𝟣𝟥 𝗍𝗁𝖾 𝖼𝗈𝗇𝗌𝖾𝗊𝗎𝖾𝗇𝖼𝖾𝗌 𝗈𝖿 𝗒𝗈𝗎𝗋 𝖺𝖼𝗍𝗂𝗈𝗇𝗌

Rhea permanecía con la vista fija en su hija, el silencio se estaba extendiendo y no dejaba de ser incómodo, Daemon carraspeó ligeramente para obtener la atención de Dellaena.

— No teníamos pensado decírtelo por ahora.— Admitió mientras se sentaba en la orilla de la cama.— Queríamos esperar a que estuvieras completamente recuperada.

Dellaena tenía una expresión de desconfianza, estaba confundida ante la noticia, definitivamente no se esperaba algo como eso ¿Qué no se estaban divorciando?

— ¿Desde cuándo? — Preguntó con una expresión seria.

Daemon le dio una rápida mirada a Rhea, no sabían como explicar toda la situación, se habían acostado sólo una vez y sucedió casi al principio de su regreso al Valle.

— Eso.— Rhea intervino con nerviosismo.— Fue hace algunas lunas, no lo teníamos planeado pero sucedió.

No estaba molesta, Dellaena estaba simplemente decepcionada, no pensó que el cambio en la relación de sus padres se debía a que ambos habían estado de acuerdo en darse una nueva oportunidad, se sentía hasta traicionada. Habían pasado por muchas cosas, al principio no estaba segura de la decisión de su madre por solicitar un divorcio, pero al final estuvo de acuerdo ya que ella se merecía algo mejor que Daemon Targaryen.

— ¿Y ahora qué? — Le preguntó a ambos.— ¿Volveremos al Valle y jugaremos a la casita hasta que algo pase y él se vuelva a ir?

Rhea abrió la boca para responderle pero no encontró las palabras adecuadas ¿Qué iba a decirle de todos modos? No era como que ahora ella y Daemon fueran un matrimonio, difícilmente lo fueron en el pasado.

— Dellaena.— Intentó tomar su mano entre las suyas pero ella la alejó.

— Que decepción.

Aquellas palabras fueron como una patada en el estómago para Rhea, ella nunca le había dicho algo como eso en el pasado, que Dellaena le haya dicho que estaba decepcionada de ella se sintió como el peor de los dolores.

— Dellaena, basta.— Daemon le habló en un tono autoritario.

— ¿Yo? — Respondió con burla.— Ustedes son quienes necesitan parar.

— Podemos hablar de todo esto después.— Rhea intervino entre ambos.

— Fuera.— Dellaena les pidió con molestia.

— ¿Qué? — Daemon la observó con el ceño fruncido.

— Dije que salgan, no los quiero aquí conmigo.

Las puertas se abrieron dándole la bienvenida a Aemond y al maestre Orwyle, para ambos fue notable que algo había pasado pues la situación se percibía tensa. Intentando desviar la atención de lo que sea que estuviera pasando, Aemond se acercó a Dellaena y sostuvo su mano.

— El maestre ha venido a verte.— Se giró hacia Rhea.— Es sólo una revisión de rutina.

Ella sólo asintió, se acercó para intentar besar la frente de su hija pero Dellaena giró el rostro, evadiendo su tacto, aquella acción no hacía más que confirmar que algo había sucedido antes de que llegara.

— Cambiaré su vendaje, mi lady.— Habló el maestre.

— Deseo que mi esposo permanezca a mi lado, si no es mucha molestia.— Aemond le mostró una pequeña sonrisa y Dellaena le respondió apretando ligeramente su mano.

— Si así lo desea.

Daemon suspiró con resignación mientras caminaba hasta la puerta, Rhea le dio una última mirada a Dellaena quién seguía evitándola y entonces siguió a su esposo. El pasillo estaba bastante vacío, un guardia permanecía frente a la puerta, Rhea se dio la vuelta y comenzó a alejarse, Daemon se apresuró a seguirla.

— Rhea.— La llamó pero ella decidió simplemente ignorarlo.

El camino hasta los aposentos que le habían sido asignados en la Fortaleza se sintió eterno, entró abriendo bruscamente la puerta asustando a Mya en el proceso, la joven doncella observó a Rhea con preocupación.

— Mya sal de aquí.— La chica no entendía que pasaba.— ¡Ahora Mya! — Reaccionó ante el grito de su señora y la obedeció con rapidez.

Daemon se aseguró de cerrar la puerta, era la primera vez en mucho tiempo que veía a Rhea perder la razón. Podía escuchar sus sollozos, caminó hasta ella y colocó una de sus manos sobre su hombro, alzó la vista hasta la suya.

— Todo esto es culpa tuya.— Le dijo en voz baja.

— ¿Qué?

— Nada de esto habría pasado de no ser por ti.— Respondió en un tono lleno de rabia y resentimiento.— ¡Debí echarte a patadas en cuanto volviste a poner un pie en Piedra de las Runas!

Daemon la veía con asombro, intentó acercarse más para consolarla, ella sólo estaba alterada por la situación que habían pasado con Dellaena.

— ¡No me toques! — Le gritó mientras daba unos pasos atrás.

— Rhea, cálmate.— Intentó razonar con ella pero sólo se ganó un manotazo.

— Te quiero fuera de Piedra de las Runas.— No estaba jugando.— No seguiré poniendo en peligro a mi hija por ti.

— ¿Me estás culpando por esto?

— ¿Quién más sería el maldito culpable? ¡Todos lo escucharon y lo vieron, si a Dellaena la apuñalaron fue por ti!

La sensación de culpa con la que había estado luchando los últimos días volvió de golpe, azotandolo por completo, ese sueño recurrente que lo perturbaba cada noche desde el accidente no dejaba su mente. La miró, como si tuviera algo que decir para refutar sus palabras, pero no tenía nada, porque sabía que ella tenía razón.

— Nunca quise que nada de esto pasara.— Su voz sonaba dolida.— Jamás quise que ella saliera lastimada, tienes que creerme Rhea.

Ella apartó su mirada y se giró dándole la espalda, limpió sus lágrimas y respiró hondo antes de volver a mirarlo y decirle una última cosa.

— Sólo encárgate de encontrar a quién lastimo a mi hija y después de eso desaparece de mi vida, eso es algo que se te da muy bien.

Apretó el mango de su espada con fuerza, conteniendo su furia y frustración ante la conversación que mantenía con Rhea. Lo estaba perdiendo todo otra vez, justo cuando creía haberlo recuperado.

— Bien.— Y eso fue todo. Salió de aquellos aposentos sin verla una última vez.

Por ahora debía concentrarse en obtener información sobre el desgraciado que había atentado contra la vida de su hija y después buscaría arreglar su situación familiar.







— ¿Crees que sea buena idea ir a verla? — Baela observó a su hermana mientras dejaba de lado el libro que estaba leyendo.

— No lo sé.— Le respondió sin prestarle mucha atención, estaba más concentrada en su bordado.

— Estuve pensando en lo que nos dijo la princesa Rhaenys.— Rhaena alzó la vista hasta su hermana por un momento.— Sería una buena oportunidad para ambas.

— Pensé que estabas empeñada a ser una Targaryen.— Le recordó a su hermana con cierta burla.

— Bueno, esa era la primera opción y ahora no es muy viable.

— Nunca lo fue.— Rhaena le respondió tajante.— Pero eras muy terca para verlo.

— Que alegría contar con tu apoyo, hermana.— Respondió con sarcasmo.

— Sólo quiero un lugar al cual poder llamar hogar.

Baela sonrió con tristeza al escuchar las palabras de su hermana, no era fácil para ambas estar simplemente vagando por todos lados, sabían que su condición de bastardas las limitaba bastante, comprendía perfectamente el sentimiento de Rhaena.

Unos suaves golpes a la puerta llamaron la atención de ambas, pronto frente a ellas apareció Corlys Velaryon, lord de Marcaderiva y su abuelo. Él imponía presencia, no había persona en los siete reinos que no supiera de las influencias y riquezas que el hombre poseía, era simplemente excepcional.

Se pusieron de pie para poder saludarlo adecuadamente, una leve reverencia fue dada por ambas.

— Espero que estén teniendo una buena mañana.— El hombre les sonrió con amabilidad.

— Ha sido agradable, mi lord.— Rhaena fue la primera en responderle.

— Es bueno escuchar eso.— Las observó con atención a ambas.— Me gustaría discutir algo importante con ustedes, si es que tienen tiempo.

Baela miró de reojo a Rhaena, podía notar cierto nerviosismo en su hermana. Fue ella quien dio un paso adelante y le ofreció a Corlys tomar asiento frente a ellas y así poder hablar.

— Voy a ser directo.— Comenzó el lord de las mareas.— Le he solicitado al rey el legitimarlas, darles el apellido Velaryon y recibirlas en Marcaderiva.

— Es una oferta muy noble, mi lord.— Respondió Baela.— Casi demasiado buena para ser verdad.

Rhaena le lanzó una mirada desaprobatoria a su hermano antes de mirar en dirección a Corlys.

— Sepa disculpar el mal carácter de mi hermana, mi lord.— Rhaena se disculpó.— Llega a ser demasiado terca, incluso para su propio bien.

Corlys se rió al escucharla. Las gemelas se miraron mutuamente preguntándose si se estaba burlando de ellas.

— Te pareces mucho a tu madre y a tu abuela.— La comparación las tomó por sorpresa.— Mi oferta para ustedes es que las recibiré de inmediato, no encuentro motivos para que el rey rechace mi petición.

— ¿Hospedarnos en Marcaderiva? — Rhaena seguía algo incrédula.

— No un hospedaje, mudarse definitivamente.— Corrigió Corlys.— Ese será su hogar.

Mientras Baela se mostraba entusiasmada con la idea, la expresión de Rhaena demostraba lo contrario, no quería dejar el Valle tan repentinamente.

— ¿No es una decisión algo precipitada? Nuestro padre aún no está al tanto de esto.

— No veo el porqué se negaría.— Le respondió Corlys.— Es la única oportunidad para un futuro mejor.

— Es cierto Rhaena.— Baela sujetó la mano de su hermana con emoción.— Sé que el Valle te gusta, pero piensa en lo mucho que podríamos disfrutar estar en Marcaderiva.

— No estoy segura.— Ella aún tenía sus dudas, no deseaba dejar el Valle, no ahora.— Lady Rhea ha hecho mucho por nosotras sin tener la necesidad, irnos de la nada se siente...mal.

— No creo que ella se moleste, fue muy amable.— Baela le dio la razón.— Pero ella apoyaría nuestra decisión, estaría feliz por nosotras.

Rhaena observó a Baela, podía notar la ilusión en la mirada de su hermana, no sería capaz de arrebatarle eso. Suspiró con resignación mientras le sonreía con ligereza, si era por el bien de su pequeña familia entonces lo aceptaría.

— De acuerdo, vayamos a Marcaderiva.— Baela abrazó a su hermana con emoción.

Corlys sonrió complacido al ver que ambas estaban dispuestas a acompañarlo a Marcaderiva, su corazón sentía algo de tranquilidad al saber que estaría llevando de regreso a casa una pequeña parte de Laena.







Aegon observaba con desprecio al tipo que se encontraba medio inconsciente tirado en el frío y húmedo suelo de aquella asquerosa celda, el maldito estaba medio muerto e incluso así se negaba a hablar. Unos pasos a su espalda lo hicieron girar, era Daemon, su tío no había puesto un pie en aquel lugar debido a que estaba más preocupado por Dellaena que por el tipo que la había atacado.

— ¿Algún avance? — Le preguntó en cuanto llegó a su lado.

— Sólo sabemos su nombre.— Aegon le respondió mientras se cruzaba de brazos.— Jon.

A Daemon no se le hacía familiar aquel nombre, tampoco parecía pertenecer a alguna familia noble, lo cual tendría sentido ya que durante el ataque estaba sirviendo como copero. Lo observó con atención, tampoco podía recordar si lo había visto antes, parecía tener una edad cercana a la de Dellaena.

— Se mantiene firme pese a las golpizas.— Daemon esbozó una sonrisa retorcida al escuchar a Aegon.

Se acercó al hombre y lo tomó por el cabello, jalando de el para hacer que lo mirara directamente a la cara, incluso estando en esas condiciones el desgraciado se atrevió a reírse en cuanto lo reconoció, Daemon lo arrojó contra el suelo de nuevo.

— ¿Quién te dio la orden de que atacaras a mi hija? — Su tono de voz era bastante amenazante.

— Nadie.— La voz de aquel tipo era apenas audible.— No trabajo para nadie.

— No te creo una mierda.— Respondió el príncipe con furia.

De repente, una débil risa comenzó a escucharse. Se estaba riendo, el miserable se estaba riendo en su cara, sacó su espada y la colocó contra el cuello del hombre.

— ¿Te parece gracioso? Podría matarte ahora mismo.

— ¿Y qué lo detiene, mi príncipe?

— Dime quién te contrató y tu muerte podría ser más piadosa.— Daemon intentó negociar una última vez.

— Ya se lo dije, no trabajo para nadie.— El chico volvió a insistir.— Pero definitivamente hay un culpable por lo que hice.

— Deja de perder el tiempo y habla, no soy un hombre dotado de paciencia.

Aegon se mantenía al margen, él ya había hecho su trabajo y ahora era turno de Daemon poner en práctica toda aquella mala fama que tenía, no lo comparaban con el mismísimo Maegor por nada.

— ¿De verdad no tiene idea verdad? — Le preguntó con una sonrisa en el rostro.

Daemon perdió la poca paciencia que le quedaba y le soltó un puñetazo en la cara, siguió golpeándolo hasta que vio su cara cubierta de sangre.

— Si lo matas jamás sabremos porqué hizo lo que hizo.— Aegon habló desde el fondo.

Detuvo sus puños y lo observó por unos momentos, quería matarlo, escuchar como los huesos de su rostro se destrozaban debido a sus golpes, pero antes de eso debía averiguar quién había ordenado el asesinato de su hija, no le importaba quién fuese, él se encargaría de devolverle el favor de la manera más cruel posible.

— Habla, desgraciado.— Le gritó mientras lo recostaba contra la pared.

El chico lo observaba con su único ojo sano, el otro estaba tan morado e hinchado que le era imposible abrirlo, su nariz y boca sangraban. Daemon frunció el ceño, lo había golpeado así y en ningún momento había rogado por piedad, y eso fue sólo lo impartido por él, llevaban días golpeándolo y matándolo de hambre.

— Hace años usted lideraba las capas doradas.— Habló con dificultad.— Se jactaban de limpiar las calles cuando la mayor basura eran ustedes.

Aegon observaba con atención las reacciones que su tío pudiera tener. Daemon siempre había alardeado sobre su séquito de capas doradas, la gente los conocía como sus perros, lo seguían a todos lados y le eran leales, de ahí que los apodaran así.

— ¿Y eso que importa ahora? Me exiliaron poco después y jamás volví a ellos.

— Oh, pero ellos nunca lo dejaron a usted.— Se notaba molesto.— Ellos nunca dejaron de trabajar en su nombre. Yo lo vi, la última noche en la que se le vio patrullando las calles, hubo una pelea en un callejón por que un herrero no quiso pagar "la cuota extra".

Daemon recordaba vagamente aquellas cuotas, algunos comerciantes les pagaban para proteger sus puestos durante las noches, no eran todos, sólo aquellos que podían permitírselo, él mismo admitía que no era legal, pero en su momento le pareció gratificante para su ego el hecho de que las personas lo buscaran a él para que los protegiera.

— Sus perros seguían exigiendo una cantidad cada vez más grande a la acordada y se molestaban si no se les pagaba.— Su único ojo brillaba con furia.— Mi padre sólo quería trabajar tranquilo, ese hombre lo empujó primero y él sólo se defendió, pero entonces apareció usted junto a un grupo de capas doradas y lo rodearon.

Aegon cerró los ojos con cansancio, ya se podía imaginar el desenlace de aquella situación. Daemon por su parte, parecía estar recordando los hechos.

— Le dieron una paliza.— Continuó hablando.— Intentó alcanzar su martillo para defenderse y entonces usted desenvainó su maldita espada y le cortó la cabeza.

Daemon hizo una mueca, comenzaba a recordar los sucesos de aquella noche en específico. Habían estado patrullando las calles como de costumbre y para cuando él y el resto de los capas doradas llegaron y presenciaron la pelea él no preguntó qué había pasado, nunca lo hacía.

Simplemente dejó que las cosas sucedieran como era la costumbre, dejaba a sus subordinados golpearlos un poco y después él se hacía cargo del resto, lo hacían así porque a él jamás lo cuestionarían, era un príncipe, el hermano del rey y tenía un dragón ¿Quién se atrevería a acusarlo?

— Tenía seis.— Aquel hombre siguió hablando.— Tenía seis y vi a mi padre morir frente a mí, sin poder hacer nada. Fue entonces que hice un juramento, juré que lo haría pagar, sin importar el precio, le haría ver que sus acciones tenían consecuencias.

Fue por él, por él habían intentado matar a Dellaena, no había más responsable que él mismo.

— Rece día y noche por justicia. Y lo seguiré haciendo hasta que todas las personas con su sangre maldita terminen ardiendo en los siete infiernos.— Escupió con odio.

Apretó el puño con furia, le dio un último vistazo al tipo y entonces le cortó la cabeza. Aegon lo miró con asombro, se suponía que debían informarle a su padre y entonces él decidiría un castigo, definitivamente lo sentenciarían a muerte, pero no debía ser su tío quien hiciera de verdugo.

— ¿Ahora que? — Aegon observó a su tío.

— Que lleven su cuerpo afuera.— Pidió mientras limpiaba el filo de su espada.— Caraxes se lo comerá con gusto.

— Como quieras.

Aegon le hizo una seña a los guardias que se encontraban fuera de la celda y estos acataron las órdenes del príncipe, tomaron el cuerpo y la cabeza del hombre y lo sacaron de ahí.







— ¿Ya vas a decirme que fue lo que pasó? — Dellaena evadió la mirada de Aemond.

— No estoy de humor para hablar de eso ahora, me dará dolor de cabeza.— Se quejó mientras tocaba su frente.

Aemond la observó fijamente, no quería presionarla a hablar, pero también quería que ella supiera que podía contar con él sin importar que.

— Bien, no te presionaré con eso ahora.

— Quiero irme.— Respondió en voz baja.

— ¿A qué te refieres? — Acarició su mejilla con suavidad.

— Quiero irme de aquí, pero ahora tampoco estoy segura de querer volver al Valle.

Aemond la miró sin comprender sus palabras, Dellaena amaba el Valle, era su hogar y nunca decía más que maravillas de aquel lugar.

— ¿A qué se debe eso? — Tomó una de sus manos.— Si hay algo que quieras sólo pídemelo.

— ¿Hay algún otro lugar al que podamos ir? — Le preguntó con desánimo.— ¿Algún castillo que el rey pueda darte?

— Dellaena.— Aemond llevó su mano hasta sus labios y besó sus nudillos.— Si eso es lo que quieres hablaré con mi padre.

Ella sonrió en agradecimiento, apreciaba el hecho de que Aemond no le estuviera haciendo un montón de preguntas y simplemente estuviera ahí para apoyarla, ya le contaría, por ahora sólo deseaba algo de paz.

— Hablemos de otra cosa.— Dellaena le sonrió.— ¿Le has contado a alguien más sobre el bebé?

— Aún no.— Aemond le devolvió una ligera sonrisa.— Pienso que eso es algo que debemos hacer juntos, no quise decirlo sin ti.

— Gracias.

— Aunque es posible que Helaena lo sepa.— Ella lo miró con sorpresa.— Juro que yo no le dije nada, ella simplemente es buena adivinando este tipo de cosas.

— ¿Te dijo algo? — Pudo notar como Aemond luchaba por recordar las palabras exactas.

— Mencionó algo sobre las estrellas.— Dellaena se sintió algo confundida.— "Algunas deben apagarse para que otras puedan brillar" Eso fue lo que dijo.

— No veo como eso se relaciona con mi embarazo.

— Yo tampoco lo entendí, pero ella me miró fijamente y me dijo que lo sabía.— Aemond se alzó de hombros.— Que lo notó en tus ojos tan pronto llegaste a la Fortaleza para la boda.

— Bueno, llamémoslo instinto, después de todo ella tiene cuatro hijos ya.

Aemond se rió suavemente al escucharla, Helaena siempre había tenido una habilidad con las predicciones, sus palabras eran confusas, pero siempre terminaban cumpliéndose, era impresionante y al mismo tiempo aterrador.

— Debí preguntarle sí tendremos un hijo o una hija.— Bromeó con ella.

— Me gustaría una niña.— Confesó con una sonrisa.— Sería bueno que se pareciera a ti.

— Un niño con tu carácter sería mi mayor pesadilla.— Dellaena le dio un golpe en el brazo y Aemond no pudo evitar reírse.— ¿Y los nombres?

— Eres más Targaryen que yo, te dejaré esa tarea.

— ¿Llevarán mi apellido? — Aemond la miró con asombro.

— Ah, olvidé que serán mis herederos.— Dellaena resopló.— ¿Quedaran bien los nombres Valyrios con el apellido Royce?

— ¿Importa? Deberíamos poder llamar a nuestros hijos como queramos.

— ¿Qué te parece Maegor Royce? — Le preguntó su esposa con una sonrisa.

— Ya entendí el punto.— Se quejó Aemond.

— Algo con nuestras iniciales estaría bien.

Aemond lo pensó por unos momentos, había muchos nombres que podían usar.

— Daella y Daerion.— Dellaena lo meditó por unos instantes.

— Me gustan.— Estuvo de acuerdo con la elección de nombres, sonarían bien junto al apellido Royce.— Aemon estaría bien.

— ¿Qué hay del nombre Alyssa?

— No.— Ella se negó con rapidez.— Ese nombre está descartado.

— Bien.— Le sorprendió su negativa tan firme.— ¿Alysanne?

— No me gusta.— Hizo una mueca de desagrado.— ¿Qué hay del nombre de tu madre?

— ¿Alicent? — Preguntó.— No es un nombre Valyrio.

— No, pero sigue siendo lindo.

— Deberíamos seguir buscando.— Le dijo Aemond con calma.— Aún nos queda bastante tiempo.

— ¿Sabías que Jaehaera me pidió que me apurara a tener bebés contigo? — Él la miró con gracia.

— ¿Mi linda sobrina te pido eso? — Le causaba diversión imaginar tal escena.— Debe querer un compañero de juegos.

— Una compañera.— Lo corrigió.— Dijo que quería una prima con la cual jugar a las muñecas, la pobrecita se siente desplazada.

— Es normal, está rodeada de niños y ninguno juega con ella, al menos no a algo que a ella le gustaría.— Sintió cierta tristeza por Jaehaera, no debía ser fácil para ella.

— Espero que sea una niña.— Dellaena colocó su mano sobre su vientre.— Y se vuelva amiga de la princesa.

Aemond sonrió con ternura ante el deseo de su esposa, él no tenía problemas si se trataba de un niño o una niña, lo amaría por el simple hecho de ser hijo de ambos.



























¡Hola hola! ¿Cómo han estado? Volví con nuevo cap 🙏🏻

¿Opiniones o comentarios sobre Jon y su venganza contra Daemon? 👀

Ahora Dellaena quiere estar lejos de Rhea y Daemon, pos ni modo 🗣️

Y las gemelas no saben ni que pedo JAJAJAJA

Ya saben que siempre estoy esperando por sus lecturas, votos y comentarios ✨

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Nos vemos en la próxima actualización, los tqm, bye🫶🏻

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