𝟭𝟱 𝘀𝗹𝗶𝗽𝗽𝗶𝗻𝗴 𝘁𝗵𝗿𝗼𝘂𝗴𝗵 𝗺𝘆 𝗳𝗶𝗻𝗴𝗲𝗿𝘀
𖥔 𝗥𝗘𝗗 𝗞𝗘𝗘𝗣
𝖪𝖨𝖭𝖦'𝖲 𝖫𝖠𝖭𝖣𝖨𝖭𝖦 🜲
— Dellaena.— Su voz sonaba desesperada y cansada. Tenía la mirada puesta en ella.— Sé que me odias, hice muchas cosas terribles a personas que no se lo merecían, tú y tu madre entre ellas.
Se tomó unos segundos antes de continuar, el tener que recordar la mayoría de las fechorías que hizo en el pasado le pesaría hasta el último de sus días, eso era seguro.
— Y estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para ganarme tú perdón, pero no puedo hacer esto.— Negó, sus manos se movían nerviosas por la mesa.— No voy a dejar a tu madre ahora, lo lamento pero no puedo.
Dellaena desvió la mirada y dejó escapar un gran suspiro, se puso de pie y caminó hasta terminar frente a la chimenea. Daemon no sabía que más decirle, debía mantenerse firme en su decisión, incluso si ahora mismo Rhea también estaba molesta con él no se iría de su lado.
— Bien.— La escuchó decir.— Nunca podría odiar a mi madre, no después de todo lo que ha hecho por mí. El problema como siempre eres tú, demuéstrame que me equivoco y que realmente has cambiado.
Daemon se puso de pie mientras la observaba fijamente, avanzó sólo unos cuantos pasos antes de detenerse.
— ¿Qué debo hacer? — Preguntó. Una interrogante llena de renacida esperanza.
— Cuida de ella.— Se dio la vuelta para encararlo.— Sé un buen hombre y esposo para mi madre.
Aquello era lo que Daemon más anhelaba, era la oportunidad por la que había rogado y no la iba a desperdiciar. Estaba tan cerca de volver a tener una familia, que aún no se lo creía.
— Nada le pasará conmigo a su lado.— Respondió con firmeza.— Eso lo juro.
Ella asintió lentamente una sola vez y le dio una pequeña sonrisa. Dio unos cuantos pasos hacia él y tomó una de sus manos, Daemon la extendió, aceptándola.
— No soy una malagradecida, soy consciente de que mi madre añora una familia, una unida y amorosa.— Comenzó a hablarle en un tono suave.— Y no se la voy a negar. Así que no arruines esto, déjame perdonarte e intentemos ser felices.
Una pequeña pero sincera sonrisa apareció en el rostro de Daemon. Alzó las manos y tomó el rostro de Dellaena para terminar depositando un beso sobre su frente.
— No te decepcionare, no más.
Aquella cena fue el último avistamiento de luz y esperanza en la oscura y desalentadora vida de Daemon, sabía en lo más profundo de su ser que esa sería la última oportunidad que Dellaena estaría dispuesta a darle, por alguna razón eso lo aterraba un poco, pero prometió cambiar y está vez lo haría.
☾ 𝗚𝗔𝗧𝗘𝗦 𝗢𝗙 𝗧𝗛𝗘 𝗠𝗢𝗢𝗡
𝖳𝖧𝖤 𝖵𝖠𝖫𝖤 𓅂
Lyam llevó a su caballo hasta los establos, últimamente sus paseos matutinos se habían vuelto aburridos. La verdad era que extrañaba a Rhaena, sus encuentros secretos eran la emoción de sus días, aún recordaba la primera vez que la vio.
Había estado cazando ciervos aquella mañana, y fue una coincidencia el habérsela encontrado junto a un pequeño río en compañía de su yegua. Los rayos del sol caían sobre su platinado cabello, dándole una apariencia casi divina, era simplemente hermosa. Y cuando sus ojos color lavanda se posaron sobre él casi pudo sentir como se le cortaba la respiración, ella le ofreció una tímida sonrisa y sólo eso bastó para que su corazón se desbocara dentro de su pecho.
Después de ese día, todas las mañanas cabalgaba en su búsqueda y ella siempre estaba ahí, esperando por él. Sus conversaciones monótonas se volvieron profundas, ambos tenían curiosidad por el otro, compartían un gusto por montar a caballo y por las pacíficas lecturas nocturnas antes de irse a dormir, fue así que comenzó a enamorarse de ella ¿Cómo no podría? Rhaena era simplemente perfecta.
Aún recordaba la expresión en su rostro la primera vez que le preguntó si podía besarla, se había mostrado apenada, pero no le negó aquel primer beso. La amaba, ambos se amaban y no deseaba otra cosa más que hacerla su esposa y dedicarse a colmarla de felicidad por el resto de sus vidas.
— Lord Lyam.— Una voz lo sacó de sus recuerdos. Era uno de los guardias.— Lord Raden lo llama.
Lyam asintió y dejó a su caballo en manos de los hombres a cargo de los establos. Su padre había estado tranquilo en el último tiempo, supuso que se debía a la ausencia de los dragones en el Valle. La noticia de lo ocurrido en la boda de Dellaena había llegado hasta ellos, su padre se había lamentado sin vergüenza alguna de que el ataque hubiese fallado.
— Padre.— Lo llamó. Raden alzó la vista del papel que sostenía entre sus manos.
— Lyam, muchacho. Entra y siéntate.— Señaló la silla frente a su escritorio.— Hay noticias interesantes en el nido de águilas.
Frunció el ceño ante la expresión divertida en el rostro de su padre, le daba una mala sensación. Raden le dio un gran trago a su copa de vino y después volvió a enfocarse en su hijo.
— ¿También tienes espías ahí? — Su padre simplemente se rió al escucharlo.
— Por supuesto.— Le respondió con obviedad.— Necesitas vigilar activamente a aquellos que son una molestia. Sólo así sabrás cómo reaccionar, nada debe tomarte por sorpresa, deberías tener eso en mente para cuando todo esto sea tuyo.
— Vivir con la idea de que debo vigilar a todo mundo para evitar que me traicionen terminará con mi cordura.— Raden se rió de él.
— Y con esa mentalidad todos pasarán sobre ti.— Su tono se volvió más autoritario.— Somos la Casa con más poder en el Valle después de los Arryn ¿Por qué no puedes desear más?
— Nadie en estas tierras se levantaría en contra de los Arryn.— Lyam se inclinó hacia el escritorio de su padre.— No son estúpidos, tú deberías tenerlo a consideración.
Raden se alzó con molestia y estampó con fuerza sus manos contra la superficie de su escritorio de madera, su mirada llena de furia puesta sobre él.
— ¡No deberíamos ser desplazados por nadie! — Su voz denotaba resentimiento.— ¡Suficiente humillación fue perder la rama principal a manos de la maldita perra de Rhea! ¡Todo debió ser nuestro!
Lyam lo imitó, poniéndose de pie y enfocando su mirada azulada sobre la de su colérico padre.
— ¿Cuándo lo vas a superar? — Arrastró la pregunta lentamente.— Lady Rhea era la obvia heredera de Piedra de las Runas, su padre así lo dictó.
— Después de todo lo que hice para destruirla, la maldita sigue en pie.— Raden bramó lleno de enojo.
— ¿Qué hiciste? — Le preguntó completamente aterrado.— ¿Fuiste tú el responsable de lo que sucedió en la capital?
Suplicaba en su interior que le dijera que no, que le dijera que sus sospechas eran erróneas, pero Lyam ya no sabía que pensar sobre su propio padre, lo creía capaz de todo.
— Cálmate muchacho.— Volvió a sentarse.— De haber sido obra mía no habría fallado.
— Eso no te hace quedar mejor.— Pasó una de sus manos por su cabello, alborotándolo.— Y sinceramente me cuesta creerte.
— Piensa lo que quieras.— Raden le respondió, restándole importancia a las sospechas de su hijo.— Pero no miento. ¿Qué debería hacer contigo? Dellaena es la hija de un príncipe y se ha casado con otro.— El tono en su voz volvió a tornarse molesto.— Tal vez ya sea hora de buscarte una esposa.
Una mala sensación se instaló en el cuerpo de Lyam ante las palabras de su padre. No podía decirle sobre Rhaena, no ahora, si lo hacía jamás lo dejaría estar con ella.
— No todo debe ser una competencia.— La inferioridad que su padre sentía cuando se trataba de Lady Rhea era innegable.
— Para mi suerte tú opinión no es necesaria en éste asunto, simplemente limítate a obedecerme.— Su atención volvió a enfocarse en los papeles sobre su escritorio.— Ahora sal de aquí, me pones de mal humor.
Le dio una última mirada a su padre y salió de ahí sintiéndose derrotado, en el pasado habría hecho hasta lo imposible para ganarse su aprobación y convertirse en su mayor orgullo, pero el pasar de los años le había demostrado la clase de hombre que era; vil, ambicioso, mezquino y definitivamente un mal ejemplo para cualquiera que buscara ser un hombre honroso.
𖣠 𝗖𝗔𝗦𝗧𝗘𝗥𝗟𝗬 𝗥𝗢𝗖𝗞
𝖶𝖤𝖲𝖳𝖤𝖱𝖭 𝖢𝖮𝖠𝖲𝖳 𝖮𝖥 𝖶𝖤𝖲𝖳𝖤𝖱𝖮𝖲 ✹
Los pocos días que llevaba en Roca Casterly habían sido, interesantes. Lo recibieron con los brazos abiertos, ya que pasó gran parte de su juventud sirviendo cómo escudero para Lord Lannister no le fue difícil adaptarse.
El cortejo con Lady Alice comenzó con breves paseos por el jardín, siempre con sus damas de compañía siguiéndolos de cerca. Andrew no tenía quejas con respecto a ella, era hermosa y sorprendentemente inteligente, sus charlas siempre eran placenteras. Jeyne había estado enviándole algunas cartas, todas ellas advertencias de que no arruine el compromiso con los Lannister, le respondía de manera desinteresada y sabía que eso sólo la molestaría más.
Unos suaves golpes a la puerta llamaron su atención, dejó la pluma en el tintero de nuevo y se levantó para abrir. Frente suyo apareció Alice, quien sonrió al ver que aún seguía despierto.
— ¿Interrumpo? — Le preguntó en tono juguetón.
Andrew sonrió, pasó la vista por el corredor y al ver que no había nadie que pudiera verlos la hizo entrar a sus aposentos. Cerró la puerta tras de ella y la atrajo hacia él, acunando su rostro entre sus manos, el verde de sus ojos siempre lograba fascinarlo.
— No debería estar aquí a estas horas, mi lady.— Habló suavemente, imitando el mismo tono que ella usó.— Podrían pensar mal.
Alice no pudo reprimir otra de sus grandes y brillantes sonrisas, Andrew sintió la abrumadora necesidad de besarla. Se inclinó, dispuesto a hacerlo, pero ella dio un paso hacia atrás, evitándolo.
— ¿Mi lord finalmente se ha olvidado de su dama en el Valle? — Andrew se enderezó, aún mantenía su vista puesta en ella.— Aún recuerdo todo lo que me dijiste antes de irte.
Años atrás, cuando su familia lo envió lejos, precisamente a Roca Casterly, para evitar que interfiriera en el matrimonio de Rhea con Daemon, le había confiado a Alice la verdad sobre sus sentimientos por Rhea. Fue antes de que siquiera surgiera la posibilidad de un compromiso entre ambos, pero ella aún lo recordaba.
— Jamás pasará algo entre Rhea y yo.— Admitió el castaño.— Me costó tiempo aceptarlo, pero necesito seguir con mi vida.
— ¿Y eso me incluye a mí? — Volvió a acortar la distancia entre ambos.
— Quiero que seas mi esposa.— Confesó Andrew.— No es una confesión de amor, pero sé que con el tiempo eso podría cambiar.
— Me gustas.— Alice le respondió aún con una ligera sonrisa.— Aún no es amor, pero ambos nos gustamos, incluso si sólo es atracción, será suficiente por ahora.
Él asintió suavemente, sonrió con sinceridad y acarició con cariño una de sus mejillas. Mientras Jeyne tenía la idea de que no hacía el mínimo esfuerzo para que su futuro matrimonio se llevara a cabo, él disfrutaba de estos dulces e íntimos momentos con su prometida, tarde o temprano tendría que decirle la verdad a su prima, pero no lo haría ahora.
— Podremos cultivar nuestro amor.— Le comentó por lo bajo.— A nuestro ritmo y manera, sin presiones.
— Suena maravilloso.— Ella estuvo de acuerdo.
Ambos compartieron una mirada llena de complicidad y alegría, finalmente los labios de Andrew se posaron sobre los de Alice. Un beso que comenzó siendo dulce y suave, terminó convirtiéndose en algo más abrazador y demandante. Aquella noche sería marcada como el inicio de una promesa entre ambos y un futuro juntos.
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El cielo estaba despejado, perfecto para emprender vuelo. Se dio la vuelta y caminó hasta Aemond, quien inmediatamente tomó su mano.
— ¿Todo está listo? — Él asintió en respuesta.— Bien, deberíamos despedirnos antes de partir.
— Aún podemos volver al Valle.— La interrumpió.— Sé que realmente preferirías volver ahí.
— Necesito algo de tiempo lejos de ellos.— Bajó la mirada y la enfocó en sus manos, apretó suavemente la suya.— Anoche le dije a Daemon que jamás podría odiar a mi madre y es cierto, pero también es verdad que sigo algo molesta con ella. En estos días es difícil hasta entenderme a mí misma.
Aemond se acercó y depositó un beso con dulzura sobre su frente. Dellaena nunca terminaría de estar agradecida por la comprensión y apoyo que su esposo siempre demostraba por ella, era un tesoro.
— Lo único que quiero es que tú y nuestro bebé estén bien y felices, es todo.— Le habló con calidez.
— Lo estamos.— Respondió ella mientras colocaba su mano sobre su vientre ligeramente hinchado. No era tan fácil de apreciar, pero había un pequeño bulto.
— Me alegra saberlo.— Dejó un rápido beso sobre sus labios y el gesto la hizo sonreír.
Ambos emprendieron camino desde los jardines reales hasta el interior del castillo. Se toparon con las gemelas a medio camino, Rhaena la abrazó y Baela lo hizo después, habían estado mortificadas por ella después del accidente y ahora que estaban al tanto de su condición la preocupación no hizo más que aumentar.
— Nos alegra ver que ahora estás mejor.— Rhaena sostenía sus manos y la miraba con alivio.
— Ese maldito tiene suerte de estar muerto, de lo contrario yo misma habría acabado con él.— Espetó Baela con furia.
— El príncipe Daemon se nos adelantó en eso.— Agregó Aemond. Por supuesto que a él le habría encantado matar con sus propias manos al hijo de puta que se atrevió a atentar contra la vida de su esposa e hijo por nacer.
Dellaena se mostró ligeramente incómoda por la mención de Daemon, sabía que su atacante había sido ejecutado, pero desconocía que había sido su padre quien acabó con la vida del hombre.
— Me enteré de su nombramiento.— Decidió cambiar de tema.— ¿Así que ahora son Baela y Rhaena Velaryon?
Baela sonrió con orgullo y Rhaena se mostró algo apenada, el apellido Velaryon tenía tanto peso como el Targaryen. Estaba genuinamente feliz por ambas, ahora no tendrían porque sufrir bajo el estigma de la bastardía.
— El abuelo Corlys quiere que nos mudemos inmediatamente a Marcaderiva.— Habló Baela con emoción.
— ¿Él está de acuerdo con eso? — Al decir "él" dejaba muy claro que se refería a Daemon.
— Tuvo sus objeciones, pero logramos convencerlo.— Rhaena le respondió.— Dijo que lo aceptaría sólo por nosotras, aunque sabemos que su ego sigue algo lastimado.
Dellaena soltó una suave risa al escuchar a Rhaena, se lo podía imaginar, tratándose de Daemon no podía ser de otra manera. Al menos admiraba que las dejara ser felices y no las retuviera sólo por su arrogancia, otro pequeño cambio que pudo notar.
— También nos dijo que no volverás al Valle.— Baela tocó el tema.
— Baela.— Rhaena la reprendió por tocar un tema sensible.
— ¿Qué? — Su hermana por su parte no comprendía a que se debía su regaño. Para Baela todos eran una familia, y como familia que eran debían apoyarse mutuamente ante cualquier inconveniente.
— Déjala Rhaena.— Dellaena la interrumpió.— Es complicado, pero por el momento Aemond y yo pasaremos el resto de mi embarazo en Rocadragón.
— Yo me quedaré en el Valle junto a mi padre y lady Rhea.— Reveló Rhaena.
— ¿De verdad? — Mentiría si no dijera que estaba sorprendida.— ¿Estás de acuerdo con eso? — Le preguntó ahora a Baela, hasta dónde ella sabía las gemelas nunca se habían separado.
— No me agrada la idea de tenerla lejos.— Confesó.— Pero tampoco puedo obligarla a venir conmigo.— Colocó ambas manos en su cintura mientras observaba a Rhaena.— No dejaría de molestarme jamás.
Rhaena rodó los ojos ante la exageración de su hermana y Dellaena volvió a reír divertida por la situación. Le dio un ligero apretón a las manos y Rhaena volvió a enfocarse en ella.
— Estoy segura de que lo harás, pero aún así quiero pedirte que cuides de mi madre.— Ella le respondió con una dulce sonrisa y asintió.
— Lo haré, lo prometo.— Le aseguró firmemente.— Espero que tú también tengas cuidado.
— No se preocupe por eso, lady Rhaena.— Aemond respondió. Colocando su mano detrás de la espalda de Dellaena.— Seré yo quien la mantendrá segura.
Dellaena hizo una mueca graciosa al escuchar la declaración de su esposo. Las gemelas sonrieron con gracia, el ambiente que había entre ellos era agradable, parecía que por fin todos podrían ser felices.
— Le tomaré la palabra, mi príncipe.— Respondió Rhaena.— A Baela y a mí nos emociona mucho convertirnos en tías.
— Te enviaré un bonito regalo para el nacimiento.— Intervino Baela con una gran sonrisa.
— Lo estaré esperando.
Todos se habían reunido al frente de la Fortaleza para despedirlos. Alicent los había abrazado por largo rato, pidiéndole a ambos que tuvieran cuidado y se mantuvieran en contacto regular con ellos. Después de la noticia sobre el embarazo de Dellaena, la reina se había mostrado contenta por la próxima adición a la familia.
Viserys les deseó salud y felicidad, sobre todo en esa nueva etapa que estaban comenzando. La princesa Jaehaera se mostraba algo triste debido a la partida de su nueva tía y futuro primo/a, pero se le prometió que lo conocería una vez naciera, aquello la alegró un poco.
Cerca del carruaje, Rhea junto a Daemon y Gerold observaban cómo Dellaena y Aemond se despedían de los demás. Se veía feliz, sonreía a todo mundo y se veía mucho mejor que antes, eso tranquilizaba el corazón de Rhea. Daemon notó la manera en la que su esposa miraba en dirección a su hija y suavemente tomó su mano, llamando así su atención.
— Ella volverá.— Le aseguró.
Todos le repetían lo mismo, pero el temor que se extendía en su interior persistía en ella. Dellaena siempre fue un espíritu libre, y amaba eso de ella, sin embargo, ahora temía que ella la dejara, su amada hija que pronto se convertiría en madre y lo haría lejos de ella, le dolía.
La vio aproximarse hasta ellos, Gerold fue el primero en recibir un cálido abrazo por parte de ella.
— Cuídate mucho.— Le pidió mientras sostenía su rostro entre sus manos.
— Lo haré.— Dellaena le respondió con seguridad.
Se movió hasta quedar frente a madre. Rhea le mostró una sonrisa algo decaída y Dellaena no pudo hacer nada más que abrazarla fuertemente, las manos de Rhea se aferraron a ella con la misma fuerza.
— No me iré para siempre.— Le habló suavemente sobre su oído.— Volveré a ti, a casa y lo haré con tu nieto.
Rhea sonrió con felicidad al escucharla, sus manos acariciaban lenta y cariñosamente su espalda. Se separaron poco después, y ahora fue el turno de su padre, esperó a que ella se acercara a él.
— Me hiciste una promesa.— Le recordó ella.
— Y la cumpliré.— Daemon volvió a asegurarle.
Le dió un rápido abrazo, él lo aceptó sin quejarse. Dio un último vistazo a toda su familia y sonrió mientras alzaba la mano y despedía de todos, aceptó la mano que Aemond le ofrecía y abordó el carruaje que los llevaría a ambos hasta Pozo dragón, Vhagar y Silverwing estarían ahí esperando por ellos.
— ¿Estás nerviosa? — Le preguntó Aemond mientras tomaba una de sus manos entre la suya y la besaba en el dorso.
— Más bien emocionada.— Sonrió con felicidad.
Ambos compartieron una ligera sonrisa antes de acurrucarse juntos. Estaban a punto de comenzar realmente su vida de casados y de padres también, sabían que no sería sencillo, pero si estaban juntos serían capaces de soportarlo todo.
¡Holi! ¿Cómo pasaron navidad y año nuevo?
Empezamos con el primer capítulo del año 🙏🏻
Espero que lo disfruten y ya saben, los comentarios y votos son más que bienvenidos
Recuerden que también tengo un canal de difusión y me gustaría que se unieran a el, así podríamos interactuar más ✨
Es todo por hoy, nos vemos en la próxima actualización, los tqm 🫶🏻
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