algo más pero se retira.

Edward se giró para ver de nuevo al muchacho, mirando su rostro sereno, ajeno a cualquier dolor. Intentó leer sus pensamientos pero no escuchaba nada, así que dejó de intentarlo. Carlisle entró al lugar con un vaso metálico con tapa, Edward no tuvo que oler el contenido del recipiente para saber qué era. Volteó a ver a su padre y aceptó el vaso.

— Te ves desmejorado Edward, no queremos que Damian te vea en estas condiciones y se asuste, por favor ve a cambiarte— más que una petición, fue una orden por parte del líder de los Cullen.

Edward caminó hasta la que sería su habitación en esa nueva casa y cambió su ropa manchada por la sangre de Damian, la tiró al bote de la basura y la quemó. Tomó el contenido del vaso que le había dado Carlisle y se sintió un poco mejor.

Aún sentía ese amargo sentimiento en el pecho, era un maldito monstruo al haberle hecho eso a ese pobre chico pero ya no había vuelta atrás. No sabía cómo soportaría tener que convivir con él, tener que vivir toda su eternidad con su error.

Bajó hasta donde había dejado la cámara fotográfica del Damian, la prendió y la manipuló hasta llegar a la galería de fotografías, las fotos consistían en bellos paisajes característicos de esa región de Canadá, eran muy bellas, el chico era muy talentoso. También miró varias fotos de una mujer de edad madura, sin cabello y con aspecto enfermo en una cama, debía ser su madre.

Escuchó voces en el despacho de Carlisle así que subió para ser recibido por su familia, quienes se encontraban alrededor del muchacho, escuchando como su corazón combatía a la ponzoña de vampiro, inevitablemente perdiendo dicha batalla. Edward apretó los dientes, era jodidamente difícil para él ver tal proceso sabiendo que todo era su culpa.

— Me gusta tener un nuevo hermano— dice Emmett en voz baja con su habitual sonrisa infantil, Edward suelta una pequeña sonrisa al escuchar sus pensamientos en donde su enorme hermano ya planeaba miles de juegos para jugar con Damian.

— A mí igual— dice Jasper, sorprendiendo a más de uno, se sentía tranquilo al ya no ser el eslabón más débil, podría ser que guiando a su nuevo hermano repararía el daño causado a toda su familia y a Bella.

Edward escucha por primera vez los pensamientos del chico desde que había iniciado el proceso de transformación, mientras que su corazón late con más velocidad.

"¡Por dios! ¿Qué hacen que no apagan el fuego? ¿Qué no me escuchan gritar?" se queja casi sin fuerza el muchacho.

— Está a punto de acabar, tranquilo— dice Edward para Damian, quien siente como su corazón parece querer salir de su pecho.

"Esa voz..." piensa el muchacho recordando por alguna razón haberla escuchado antes. "¿Estoy muerto?" vuelve a pensar pero es interrumpido por el dolor más indescriptible.

Su corazón da un último latido que hace que Damian abra la boca y encorvó su espalda con un gesto de dolor alarmando a todos, pero su cuerpo cae sobre la superficie de la mesa.

Por fin había acabado.

Damian agradece ya no sentir tanto dolor, da una profunda respiración pero es sorprendido al notar que sus pulmones no necesitan de aire. Su corazón, ¿Dónde estaba su corazón que ya no lo sentía?

Siente en su mano la presencia de otra, ese tacto en lugar de calmarlo, lo alarmó. Abrió los ojos y miró el techo, miró con tanta claridad los detalles de la madera que no pudo evitar arrugar su frente, confundido. Lentamente se levantó y retiró su mano de quien la sostenía, y la llevó a su corazón, o donde se suponía que estaba.

Nada, ya no había nada ahí, ni un latido.

Miró alarmado a quienes lo rodeaban con cautela, tres de ellos más cerca que el resto, dos hombres y una mujer; los demás un poco más alejados pero de una belleza que por un momento pareció cegarlo.

El hombre que estaba más cerca era tan joven como él, de cabello cobrizo y ojos dorados, al igual que todos ellos.

"¿Quiénes son?" se preguntó Damian, por supuesto Edward escuchó este cuestionamiento y se giró para mirar a Carlisle.

— ¿Damian?— se acercó con cautela— soy Carlisle Cullen y ellos son mi familia.

"¿Me llamó así? Damian, sí, me acuerdo. Me llamo Damian" se preguntó el muchacho a una velocidad que lo asustó.

El chico de ahora ojos rojos se alejó inmediatamente del doctor, sintiéndose amenazado; su espalda golpeó una de las paredes abollando la superficie, Damian se asustó y empezó a hiperventilar, cosa que no tenía sentido pues ya no necesitaba respirar. 

"¡¿Qué está sucediendo?!"

Edward no pudo evitar querer ayudarlo y tranquilizarlo, estaba sufriendo, pero se quedó ahí parado sin poder hacer nada para no asustarlo.

— Tranquilo, déjame ayudarte a entender qué está pasando, ¿De acuerdo?— se vuelve a acercar Carlisle.

Jasper utiliza su don para infundir tranquilidad, cosa que funciona y hace que el muchacho se tranquilice.

— ¿Te sentirías más cómodo si solo estoy yo?— pregunta Carlisle.

— Sí— dice Damian y al momento se arrepiente, parecía la voz de alguien más, era una voz perfecta.

"Esa no es mi voz, es... es demasiado perfecta, no entiendo nada."

Los demás Cullen salen despacio para no asustarlo más, siendo Edward quien saliera al último no sin antes de dedicarle una mirada de disculpa al muchacho. Damian frunce el ceño, le molestaba esa mirada de condescendencia.

— Damian, deseo aclarar todas tus dudas pero para eso necesito que estés tranquilo, confía en mí— dijo tranquilamente Carlisle.

El de cabello rizado asintió, pero de un momento a otro su garganta ardió como mil demonios, como si le hubieran prendido una barra de acero hirviendo. Damian se llevó la mano al cuello, cosa que advirtió a Carlisle de que la plática debería ser lo más rápido posible.

Pasaron cerca de tres horas hablando y para Damian todo sonaba a una reverenda locura. Persistentemente negaba con la cabeza, sin poder creer todo lo que le estaba diciendo el médico, tachándolo de loco y temiendo por su seguridad, pero todo cambió cuando miró sus aterradores ojos en el espejo.

Era demasiado para él, volvió a tomar su cabeza entre las manos y miró el suelo. De pronto echó de menos a alguien, no recordaba a quién con exactitud pero necesitaba más que nunca a esa persona.

— Edward es tu creador, él te encontró en el bosque— Carlisle mintió, a petición de su hijo— te trajo ante mí para salvarte pero era demasiado tarde así que tomó la decisión de salvarte la vida convirtiéndote.

Edward les había suplicado a todos guardar el secreto al neófito, él quería explicarle personalmente y pedir su perdón.

Damian asintió, sintiendo de nuevo esa maldita quemazón en la garganta.— ¿Entonces puedo alimentarme sin matar personas?— pregunta el muchacho algo temeroso, no quería lastimar a alguien.

— Así es, la sangre animal es nuestro alimento y podrá ser el tuyo si así lo eliges— explica Carlisle.

— Lo haré, no soportaría arrancarle la vida a alguien— murmuró Damian, Carlisle asintió complacido y se levantó de la silla de donde estaba sentado.

— ¿Cómo te sientes?— pregunta el rubio.

— Abrumado honestamente. No es fácil saber que viviré por siempre pero creo que puedo soportarlo, lo único que me duele es haber perdido mis recuerdos de humano. Por más que lo intento no recuerdo ni siquiera mi apellido o si tengo familia—, explica Damian mirando fijamente al doctor Cullen, éste se acerca levemente y con la mirada le pide permiso para colocar su mano en el hombro del chico, Damian asiente.

— Ahora eres Damian Cullen si deseas quedarte con nosotros— ofreció el médico cálidamente y Damian asintió, de todos modos no tenía a donde ir.

— Estoy listo para conocer a los demás— para el muchacho todo esto era abrumador pero se sentía bendecido por no estar solo en ese camino tan oscuro y doloroso, el rubio le ofreció la mano pero eso no era lo que Damian necesitaba en ese momento, así que lo abrazó fuertemente.

Una calidez invadió a Carlisle, un hijo, un nuevo hijo había llegado a su vida y por alguna razón tuvo la corazonada de que Damian era el hijo que tanto él como Esme habían estado esperando.

— A partir de ahora soy Damian Cullen— afirma sonriendo con la firme convicción de que si Edward Cullen le había regalado una segunda oportunidad, la tomaría y la aprovecharía hasta el último día.

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